Los cien días de Milei en medio del caos, la resistencia y la incertidumbre

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Nora Brie

 

Llegó en medio de la euforia, esa que muestran los que triunfan por sobre lo predecible, por sobre lo esperable, por sobre lo deseable. Los ungidos, los elegidos de Dios. Se cumplieron sus primeros 100 días, el primer corte, la primera evaluación por la que atraviesa todo gobernante. Y el panorama es sombrío. Cumplió muchas promesas de campaña, la vamos a pasar mal, había dicho, es necesario el ajuste, sentenció una y otra vez, pero con una pequeña diferencia: él no la está pasando mal, ni sus allegados, ni sus ministros, ni su casta. Ah, porque eso sí, la más emblemática de las promesas “el ajuste lo va a pagar la casta” fue traicionada. El ajuste lo está pagando la gente, los pobres, la clase media, los jubilados, los empleados públicos con despidos masivos, los sectores, como el arte y cultura, con el cierre de sus espacios. El periodismo, con el cierre de Télam. Las pequeñas y medianas empresas que ya no pueden sostenerse por la brutal recesión inducida. La casta no ha sido eliminada, se subió al carro de los ungidos, y representa a esa rancia camada de políticos que ven en el servicio público únicamente un enorme negocio.

 

Cuesta entender que un personaje que cimentó su campaña en insultos y descalificaciones, en una violencia manifiesta en performances vulgares, con discursos dignos de convocar al colegio de psiquiatras para analizarlos, haya accedido a la máxima magistratura solo por prometer “un cambio”, por asegurar que era capaz de hacer a la “Argentina grande otra vez”, parafraseando en español aquel “make America great again”. Y por jurar y perjurar que el ajuste lo pagaría la casta, que ahora sabemos que representaba, desde su odio de clase, al peronismo-kirchnerismo, a la izquierda y a toda idea que esgrimiera derechos. Es verdad que el mandato de Alberto Fernández fue un desastre, no ofreció nada a una sociedad harta de sentirse estafada. ¿De ese tamaño habrá sido la desilusión de un pueblo que prefirió un verdugo manifiesto a cualquier otra opción? Algunos jóvenes que lo votaron (hoy arrepentidos) comentan que confiaron en él pues “no estaba manchado por la política”, le dieron el beneficio de la duda sin analizar siquiera las propuestas económicas que esgrimía y, por supuesto, sin escuchar las voces de quienes advirtieron lo que venía.

 

Veamos qué ha sucedido en estos 100 días en un país que lidera un desquiciado. Ingresó al Congreso un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que está muy lejos de ser necesario y urgente, solo garantiza el plan de negocios de la casta política y empresarial asociada a los libertarios. Pero, mientras no sea rechazado en ambas cámaras, el DNU está vigente y Milei gana tiempo amenazando, extorsionando y sobornando legisladores para evitar que lo tumben. El Senado ya lo rechazó. Faltan los diputados, que habrá que ver si tienen la fuerza suficiente como para lograr lo que el Senado, o la decisión política, pues, si bien se han escuchado voces irrebatibles denunciando las verdaderas intenciones de dicho decreto, no se ha visto cohesión y contundencia dentro de la cámara baja.

 

Ley Ómnibus. Retirada por el ejecutivo ante el cuestionamiento legislativo. Dicha ley proponía, entre otras cosas, facultades extraordinarias para el presidente, es decir, tomar medidas sin necesidad de pasar por el Congreso, institución que desprecia desde antes de asumir, a la que dio la espalda en su discurso inaugural, pero a la que metió un lote de libertarios que coacciona y busca alianzas. Milei nos recuerda a esa abominación por las estructuras democráticas que tuvo la dictadura, que disolvió el Congreso y estableció a modo una Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL). Nada más que esto ocurre hoy en nombre de la libertad irrestricta y avalado por el voto popular. Milei, en su obsesión sesentera digna de la guerra fría, acusa de “comunistas” y enemigos de la Argentina a quienes se oponen a sus propuestas de libertad y progreso, calificándolos de delincuentes. Y en ese delirio, se lleva por delante los vínculos históricos con países latinoamericanos llamando al presidente de México “ignorante” y al de Colombia “asesino”, hecho que desató una crisis diplomática con el gobierno de Petro. Ningún gobierno o persona que no comulgue con sus ideas será respetado.

 

Despidos masivos: en el servicio público, según dichos del propio presidente, han sido cesadas 50,000 personas. Esta cifra no concuerda con lo expresado por su vocero ni con los informes de las respectivas dependencias, como tampoco se tienen datos precisos de algunas de ellas que se niegan a publicar información al respecto. Lo cierto es que todos los días hay denuncias de nuevos despidos en el sector público, a cuyos cesados les llega la notificación por correo electrónico sin mediar evaluación ninguna[1].  En un país llevado vertiginosamente a la recesión, encontrar un empleo es prácticamente imposible. Esas 50,000 personas, o las que sean y las que se sumen ¿tienen familia? ¿Alguien más en casa conserva su empleo? ¿Tienen vivienda propia o se quedarán, además, sin techo? ¿Cuántos menores de edad se verán afectados por la falta de empleo de su padre o madre, o de ambos? Nada de esto inquieta al gobierno de los libertarios, al contrario, hay una suerte de goce ante la angustia, desesperación, hundimiento de un amplio sector social que, de continuar así, haría desaparecer a la otrora potente clase media argentina. El poderoso (y sus seguidores) dominan mediante la humillación y la deshumanización del otro y, como única forma de celebrar que conocen, se regocijan ante el dolor, el hambre, la incertidumbre, la angustia, la desesperación. Anclan su “alegría” en el sufrimiento ajeno. Macabro.

 

Aumento indiscriminado de precios. Es absolutamente imposible saber qué cuesta cada cosa. Los precios no tienen asidero, por ejemplo, un kilo de berenjenas la semana pasada podía costar 1,500 pesos u 800 en dos tiendas aledañas sin que medie explicación alguna que justifique la diferencia. Y esto mismo sucede con cualquier producto en cualquier rubro. En esta paradoja libertaria, un país productor de alimentos hoy pasa hambre. La carne (básica en la dieta argentina) está inalcanzable. De cuatro comidas al día, mucha gente pasó a una o dos, si tienen suerte. La pérdida del poder adquisitivo ha acelerado la recesión, igual o peor a la que se vivió en el 2001. No hay dinero en los bolsillos, se reduce el consumo, comercios quiebran y PyMES cierran. El gobierno cacarea como un logro la disminución de la inflación, sin advertir que es consecuencia lógica de la recesión. Habla de superávit fiscal cuando solo muestra cifras de recaudación sin especificar deudas o pagos pendientes. Miente, manipula cifras.

 

Pauperización de las y los jubilados. Desde hace años, existe un discurso sostenido en el mundo sobre la “enorme carga” que representan los jubilados. En un planeta globalizado que va arrojando a las mayorías al trabajo informal, el sistema de seguridad social se ha visto afectado con la merma de aportaciones de quienes ya no pertenecen a ese universo de empleo seguro, con beneficios y prestaciones que daban certeza en el presente y hacia el futuro. Para evitar que el estado se haga cargo de las personas mayores, había que anclar en la conciencia colectiva la idea de “carga”. ¿No previeron y ahorraron los ahora jubilados para evitar encontrarse en una situación precaria? Un sector que ya no produce ¿por qué tendría que vivir gratis? El individualismo construido en las últimas décadas con narrativas como “el que se esfuerza sale adelante”, el echaleganismo, la aparente autonomía que otorgan los empleos uberizados, el “eres dueño de tu propio tiempo”, “no engordas a nadie, solo trabajas para ti” es lo que subyace en el desprecio a las personas mayores que llegan al último tramo de sus vidas totalmente desprotegidas por este modelo económico. Las jubilaciones argentinas, rescatadas de manos privadas en el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), hoy se tambalean ante las políticas de Milei. De hecho, un jubilado ya está por debajo de la línea de pobreza, ganando menos de 200,000 pesos en promedio cuando el mínimo indispensable supera los 500,000. La compra de medicamentos, según estimaciones, se desplomó de enero de 2023 a enero de 2024, en un 70%. La traducción de esto es la desprotección de la salud, la condena a muerte a un sinnúmero de adultos mayores que hoy prefieren comer a atender sus enfermedades crónicas. Y como colofón de este desprecio a las personas mayores (“viejos meados” les llamó el entonces candidato Milei), está la exaltación de la juventud como un valor absoluto, como si envejecer no fuera un proceso natural ineludible. Este desprecio manifiesto resume otra de las premisas que sostienen el modelo neoliberal: el ser humano como sujeto desechable. Úsese y tírese.

 

A ritmo acelerado, el gobierno de Milei desmantela el Estado y aplica medidas que vulneran una y otra vez a las mayorías. Tarifazos en el transporte, en el servicio eléctrico, cierre de comedores por falta de abasto de alimentos, eliminación de subsidios, reducción de planes sociales, privatización de empresas estatales, derogación de leyes de protección al ambiente y la amenaza explícita de revertir la despenalización del aborto, entre muchas otras medidas.

 

Pero, a mi juicio, el hecho más grave que ha ocurrido desde la llegada de Milei a la presidencia el 10 de diciembre de 2023, por su significado político, es el artero ataque a una militante de H.I.J.O.S.[2], acrónimo de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, organización que nace en 1995 para luchar contra la impunidad y congrega a personas y familiares víctimas del terrorismo de estado. Hay varios mensajes en esta afrenta: 1) ocurre pocos días antes de la conmemoración de los 48 años del golpe de 1976 en el que se anunciaban movilizaciones, mientras la ministra de seguridad Patricia Bullrich amenazaba con sacar el ejército a las calles y aplicar a ultranza el protocolo, a todas luces inconstitucional, establecido por el actual gobierno. ¿El objetivo? Sembrar miedo y desmovilizar. Ante la conmoción producida por este hecho, la consigna fue: “No tengas miedo, lucha como una abuela”, en clara referencia a las ya históricas Abuelas de Plaza de Mayo. La respuesta social fue contundente y una advertencia a esa nostalgia represiva que manifiesta la ministra, cuya figura representa lo más rancio de la casta política. 2) El ataque fue a una mujer, que sufrió, además, violencia sexual por parte de los perpetradores, una forma patriarcal simbólica de someter y humillar al adversario. Las mujeres hemos sido siempre botín de guerra, recordemos eso. 3) Las formas del ataque, violentar un domicilio, amenazar con la muerte, la pinta en la pared VLLC (Viva la libertad, carajo, consigna de Milei repetida hasta el cansancio) al estilo de las tres A (alianza anticomunista argentina) advierte sobre el peligro de repetir las prácticas de terror de grupos paramilitares y de ultraderecha que operaron activamente meses antes del golpe militar de 1976 y que misteriosamente desaparecieron una vez que el ejército tomó control del país. Prácticas sin las cuales será difícil, casi imposible, aplicar las medidas económicas sin enfrentar protestas sociales y resistencia civil. 4) Afianza el negacionismo de este gobierno sobre el genocidio perpetrado en la última dictadura cívico-militar, negacionismo que se resume en el like que da el presidente a un tuit que afirmaba que el hecho era una mentira inventada por H.I.J.O.S. para desprestigiar al gobierno (no hubo una sola condena oficial al ataque). Negacionismo también presente en el posterior video emitido por la Casa Rosada, de cara al 24 de marzo, que reactiva la narrativa de la derecha: en el país hubo una guerra donde se enfrentaron dos bandos. El genocidio y la cifra de 30,000 desaparecidos es un invento de la subversión; solo existieron, por parte de las fuerzas militares y policiacas, ciertos excesos, comprensibles en una guerra[3].

 

En resumen: país en recesión, despidos masivos, tarifazos, venta de empresas públicas, pérdida de soberanía, pauperización de clases medias, cierre de PyMES y comercios, confrontación con legisladores y gobernadores, enojo y desconcierto, es la herencia de estos primeros cien días de gobierno del presidente Javier Milei. Ni una sola medida en beneficio de las mayorías.

 

En medio de la incertidumbre, la confusión que genera la legalidad y legitimidad inicial de este gobierno, comienza la reorganización de los sectores populares. Manifestaciones, paro general, masiva concentración en Plaza de Mayo y en otras ciudades del país, desafío al inconstitucional protocolo de seguridad por parte de manifestantes, son apenas el inicio de un proceso de resistencia popular.

 

Milei contraataca con la propuesta del Pacto de Mayo a firmarse el 25 de ese mes (fecha de inicio de la independencia) entre el ejecutivo, gobernadores, expresidentes y líderes de partidos políticos, pero que estará sujeto a la aprobación previa de la “Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” -llamada Ley Ómnibus y por ahora retirada del Congreso- y un nuevo Pacto Fiscal[4].  La moneda sigue en el aire mientras los bolsillos argentinos se vacían.

 

[1] https://www.pagina12.com.ar/724987-el-mapa-de-los-despidos-en-el-estado-el-detalle-en-cada-orga

 

[2] https://www.pagina12.com.ar/723116-el-testimonio-de-la-militante-atacada-un-gobierno-elegido-po

 

[3] https://youtu.be/dcHv_BNdVAI?si=xpBFhWdY_jGtloco

 

[4] https://www.lanacion.com.ar/politica/cuales-son-los-10-puntos-del-pacto-de-mayo-nid04032024/

 

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