¿Cómo funcionan las elecciones primarias en Estados Unidos?

  • 0

Hace ya cuatro años del fatídico ciclo de elecciones en Estados Unidos que culminó con la polémica victoria presidencial del infame republicano Donald Trump frente a la candidata demócrata Hillary Clinton, y apenas unos meses antes de eso la propia Clinton fue elegida como candidata en una también polémica elección primaria contra el autoproclamado socialista Bernie Sanders. Ahora se repite el proceso electoral, y dado que está en juego la reelección presidencial del controversial Trump, me parece de suma importancia conocer lo mejor posible la coyuntura política y electoral de nuestro vecino del norte.

Pero antes de que podamos hablar de lo que está ocurriendo o de lo puede suceder en estas elecciones estadounidenses tan gravemente importantes, debemos entender el largo y complicado proceso electoral en aquel país que tanto dice defender la democracia.

 

Las elecciones primarias en Estados Unidos

 

En Estados Unidos, los grandes partidos políticos no eligen a sus candidatos presidenciales a través de un vil “dedazo”, ni por medio de simples procedimientos internos, sino mediante un complejo –incluso podría decirse que rebuscado– proceso electoral. Este complicado proceso es lo que se conoce como elecciones primarias.

Quienes aspiran a ser nominados como la candidata o el candidato que representará al partido en las elecciones presidenciales, deberán primero conseguir el respaldo de una mayoría de delegados, para que estos apoyen su candidatura en la convención nacional del partido, en la que formalmente se designa al candidato presidencial. De modo que, a pesar de que estas elecciones primarias pretenden ser un ejercicio democrático, el voto popular no es, en última instancia, lo que determina la asignación de la candidatura, sino la opinión de los delegados, muchos de los cuales ni siquiera son elegidos democráticamente.

Cada estado es representado en la convención por un número distinto de delegados que es determinado por cada partido político según diferentes variables, entre ellas, el tamaño de la población y el número de votantes que ha tenido el partido en ese estado en las últimas tres elecciones. Por ejemplo, la enorme población demócrata del estado de California es representada por 416 delegados en la Convención Nacional Demócrata, mientras que el estado de Wyoming, de mucha menor población, es representado por sólo 13 delegados.

Estos delegados son elegidos a través de procesos estatales que se llevan a cabo en diferentes fechas desde febrero hasta principios de junio. Una de las fechas más importantes de este ciclo es el llamado “supermartes”, así conocido porque cada año electoral suelen coincidir muchas elecciones simultáneas en un determinado martes. Este año, 15 estados realizarán sus elecciones primarias el martes 3 de marzo, entre ellos California y Texas, que representan una enorme proporción de votantes.

Lo que los votantes eligen en las elecciones primarias no es directamente al candidato que mejor los representa, sino a los delegados que respaldarán esa candidatura en la convención nacional del partido, que es donde se discute finalmente la nominación presidencial formal. Esto parece ya el colmo de la representación política, pues lo que la gente elige son representantes que representarán al candidato que aspira a representar a la gente como su presidente. Si suena enrredado y más complicado de lo que debería de ser, es porque lo es.

Los delegados generalmente son funcionarios locales del partido, pero el sistema por el que son electos no es exactamente igual en todos los estados. Algunos definen a sus delegados según los resultados de cada distrito electoral y otros los eligen representativamente, de acuerdo con las votaciones estatales totales. En el proceso electoral republicano, algunos estados asignan delegados de tal forma que “quien gana se lleva todo”, con lo que la totalidad de los delegados de ese estado estarán alineados con el candidato o candidata que se haya impuesto por sobre los demás, sin importar cuánta gente haya apoyado al resto de los candidatos y dejando todos estos votos sin ninguna representación política.

Luego de todas estas elecciones estatales primarias se celebran finalmente las convenciones nacionales de cada partido y es realmente ahí donde se designa a la candidata o candidato presidencial que representará a cada partido en las elecciones generales a celebrarse en noviembre.

También puede darse el caso de que ningún aspirante alcance el respaldo de la mayoria de los delegados de la convención; a esto se le conoce como una “convención disputada” (contested convention). En una situación así, los delegados pasan a una segunda ronda en la que algunos de ellos pueden romper el compromiso de respaldo con el candidato por el que originalmente fueron elegidos y dar su apoyo a uno diferente, cualquiera que sea.

Además, en el caso de una convención disputada, participa también una clase diferente de delegados que no son electos popularmente: los ”superdelegados”. Estos son miembros del Comité Nacional del Partido, así como congresistas, gobernadores y otras figuras prominentes del partido. Los superdelegados han servido para que el establishment tenga la capacidad de inclinar la balanza en favor de su candidata o candidato predilecto.

Ejemplo de ello son las elecciones primarias de 2016, en las que los superdelegados anunciaron abiertamente desde el principio de la campaña que respaldarían a Hillary Clinton y no a Bernie Sanders, debido a sus diferencias políticas con el autoproclamado socialista, con lo que menoscabaron su creciente apoyo popular.

Luego de la polémica desatada por ese incidente se hicieron modificaciones a las reglas del partido para que los superdelegados sólo pudieran participar en el caso de una convención disputada, y sólo a partir de la segunda ronda. Queda por verse si esto realmente evitará que el establishment demócrata meta las manos en la elección de la candidatura, pues, para disgusto de muchos de ellos, Bernie Sanders está de vuelta con más fuerza que nunca.

Este año, la Convención Nacional del Partido Demócrata se llevará a cabo del 13 al 16 de julio en la ciudad de Milwaukee, Wisconsin. En ella participarán 3,979 delegados electos, con lo que cada uno de los aspirantes a la candidatura presidencial deberá ganar al menos 1,990 para lograr el respaldo de la mayoría de los representantes y asegurarse la victoria. De no conseguirse una mayoría, se añadirá la participación de los 771 superdelegados del partido.

Al día de hoy, ocho aspirantes se disputan la candidatura demócrata: el senador Bernie Sanders, el alcalde Pete Buttigieg, el exvicepresidente Joe Biden, la senadora Elizabeth Warren, la senadora Amy Klobuchar, el multimillonario exalcalde Michael Bloomberg, la congresista Tulsi Gabbard y el multimillonario Tom Steyer.

Por otro lado, la Convención Nacional del Partido Republicano se llevará a cabo del 24 al 27 de agosto en la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte. Y, aunque hay varios aspirantes a la candidatura republicana, todo indica que este año la convención del partido simplemente confirmará al actual presidente Donald J. Trump como el candidato republicano hacia la elección presidencial.

Ya cubierto este necesario aunque tal vez tedioso paréntesis enciclopédico, y medianamente entendido el sistema electoral estadounidense, lo que sigue es analizar a profundidad a los candidatos que pugnan por conseguir la candidatura presidencial demócrata con el objetivo de derrotar al republicano Donald J. Trump para  así evitar su reelección presidencial. Y falta también analizar la coyuntura política actual en Estados Unidos y los más recientes pronósticos de resultados. Pero eso será en la próxima ocasión.

Matías Ortega Kurlat.

 

 

Enjuiciar a expresidentes
Atrás Enjuiciar a expresidentes
#UnDíaSinNosotras: oportunismo, paranoia y aprendizaje
Siguiente #UnDíaSinNosotras: oportunismo, paranoia y aprendizaje
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *