Juan Alberto Cedillo
Sanjuana Martínez, ex directora de Notimex, “denunció” que desde la Secretaría del Trabajo le exigieron el 20% de la liquidación de los empleados para destinarlo a la campaña electoral de la candidata oficial del partido Morena Claudia Sheinbaum. Cuando le exigieron pruebas respondió: “Es la credibilidad de las personas la que sostiene los dichos, y finalmente es la opinión pública la que decide a quién creer”.
Me imagino que aún no es consciente de que su “credibilidad” se derrumbó desde años atrás, primero en Monterrey, debido a una serie de hechos: cuando mintió ante autoridades en un conflicto conyugal con su esposo, por el cual estuvo detenida algunas horas, el 5 de julio de 2012; también quedó expuesta cuando usó información de colegas periodistas para presentarla como suya; otra de sus prácticas comunes fue la fabricación de evidencias; y una más, los ataques a través del uso de redes sociales, creando decenas de cuentas falsas de redes sociales para atacar desde el anonimato, publicando calumnias contra diversos periodistas, organizaciones de derechos humanos y personalidades públicas, creando correos y cuentas de Twitter, que fueron denunciadas por su antigua asistente, a quien le ordenó crearlas.
En el plano laboral es una tradición que Sanjuana Martínez termine peleando con sus jefes, directivos y dueños de las empresas que la han contratado. Es “su verdadera esencia”. Así sucedió con la Revista Proceso, donde laboró varios años. Cuando considera que no la tratan como se merece comienza a atacar y desprestigiar a sus jefes. Después de salir de Proceso demandó a la revista y comenzó a calificar de misógino a Julio Scherer García. También intentó ridiculizar al director Rafael Rodríguez Castañeda, a quien lo llamaba “Cuasimodo”.
En un reportaje que presentó para su publicación en Milenio Monterrey, a Sanjuana Martínez no le gustó que la directora Roberta Garza le exigiera fuentes que sustentaran sus denuncias.
“A Sanjuana le pedí que me enviara reportajes; ya le había publicado varios y nunca dejó de salir nada de lo que envió. El único que le reboté fue uno que carecía completamente de pruebas y que hablaba de una supuesta casa de retiro para sacerdotes pederastas. Le dije que no podía publicarlo sin pruebas. Su evidencia era el testimonio de una víctima al haber escuchado que esa casa se usaba para eso”, precisó Roberta Garza.
Su respuesta fue: “Así me los publican en otros medios”, y mejor se retiró. Días después lanzó una campaña contra Roberta Garza a través de cuentas falsas que había creado para ese propósito. Algunos de esos mensajes decían: “Ojalá violen a tus hijos”.
Posteriormente fue contratada para dirigir un pequeño medio de Monterrey llamado “La Razón”. Como en los dos anteriores, por algo que no le gustó, terminó peleando con los empresarios que la habían contratado y boicoteó al medio borrando una edición que ya estaba lista para su publicación.
Cuando los empresarios contrataron al colega Diego Osorno para que dirigiera el medio, Sanjuana se comunicó con ellos para calumniar a Osorno y pedir que no lo contrataran. Les mencionó que era “la peor persona que pueden contratar”, según contaron los directivos.
Sanjuana ya pisó la cárcel al intentar eludir la sentencia de una jueza, cuando desacató en varias ocasiones el mandato para que el padre de sus hijos, el juez español Carlos Castresana, pudiese convivir con sus niños. Posteriormente fue denunciada por su ex marido ante la ex Procuraduría General de la República (PGR) por “Falsedades de Declaraciones ante una autoridad”, ya que Sanjuana lo acusó de ser un golpeador. En ambos casos quedó momentáneamente recluida.
Sus breves “detenciones” las denunció ante organizaciones de derechos humanos y a periodistas de Monterrey, como una represalia de las autoridades por sus escritos, y escondió que se trataba de un conflicto conyugal. Cuando la directora de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Cadhac), la organización que la había apoyado, le reclamó que les mintiera, Sanjuana la atacó en sus columnas de La Jornada.
Los ataques más bochornosos de la columnista de La Jornada, ahora conocida como la “sepulturera de Notimex”, fue lanzar calumnias, mentiras e insultos contra colegas, personalidades e incluso sus propias “amigas” desde las cuentas falsas de Twitter, hoy X, que ordenó crear con ese propósito. Desde el anonimato descalificó, entre otros, a colegas como Marcela Turatti, Julio Scherer García, Rafael Rodríguez Castañeda, Carmen Aristegui y muchos más.
Posteriormente, ya como directora de Notimex, ordenó a uno de sus allegados crear el “Grupo Avenger” para atacar desde las redes sociales de sus fieles empleados, a Luisa María Alcalde, Claudia Sheinbaum, a La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, entre otros. También inició una cacería contra todas y todos los calaboradores que habían entrado a Notimex con ella, pero que se habían negado a colaborar a publicar infundios contra esas funcionarias y/o colegas periodistas. Los ataques se extendieron y centraron en Manuel Ortiz, quien fue director de Noticias Internacionales de Notimex, quien se había negado a publicar notas falsas contra funcionarios; también contra Ernesto Ledesma, director de Rompeviento TV, quien la había denunciado en la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador. Siempre llamó la atención su obsesión contra la actual secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde.
El prestigio de Sanjuana Martínez como periodista terminó hundiéndose cuando organizaciones del gremio la denunciaron como agresora de periodistas. Peor aún para ella, ahora que se lanzó abiertamente contra la precandidata de Morena a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum, haciendo graves acusaciones de supuestos pagos o cuotas indebidas, sin presentar una sola prueba, ahora está viviendo en carne propia lo mismo que ella hizo contra muchas personas: ataques, insultos y descalificaciones que recibimos cotidianamente todos los que cuestionamos algunas acciones o decisiones del presidente Andrés Manuel López Obrador.
