¿Cómo afecta el Covid-19 al proceso electoral en Estados Unidos?

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En las últimas semanas el mundo se ha conmocionado ante la aparición de la pandemia del Covid-19. Ante la gravedad y magnitud de la situación, la humanidad ha volcado toda su atención hacia este problema, y con buena razón, aunque en México apenas se empiezan a ver las primeras consecuencias y a implementar las primeras medidas.

Nuestro vecino del norte, Estados Unidos, se ha visto severamente afectado por el virus. Incluso, algunas comparaciones preliminares de la evolución del número de casos día por día indican que la situación es muy similar a la que se vivió en las primeras semanas de contagio en Italia, en donde la contingencia después escaló aceleradamente y tiene actualmente desbordado al sistema de salud.

El presidente Donald Trump tomó con poca seriedad el asunto en las pasadas semanas y fue lento en tomar medidas serias para atender la contingencia, pero la gravedad de la situación se impuso y las autoridades de salud acabaron por hacer el llamado generalizado al “distanciamiento social” (social distancing), instando a la gente a permanecer en casa para evitar lo más posible el aumento de los contagios.

Algunas grandes ciudades y condados en EE.UU., e incluso estados enteros como Nueva York y California, han emitido órdenes más severas de confinamiento domiciliario ante el aumento descontrolado del número de casos y decesos provocados por el Covid-19. Las escuelas están cerradas. La mayoría de las oficinas están cerradas. Los bares están cerrados. Los restaurantes solo pueden servir comida para llevar. En general, la mayoría de los negocios han cerrado, excepto los que cumplen funciones sociales esenciales, como farmacias, bancos y supermercados. Las calles se ven fantasmagóricamente vacías.

Esto ocurre en un importante año electoral para los Estados Unidos, pues al final de 2020 termina ya el periodo presidencial de Donald Trump. De modo que cabe reflexionar cómo es que la pandemia del Covid-19 está afectando los procesos electorales que se desarrollan actualmente en el país vecino, y cómo esto podría afectar las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

Desde febrero y hasta el mes de julio de este año, Estados Unidos celebra sus elecciones primarias: un largo y complicado proceso electoral (ENLACE) en el que los principales partidos del país eligen a sus candidatos presidenciales de cara a las elecciones generales de noviembre, en donde está en juego la reelección presidencial de Trump, así como el dominio republicano del senado.

A principios de marzo, antes de que estallara la crisis del coronavirus en ese país, catorce estados salieron a votar con normalidad en el llamado supermartes (ENLACE), y apenas la semana pasada algunos estados más realizaron sus respectivas votaciones ya en plena contingencia epidemiológica, entre ellos el estado de Florida, afectado considerablemente por los contagios, y donde el mismo alcalde de Miami se encuentra en cuarentena voluntaria con síntomas leves del Covid-19.

Sin embargo, muchos otros estados han decidido posponer y reagendar la fecha de sus elecciones primarias en consideración a las restricciones sociales que hace necesarias la contingencia epidemiológica, como Ohio, cuyas votaciones estaban programadas para el mismo día que las de Florida, pero fueron abruptamente suspendidas de último minuto y posteriormente reagendadas para el mes de junio.

Para el Partido Demócrata esta situación representa una complicación bastante considerable, pues aún faltan muchos estados por celebrar elecciones, y hasta ahora ninguno de los contendientes que permanecen en la carrera alcanza el respaldo de la mayoría absoluta de delegados necesaria para asegurar la nominación, lo que equivale este año a por lo menos 1,991 delegados, el “número mágico” para la nominación presidencial demócrata de este año.

Con los resultados de las elecciones primarias celebradas hasta ahora, comenzando con el estado de Iowa a principios de febrero, la carrera se ha reducido ya a sólo dos contendientes de las decenas de aspirantes que anunciaron su campaña el año pasado: el ex-vicepresidente Joe Biden y el senador Bernie Sanders. Hasta ahora, Biden ha conseguido el respaldo de 1,115 delegados, lo que lo coloca con una ventaja de 255 delegados por encima de Sanders, quien es respaldado por 860 delegados; ambos candidatos todavía están lejos de alcanzar los 1,991 delegados necesarios para asegurarse la nominación demócrata.

Además, el proceso electoral de campaña se ve también afectado por la contingencia debido a las medidas que prohíben las actividades y reuniones multitudinarias, lo que ha implicado la cancelación de múltiples mítines políticos, entre otros muchos eventos, lo cual afectará gravemente el desarrollo del resto de la campaña, y pone especialmente en desventaja a Sanders, quien necesita de esa actividad para reavivar el movimiento político que representa y superar el déficit de delegados que tiene frente a Biden.

En cambio, del otro lado del espectro político, para el Partido Republicano este alboroto electoral no representa un verdadero inconveniente, pues sus elecciones primarias sólo tienen la función de reafirmar la candidatura de Trump para su reelección presidencial. Es más, de prolongarse la contingencia epidemiológica del Covid-19, y teniendo además el precedente de las súbitas suspensiones electorales y de la posposición de elecciones, podrían incluso verse afectadas las elecciones generales de noviembre, con lo que Trump podría extender mañosamente su presidencia.

El panorama no es demasiado alentador, pero desde ciertas perspectivas esta contingencia podría ser un factor importante contra la popularidad republicana de Trump que quizá le cueste la reelección, además de que es una oportunidad interesante para que se impulse la agenda progresista de Bernie Sanders en defensa de las clases medias, que serán las más afectadas por la situación.

En estas semanas o meses de contingencia que se abalanzan sobre nosotros habrá que permanecer atentos a esta situación de tan tremenda potencial trascendencia, aunque la prioridad es, indudablemente, cuidar nuestra salud física ante la pandemia y nuestra salud emocional ante el largo confinamiento que se avecina. Para no caer en fatalismos, quizá para la próxima valdría la pena analizar esos panoramas políticos un poco más alentadores dentro de toda esta adversidad.

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