Pueblo

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Para la siguiente Tertulia

Esthela Treviño G. @etpotemkin

Rompeviento TV, 22 de noviembre del 2022

 

Con humor para LIVE

 

LIVE en inglés, sin contexto y sin pronunciar, tiene ciertas ambigüedades de las que me interesa destacar los significados siguientes: ‘en vivo’ como en a live event, ‘un evento en vivo’; el de un exhorto ¡live!, como en Live and Let Die ‘Vive y deja morir’, canción de Paul McCartney, en versión de Guns N’ Roses, por favor; y, finalmente, el significado de ‘vivo, viviente’ a truly live music, ‘una música verdaderamente viva’.

Sirva todo ese rollo introductorio para explicar las siglas LIVE: L(eticia), I(ngrid), V(ioleta) y... ái viene la E. Y tooodooo a cuento por la muy viva y en vivo Tertulia, interlocutorio, diría yo, de Rompeviento TV de este viernes 18 de noviembre en el TierrAdentro, con las conversantes Leticia Calderón, Ingrid Urgelles y Violeta Núñez, cuyo tema fue ¿Qué significa ser de izquierda? Sí, tres mujeres, presumo que feministas, haciendo visible a las mujeres y el feminismo para esa izquierda y 4T que no nos ve.

Ahora que está tan de moda etiquetar sucesos significativos según su fecha, en el formato día e inicial del mes, a la manera del 8M, podríamos celebrar el acontecimiento de la tertulia como 18N, porque el tema solo fue para abrir boca y para que siga por boca de las mujeres. ¡Y hasta canción tendría!, El sistema, del grupo Las Manos de Filippi, cuya letra nos leyó Leonardo Peña en la Tertulia misma.

Yo no sé qué quiere decir el Presidente cuando habla de «analfabetismo político», pero se me antojaría decir que la participación de la audiencia en el 18N mostró un gran alfabetismo político. Yo supondría que el (an)alfabetismo político no es una cuestión de derechas o izquierdas, ni de letrados o iletrados, ni de cualquier otra inclinación o pertenencia (a la academia, por ejemplo, o a alguna organización política).

Yo me traje un montón de preguntas, unas notas garabateadas en una servilleta y ninguna respuesta. Esos retos me mueven. Esos foros deberían de multiplicarse.

Viene la E. Unos minutos antes de iniciar la tertulia conversaba con Edurne Uriarte y le decía a E sobre la necesidad de esclarecer qué estamos entendiendo por pueblo, quiénes sí y quiénes no son pueblo, y platicamos sobre qué es eso de la blanquitud y qué es eso del ‘desclasamiento’. Los tres temas están engarzados, hay que decirlo, pero la conversación se nos interrumpió. Así que este escrito recoge parte de esas reflexiones que se quedaron en el tintero, para la siguiente 18N.

Pueblo

«Al poder nos llevó el pueblo» dijo recientemente López Obrador (Mañanera del 11 de octubre) al reconocer que Tatiana Clouthier «nos ayudó»; pero, fue el pueblo quien lo condujo al poder. Todo este contexto es muy significativo. Quién es, qué representa, cómo se percibe a Tatiana Clouthier, ¿es pueblo? Y, por cierto, también Alfonso Romo —rico empresario regiomontano, católico conservador— a quien el presidente le está muy agradecido por el inmenso apoyo tanto en la campaña como cuando tomó poder, ¿es pueblo? Todos y todas quienes ocupan un cargo en este gobierno ¿son pueblo?

En occidente, la evolución del concepto pueblo tiene una historia interesante; digamos que desde la era feudal, pasando por la Revolución Industrial, hasta ahora. Letichelius —alias Leticia Calderón Chelius—lo sabrá mejor que yo. La pertinencia de ese concepto es fundamental para el tema en cuestión: ¿Qué es ser de izquierda?

Dejo, asimismo las siguientes apreciaciones:

En una columna del 12 de marzo de 2019, en El Universal, Hernán Gómez Bruera le responde a Denise Dresser, en el título mismo de dicha columna: “No Denise, no somos pueblo”. El 25 de febrero del 2019 Dresser escribe en el Reforma un texto intitulado “Yo pueblo”. Me permito citar el siguiente párrafo:

Con todo respeto, Sr. Presidente, yo también soy pueblo. Los científicos a los que tilda de "mafia" también son pueblo. Los profesionistas educados a los que acusa de "aprender mañas" en el extranjero también son pueblo. Los miembros de la burocracia a los que despide y sataniza también son pueblo. Las mujeres trabajadoras y víctimas de la violencia a quienes desprotege también son pueblo. Las organizaciones de la sociedad civil "conservadora" que llevan años peleando por buenas causas también son pueblo. México es muchos Méxicos: los de abajo, los de arriba, los de en medio, los de tez blanca, los de tez morena.

A ojos de Gómez Bruera, «Dresser confunde pueblo con sociedad». Cito:

No alcanza a distinguir [Dresser] que mientras la sociedad somos todos, el pueblo es una construcción social, una identidad que alude a grupos históricamente excluidos, marginados y agraviados; esa mayoría que la 4T busca reivindicar.

Así que, bajo la óptica del articulista, Dresser, quien pertenece a una clase excluyente, marginadora y dominadora, no, no es pueblo.

Desde luego, quien ha estudiado este concepto de «pueblo» desde hace muchísimos años es Enrique Dussel, filósofo exiliado en 1975 en nuestro país, y académico mexicano desde entonces.

Para Dussel, «pueblo» es una categoría política; «pueblo» abarca diversos grupos, clases, organizaciones, fracciones, movimientos; engloba a las víctimas, a los de abajo, a los pobres, a los dominados, oprimidos, excluidos. Pero «pueblo» no es un cuerpo pasivo; el «pueblo» es un agente o actor político, en la medida en que es consciente de sí y de su lucha por lograr la igualdad.

No es este el lugar para abordar con más amplitud el concepto de «pueblo» ni yo la más indicada. Pero sí nos deja ver que es más que pertinente para el tema: ¿Qué es ser de izquierda? Y estos terrenos los pisan mejor otras como Violeta Núñez.

Sin embargo, podemos afirmar que los Obreros, la Clase Trabajadora, los Campesinos, los Indígenas, los Desplazados, los Migrantes, los Pobres, los Desposeídos, son «pueblo». Uso mayúsculas para no distinguir géneros, ignore el masculino gramatical.

Quiero destacar los siguientes grupos o sectores que pertenecen o forman parte del «pueblo», siguiendo la ética filosófica de Dussel:

  • Las Niñas y los Niños violentados, en situación de calle, los lanzados —en un acto de sobrevivencia— como migrantes, los utilizados como sicarios, los esclavizados, prostituidos, objeto de trata, son pueblo.
  • Las personas de la diversidad sexual: homosexuales, lesbianas, trans, cuir, son pueblo, siempre agraviadas y de facto excluidas y marginadas de muchos contextos. Y siempre en lucha.
  • Las Mujeres. Que hemos sido históricamente víctimas y victimizadas, excluidas e invisibilizadas, marginadas y cosificadas. Somos una realidad social y política.

Las Mujeres somos «pueblo». Las feministas somos «pueblo», ricas o pobres, blancas o prietas porque la violencia contra las mujeres y el feminicidio no pertenece a ninguna clase social. También, en lucha permanente.

  • Los sectores críticos de la sociedad, como intelectuales, que levantan la voz en contra de la hegemonía y dominación en distintos ámbitos de lucha. Incluso una pequeña burguesía que es aplastada por grandes grupos hegemónicos y extranjeros, son «pueblo».

En el marco de esa concepción, los cuerpos de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiacas no pueden ser «pueblo» —si bien pueblo armado—, como se empeña el Presidente en definir. Al contrario, son cuerpos que han servido para oprimir, reprimir y violentar los derechos humanos. La historia así nos lo ha mostrado. Salvo que haya un matiz que no esté yo viendo.

Las clases altas o históricamente privilegiadas no son «pueblo», por definición: tienden a ser los excluyentes, marginantes, opresores; y los clasistas y racistas. Una salvedad importantísima: el racismo no tiene clase social.

Las clases medias, “tan aspiracionistas y fifís”, tampoco son «pueblo». Vuelvo a plantear: ¿cómo se define «clase media»? Ya en un artículo anterior (“Ísmos. La percepción lo es todo”, publicado en este medio, 30/8/22) llamo la atención sobre el estudio de Teruel y otros, del 2018, en donde afirman, cito: “Los niveles de vida adecuados para no ser pobre sólo se garantizan para 27.5% de la población mexicana”. El estudio concluye que México es un país de pobres, no de clases medias.[1]

De igual modo, Ingrid Urgelles narra en la tertulia que con el estallido social en Chile descubrieron que no tenían clase media: solo hay clase alta y clase baja; pobres con acceso al crédito que se sentían clase media porque podían adquirir ciertos artículos como pantallas planas de TV. A la clase media la destruyó el neoliberalismo.

Ingrid explica que sentirse de clase media desmantela la lucha social; sería en este sentido que esta clase no forma parte del «pueblo».

Esa ilusión creada por el neoliberalismo es muy perversa: pobres que dejan de sentirse pobres ¿y dejan por ello la lucha social?, ¿y dejan por ello de sentirse o de ser pueblo también? Perverso, porque el sistema los aplasta más, sin que se den cuenta; los deja adormecidos. Dejo este tema para Ingrid.

Si no son pueblo ¿Qué son? Porque siempre contraponemos un concepto a otro para poder caracterizarlo. ‘Progresista’ se contrapone a ‘Conservador’, ‘De izquierda’ a ‘De derecha’, por ejemplo. ¿A qué se contrapone «pueblo»? Porque si pueblo está contenido en sociedad, entonces no puede contraponerse a ese término. ¿No-pueblo?

Una pregunta final

En la Mañanera del 11 de este mes, el presidente López Obrador hizo un pronunciamiento para mí inquietante; a una parte de quienes asistirían a la marcha en defensa del INE —o contra la reforma electoral— los llamó «desclasados», dijo: “Algunos vienen de abajo, ladinos, se desclasaron”. Para mí es claro el reproche. Pero, hemos de decir que no sabemos qué quiso decir. En cualquier caso, la posibilidad de desclasarse presenta un escenario interesante.

Elijo dos de los casos anteriores: el de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policíacas. En estas, muchos de sus miembros provienen de las clases pobres —del «pueblo»— y no pasan a ser parte de un ejército o fuerza revolucionaria o de lucha social. Lo que hemos visto es que el Ejército mexicano, además del poder que le es propio, se le ha conferido más y más recursos de explotación económica: bancos, transportes —próximamente una línea aérea comercial—, hoteles, aeropuertos, aduanas. Esos que eran «pueblo» ¿se han desclasado?

El segundo caso es el descrito por Ingrid en el 18N. Esa clase baja, de pobres, que ha sido perversamente convencida de que es clase media y que, por tanto, abandona la lucha social, ¿exhibe también un desclasamiento?

¿No hay que desclasarse?, ¿qué querría decir esto? Y, por otro lado, ¿desclasarse implicaría ‘inclasarse’ en otro segmento? Las clases sociales, por cierto, no son castas; en estas no está permitido pasar de una casta a otra.

Sin intención de juzgar adversamente, hay que preguntarse si personajes de la política como la exsecretaria de la SEP Delfina Gómez, y la actual, Leticia Ramírez, de quienes López Obrador alaba su procedencia “humilde”, vienen de abajo, ¿se han desclasado también?

Con los ejemplos apuntados, se vuelve más apremiante clarificar el significado, o sentido que se le atribuya al concepto de «clase», que va más allá de consideraciones económicas, para explorar y explicar ese escenario de ‘desclasamiento’. Dejamos el tema para el análisis que merece en manos de las expertas.

 

P.D. El tema de la blanquitud queda pendiente.

 

 

 

 

[1] Graciela Teruel y otros, “México: país de pobres, no de clases medias. Un análisis de las clases medias entre 2000 y 2014. El trimestre económico, vol 85, 339, 2018.

 

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