Esa terrible sensación de que ya nos cargó el payaso

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Alejandro Saldaña Rosas.

Yo no veo por dónde entregarle el tren maya al ejército, la militarización del espacio aéreo y que los ingresos por turismo extranjero sean entregados a los militares, son decisiones que fortalecen una opción política de izquierda, popular y democrática. Se trata del mismo ejército asesino y torturador que a lo largo de la historia de México ha reprimido innumerables protestas políticas de campesinos, estudiantes, trabajadores, trabajadoras, pueblos originarios y en general, unas fuerzas armadas que se han distinguido por reprimir a los movimientos sociales. Ese oscuro pasado permanece impune, sin viso alguno de justicia transicional ni para las víctimas y ni para el país. A ese ejército asesino, se le confieren tareas, presupuestos y prerrogativas por completo alejados de una política progresista y de izquierda.

            Tampoco es progresista ni democrático el espionaje del ejército y su absoluta opacidad con la que ejerce recursos públicos, que serán más caudalosos con su tren, su línea área y sus fideicomisos y, como en el Melate, más lo que se acumule esta semana. Y su negativa a entregar la información de su papel en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, a lo que está obligado, pero que desatiende con cinismo: “no vayan a salir con que la ley es la ley”. Y los ostentosos viajes del general secretario, usando recursos públicos para pasear a la familia, pasándose la ley por debajo de las botas. Y las ejecuciones de personas desarmadas, delitos que permanecen impunes en la justicia civil. ¿Qué tiene eso de democrático? Vamos, al menos ¿qué tiene eso de decente? La militarización iniciada por Calderón continuada por la 4t, ¿qué tiene eso izquierda?

            Si el PAN o el PRI hubieran impulsado tales iniciativas sería coherente con su trayectoria y sus concepciones políticas, pero que sea MORENA quién lo haya hecho, y que hasta se ufane de ello, es la mejor evidencia de que la cuarta transformación es, en esencia, cupular, regresiva y aunque les duela, conservadora. Cuánta razón tiene Jorge Volpi al señalar que el desconcierto de la derecha es porque MORENA les arrebató sus banderas.

            Añada usted a estas iniciativas la venta de bienes nacionales sin vigilancia alguna, el intento para desaparecer al INAI (o para dejarlo inoperante) y la transformación del CONACYT en un aparato centralizado en el gobierno federal, con los militares de la SEDENA y la SEMAR metiendo mano y bota en el presupuesto para ciencia y tecnología, y el escenario es de un franco retroceso democrático.

            Y hay más: la puesta en marcha de viejos proyectos de expansión imperialista en el sur a través del tren maya y su perspectiva de turismo masificado profundamente depredador de culturas y naturaleza y el corredor transístmico impulsado a sangre y fuego. La represión por parte de policías estatales, elementos de la Marina y de la Guardia Nacional contra el plantón de pueblos mixes en San Juan Guichicovi, Oaxaca, no deja lugar a dudas de la imposición de un proyecto rechazado por las comunidades, avalado por los capitales e impulsado por el gobierno federal. En esta nota están las evidencias:  https://www.jornada.com.mx/notas/2023/04/29/estados/desalojan-a-campesinos-que-bloquean-obras-del-tren-transistmico-en-oaxaca/

            Y qué decir de la política migratoria, por completo subordinada a los intereses y los tiempos políticos de los gringos; una política que tantas vidas ha costado sin que los responsables hayan sido castigados. Miles de personas migrantes recluidas en centros de detención en los que sistemáticamente son violados sus derechos y en los que se impide el paso de observadores, periodistas y académicos. Dígame usted qué tiene de progresista eso. Que el gobierno mexicano explique a las personas provenientes de El Salvador, Guatemala, Honduras, de mismo México, de Venezuela, de Haití y de tantos otros países que lo que sufren en nuestro país es porque Calderón y luego porque Peña Nieto y mejor no se quejen, que seguramente son conservadores y, además, así es el “humanismo mexicano”.

            Nada de izquierda tiene simular que se atienden las demandas de los colectivos de familiares en búsqueda de personas desaparecidas; simulación por cuanto no se destinan los recursos suficientes para cerrar un poco la herida por las más de 100 mil personas desaparecidas. Simulación porque, pese a las declaraciones y los golpes de pecho, en el país siguen desapareciendo personas de todas las edades, en todas las regiones. Ni en los peores años de las dictaduras sudamericanas se vivió el horror de nuestros días; es verdad que la crisis en materia de derechos humanos por desaparición de personas no inició en este gobierno, pero este gobierno ha sido incapaz de frenar las tendencias de otros años y de construir las estructuras institucionales para encontrar a tantos miles de desaparecidos y desaparecidas. Los colectivos de familiares de personas desaparecidas dan testimonio del abandono y el desdén del gobierno de la 4T. ¿Qué tiene eso de progresista y de izquierda?

            ¿Qué de democrático tiene atacar sistemáticamente a quien opina diferente? ¿A quién ejerce sus derechos conforme a su autónoma voluntad, aunque al poder no le parezca? No es en lo absoluto progresista estigmatizar un día sí y otro también a las feministas, a los colectivos defensores del medio ambiente, a la comunidad artística y científica, a las clases medias, a todo aquel sector o persona que disiente de las acciones, las políticas, los discursos. No es ni democrático ni progresista, sobre todo porque los ataques pretenden ocultar lo que resulta evidente y los datos así lo demuestran: la violencia de género y los feminicidios imparables, la depredación ambiental a tope, el desaliento de vastos sectores de las comunidades culturales y científicas, el desconcierto de las clases medias.

            Por si no bastara, la aplanadora morenista en el Senado aprobando iniciativas al vapor, por órdenes del Ejecutivo, sin análisis ni reflexión alguna, y el resultado es un escenario muy parecido a los tiempos del autoritarismo priista. Si Morena tiene la mayoría en el Senado, ¿qué necesidad de la aprobación vía fast track? Eso no es legislar democráticamente, sino a través de las peores prácticas del autoritarismo que uno suponía superado en el país. A todas luces, no es así: las mañas de los antes son las mismas mañas de los de ahora. El mandato del voto mayoritario es para ejercer el poder con altitud de miras y con arreglo a principios democráticos, no para usarlo miserablemente en vilipendiar y aplastar a quienes discrepan, a la usanza del régimen supuestamente superado. Lejos de ser una demostración de fuerza, es una expresión de pequeñez, mezquindad e impotencia política.

             Por todo lo anterior y por todo lo que se me escapa, comparto con usted, que amablemente sigue estas líneas, la terrible sensación que me atenaza de que ya nos cargó el payaso. Creo que no soy la única persona con esa sensación. No queda más que resistir y luchar, aunque esa sensación no se borra fácilmente.

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