Vacaciones

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Si usted está disfrutando de sus vacaciones, o si está por iniciarlas, le deseo que sean gratas, amenas y, por supuesto, de descanso y relajación. O bien, si usted está regresando al trabajo en esta semana, o en los próximos días, quizás esté pensando lo que muchas otras personas: fueron muy pocos días de vacaciones. Y pues sí, esa es la realidad: quienes tenemos ese derecho en México disfrutamos de muy pocos días de descanso al año. Por supuesto, hay millones de personas que carecen de este derecho, bien porque su actividad económica les impide separarse muchos días (los pequeños negocios), bien porque se vive al día y no hay tiempo para vacaciones, por ejemplo, quienes trabajan en actividades informales.

Me resisto a considerarlas como un “privilegio” cuando se trata de un derecho laboral. Sin embargo y como está documentado, en México no todos los trabajadores y las trabajadoras tenemos ese derecho y quienes podemos descansar de las actividades laborales y/o escolares, lo hacemos por muy poco tiempo, en comparación con otros países. Toda vez que en nuestro país cerca del 60% de la Población Económicamente Activa realiza sus actividades laborales en la informalidad, tenemos entonces que unos 32 millones de personas no tienen derecho a un periodo de descanso con su ingreso asegurado. Por otra parte, los trabajadores y trabajadoras que han cumplido con un año de labores tienen derecho a 6 días al año de vacaciones, con incremento de dos días por cada año de antigüedad hasta llegar a 12 días.

Estas circunstancias hacen que México sea uno de los países con menos vacaciones en el mundo. “En México hay una brecha de hasta 24 días menos de vacaciones pagadas en comparación con otros países de Latinoamérica. Esto coloca al país al final de la lista, como el único que contempla menos de 10 días de vacaciones para sus trabajadores” (https://politica.expansion.mx/mexico/2022/01/26/mexico-pais-menos-vacaciones).

Un comparativo de las vacaciones en México frente a otras economías del mundo nos deja muy mal parados. Nuestro país está dentro de las 20 economías más grandes del mundo (lugar 16) estimadas en función del PIB. Por cuanto a competitividad se refiere, ocupamos un lugar bastante más abajo en el ranking mundial: 55. Por supuesto, estos números son debatibles y dependen mucho de las metodologías para construirlos, de tal forma que la posibilidad de que haya “otros datos” no es menor, pero más allá de debates técnicos y de puntillosos asteriscos, quedémonos con un dato duro: es una economía fuerte y dinámica en la que su fuerza laboral tiene muy pocas vacaciones. En países de la región, como Brasil, Cuba y Panamá, los trabajadores tienen derecho a 30 días de vacaciones desde el primer año de labores; en otros países, como Chile, Colombia y Ecuador, las vacaciones anuales son de 15 días. En México, repito, los días de vacaciones anuales son 6, con un día de incremento cada 2 años y después del cuarto año, el período de vacaciones aumenta en dos días por cada cinco de servicios. De esta forma y para dar un ejemplo, en México un trabajador con 20 años de servicio tiene derecho a 20 días de vacaciones al año.

Se ha señalado que los pocos días de descanso se deben a la escasa competitividad del país, lo que, si bien puede ser cierto, quizás no es suficiente para explicar el fenómeno. Volvemos al punto: las vacaciones son un derecho laboral, por lo que no hay que considerarlas sólo bajo criterios eficientistas o económicos, sino también en función de las relaciones de poder entre capital y trabajo.

En esta tesitura, las razones para que en nuestro país los periodos vacacionales sean tan breves quizás haya que buscarlas en la estructura corporativista del sistema político que, durante 70 años controló a la clase trabajadora a través de organizaciones como la CTM, la CROC y otras que, si bien no estuvieron adscritas a las centrales obreras priistas, en los hechos funcionaron bajo los mismos esquemas de subordinación al gobierno; magisterio, telefonistas, electricistas, sindicatos universitarios, petroleros, empleados de los tres poderes de la Federación, burocracias estatales y municipales, entre muchos otros y con algunas excepciones, fueron organizaciones gremiales que pactaron con los gobiernos y los patrones, salarios, condiciones laborales y prestaciones, las vacaciones entre ellas. Esta “alianza” de los trabajadores con el gobierno fue crucial para que el capital encontrara en México condiciones óptimas para sus inversiones: bajos salarios, férreo control de los trabajadores y sus luchas y por supuesto, pocas vacaciones.

Los tiempos del PRI y su dominación corporativa han quedado atrás, y esperemos que nunca en el olvido, pero las condiciones laborales de millones de personas han cambiado muy poco y, desgraciadamente, para mal. El trabajo precarizado es propio del capitalismo neoliberal y la restricción al máximo de los derechos laborales, uno de sus rasgos. De esta forma, el derecho al descanso vacacional está aún más restringido debido a los contratos temporales, el pago por obra determinada o a destajo, el outsourcing y otros mecanismos de la precarización del trabajo.

En México tenemos pocas vacaciones, pero muchas horas de trabajo. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país en el que más horas al año en promedio se trabaja: 2,124, mientras que el promedio mundial es de 1,687; en contraste, en Dinamarca el promedio de horas de trabajo es de 1,380. En la siguiente liga puede usted ver un comparativo de las horas trabajadas por país: https://www.oecd.org/centrodemexico/estadisticas/horas-trabajadas.htm. No está por demás señalar que trabajar muchas horas no hace más productivas a las empresas y organizaciones, por el contrario, la sobrecarga laboral y el escaso descanso, inciden negativamente en la salud física, mental y emocional de las y los trabajadores, con el consiguiente deterioro en la calidad, la eficiencia y la eficacia del trabajo. En estas circunstancias, irónicamente tal vez la mejora de la competitividad del país pase, entre otras medidas, por la disminución de las horas trabajadas y el incremento de los días de vacaciones.

El bornout o estrés laboral es una realidad del país que es preciso reconocer y, por supuesto, eliminar o cuando menos, atemperar. El estrés en el trabajo se manifiesta de múltiples formas, entre otras, ausentismo, accidentes laborales, depresión, ansiedad y otras enfermedades; afecta no sólo al individuo sino a su familia y a su entorno laboral, por lo que no es excesivo considerarlo como un problema de salud pública. En el escenario de la pandemia el estrés laboral se ha exacerbado, por lo que es urgente tomar medidas al respecto, entre otras, ampliar los periodos vacacionales, además de introducir modificaciones en los sistemas de control y vigilancia en los centros de trabajo.

En esta perspectiva apunta la iniciativa de la Senadora Patricia Mercado Castro, de Movimiento Ciudadano, para reformar los artículos 76 y 78 de la Ley Federal del Trabajo a efecto de duplicar el periodo de vacaciones, de 6 a 12 días al año, además “se propone ampliar hasta el sexto año los incrementos anuales de dos días de vacaciones, con el objeto de que las personas trabajadoras efectivamente gocen de vacaciones dignas en el mediano plazo.” (https://infosen.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/65/1/2022-02-10-1/assets/documentos/Inic_MC_Sen_Mercado_art_76_78_LFT.pdf).

La propuesta de la Senadora Patricia Mercado es de enorme relevancia para las y los trabajadores de México. Esperemos que su iniciativa concite la adhesión de las y los legisladores de otros partidos y que pronto, en breve, podamos tener vacaciones dignas.

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