Masculinidades otras: propuesta de decálogo

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En “la mañanera” del pasado 14 de febrero, en el mercantilizado día del amor y la amistad, Frida Guerrera, feminista y activista social, cuestionó al presidente Andrés Manuel López Obrador por las acciones de su gobierno para prevenir y sancionar la violencia de género y, en particular, los feminicidios. Al tiempo que Frida cuestionaba, afuera del Palacio Nacional las protestas de los varios contingentes feministas reunidos iban escalando el nivel de su indignación. Y con razón. Diez feminicidios en promedio al día es para que las alarmas del gobierno se enciendan. Sin embargo, y pese a la contundencia del dolor por las muertas y las desaparecidas, la reacción del presidente ante los cuestionamientos ha sido, cuando mucho, confortablemente tibia, sin acciones específicas ni resultados evidentes.

La reacción del presidente ante los justos y respetuosos señalamientos de Frida fue de bote pronto: pronunció diez puntos de generalidades y lugares comunes que no abonan en nada a la erradicación de la violencia de género en todas sus manifestaciones, en particular, de los feminicidios. Lo increíble es que al parecer hubo instrucción de difundir ampliamente el decálogo presidencial, por lo que funcionarias y funcionarios de todos los niveles se dieron a la tarea de compartir en sus redes sociales el documento hecho a partir de las palabras del presidente. Craso error.

El decálogo presidencial tuvo un efecto búmeran: las críticas no se hicieron esperar y fueron desde las más sensatas y equilibradas, hasta las más absurdas y amenazantes. Entendibles todas porque lejos de mostrar empatía con las mujeres y su lucha en contra de la violencia de género en todas sus expresiones y niveles, el decálogo presidencial tuvo un efecto contrario: evidenció que el tema no sólo no está en la agenda del presidente, sino que su conocimiento de las banderas feministas es muy elemental, cuando mucho. Si el problema de la violencia de género y los feminicidios fuera prioritario, le daría tanta resonancia como a la lucha contra la corrupción, el aeropuerto de Santa Lucía, Dos Bocas o el Tren Maya. Y no es así.

Luego de la difusión del decálogo presidencial, colectivos feministas publicaron uno propio con base en los compromisos de México con la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés). El decálogo feminista contra la violencia de género lo puede usted leer en la siguiente liga: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSciiCZCCy8C5W-zpK-mwGeSwH_yHf1DctBeh9b0dF2BErN9Ng/viewform

En el entendido de que el problema de la violencia de género no se resuelve con decálogos, me parece importante que los hombres hagamos escuchar nuestra voz, sobre todo los que intentamos (con poco éxito, evidentemente) construirnos desde otros referentes. En este sentido, y con el afán de discutir entre nosotros, y con ellas, propongo el siguiente decálogo de masculinidades otras:

 

Decálogo de masculinidades otras. Propuesta a discusión

 

  1. Escucho atentamente los reclamos y las exigencias de las mujeres, de todas, pero en particular, de las feministas. Procuro escuchar activamente, es decir, sin “dar el avión” (es broma, señor presidente), con el oído, el cerebro y el corazón abiertos a sus palabras. Escucho desde la inteligencia, y desde la emoción. Y en silencio. Sólo se puede escuchar con atención, desde el silencio.
  2. He sido formado en una familia patriarcal. No es bueno, ni es malo, es mi historia. Y como hombre que trata de hacer de su historia algo diferente de lo que la historia hizo de mí, me comprometo a hacer un esfuerzo por cambiar mis palabras, mis hábitos y mis certezas. Y eso, me da miedo.
  3. Reconozco que tengo miedo de sacudir mis certezas y atavismos y de moverme del lugar que el patriarcado me ha asignado.
  4. Me acepto como ser sensible, expreso mis emociones y reconozco mi vulnerabilidad.
  5. Hay muchas cosas que sé y muchas otras de las que no sé nada y eso no me hace menos hombre. No hablo, ni explico a las mujeres con condescendencia.
  6. He acosado a mujeres. De muchas formas, con mis palabras, con mi mirada y con mis actos. Lo hice por ignorante y para ser aceptado en grupos de machos. Me comprometo a no hacerlo más.
  7. Me comprometo a contribuir a romper el pacto de impunidad entre machines. No comparto fotografías, videos, textos o cualquier material que exponga, vulnere y/o denigre a la mujer. Denuncio a los hombres violentos con las mujeres e intervengo en caso de agresión.
  8. No pago por sexo ni acudo a antros que favorecen el tráfico de mujeres.
  9. Estoy consciente de la importancia de la autonomía económica de las mujeres. Exijo equidad en los salarios y que administren su dinero sin injerencia masculina.
  10. Afirmo mi compromiso de aprender de las feministas, empezando por respetar su discurso y sus formas de organización y de lucha.
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