Las áreas de oportunidad y los libros de texto

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Alejandro Saldaña Rosas

 

En la conferencia de prensa del pasado 8 de agosto, Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, ante las críticas por los errores en los libros de texto expresó: “yo no les diría errores, yo les diría áreas de oportunidad, como buen maestro que soy. Sí tienen áreas de oportunidad, como lo han tenido todos los libros de texto…” (https://twitter.com/politicomx/status/1689075207586131969). No entro a la discusión del contenido de los libros de texto, puesto que ni soy especialista y apenas los he revisado por encima, me detengo en la muy interesante expresión de Arriaga de “áreas de oportunidad”.

Lo primero que me pregunto es si no era mucho más directo, sencillo y honesto reconocer que los libros tienen una serie de errores, corregibles con una fe de erratas o mediante algún otro mecanismo. Pareciera que ese reconocimiento no estuviera a la altura de las elevadísimas expectativas de la Nueva Escuela Mexicana y sus libros de texto.

Para Arriaga, los libros de texto no tienen errores sino “áreas de oportunidad” y lo afirma desde su condición de maestro (no entiendo qué tiene que ver eso, pero bueno). Qué curioso. Lejos de reconocer que se cometieron errores (como en cualquier otro trabajo editorial, quizás algunos más horrorosos que otros), Arriaga acude a una fórmula de eminente tufo empresarial, neoliberal, conservador si usted prefiere, para justificar el descuido y los yerros en los libros de texto: “no les llamaría errores, sino áreas de oportunidad”. Tan sencillo que era decir: “sí, nos equivocamos”, o algo más elaborado y en el espíritu de la 4t.

El director de Materiales Educativos de la cuatroteísta SEP, pudo haber dicho, por ejemplo, “no son errores, son contradicciones dialécticas”, o bien “no son errores, sino tensiones de fuerzas” o quizás “lo hicimos a propósito, para aprovechar una coyuntura favorable”. ¡Hay tantas formas de sacarle la vuelta a lo que a todas luces son enormes metidas de pata! Don Marx, pudo usted haber acudido a alguno de los grandes de la izquierda: a su tocayo alemán, a Engels, Lenin, Rosa, Mao, o algún autor contemporáneo como Boaventura o Dussel, o incluso alguien muy cercano y querido, como Monsiváis, pero que haya salido con una referencia más cercana a Daniel Goleman o a Carlos Cuauhtémoc Sánchez como que sí sorprende y desanima. Tome nota Don Marx: aquí tiene un área de oportunidad inmensa, no la deje escapar.

No deja de ser paradójico que los yerros cometidos en los libros de texto, diseñados y desarrollados bajo perspectivas basadas en el aprendizaje colaborativo, las pedagogías progresistas, el constructivismo, la escuela activa y otras corrientes digamos alternativas, se pretendan justificar con una fórmula simplona, propia de los gurús del management. Pobres Vygotsky, Piaget, Freinet, Montessori… qué pensarían de las choteadas “áreas de oportunidad”.

Es paradójico, pero no sorprende. La llamada Nueva Escuela Mexicana es un compendio de buenas intenciones, conceptos grandilocuentes, definiciones generales e ideas retomadas de aquí y allá, sin mayor rigor teórico. Sobre el tema escribí la paradoja que implica diseñar un proyecto educativo inclusivo que, al mismo tiempo, se pretende sea “de excelencia”. En la siguiente liga puede usted consultar ese texto: https://www.rompeviento.tv/la-nueva-escuela-mexicana-preguntas-abiertas/.

Las “áreas de oportunidad” son una noción de inocultable filón neoliberal, toda vez que entienden al sujeto como empresario de sí mismo. No se cometen errores, ni hay lugar para el pensamiento y las actitudes negativas: los yerros hay que entenderlos como parte de un proceso de “mejora continua”, como oportunidades que debemos aprovechar a fin de hacernos más productivos, más eficientes, más “felices”, más competitivos. Hay que erradicar cualquier atisbo de negatividad, dejar de lado todo signo de pesimismo, autoafirmarnos en la actividad, en la superación de los obstáculos, en el hacer, no en el análisis o la contemplación.

La gestión de sí mismo se convierte en la llave que transforma los errores en oportunidades, siempre y cuando seamos capaces de identificar nuestra fuerzas, debilidades, oportunidades y amenazas (la famosa y bobalicona parrilla FODA), o bien el modelo de gestión personal de moda (CANVAS o cualquier otro). Los yerros se convierten en áreas de oportunidad a condición de que hagamos una “asertiva” gestión de nosotros, de nosotras, mismos: gestión de nuestro tiempo, de nuestras actividades, de nuestras capacidades, y, esencialmente, gestión de nuestras emociones, de nuestra subjetividad. El poder despótico del capital se subjetiviza, se convierte en un dispositivo de control psíquico que se autoproduce en la ilusión de libertad y autonomía del sujeto que, con su voluntad, su inteligencia y sus capacidades, hace de cualquier problema, un reto, de todo obstáculo, un desafío, de cualquier error, un área de oportunidad.

De esta manera, el sujeto identifica y explora sus áreas de oportunidad para explotarlas, para transformar esas zonas negativas, esos errores, esas resistencias, en rendimiento, en productividad, en hacer más con menos, en alcanzar metas y objetivos. En esta perspectiva netamente empresarial, las áreas de oportunidad son posibilidades para el perfeccionamiento individual, para el desarrollo de sus capacidades, para la adquisición de nuevas habilidades, en pocas palabras, para hacerlo un mejor sujeto de rendimiento. Si esta concepción articula el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana y sus materiales de estudio, en particular los libros de texto, estamos ante una propuesta de corte absolutamente neoliberal y empresarial, aunque los argumentos apunten en otra dirección.

Sobre la sociedad del rendimiento escribe Byung-Chul Han: “La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman sujetos de obediencia, sino sujetos de rendimiento. Estos sujetos son emprendedores de sí mismos” (Byung-Chul Han. La sociedad del cansancio. Ed. Herder).

De acuerdo con las declaraciones de Marx Arriaga, los libros de texto no tienen errores, son áreas de oportunidad, ¿cómo se les va a explicar esto a las niñas y los niños en las escuelas? Y me surgen otras preguntas más: el Humanismo de la Nueva Escuela Mexicana ¿se orienta a formar sujetos de rendimiento? Si la respuesta es negativa, ¿por qué incluir conceptos netamente empresariales (excelencia, calidad, áreas de oportunidad, por ejemplo) en su propuesta? Y si la respuesta es positiva, ¿qué tiene eso de humanista? Son preguntas que quedan abiertas.

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