#NoVivimosDelAplauso

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Trabajadoras y trabajadores del arte y la cultura realizarán el próximo jueves 16 de enero una protesta, otra más, exigiendo el pago por su trabajo. Desde el año pasado, en vísperas de Navidad, artistas de diversas disciplinas protestaron para exigir el cumplimiento de los compromisos laborales contraídos por la Secretaría de Cultura, encabezada por Alejandra Frausto, con talleristas, creativos, coordinadores y ejecutantes (entre otros); al parecer, y pese a las protestas, el problema aún no se ha resuelto.

A través de la etiqueta #NoVivimosdelAplauso, las y los trabajadores de la cultura han visibilizado su lucha y, al hacerlo, han evidenciado que la 4T padece de serios problemas de eficiencia administrativa (en el mejor de los casos) si no es que de franco menosprecio al arte y la cultura (en el peor escenario). De cualquier forma, lo cierto es que artistas del Sistema Nacional de Teatros, de la Red de Faros y la Red Pilares de la Ciudad de México, no han podido cobrar desde hace varios meses por el trabajo ya realizado, de allí el sentido de su hashtag. Si el gremio artístico de por sí se encuentra mayoritariamente trabajando en condiciones de enorme precariedad, es totalmente reprobable que, encima de ello, se le escamotee el pago por su trabajo que, las más de las veces, no se recibe como salario sino como honorarios. Bien, pues que les paguen los honorarios y que se revisen las condiciones generales de trabajo de las y los trabajadores de la cultura a fin de que cuenten con las prestaciones de ley, como cualquier otro trabajador.

Desde el inicio de la actual administración federal el desencuentro con los y las trabajadoras de la cultura y el arte ha sido evidente. Si en otras áreas de la vida social, económica e institucional del país la Cuarta Transformación se ha sentido contundentemente por los grandes cambios que ha impulsado, en el sector del arte y la cultura no ha ocurrido prácticamente nada, quizás salvo en el Fondo de Cultura Económica dirigido por Paco Ignacio Taibo II. No es casual que lo más comentado en materia cultural en lo que va del sexenio fue el arrendamiento de Bellas Artes a la iglesia La Luz del Mundo, cuyo máximo líder actualmente está detenido en California acusado de delitos sexuales y tráfico de personas.

En términos generales, los proyectos culturales de largo aliento de la 4T, en caso de existir, aún no se han expresado, como sí ha ocurrido con los proyectos en otras áreas del gobierno: política social, Pemex, obras de infraestructura, entre otros. La huella de la 4T en el arte y la cultura hasta el momento no solamente ha sido insustancial, sino más bien negativa, de acuerdo con las opiniones de un amplio sector de creadores y promotores; para muchos artistas, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha estado a la altura de las expectativas construidas en torno a un gobierno que enarbola banderas de izquierda. De acuerdo con las evidencias (como las deudas con los creadores y el presupuesto destinado a la cultura), la consigna principal de la administración federal, “primero los pobres”, no contempla que el arte y la cultura lleguen masivamente a los grupos sociales más pobres y excluidos.

Es altamente preocupante que la política cultural no sea una política de Estado, por lo que está sujeta a las filias y fobias del gobierno en turno y en particular del titular del Ejecutivo. ¿Recuerda usted alguna visita del presidente AMLO a una exposición, a una obra de teatro o a un concierto? Yo tampoco. Y mire usted que el presidente es muy dado a compartir en redes sociales sus gustos culinarios y su afición por el béisbol, por lo que no es de extrañar ver fotos del presidente comiendo barbacoa o mondongo, bebiendo jugo de piña o practicando su bateo (“macaneando”, como gusta decir). Muy sus gustos, respetables por supuesto. Pero lo que es inaceptable es que sus gustos y aficiones sean el origen, si es que fuese el caso, del evidente desdén hacia las comunidades artísticas.

Para decirlo rápidamente: no puede haber transformación social sin arte y cultura. El desarrollo económico y social sin cultura, es un desarrollo sin alma. Si la 4T es realmente tal, no es suficiente que el Estado cumpla con su obligación constitucional de garantizar los derechos culturales consignados en la Constitución, es necesario que despliegue un amplio proyecto cultural que contribuya a la formación de nuevos públicos, particularmente entre los grupos sociales históricamente excluidos del arte; a la detonación del talento creativo de miles y miles de niñas, niños y jóvenes; a la creación de nuevos foros y espacios inter y transdisciplinarios de creación en los que se articulen las artes y las ciencias; a la pacificación del país mediante la escucha de las narrativas del dolor y la muerte para transformarlas en mecanismos de resiliencia colectiva; a la construcción de ciudadanías críticas, participativas y democráticas. En fin, al país le urgen proyectos culturales y artísticos que contribuyan a la construcción colectiva de sentido en una perspectiva de diálogo y paz. Sin arte y cultura no puede haber 4T.

Por lo pronto, exijamos el pago de los salarios que los gobiernos federal y de la Ciudad de México (y de otros estados, como Veracruz) adeudan a la comunidad artística y cultural.

La cita es el jueves 16 de enero a las 7:00 horas en la sede de la Secretaría de Cultura, en Paseo de la Reforma 175 en la Ciudad de México. #NoVivimosdelAplauso

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