Ciencia para la transformación social: economía y minería en el capital del siglo XXI

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Violeta Núñez Rodríguez[1]

 

Estamos por vivir la intensificación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. A esto se agrega la transición energética, la cual también quiere ser liderada por ambas naciones. Se disputarán la mano de obra barata y los recursos naturales. Entre ellos los minerales. A esto se agrega la batalla por las rentas derivadas de las riquezas de la tierra, la renta de la tierra (minera, petrolera, gasera, por agua, entre otras).

Así iniciará una fuerte confrontación, porque en el fondo está la disputa por la hegemonía del mundo (económica, financiera, tecnológica, militar)

 

¿Esto cómo afecta a América Latina y a México?

América Latina alberga una de las mayores reservas de minerales que tanto China como Estados Unidos necesitan. Contamos con casi el 60% de los recursos de litio del planeta (véase Mapa 1), según los datos de enero de 2023 del Servicio Geológico de los Estados Unidos.

 

También en América Latina hay muchos otros minerales que son de gran importancia, algunos de ellos fundamentales para reducir las emisiones de dióxido de carbono, es decir para la transición energética. Ejemplo de ello, es que Estados Unidos importa de Latinoamérica, 34 minerales que le son necesarios y esenciales para su economía (véase  Imagen 1)[2]. En otras palabras, depende de estas materias primas, y de los países que las importa (Brasil, México, Chile, Bolivia, Perú y Argentina), para llevar a cabo su proceso industrial. Esto evidencia que, para este país de Norteamérica, América Latina es un territorio estratégico (en la Imagen 1, están resaltados en color, los países de Latinoamérica de donde EE.UU importa diversos minerales).

Frente a esto, China realiza convenios en algunos de los principales territorios con recursos de litio en América Latina. El 20 de enero del presente año, la empresa China CATL BRUNP & CMOC (CBC) firmó un convenio con el Estado boliviano, en particular con la empresa estatal Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB), “para la implementación de dos complejos industriales con la tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL) en salares de los departamentos de Potosí y Oruro” (MHE, 2023)[3]. Claro que esto ocurre con el país con las mayores reservas de litio en el mundo (véase imagen 2), y con un Estado que mantiene el dominio del litio y el control de su cadena de valor, lo que es distinto a que una empresa privada tuviera ese domino y ese control. Sin embargo, aquí resaltamos el acceso que tendrá China a este recurso, aún dejando la renta minera, transferencia tecnológica, impuestos, entre otros.

Por su parte, Estados Unidos, quien explícitamente ha señalado que está “en una competencia con China… por el siglo XXI”, y para que “el futuro esté hecho en Estados Unidos”[4], aprovecha, y aprovechará, la cercanía con México para acceder a sus recursos naturales. Entre ellos, litio y grafito (los dos elementos esenciales para la fabricación de las baterías que utilizan los autos eléctricos). En el caso del grafito, Estados Unidos importa de México cerca del 20% del total de sus importaciones de este mineral, de las cuales es completamente dependiente debido a que carece de producción interna (véase Imagen 1).

 

Todavía sin haber iniciado la fase intensa de extracción de recursos para la transición energética, donde repito Estados Unidos le ha declarado la guerra a China a fin de liderar la transición, América Latina alberga cientos de conflictos socioambientales derivados de la minería (284 conflictos; 301 proyectos involucrados; 264 casos de criminalización de la protesta; 162 conflictos por el agua -OCMAL, 2023-). Y México alberga la mayor conflictividad (véase Mapa 2), con 58 conflictos derivados de la actividad minería.

 

A esto se suma lo que indica Global Witness. De acuerdo con su informe publicado en 2022, la mayor parte de los asesinatos de las y los defensores de la tierra y del medio ambiente se concentran en México  (54), Colombia (33) y Brasil (26) (véase Imagen 3). En cuanto al número de asesinatos, el sector minero es el que más asesinatos concentra a nivel mundial, y México es el país con el mayor número de estos asesinatos en todo el planeta (véase Gráfica 1).

 

Pero a la transición energética, que demandará una gran cantidad de minerales (Imagen 4), se vislumbra un acontecimiento que puede ser de graves consecuencias. El avance del capital rumbo al mar, que implica la explotación comercial de los minerales de fondos marinos con fines comerciales. Es decir, la minería marina. Hoy conocemos los contratos de exploración minera en fondo oceánicos, entregados por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (véase Mapa 3), y de la discusión para aprobar el reglamento que posibilite la explotación minera marina con fines comerciales.

Todo esto lo sabemos porque hemos estudiado y analizado la realidad desde las ciencias sociales, en particular desde la economía, y sobre todo también lo sabemos porque hemos ido a las realidades que analizamos.

Como paréntesis, por eso sabemos que el mayor yacimiento de litio en arcilla de México, y de los principales del mundo, catalogado así por la empresa China, Ganfeng Lithium (una de las mayores empresas productoras de litio en el mundo) es de enormes dimensiones. Al respecto, tuvimos la oportunidad de verlo in situ. Además, el estar en campo, nos permitió saber que el pueblo de Bacadéhuachi no quiere vivir la experiencia de despojo que han tenido con otros recursos (por ejemplo, con la sal). Esto lo constatamos no sólo en entrevistas sino en una pinta encontrada al bajar del yacimiento de litio, que dice poco, pero lo dice todo (véase Foto 1). Un mensaje claro para el futuro que los propios hombres y mujeres de los territorios con riquezas, desean.

Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo sabemos de la disputa entre China y Estados Unidos por los recursos de América Latina?; ¿Cómo sabemos de la batalla por el litio en la transición energética?; ¿Cómo sabemos del avance del capital rumbo al mar, de la minería marina; ¿Cómo sabemos de los asesinatos derivados de la minería por  conflictos socioambientales?; ¿Cómo sabemos que los pueblos no quieren seguir siendo despojados?

 

La respuesta está en lo que hemos vivido.

 

Paulo Freire, el gran pedagogo brasileño, señala que desde nuestra infancia comenzamos con la primera lectura, la lectura de la realidad, la realidad que nos tocó vivir, en contextos y momentos históricos determinados. Esa realidad nos marca y nos va definiendo, nos va moldeando el pensamiento y nuestro actuar. “No es lo mismo pensar desde una choza, que desde un palacio”, decía el extraordinario lingüista Carlos Lenkersdorf, quien vivió 20 años con los tojolabales, un pueblo mayense que habita en el sureste mexicano.

 

Esa primera lectura, me marcó y me tatuó.

 

Siendo muy niña viví el sismo de 1985. Ver a la sociedad rescatando los cuerpos de los escombros, la gran solidaridad frente a un contexto de muerte, y sobre todo la lucha social por la vivienda que se derivó por las miles de personas que se quedaron sin casa, literalmente en la calle, y ver a las costureras del centro de la Ciudad de México, muchas de ellas sin vida en el llamado “edificio tumba”, y otras que vivían extremas condiciones de explotación. A esto agrego, el movimiento estudiantil de 1986-1987 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ver en las calles a miles y miles de estudiantes gritando y luchando por la educación pública. Vivir y sentir un particular proceso electoral de 1988, mediante mi familia (porque todavía estaba lejos de poder votar), me generó una  profunda sensación de injusticia. Y lo más fuerte para mí, el atestiguar el fin de una alternativa al régimen de explotación, como en el que vivimos, en 1989”.

 

Todo esto tatuó mi vida y mi corazón.

 

Junto a esto se tejió una historia de pobreza por mi parte materna, y un contexto rural, indígena y minero, en el Guanajuato profundo, por mi parte paterna.

 

Movimientos sociales, pobreza, lo rural, lo indígena y lo minero fue esa primera lectura de la realidad, a la que se refiere Freire. Y desde un cierto mundo de privilegio en el que me encontraba desde la infancia (porque tuve casa, comida, escuela, salud), mi corazón, además de que siempre estuvo atormentado por todo lo que veía, siempre quería y deseaba que algún día se transformara la realidad que vivían millones de hombres y mujeres. Desde ese contexto histórico, teniendo esa lectura de la realidad, inició mi intención de “leer para transformar”, de actuar, de conocer y saber para poder, insisto, TRANSFORMAR esas realidades.

 

Descubrir estas realidades me llevó a estudiar economía. Influenciada por mi padre, quien era economista, a quien escuché desde muy niña decir, “los filósofos interpretan al mundo, los economistas lo transformamos”, y que años después me enteré que estaba haciendo alusión, agregándole lo de los economistas, a la “Tesis 11” sobre Feuerbach “escrita” por Karl Marx en 1845 (y editadas para su publicación por Federico Engels). Esta tesis dice: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (Marx, 1845)[1].

 

Mi interés por esa transformación social se intensificó en dos momentos, uno histórico para la nación, el 1 de enero de 1994. Día en que entraríamos al “primer mundo”, así decían los economistas. Pero, a partir del levantamiento en armas de un ejército indígena-campesino, denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que gritaba ¡Ya basta!, retrocedíamos varios siglos como sociedad. Fuimos testigos de la pobreza y marginación de los pueblos indígenas (tojolabales, tseltales, tsotsiles).

 

El otro fue mi arribo como estudiante a la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, una universidad que surgió después del movimiento y represión estudiantil de 1968. El modelo político pedagógico de la UAM-X, proponía y propone partir de la realidad, una realidad con profundas carencias sociales, para transformarla. En este contexto, la pregunta constante es, ¿por qué estudiar e investigar algunos temas?, pero sobre todo ¿para qué y para quién?

 

Esto me ha llevado a plantearme que las investigaciones tienen que tener un sentido social, y que uno de los fines últimos es contribuir con un granito de arena para la transformación social. Sobre todo un mundo con múltiples crisis, que están marcando el presente y nos ponen en cuestión como humanidad. Entre ellas, la crisis socioambiental.

 

Por eso de gran preocupación es la minería marina, que puede contribuir a que se eleven aún más, las temperaturas terrestres debido a que los mares y océanos regulan las temperaturas del planeta; que continúe la explotación indiscriminada de minerales; y el intenso consumo de agua para la industria minera. Frente a esto, veo con gran importancia y motivación que hoy podemos afirmar esto y muchas otras cosas más, por la historia vivida, y sobre todo por la oportunidad que me dio la educación pública, en particular la ciencia social, desde donde aprendí que lo importante son los seres humanos, y no humanos, frente a un mundo extremadamente cosificado.

 

[1] Profesora-investigadora, UAM-Xochimilco.

[2] En color resaltado, países de América Latina de donde importa EE. UU (México en color verde).

[3] https://www.mhe.gob.bo/2023/01/20/ylb-firma-convenio-para-la-implementacion-de-complejos-industriales-con-tecnologia-edl-en-potosi-y-oruro/

[4] https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2021-08-07/biden-convierte-la-electrificacion-del-automovil-en-un-asunto-de-estado

[5] https://mapa.conflictosmineros.net/ocmal_db-v2/

[6] https://www.globalwitness.org/es/decade-defiance-es/

[7] https://www.ehu.eus/Jarriola/Docencia/EcoMarx/TESIS%20SOBRE%20FEUERBACH%20Thesen%20ueber%20Feuerbach.pdf

 

 

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