Rocafuerte y la diplomacia mexicana

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Federico Anaya Gallardo

 

La semana pasada, lectora, te conté de un guayaquileño llamado Vicente Rocafuerte (1783-1847), quien fuera embajador de los Estados Unidos Mexicanos en Londres (1824-1829) y luego el segundo presidente de la República del Ecuador (1834-1839). Colaboró con Miguel de Santamaría (1789-1837) quien había nacido en Veracruz pero fue diputado constituyente en Bogotá en 1821 y luego el primer embajador de la Gran Colombia en México (1822-1824) por nombramiento de Simón Bolívar (1783-1830). La hermana de Vicente, Gregoria Rocafuerte, estaba casada con el último capitán general español en Guatemala, Gabino Gaínza (1750-1829). Gaínza y Gregoria Rocafuerte habían combatido del lado realista en Chile, pero en 1814, cuando vieron que era imposible vencer a los patriotas, Gaínza había firmado a nombre de los realistas el Tratado de Lircay con Bernardo O'Higgins. Una de las ofertas era que los chilenos tendrían representación en las Cortes de Cádiz. En los días en que Gabino y Gregoria peleaban y negociaban con los chilenos, Vicente era –precisamente– diputado a Cortes. Él y los liberales exaltados de Cádiz proponían más autonomía para los ciudadanos americanos del imperio español.

 

Vuelvo a mencionarte hoy a Rocafuerte, lectora, porque puedes ver que era parte de una élite política continental y trasatlántica en la cual un guayaquileño representa a México ante la Corte de Saint James; un veracruzano a Gran-Colombia en ciudad de México y el cuñado español del guayaquileño hace la paz en Chile con los independentistas. Los miembros de esa élite escribían libros políticos y financiaban periódicos en México, Filadelfia, Habana, Bogotá, Caracas, Madrid y París. Todos eran ilustrados y en general, liberales. Buena parte fueron federalistas. La mayoría apoyaron la organización de escuelas para toda la población.

 

Más interesante aún: todos ellos (y varias ellas cuyos nombres no hemos registrado bien) pertenecían a sociedades secretas que se organizaban para traducir libros, imprimir panfletos… y liberar presos. El guayaquileño Rocafuerte fue parte de la conspiración que logró el escape del regiomontano más alucinante y famoso de aquél tiempo: Fray Servando Teresa de Mier (1763-1827). El fraile heterodoxo estaba en San Juan de Ulúa desde que la Expedición del euskerra Francisco Xavier Mina había fracasado en las serranías de San Luis Potosí y Guanajuato. Junto a Rocafuerte, a la fuga de Fray Servando ayudaron de una forma ú otra el oaxaqueño Carlos María de Bustamante (1774-1848), el dominicano Jacobo de Villaurrutia (1757-1833) y el duranguense Miguel Fernández y Félix (alias Guadalupe Victoria, 1786-1843).

 

Libre ya Fray Servando, él y Vicente Rocafuerte pasaron casi un año (1821-1822) en Filadelfia: “durante su estancia … se hospedaron en casa de Manuel Torres, quien era el agente de [Gran] Colombia en los Estados Unidos y decidido republicano. Durante los meses siguientes establecieron contactos con importantes dirigentes empresariales y políticos en Filadelfia y en Nueva York, y escribieron artículos periodísticos y tratados políticos para ser leídos en la América española”, según nos reporta Jaime E. Rodríguez O. en un artículo de 1997 para la revista Historiografía Mexicana de la UNAM. (Liga 1.)

 

Yo empecé a leer de Rocafuerte por consejo de Jorge Aguilar Mora (1946-2024), quien me acogió en sus clases de la Universidad de Maryland y en su mesa en tiempos de mi exilio académico a orillas del Potomac (1991-1995). Jorge me subrayaba lo bien conectada que estaba esa élite criolla latinoamericana a ambos lados del Océano Atlántico y cavilaba mucho acerca de su fracaso final. Los criollos en América lograron la independencia de las antiguas provincias españolas en este continente, me decía Jorge, pero no lograron consolidar proyectos de Nación estables. Jorge sugería que aquél fracaso tuvo que ver con la incapacidad de esa exitosa élite internacional para conectarse de modo abierto, razonable y respetuoso con los pueblos explotados de Nuestra América.

 

Creo que ya imaginas a dónde voy, querida lectora.

 

A dos siglos de las aventuras de Rocafuerte, Fray Servando et al., sus herederos ideológicos son los varios proyectos progresistas latinoamericanos. Igual que en el 1800, estos proyectos están en comunicación constante, pendientes de la lucha por la liberación en cada una de las repúblicas de nuestro hemisferio. Pero, contrario a la generación Rocafuerte, el progresismo latinoamericano de hoy ha tejido alianzas y mantiene comunicación a nivel de base en cada una de las sociedades de Nuestra América.

 

Jorge Aguilar Mora sabía de esto y estaba orgulloso. Parte de su obra fue hacer sentido del compromiso de su hermano David quien se unió a la guerrilla guatemalteca y murió en esas trincheras. Jorge le dedicó a David su Cadáver lleno de mundo (1971) y su numen le acompañó en la escritura de Una muerte sencilla, justa y eterna (1990). Evelyn, la compañera puertorriqueña de Jorge, con fiereza defendía en nuestras charlas la identidad y autonomía de su isla natal.

 

Enrique Dussel Ambrosini (1934-2023), filósofo argentino nacionalizado mexicano, recordaba en 2019 (Liga 2) una de las experiencias más hermosas de su vida. En 1995 había sido invitado a dar un “un curso en el aula magna de la antigua, pública y centenaria Universidad [Mayor] de San Andrés [en La Paz, Bolivia], ante unos 700 entusiastas estudiantes sobre las cuatro redacciones de El capital, de Karl Marx”. Don Enrique rememoraba que “los estudiantes [le] informaron que estaba encarcelado un joven revolucionario, pareja de una compañera mexicana, que fui a visitar por solidaridad”. La pareja de presos estaba formada por la matemática Raquel Gutiérrez Aguilar (n.1962) y por Álvaro García Linera (n.1962), quien luego fuera vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia (2006-2019) junto al aimara Evo Morales Ayma (n.1959).

 

La visita de Dussel ocurrió cuando nadie imaginaba que estudiantes radicales como Raquel y Álvaro ó dirigentes indígenas como Evo alcanzarían el poder en su país. Dussel les visitó en la cárcel de la que saldrían dos años más tarde (1997) mediante un habeas corpus –sin que el gobierno boliviano de la oligarquía lograse probarles los cargos. Pero en aquélla ocasión Dussel también dio una conferencia en El Alto, la inmensa ciudad-perdida que domina la zona más elevada de la capital boliviana. Allí le presentaron a una organización indígena aimara: Los ponchos rojos. Te dejo el recuerdo de Dussel, querida lectora:

 

“[M]e invitaron a dar unas exposiciones sobre Política de la Liberación... Recuerdo la acogida y el diálogo con aquellos aguerridos compañeros. Al final de los actos … me indicaron que habían decidido invitarme, atendiendo al contenido de mis exposiciones, a ser parte de la comunidad de los Ponchos Rojos. … Fui entonces investido de esa alta dignidad. Fue para mí un gran honor, y recuerdo que expresé: ‘Este poncho es más importante que un doctorado en Harvard’.”

 

Así lo escribió el profesor que visitaba estudiantes en la cárcel no sólo por imitar al gran Hegel, sino porque reconocía que las y los perseguidos políticos son el anuncio de las buenas causas. El relato que hoy recuerdo lo publicó Dussel en La Jornada del 19 de Noviembre de 2019. Don Enrique mismo lo explicó la causa eficiente de su recordar: “Evo Morales es acogido por la voluntad generosa y valiente del pueblo mexicano que está comenzado a ejercer un nuevo liderazgo entre las naciones latinoamericanas en vista de su Segunda Emancipación, a la que se encamina la Cuarta Transformación, ahora no ya de España o Portugal, sino de Estados Unidos, como nos sugirieron José Martí y José Carlos Mariátegui.”

 

Dicho todo lo anterior, lectora, tú y yo podemos contestar ahora varias preguntas indignadas de Héctor Aguilar Camín en Es la Hora de Opinar del 8 de Abril de 2024. El director de Nexos se preguntaba preocupado: “—¿Qué es toda la telaraña de relaciones políticas, personales, del gobierno, del presidente López Obrador, con esos… digamos, tejidos de la Izquierda bolivariana, de la Izquierda correísta, de la Ola Rosa? … ¡¿De cuántos caprichos está hecha la política exterior del presidente  López Obrador?! … ¡Ya lo declararon persona non-grata a él en el Perú! ¡A la embajadora en el Ecuador! Bueno… ¡Está camino de algo parecido con Milei! ¿De qué se trata todo esto? ¿Y cuáles son las redes que están tejidas en medio de que le da asilo a no sé cuántos ecuatorianos le ha dado, a no sé cuántos cubanos…? ¡A ver! ¡¿Cuál es la telaraña latinoamericana del presidente López Obrador?!” (Liga 3, minutos 46:45 a 48:25.)

 

Respondamos primero que son efectivamente telarañas, pero como la telaraña tojolabal que las comunidades indígenas de Las Margaritas, Chiapas, tejieron a partir y alrededor de sus cooperativas y organizaciones en los años 1970s y 1980s –para crear un primer autogobierno indígena en su región. Sólo que ahora los hilos de la organización cruzan las fronteras de los Estados creados por los criollos decimonónicos y organizan la solidaridad popular desde abajo. Aguilar Camín se espanta que los movimientos populares y de Izquierdas puedan establecer ligas y redes de solidaridad. (Ver el vídeo de su intervención importa mucho lectora. Realmente verás cómo desespera don Héctor al denunciar esa telaraña que tanto le incomoda.)

 

Según Aguilar Camín y Zuckermann el número de asilados ecuatorianos es “una barbaridad”. La Jornada reportó el 7 de Abril de 2024 que entre 2019 y 2022 se había dado asilo a poco más de una decena de exfuncionarios de Correa. (Liga 4.) La mesa de Zuckerman hiló juntos el rescate de Evo Morales ante el golpe de Estado de 2019, junto con el apoyo a Pedro Castillo en el Perú cuando el congreso de Lima lo destituyó en 2022 y ahora, con el Incidente de Quito. De hecho, Jorge Castañeda Gutman sugirió que el presidente ecuatoriano Daniel Noboa tenía buenas razones para suponer que México trataría de extraer por la fuerza al excanciller Jorge Glas Espinel. (Liga 3, minutos 43:40 a 44:20.)

 

Responsamos a nuestros preocupados conservadores de Es la Hora de Opinar que la telaraña de solidaridad con los movimientos progresistas de Latinoamérica no se organiza a partir de caprichos de un hombre, sino del mandato constitucional de nuestra política exterior. Tanto la autodeterminación de los Pueblos como la promoción de los derechos humanos implican respetar las decisiones democráticas y por lo mismo, oponerse a golpes de Estado y a los regímenes autoritarios y oligárquicos.

 

Por supuesto, si a la Derecha mexicana no le gustan esos principios, puede organizarse, ganar las elecciones y obtener la mayoría constitucional para cambiarlos. Yo creo que ni al desesperado Aguilar Camín, ni al cínico Jorge Castañeda les alcance la popularidad para eso. Y si algo nos enseñan las andanzas de Rocafuerte, Fray Servando y compañía, yo creo que la Izquierda nuestroamericana volverá a ganar esta partida en este siglo.

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/317_03/317_03_04_08_VicenteRocafuerte.pdf

 

Liga 2:

https://www.jornada.com.mx/2019/11/15/opinion/018a1pol

 

Liga 3:

https://www.youtube.com/watch?v=JBN5jLJGFeE

 

Liga 4:

https://www.jornada.com.mx/2024/04/07/politica/005n1pol

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