Teléfono descompuesto en la SRE

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Washington – Una de las características de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en el sexenio de Enrique Peña Nieto era que informaba a destiempo sobre las giras del eterno aprendiz de canciller, Luis Videgaray.

 

Nunca la SRE daba a la prensa información sobre la agenda y los motivos de los viajes de Videgaray con la debida antelación. Concluida la gira, emitía un comunicado y los medios amaizados lo reproducían sin chistar.

 

A los funcionarios públicos se les olvida que cuando realizan viajes oficiales están obligados a informar a los mexicanos. Van en representación y a discutir asuntos de Estado y no personales. Además, todos sus gastos en el extranjero son a cuenta del erario.

 

Echarle en cara a Videgaray su falta de transparencia y lo costoso que nos salían sus viajes acompañado de un séquito de inútiles, fue una de mis constantes quejas como reportero en Washington.

 

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia y de Marcelo Ebrard Casaubón a la SRE, se acabaron los dispendios sin sentido en giras al extranjero. El canciller viaja en vuelos comerciales y con los asistentes necesarios para cada misión. Eso se agradece.

 

La oficina de Comunicación Social de la SRE, en manos de Roberto Velasco, informa de los viajes del canciller, quien por lo menos casi siempre que viaja a Washington notifica a los medios mexicanos sobre sus encuentros y los resultados de estos.

 

La filtración de información a la prensa ha sido una constante en la SRE. La secretaría, como han dicho sin tapujos los miembros del servicio exterior y otros funcionarios, “es un nido de grillos”.

 

El diario Reforma le ha metido dos o tres goles a Ebrard Casaubón. La molestia por esto se ha visto reflejada en las quejas y descalificaciones de AMLO al periódico en sus mañaneras, algo que, insisto, no debería hacer el presidente porque con ello parece emular a Donald Trump.

 

Alimentarse de filtraciones es primordial para la prensa. El manejo editorial de la información es harina de otro costal.

 

La semana pasada, Jesús Seade, subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, estuvo en Washington. Los corresponsales de medios mexicanos acreditados en la capital estadounidense nos enteramos tarde y gracias a un mensaje en la red social de Twitter y a que dio cuenta de ello la columna Templo Mayor de Reforma, cuando el funcionario estaba de regreso o en camino a México.

 

Molesto, pues pensé que los vicios del eterno aprendiz de canciller eran cosa del pasado, publiqué en Twitter el siguiente mensaje: “Siempre reproché en su cara a los funcionarios públicos del sexenio pasado que no informaran de sus viajes a Washington; se les olvidaba que sus viáticos y boletos de avión los pagamos con nuestros impuestos. @JesusSeade está haciendo lo mismo. ¿Qué pasa?”

 

Casi de inmediato comencé a recibir mensajes desde México por parte de diversos funcionarios de la SRE. De esta manera me enteré de algo muy lamentable y que parece herencia de los vicios del pasado. Por las diferentes versiones pude concluir que la SRE adolece de una falta de coordinación en Comunicación Social.

 

Por su cercanía con AMLO y el mérito que le atañe el presidente de haber resuelto a favor de los intereses de México el capítulo energético en el Temec, Jesús Seade se cuece aparte.

A Seade, los miembros del servicio exterior lo califican de ineficiente en materia de diplomacia y conocimiento de la relación con Estados Unidos y Canadá.

 

Seade se destacó por su ausencia en la visita del canciller a la Casa Blanca para la segunda revisión del acuerdo migratorio firmado con el gobierno de los Estados Unidos.

 

El subsecretario viajó de Los Ángeles, California, a Washington la semana pasada para reunirse con Nancy Pelosi, la líder demócrata en el Capitolio, y con Robert Lighthizer, representante comercial de la Casa Blanca. De eso nos enteramos tarde por Twitter y Reforma.

 

Gracias a la reacción que provocó mi reclamo, constaté que hay por lo menos un par de subsecretarías en la SRE que se sienten tan autónomas y allegadas a AMLO que ni a Velasco informan sobre las actividades y temas de la agenda de sus titulares. El teléfono descompuesto en pleno.

 

Ebrard Casaubón, que sí tiene mucha cercanía con AMLO, debe meter en el redil a esas subsecretarías descarriadas; de lo contrario, no le meterán uno o dos goles a la SRE sino una goliza. Más vale prevenir para que el presidente no haga berrinche y, como Trump, vuelva a meterse con la prensa y a etiquetarla con descalificaciones.

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