Tres eventos preocupantes en la Ciudad de México

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Tres sucesos recientes ocurridos en la Ciudad de México resultan completamente inaceptables, sobre todo para un proyecto de gobierno que se reivindica de izquierda. Ejercer nuestro derecho a la crítica es lo menos que debemos hacer, vivamos o no en la ciudad, puesto que a fin de cuentas es la capital del país y desde hace veinticinco años el principal referente de la transformación democrática de México. Al menos tres eventos ocurridos hace pocas semanas provocan enorme preocupación y no podemos dejarlos pasar como anécdotas intrascendentes. Son tres eventos sucedidos en días recientes, pero ni son los únicos ni tampoco se trata de problemas de orden estructural que requieren soluciones de enorme complejidad (salvo uno de ellos), sino de asuntos esencialmente de inteligencia política y sensibilidad social. Inteligencia y sensibilidad que no se han manifestado en el gobierno de Claudia Sheinbaum, quien al parecer está más ocupada en sus giras nacionales de precampaña rumbo a la candidatura de Morena para el 2024, que de gobernar con prestancia, eficiencia y tacto.

Estos tres eventos, que evocan al autoritarismo del PRI del pasado siglo, pero que son altamente preocupantes tratándose de un gobierno de izquierda, son: i) en primer lugar, el desalojo de las comunidades triquis de la zona de la Alameda; ii) en segundo lugar, el retiro de fotos y mantas de la ex glorieta de la Palma, lo que en los hechos es un acto de censura a una protesta de los familiares de las personas desaparecidas; c) en tercer lugar, el intento de ocultar el informe técnico del colapso de la línea 12 del metro.

El primero de estos eventos en los hechos constituyó un acto de represión en contra de una parte de la comunidad triqui que se manifestaba en la esquina de Juárez y Lázaro Cárdenas. La intervención policíaca se justificó por el riesgo que a juicio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos corrían niños y niñas que estaban en el campamento junto a sus madres (eran mayoritariamente mujeres), sin embargo, dos cosas llaman la atención de la “reubicación” de la protesta. En primer lugar, que la CNDH se haya percatado del riesgo para las infancias a más de un año de instalada la protesta; en segundo lugar, que la “reubicación” haya corrido a cargo de la policía, cuyos protocolos de actuación no son precisamente garantes de los derechos humanos. Golpes con toletes y escudos, empujones, amenazas, insultos y encapsulamiento de mujeres, hombres y niños fue la tónica que marcó la actuación de la policía capitalina en el desalojo del 25 de abril y aunque el secretario de gobierno, Martí Batres, afirmó que se respetaron los derechos humanos, las imágenes no dejan lugar a dudas. La siguiente es una nota del diario La Jornada, no de un medio “conservador”:  https://www.jornada.com.mx/notas/2022/04/25/capital/comunidad-triqui-denuncia-intento-de-desalojo-de-su-campamento-en-cdmx/. Pese a las declaraciones, es evidente que los niños y las niñas estuvieron más expuestos a riesgos por la represión policiaca que durante todo un año en la protesta con sus familiares. Si el PRI de los años setenta u ochenta del siglo pasado hubiera firmado esa represión, nadie se daría por sorprendido, pero que haya sido un gobierno emanado de cientos, de miles de protestas sociales en todo el país, es algo indignante.

Como indignante, e incomprensible, es el segundo evento: el retiro de las fotografías y las mantas que llevaron este 10 de mayo en su protesta los familiares y amistades de las personas desaparecidas a la ex glorieta de la Palma. Es injustificable la intolerancia y el autoritarismo del gobierno de Claudia Sheinbaum y aunque exista el argumento de que el espacio ocupado será para un ahuehuete porque así lo votó la gente, es un pueril pretexto que indigna, y mucho. Que las madres y familiares de algunas de las 100 mil personas desaparecidas hayan ocupado el espacio de la ex glorieta de la Palma y lo hayan renombrado como “Glorieta de las y los Desaparecidos” es un acto legítimo de protesta, por el contrario, desaparecer a los desaparecidos no se justifica de ninguna manera: es autoritarismo puro.

¿La orden de retirar las fotos fue de Claudia? ¿De Martí? ¿De algún funcionario de mediano rango? No lo sabemos, pero retirar las imágenes y además colocar vallas no es para enorgullecerse ni corresponde a un gobierno que se precia de respetar el derecho a la protesta. El siguiente video, que evidencia la colocación de las vallas, fue publicado en su cuenta de Twitter de Daniel Rosas, jefe de información de Radio Centro: https://twitter.com/DanielRosas_/status/1524278286041464832.

Por lo demás, es perfectamente posible que se plante un ahuehuete y que al mismo tiempo sea renombrada como la “Glorieta de las y los Desaparecidos”, lo que sería un acto mínimo de reconocimiento de la enorme deuda que tiene el Estado mexicano con el país.

El tercer injustificable evento fue la pretensión de ocultar el informe final de la firma noruega DNV sobre las causas que provocaron el colapso de la línea 12 del metro. A diferencia de los eventos antes mencionados, el caso de la línea 12 es mucho más grave puesto que se trata de un “accidente” en el que 26 personas perdieron la vida, decenas quedaron heridas y millones fueron afectadas por la suspensión del servicio. Un accidente que, por cierto, a más de un año de ocurrido y no hay nadie, absolutamente nadie, detenido. Vamos, hasta a la entonces directora del metro, Florencia Serranía, cuya responsabilidad es inocultable, parece que la protegen (¿quién?) otorgándole un cargo honorario en el Conacyt.

Claudia Sheinbaum se equivocó rotundamente al pretender ocultar el informe final sobre el colapso de la línea 12 ocurrido el 3 de mayo de 2021. Si el informe de la empresa DNV fue tendencioso y mal ejecutado no corresponde a la autoridad calificarlo como tal, sino a la ciudadanía, al pueblo. Supongamos, sin conceder, que, en efecto, el informe es tendencioso, lleno de fallos y errores, falso y todo lo que usted quiera; bien, si así fuese, pues con mayor razón la autoridad capitalina debería ser la primera interesada en dar a conocer los detalles, los yerros, los sinsentidos del reporte final de DNV. Pero no fue así, la primera reacción de Sheinbaum Pardo fue descalificar el informe de una firma que cuando fue contratada para tal efecto, se le colmó de elogios. Si el informe es falso, ¿para qué tratar de ocultarlo?

De acuerdo con el informe de DNV, y a grandes rasgos, en el mal llamado “incidente” hay toda una cadena de responsabilidades que van desde la construcción de la línea 12 hasta la supervisión y el mantenimiento, por lo que no se explica solamente con una causa (la pésima construcción, por ejemplo). En otras palabras, la responsabilidad de las 26 personas fallecidas y las decenas de heridas inicia en el gobierno de Marcelo Ebrard, continúa en el de Miguel Ángel Mancera y concluye en el de Claudia Sheinbaum. Los errores de diseño, construcción, supervisión y mantenimiento costaron la vida de 26 personas, esa es la verdad que no se quiere reconocer.

La represión a la comunidad triqui que protestaba en la Alameda, el retiro de la glorieta de la Palma de las fotos y las mantas con las imágenes y los nombres de las personas desaparecidas y el intento de ocultar el informe del colapso de la línea 12 del metro, son tres eventos recientes que dejan ver a un gobierno de la Ciudad de México represor, intolerante y mendaz. Mal si la responsable es Claudia Sheinbaum, pero todavía peor si no es ella.

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