Margensur (Paro magisterial)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña

 

 

 

 

 

Paro magisterial

Los maestros agrupados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) han iniciado un paro de actividades en los estados y regiones donde tienen mayor fuerza y un plantón afuera de la Secretaría de Gobernación, en la ciudad de México. El objetivo de esta amplia movilización es instalar una mesa de diálogo con el gobierno federal a fin de discutir la llamada Reforma Educativa que, como ha quedado en evidencia, no es más que el formato institucional de la violencia laboral de Estado en contra del magisterio. El carácter punitivo de la tal reforma evidencia que su principal intención es desmovilizar y acabar con el magisterio independiente, más que subsanar los enormes rezagos educativos del país.

            Las reacciones en las redes sociales iniciaron de inmediato, tanto en un sentido de apoyo a la movilización, como cuestionando los fines y los procedimientos de la misma. Llama la atención la virulencia de muchos comentarios en Twitter: “La #CNTE sí le ha hecho un daño bien cabrón a Oaxaca”; “Gracias a #CNTE se le tiene más respeto a un maestro albañil!!!! Que a esos buenos para nada que están en los salones #FelizDiaDelMaestro”; “¡Oh! Grandioso Dios Tláloc, haz valer tu autoridad para que estos webones de la #CNTE dejen de bloquear avenidas y se regresen a chambear”; “#Cnte Michoacán ustedes muy colas haciendo exámenes a niños cada mes o semana. Y ahora putitos van a hacer uno! O qué burros; tiemblan?”. Y también es de preocupar la separación que se hace entre los “verdaderos” maestros y los “vándalos” de la CNTE, como si manifestarse en las calles no fuese un derecho fundamental de los maestros, los estudiantes, las mujeres o cualquier otro grupo social, o ciudadano independiente.

            Desde hace años, las movilizaciones de la CNTE suscitan reacciones altamente polarizadas: o el apoyo reverencial sin trazo alguno de (auto) crítica, o el rechazo absoluto con expresiones altamente racistas. No hay matices ni sutilezas, la CNTE nos coloca ante el espejo de la bipolaridad política nacional: o estás conmigo, o estás contra mí. Introducir un matiz en este espejo de claroscuros significa colocarse en una doble vulnerabilidad, puesto que caen sobre uno los adjetivos más feroces de tirios y troyanos.

            La exigencia de la CNTE es justa y legítima puesto que la Reforma Educativa apunta a terminar con el magisterio crítico y combativo a fin de construir un “sistema educativo” con maestros sin derechos laborales (o sumamente escamoteados) y sumisos. Aun más, el gobierno pretende terminar con una de las escasas posibilidades de movilidad social para miles de jóvenes pobres: el magisterio, de ahí la ofensiva en contra de las normales rurales en todo el país. Durante decenas de años, la única opción para miles de jóvenes de salir de la pobreza ha sido formarse como maestras y maestros. Y desde luego que su tarea ha sido fundamental para construir el país que somos.

            Peña Nieto y su violento Secretario de Educación, Aurelio Nuño, carecen de proyecto para el sector (y para el país) por lo que han abrazado con fruición algunas consignas rimbombantes del neoliberalismo para arropar su desnudez política. Evaluación es una de esas consignas. Dice Peña: “Podemos decir que los maestros están asumiendo con total decisión el reto transformador del siglo XXI al participar en la evaluación de desempeño que es inédito en el magisterio nacional. Mi reconocimiento a los maestros que están cumpliendo con esta responsabilidad y se cumple el objetivo del maestro Manuel Altamirano” (http://politico.mx/lo-ultimo/epn-anuncio-nuevos-planes-y-programas-en-educacion). Si de evaluaciones de desempeño se trata, ¿por qué no comenzar por el mismo Peña?

            Pero que la exigencia sea justa no significa que debamos eximir a la CNTE de la crítica e incluso del reproche, cuando no estemos de acuerdo con sus formas, con sus medios, con sus planteamientos. Hay que señalarlo con claridad: la CNTE ha reproducido rasgos del corruptísimo Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), del que nace como una escisión hacia finales de los años setenta (1979, si no mal recuerdo). En su origen, la CNTE tuvo (y mantiene) una convicción democrática que le permitió doblegar el férreo control de los charros del SNTE, pero al mismo tiempo, y paradójicamente, heredó una de las prácticas que más lesionan al maestro y que más erosionan la legitimidad de cualquier movimiento social: el corporativismo.

            Así, al alero de que “el compañero pertenece al movimiento democrático”, la CNTE ha incurrido en defender lo indefendible: maestros sin la preparación adecuada para estar frente a niñas y niños, maestros faltistas, maestros que incluso llegan alcoholizados a dar clases. Hace años trabajé con maestros de Oaxaca, el director de una escuela rural me comentó que tenía un profesor que sistemáticamente llegaba borracho o a medios chiles a dar clases; no pudo despedirlo ni reubicarlo puesto que era de los “más combativos”. Tampoco la CNTE puede justificar que en sus plantones las calles ocupadas sean intransitables, no tanto por las casas de campaña, los hornillos y las colchonetas, sino por la suciedad y sobre todo por el riesgo de acoso que sufren las mujeres que se aventuran en los campamentos. Ninguna organización pretendidamente democrática puede justificar ni defender lo indefendible, por muy “aguerridos” que sean sus integrantes.

            La protesta de la CNTE se da en el contexto de una creciente movilización de universitarios del IPN, la UNAM, la UACM, la UV, entre otras instituciones. En la Universidad Veracruzana nos sumamos a la movilización nacional con un plantón cultural en la Plaza Regina (Lerdo) a las 4 de la tarde, este lunes 16. Nuestra exigencia es clara: que Javier Duarte deje de atacar a nuestra institución y pague el adeudo que suma más de dos mil cuatrocientos millones de pesos.

            Termino esta colaboración con enorme indignación, con rabia, con un ominoso sentimiento de impotencia. El sábado 14 de mayo fue asesinado en Poza Rica el periodista Manuel Torres González. Otro periodista asesinado durante el gobierno de Javier Duarte. Y la impunidad sigue campeando.

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