No hay mal…

  • 0

Federico Anaya Gallardo

 

Que por bien no venga… Algo así debería estar recitando en estos días la burocracia dorada de la UNAM –si es que alguien en esas alturas aún desea reformar su vetusta institución. El daño causado por el escándalo de los plagios a nuestra “máxima casa de estudios” (desconfiemos de estos rimbombantes títulos) merecería una investigación profunda, abierta y con consecuencias serias. Pero si revisamos la opinión pública en este punto, encontraremos que poca gente cree que esa universidad estará a la altura del reto. Hace una semana te dije, lectora, que tengo para mí que la red de corruptos impunes que producía tesis de licenciatura en Derecho entre 1985 y 2015 nunca contó conque alguien como el marqués Sheridan viniese a destapar su cloaca. La gente deshonesta cuenta con la indecencia personal de todas las personas que les rodean. Suponen, aplicando otro dicho popular, que nadie escupe hacia arriba.

 

De hecho, la impunidad es difícil de vencer precisamente porque todos los hombres y mujeres son falibles: ó meten la pata, ó meten la mano, ó se marean en el poder, ó ignoran muchas cosas (empezando por la propia ignorancia). Los burócratas establecidos escudriñan a la persona recién llegada para encontrarle debilidades y defectos. A la primera oportunidad le ofrecerán ayudarle a la novicia para “superar” el obstáculo y empezarán a construir con ella una relación de intimidad en el secreto que le asegurará a los viejos su permanencia y a la neófita su iniciación. Y como todas y todos ya tienen cola que les pisen… a todos y a todas les convendrá guardar silencio (en Italiano le dicen a aquésto omertá).

 

¿Por qué Sheridan rompió el código de impunidad? Aventuro dos explicaciones. Una, porque la UNAM es una burocracia tan gigantesca que el marqués Sheridan no siente que le deba nada a la gente de Derecho –y mucho menos a la gente de la ENEP (¿ó ya es FES?) Aragón. Esto se explica también por la estructura feudal de esa universidad. No es lo mismo Filosofía y Letras que Derecho ó Economía –aunque las tres facultades compartan un mismo edificio en Ciudad Universitaria. De hecho, en el diseño arquitectónico original uno podía salir de la Biblioteca Central y caminar por los pasillos de los tres pisos atravesando las tres escuelas. En algún momento de los 1970s tapiaron los corredores. ¿Le importó a los “Señores-directores” que todos se dedicaban a las Humanidades y Ciencias Sociales? ¡Por supuesto que no! En lo único que los directores se consideraban iguales es en que son pequeños “jefes natos” de su facultad. (Hay uno grande: el “Señor-rector” es “jefe nato” de toda la UNAM –de acuerdo al artículo 9 de su anacrónica pero vigente ley orgánica.) Imagínate, lectora, qué piensan esos señores feudales de sus primas y primos en las “ENEP’s que ya son FES’s”…

 

Mi segunda hipótesis es que Sheridan simplemente no se dio cuenta que estaba escupiendo hacia arriba. Esto es más complejo de entender. En una sociedad cortesana, sus miembros no son plenamente conscientes de sí mismos. En la cúspide de ese orden social, el monarca (Luis XIV en el libro de Norbert Elias ó el “Señor-rector” en la UNAM de nuestros días) es infalible y legalmente incapaz de actuar mal (the king can do no wrong). Pero en el resto de los estamentos opera una ficción análoga. En la sociedad cortesana no se acumula dinero (capitalismo) ni poder (socialismo burocrático) sino prestigio. Y no hay “prestigio negativo”. Sería imposible –de hecho sería inconcebible– que una persona con cierto estatus cometa actos contrarios a lo que ordena la norma de ese estatus. Atención: en una sociedad cortesana no hay una ley para todos, sino que todas las leyes son privadas ó privativas, para cada estatus: son privilegios.

 

Perdóname tanta teoría, lectora, pero era necesaria para que tú y yo podamos analizar una muy interesante información publicada a raíz de la denuncia del marqués Sheridan contra el plagio de las cuatro tesis en el Affaire Esquivel Mossa. Esta información reveló que el paladín anti-plagio es él mismo reo de otro tipo de fraude académico. (Y no me mal entiendas, lectora: al marqués Sheridan yo le sigo agradeciendo/reconociendo el haber descubierto en público los plagios en el caso de la ministra Esquivel.)

 

Te cuento:

 

El día 27 de Diciembre de 2022 Polemón publicó un PDF con un amplio reportaje de César Huerta titulado “Guillermo Sheridan, el académico de la unam que no da clases” (Liga 1). El día 1 de Enero de 2023 el mismo medio lo puso a disposición de modo directo en su portal (Liga 2). En resumen, Huerta documenta que Guillermo Humberto Sheridan PRIETO, Investigador C de Tiempo Completo de la UNAM, “no imparte una sola clase a estudiantes”. Más grave, durante las últimas ¡dos décadas! este investigador ha estado sistemáticamente ausente de su lugar de adscripción académica, el Instituto de Investigaciones Filológicas, a través de una cadena de licencias con goce de sueldo, comisiones con goce de sueldo, comisiones con pago parcial y años sabáticos.

 

Lo anterior es evidentemente contrario al Estatuto del Personal Académico de la UNAM, que en su artículo 2 claramente señala como obligación de sus académicos “impartir educación … para formar profesionistas, investigadores, profesores universitarios y técnicos útiles a la sociedad”. Esto es tan sólo el primero entre cuatro actividades esenciales. Las otras tres son: la investigación, la extensión de los beneficios de la cultura (vinculación) y la participación en la dirección y administración de la universidad (gobierno académico). En el artículo 4 de este Estatuto se explica que hay tres tipos de personal académico: (1) “técnicos académicos”, (2) “ayudantes de profesor o de investigador” así como (3) “profesores e investigadores”. Cosa relevante: las reglas del Estatuto para profesores e investigadores son exactamente las mismas –con la única excepción de los profesores de asignatura en los que se entiende que en principio no realizan tareas de investigación. Pero el marqués Sheridan no es profesor de asignatura, sino investigador de tiempo completo con el máximo nivel salarial (“C”)… y precisamente por ello es que goza del Año Sabático como prestación académico-laboral.

 

Pero no te aburro con el Derecho, lectora. Mejor te presento una perla sociológica: la respuesta del marqués Sheridan a la acusación de cobrar en la UNAM sin trabajar. Sheridan no se refirió directamente a lo publicado por Polemón sino sólo a una mención del presidente López Obrador en su contra. Su Señoría el marqués no es tonto y busca evitar un duelo directo con quienes han hecho su tarea –¡igual que él en el Affaire Esquivel Mossa! Pero es obvio a quién responde cuando escribe: “Según algunos opinionantes y revistas con las que la presidencia tiene amoríos (ignoro si ilícitos), soy un ‘aviador’ que cobra en la UNAM sin trabajar.” (Liga 3.)

 

Importa el tono de la respuesta. El marqués Sheridan nos explica que “deb[e] responder. Pero no tanto por mí como por la UNAM, que es sagrada, y a la que no se debe insultar”. “Sagrada”, sí. Leímos bien lectora. Sheridan nos introduce a un mundo mágico –justo aquél en el que the king can make no wrong. E inmediatamente afirma: “que sí trabaj[a] y que así lo certifican las muchas comisiones de pares y autoridades que anualmente revisan [sus] informes y proyectos”. Y entonces nos remite a la Base de Datos Bibliográfica de Humanidades y Ciencias Sociales HUMANINDEX y nos expone brevemente su obra publicada.

 

Sus 35 libros escritos entre 1985 y 2021, más cinco preparados en 2022 (tres ya publicados y dos en prensa); y sus nueve ediciones críticas en las que recupera materiales de archivos y hemerotecas de las plumas de López Velarde, José Juan Tablada, Jorge Cuesta, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Ignacio Chávez, Efraín Huerta y Octavio Paz suman 44 volúmenes que demuestran ampliamente la vocación intelectual y culta del marqués Sheridan. Lo mismo sus “42 artículos, 44 capítulos de libro y cinco ensayos en memorias de congresos”. Eso no lo ha puesto en duda nadie, ni siquiera Polemón –cuya lista de comisiones con salario incluyen precisamente trabajo en acervos del extranjero. El problema es que el marqués no realiza docencia –la primera de las actividades esenciales del personal académico de la UNAM. Tampoco ha participado en el gobierno académico de su universidad.

 

Pero Sheridan se reconoce como personal académico. Esto lo demuestra su propio artículo, cuando el marqués escribe que –aparte de sus libros y ensayos– ha escrito “otra decena de libros son de divulgación cultural, tarea que también pide la UNAM a sus académicos”. Por lo mismo, los legos y comunes podemos preguntar al marqués: ¿Y la docencia? (Y la burocracia de la UNAM debiese preguntar si alguna vez Sheridan ha sido parte de su gobierno académico –que también es su obligación.)

 

En resumen, el marqués Sheridan no refuta a sus críticos. Al contrario, reconoce que no da clases. Pero el desparpajo con que lo dice no es cinismo. Es algo peor. Sheridan realmente está ofendido. Efectivamente cree que él ha cumplido a cabalidad con todas sus obligaciones con la UNAM. Por eso insiste en su obra escrita. No esconde el hecho de que no da clases. De hecho, sugiere que si las diese no habría podido ser tan un escritor tan exitoso. The marquis can do no wrong.

 

Y en esto Sheridan se revela de cuerpo entero como un conservador. Nos ofrece sus decenas de libros como prueba de pertenencia a la noblesse de robe/académiciennee. Nos explica, aterrado de nuestra supina ignorancia que él y su estamento tienen la función de pensar y escribir, recitar y analizar poesía, discernir las verdades y meditar sobre la sociedad… y son pocos, porque no hay muchos como ellos. Por lo mismo, criticarlos es contravenir el orden heredado y probado bueno por centurias. Aparte, la altísima calidad de su producción literaria está perfectamente probada en comités de pares (… de gentes que son pares de Su Señoría el marqués Sheridan).

 

Y precisamente por esto es que Sheridan se salta, ignora, no entiende, ¡ni menciona su obligación de docencia! Porque esta es un acto esencialmente desinteresado: la persona profesora transmite a las y los jóvenes conocimientos que podrían hacer de esas chicas y chicos sus iguales. ¡Dios les libre!

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

Sheridan, el académico de la UNAM que no da clases | PDF

 

Liga 2:

Guillermo Sheridan, el académico de la UNAM que no da clases

 

Liga 3:

https://www.eluniversal.com.mx/opinion/guillermo-sheridan/bitacora-de-vuelo-y-respeto-la-unam

México: la guerra y la paz
Atrás México: la guerra y la paz
Juan Rulfo, transformador de la literatura
Siguiente Juan Rulfo, transformador de la literatura
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *