AMLO olvidó la #SanaDistancia

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Washington – El servilismo a los gobiernos y a los políticos es una de las peores enfermedades que padece la prensa mexicana y la razón justificada del desprestigio de la labor periodística ante la sociedad.

 

Televisión Azteca nació de la corrupción gubernamental y de los favores a empresarios que fueron el emblema de Carlos Salinas de Gortari. Siempre a la sombra de Televisa, otro monumento a la prensa vendida, Ricardo Salinas Pliego diseñó Televisión Azteca para ser irrelevante.

 

Llevo años sin ver la programación de las dos televisoras mexicanas y sinceramente ni recordaba que existía el noticiario de Azteca ni su conductor y lector de informativos, Javier Alatorre.

 

Fue por las redes sociales que me enteré de la tremenda estupidez que salió de la boca de Alatorre la noche del viernes 17 de abril. ¡Vaya forma de hacerse notar!

 

Podemos estar de acuerdo o no con el manejo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador a la pandemia del Covid-19. Ese no es el punto. Pero alentar públicamente a desobedecer las recomendaciones sanitarias que hace el subsecretario Hugo López-Gatell para prevenir la propagación del virus, es el error más grave que puede cometer cualquier informador o lector de noticias.

 

Incitar a la estupidez, de la que tal vez adolece y que se destaca en Alatorre, no es poca cosa. El coronavirus está arrasando con la vida de decenas de miles de personas en el mundo y México es una nación altamente vulnerable.

 

La irrelevancia de TV Azteca y Alatorre entre los medios de comunicación, no está a discusión. Sin embargo, la realidad es que ante la falta de recursos y de tecnología, muchas personas se siguen informando por medio de los canales de televisión abierta. Este es el problema y el aspecto central del virus de la ignorancia que Alatorre propagó posiblemente por orden de su patrón.

 

Salinas Pliego está en el ojo del huracán porque obliga a trabajar a los empleados de sus múltiples empresas por encima de las órdenes sanitarias de confinamiento ante la amenaza del coronavirus.

 

En Estados Unidos, epicentro mundial de la pandemia, Donald Trump miente todos los días, manipula información y destila ignorancia. Los medios de comunicación estadounidenses lo saben, lo registran y lo exhiben, pero nunca, y menos en la crisis de salud pública en la que está sumergida la sociedad, ponen en tela de juicio las recomendaciones que día tras día hacen las autoridades sanitarias a nivel federal, estatal y local.

 

Desconozco si lo que hizo Alatorre pueda ser tipificado como delito, aunque se pueda percibir como tal porque al hacerlo pone en riesgo la vida de miles o tal vez millones de personas.

 

Imagino la magnitud de la condena y la indignación nacional si en Estados Unidos surgiera un Javier Alatorre. Su despido o renuncia inmediata y la desaparición por siempre del medio de comunicación serían el costo colateral menos importante.

 

Alatorre tiene el derecho a expresarse libremente. Pero decir “no le hagan caso a López-Gatell” es sumamente irresponsable.

 

Debe haber mexicanos que admiren a Javier Alatorre; no es imposible aunque suene fantasioso. Lo digo porque hay personas y “periodistas” que quisieran que México regresara a las épocas de corrupción de presidencias como la de Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, por mencionar dos de las más notorias en ese rubro.

 

En este espacio que me permite Rompeviento TV, me he expresado a favor de la objetividad y en contra de los aplausos de la prensa a cualquier presidente, y AMLO no es la excepción.

 

La obligación cívica de un reportero es coadyuvar a que rindan cuentas de sus acciones y decisiones los políticos y funcionaros públicos que se deben a la sociedad que con sus impuestos les paga el sueldo.

 

Lamento la débil reacción de AMLO a lo dicho por Alatorre porque parece que le resta importancia, en tácita aceptación de la irrelevancia como informador del lector de noticias en Televisión Azteca.

 

No me interesa saber si el presidente es amigo de Alatorre, me inquieta que un asunto de tal importancia, por sus implicaciones en la crisis del coronavirus, pueda tener consecuencias de las que después quieran retractarse pidiendo una disculpa.

 

No hay matiz que valga ni ignorancia o estupidez que justifique poner en riesgo la vida de las personas. Si Salinas Pliego pretende golpear a la presidencia de AMLO por intereses empresariales, que lo haga. La culpa la tiene el presidente porque lo ha favorecido.

 

A AMLO se le olvidó que personas como Salinas Pliego y Alatorre no tienen amigos, tienen intereses. Y parece que también se le borró de la memoria lo que antes de llegar al poder pregonaba: que con empresarios de la talla de Salinas Pliego hay que guardar la #SanaDistancia.

 

 

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