México en la mira

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Washington – Se acabó el furor, la angustia de algunos y las exageraciones de otros: Donald Trump no lanzó una guerra contra Irán y evitó un conflicto de mayor envergadura, pero tiene a México en la mira como trampolín para intentar reelegirse en noviembre próximo.

 

Esta semana en el Capitolio puede iniciar el juicio contra el presidente de Estados Unidos y a la Casa Blanca le hacen falta cortinas de humo.

 

En el Partido Demócrata está tomando forma la contienda por la nominación presidencial y las elecciones primarias están a la vuelta de la esquina. Trump espera con ansia saber quién será su contrincante para echar a andar su millonaria maquinaria de desacreditación contra él.

 

El juicio contra Trump en la Cámara de Senadores pinta para ser un espectáculo en la historia política de los Estados Unidos, y nada más.

Los demócratas no tienen los 67 votos que requieren para remover al presidente por los dos delitos que le imputan: obstrucción al Congreso y abuso de poder. Como mayoría representativa en el Senado, los republicanos lo exonerarán.

 

El desgaste político y el desprestigio son los únicos riesgos de Trump en el juicio; con eso, quien vaya a ser el candidato presidencial demócrata apuntalará su plataforma de ataques contra el presidente.

 

La elección presidencial de Estados Unidos será sucia, garantizado. El comité de reelección de Trump tiene claro cuáles son los temas que interesan al electorado conservador republicano: la economía, la seguridad social, los impuestos, el comercio y la migración.

 

En este último punto, Trump está endeudado con sus electores. Nunca consiguió que México pagara por la edificación de una muralla en la frontera común, y el financiamiento de lo poco que se construye sale del bolsillo de los estadounidenses mediante el pago de impuestos.

 

La defensa de Trump frente al incumplimiento de la promesa del muro se basará en el argumento –y realidad- de que a cambio de sufragar la muralla, el gobierno mexicano se comporta como si fuera la Patrulla Fronteriza.

 

Elementos de la Guardia Nacional y agentes migratorios mexicanos se han encargado de evitar que miles de migrantes centroamericanos y de otros países lleguen siquiera a los puentes internacionales de la frontera sur de Estados Unidos para intentar pedir asilo. Aunado a lo anterior, por decisión del gobierno de Trump, los mexicanos aspirantes a asilo en la Unión Americana serán enviados a Guatemala antes de que un juez migratorio emita un fallo sobre sus casos.

 

Trump tiene mucho con que regodearse en materia migratoria si le reclaman su incumplimiento del muro, amén de que culpará a los demócratas de todo lo malo y se achacará el mérito –que le corresponde al gobierno mexicano- de que ha disminuido el flujo de migrantes por la frontera sur de su país.

 

La imparable violencia relacionada con el crimen organizado en México no pasará desapercibida para Trump. No le importa que la inseguridad que padece la sociedad mexicana esté ligada al imparable flujo ilegal de armas de su país hacia el sur. No es su responsabilidad cribar lo que entra a México; ese es problema de López Obrador y ni cómo rebatirle.

 

Tal como argumentó exitosamente en 2016, Trump acusará a México y a los mexicanos de ser un país violento, plagado de corrupción y narcotráfico. En su discurso electoral estará la masacre de la familia LeBarón, tal vez el asunto de Genaro García Luna, si alguien de su campaña se lo anota, y las cifras al día sobre desapariciones, asesinatos, secuestros y demás crímenes, hechos irrefutables del acontecer en rancherías, pueblos y ciudades mexicanas.

De la materia comercial, ni hablar. Cumplió lo que prometió a sus electores: eliminó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y lo reemplazó con el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), negociado a la imagen y bajo los caprichos y condiciones de la maquinaria política bipartidista de Washington.

 

No desaprovechará Trump la insólita situación de que un presidente de México como López Obrador, quien desde la oposición luchó contra viento y marea para evitar la instrumentación del TLCAN, hoy quiera colocarse las guirnaldas en la cabeza asumiendo como suyo el éxito de Washington de imponer el TMEC.

 

Total, México está en la mira de Trump, y gusten o no sus métodos y traperías para lograrlo, el presidente estadounidense se salió con la suya.

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