Venganza del Ejército: ejecutaron extrajudicialmente a capo de Matamoros

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Juan Alberto Cedillo

 

Pasadas las 20:30 horas, dos camionetas que se desplazaban por el atiborrado Boulevard Manuel Cavazos Lerma llamaron la atención de militares que “realizaban patrullajes de vigilancia” en el centro de la ciudad fronteriza de Matamoros, debido a que una de ellas no tenía placas de circulación. Los soldados comenzaron a seguirlas y así inició lo que se transformaría en una noche de horror y pánico para miles de ciudadanos, que al caer la noche del viernes atestaban restaurantes, cafeterías, taquerías, cines, centros comerciales, plazas y hasta un circo, cuando escucharon los aterradores estruendos de las armas de grueso calibre y vieron que sus poderosas balas impactaban también a “civiles”, que cayeron heridos o murieron de “manera colateral”, como se aseguró en  el comunicado oficial que emitieron las autoridades.

En una de las camionetas blindadas viajaba Ariel Treviño Peña, alias "el Tigre", jefe de la lucrativa Plaza de Progreso, donde el Cártel del Golfo (CDG) surte de medicamentos controlados a los miles de ciudadanos de Estados Unidos que cruzan cotidianamente la frontera para comprar su “Prozac” sin receta. En el segundo vehículo viajaban sus escoltas.

 

Ariel Treviño era un capo en pleno ascenso en la estructura del CDG desde la captura de Evaristo Cruz, alias “el Vaquero”. “El Tigre” también era jefe de los halcones que pertenecen a la facción de los Escorpiones.

 

Al igual que la nueva generación de capos, “el Tigre” ya contaba con su “narcorap”, interpretado por el Cártel de Santa, ya que los “narcocorridos” son para las pasadas leyendas del mundo del narcotráfico.

 

Cuando los militares marcaron el alto a las camionetas, comenzó una persecución sobre el Boulevard Cavazos, muy cerca de la Sexta, la avenida principal, donde se ubica la Presidencia Municipal y que conduce al viejo Puente Internacional que conecta Matamoros con Brownsville, Texas.

 

La persecución y el intercambio de disparos sucedió en pleno centro, debido a que los militares de Tamaulipas ya no patrullan en zonas controladas por el crimen organizado. Desde el inicio de la 4T se les ordenó replegarse para evitar enfrentamientos o masacres que hicieran ver al presidente Andrés Manuel López Obrador como “represor” y que lo compararan con su antecesor Felipe Calderón.

 

Durante la persecución, las camionetas en las que viajaba “el Tigre” tomaron la calle Sexta, en una zona comercial con decenas de restaurantes, bares y, comercios, donde esa noche familias y comensales disfrutaban de su cena.

 

Para evadir a los militares y evitar que tuvieran refuerzos, Ariel Treviño ordenó por su frecuencia a sus halcones empezar la estrategia de bloquear con vehículos pesados la avenida sobre la que se localiza el Octavo Regimiento de Caballería Motorizada del ejército, además de las principales calles que conducen a la zona por donde pretendían escapar.

 

Cerraron al menos 15 puntos con todo tipo de vehículos, incluyendo transporte público, y a varios de ellos los halcones les prendieron fuego convirtiendo a la ciudad en una zona de guerra. La estrategia incluye que pistoleros salgan en vehículos para disparar al aire por distintas zonas y simular otras “balaceras”, y de esa manera dividir a las fuerzas armadas.

No obstante, la camioneta donde velozmente se desplazaba Ariel Treviño terminó su fuga en un amplio estacionamiento de la cadena estadounidense Home Depot, impactada por cientos de balas que reventaron los neumáticos pero no lograron penetrar el blindaje del vehículo.

 

A través de la frecuencia policial los tripulantes se rindieron e imploraron que ya no les dispararan. Al momento en que los soldados se acercaban tímidamente a la camioneta, arribó un vehículo militar de los llamados “Gatos del Desierto”, que había logrado sortear los “narcobloqueos”. Para esos momentos, los militares ya sabían quiénes estaban en la camioneta debido que también monitorean la frecuencia policial, como los delincuentes.

Desde su torreta, el “Gato del Desierto” comenzó a disparar su metralleta calibre 50 milímetros, capaz de penetrar cualquier blindaje, obligando a los militares de a pie a retirarse. Acto seguido, chocó la camioneta y la empujó hasta ponerla en una posición, para luego rociar de poderosas balas el frente, el techo y el cristal del piloto.

De esa manera, Uriel Treviño y dos más de sus acompañantes fueron lanzados al inframundo. Cuatro más fueron detenidos. Sus escoltas pudieron escapar bajándose de su vehículo y perdiéndose al entrar en centros comerciales.

 

Los militares aseguraron 4 armas largas, entre ellas una metralleta Barrett Calibre 50 mm.

“Durante los hechos, una persona civil murió de manera colateral. Dos personas resultaron lesionadas, las cuales ya fueron dadas de alta", informó un comunicado oficial. Los ciudadanos de Matamoros aseguran que cayeron más muertos y heridos.

En esos momentos, los ciudadanos compartieron en sus redes sociales videos, fotografías y reportes de personas tiradas en el piso en cines, centros comerciales y otros establecimientos, mientras se escuchaban las detonaciones de las armas de fuego. También quedó registrado en video el ataque al vehículo de “el Tigre” con las armas pesadas del Gato del Desierto, así como imágenes de vehículos incendiados en las principales avenidas del centro, por lo que el Consulado de los Estados Unidos ordenó a su personal y a sus ciudadanos que viven en Matamoros resguardarse en lugares seguros y evitar salir a las calles.

 

Apenas días atrás, el pasado 17 de octubre, otra serie de enfrentamientos entre miembros del crimen organizado y efectivos del ejército y policías dejó un saldo de cinco muertos, dos policías heridos y el aseguramiento de cinco vehículos y nueve armas largas. En esa ocasión también se registraron "narcobloqueos".

 

La ciudad de Matamoros es considerada la cuna del Cártel del Golfo, creado en los años ochenta. Desde esa época, el grupo criminal mantiene un férreo control de la ciudad fronteriza. A pesar de ello, los enfrentamientos no son comunes.  Por esa razón, la pasada noche del viernes 22 de octubre dejó una secuela de zozobra, incertidumbre y terror en cientos de familias que vivieron el hecho con sus hijos menores.

 

Además de las secuelas psicológicas, la violencia también tiene consecuencias económicas. Como la alerta del Departamento de Estado para pedir a los ciudadanos estadounidenses que no viajen a Tamaulipas.

 

En el caso de la ciudad de Nuevo Laredo, la inseguridad provocó que el 60 % de los comercios pequeños cerraran sus puertas, por la violencia y las extorsiones que les impone el Cártel del Noreste que controla esa ciudad.

 

Otro hecho que agravó la situación en Matamoros fue el descubrimiento reciente de un “campo de exterminio” en un terreno muy cercano a la frontera con los Estados Unidos, conocido como "Ejido la Bartolina", donde los delincuentes desaparecieron a sus víctimas incinerándolas. En ese campo se localizaron 500 kilos de huesos, según reportó Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

 

Los enfrentamientos y las muertes que ocurrieron en Matamoros, ciudad gobernada ahora por Morena, nos recuerdan que el gran problema de México continúa siendo la violencia. En su primer año de administración, López Obrador afirmó que no habría “Cuarta Transformación” y que su gobierno fracasaría si no se frenaban la inseguridad y la violencia.

 

Así que en los primeros tres años de gobierno se puede afirmar que ya fracasó porque los homicidios dolosos suman tres veces más que los ocurridos en el mismo periodo del criminal sexenio de Felipe Calderón y el doble que en el gobierno de Peña Nieto. Sin duda, a la 4T le urge cambiar radicalmente la estrategia para los próximos tres años.

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