No solo del PAN vive el hombre

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No hay error en el título de este texto: es correcto el uso de mayúsculas y aunque parezca lenguaje excluyente, no lo es, ya que me refiero exclusivamente a un hombre. Está visto que el hombre vivió del PAN, del país y ahora busca seguir vivo a través de múltiples estrategias de supervivencia, quizás la más notoria sea tratar de convertirse en el ajonjolí de todos los moles nacionales y hasta los cocinados allende las fronteras. Adivinó usted, me refiero al ex presidente nacional del Partido Acción Nacional y ex presidente de México, el torvo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, también conocido entre la banda chaira como “El Borolas”.

Ese pequeño hombre (no por su estatura física sino por su miseria humana) no logra asimilar que su tiempo ya fue, que los espacios de poder que ocupó y manchó de sangre y estulticia, no regresarán jamás y peor para él: que mucha gente que padeció directa o indirectamente los efectos de su soberbia, su ignorancia y su violencia, impedirán, impediremos, por todos los medios posibles, que ocupe nuevamente alguna posición de poder. Somos muchos millones de personas en México que consideramos a Felipe “El Borolas” Calderón como el peor presidente del país, el más pernicioso, el más funesto, tanto por la forma de arribar al cargo (vía un fraude electoral) como por su inocultable responsabilidad en la espiral de violencia, sangre y muerte que nos aqueja desde 2006, año en que inició su usurpación de la silla presidencial. La división del país inició, precisamente, en los años en que Calderón ocupó la presidencia.

Felipe Calderón vivió del PAN durante muchos años, como militante y representante popular, como presidente del partido y durante el tiempo que despachó desde Los Pinos; cuando perdió su pensión como expresidente y en el momento en que Acción Nacional le dio la espalda, o al menos no se sujetó a sus caprichos y veleidades, de inmediato creó su propia organización, con Margarita Zavala, su esposa, a la cabeza. Es decir, Calderón siguió viviendo a la sombra del PAN al construir un partido que recogía la ideología conservadora de la vieja organización política, pero sin los contrapesos internos ni las negociaciones y acuerdos que implica la vida partidaria; en otras palabras, Felipe Calderón trató de construir un partido-instrumento para saciar sus ansias de poder, para aplacar su megalomanía y tener acceso a los recursos públicos: un partido para hacer y deshacer a sus anchas. Como recordamos, México Libre no logró su registro como partido, debido, entre otras irregularidades, a la opacidad en su financiamiento.

La historia posterior ya la conocemos. Calderón y Zavala no lograron el registro de México Libre por lo que regresaron bajo el manto protector de Acción Nacional, luego de haber despotricado contra el partido que les permitió hacer su carrera política y acceder a cargos de elección popular (así hayan sido fraudulentos). Lejos de deslindarse de Zavala y Calderón, el PAN cobijó a ambos políticos al punto de ofrecerle a Margarita una candidatura a la diputación federal. La fórmula le resultó al partido: Margarita Zavala ganó la elección en el distrito 10 de la Ciudad de México, sin embargo, a cambio de esos votos, el PAN pagó el costo del desprestigio de Calderón, transferido a Margarita.

En un tuit publicado cuando recibió su constancia de mayoría como diputada electa, Margarita Zavala expresó: ¡Vamos juntos a reconstruir la Patria! (signos y mayúscula en el original). Muy comprensible la euforia de Margarita (regresó a la nómina), pero al mismo tiempo es imposible eludir la pregunta: si no pueden reconstruir a su partido, ¿en serio creen que van a poder reconstruir la Patria?

Marko Cortés, el actual presidente del PAN, sin lugar a dudas es responsable de que su partido se haya desfondado al punto de reconocer que en las próximas elecciones (en 2022) saldrán derrotados; aceptar la derrota con antelación significa reconocer la incapacidad del partido para reconstituirse y representar una alternativa electoral para una parte de la sociedad mexicana que se identifica con el pensamiento conservador. Pero cargarle toda la responsabilidad al grisáceo Marko Cortés es incorrecto y hasta injusto: buena parte de la debacle obedece a que el PAN no hizo, no ha hecho, un riguroso ajuste de cuentas con Felipe Calderón y los funcionarios y representantes populares que le acompañaron en su administración y que en no pocas ocasiones fueron partícipes de las decisiones tomadas, sino es que de los ilícitos cometidos.

La evidente y profunda crisis del PAN obedece a varios factores, entre otros a que Felipe Calderón es un pasivo político que ha fagocitado (lo sigue haciendo) al partido, sin que el organismo político haya logrado desprenderse del influjo pernicioso de este personaje. Mientras el PAN no se deslinde por completo de Calderón Hinojosa, de sus funcionarios, sus políticos, sus aduladores, sus “periodistas” y matraqueros, el partido de derecha seguirá hundido en el descrédito y aún más: manchado en su azul identidad por el rojo sangre de la cauda que arrastra en su arrastre el diminuto expresidente.

Y toda vez que no solo del PAN vive el hombre, llama la atención que en días previos y en el contexto de la Cumbre Climática de Glasgow (COP26), Calderón haya estado tan activo en sus redes sociales publicando fotos y selfies con diferentes líderes mundiales, como Joe Biden, Angela Merkel o Al Gore. Bien a bien no se sabe a qué fue Felipe Calderón a la COP26, si bien él dijo que había ido invitado para participar en debates sobre turismo sustentable. Lo que se sabe es que no dio ninguna conferencia, tampoco estuvo en algún panel de expertos (menos mal), no presentó alguna ponencia o idea original, no fue acreditado por algún medio de comunicación, vamos, ni siquiera fue como “observador”, pero por su intensiva actividad en redes sociales es dable conjeturar que solamente fue a placearse, a hacer pasarela, a dejarse ver, a sentirse importante al menos por los instantes que dura la selfie arrimado a un personaje de peso mundial. En esta nota de La Jornada se recogen palabras de un diplomático europeo, quien afirmó que Calderón “Va como un fantasma buscando con quién hacerse una selfi”. De ese ínfimo tamaño intelectual, ético, moral, hasta de sentido común, es el señor que cobró (y quizás robó) como presidente de México de 2006 a 2012. ¡Qué pequeño es Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa!

Ahora bien, es imposible no pensar mal y suponer que quizás Calderón Hinojosa fue como empleado de alguna empresa de energía, como Avangrid, de la que fue (no sé si siga en el cargo) consejero.  Avangrid es una firma norteamericana de la que la española Iberdrola posee el 81 % de las acciones. En pleno debate sobre la reforma energética en México, no parece casual que Calderón haya ido a placear, o a cabildear, a la cumbre del medio ambiente. La hipótesis de que Calderón habría ido a Glasgow como cabildero de algún poderoso corporativo se fortalece con su declaración en el sentido de que puede haber minería a cielo abierto con “responsabilidad ambiental”.

“Haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit), su presencia en la COP26 es injustificada, en el mejor de los casos, o en el peor, como representante o cabildero de alguna poderosa empresa energética, es altamente preocupante. Ni en el mejor, ni en el peor de los casos, es una buena noticia para México: la experiencia nos demuestra que, a semejanza del rey Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro, todo lo que toca Felipe Calderón Hinojosa lo convierte en muerte.

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