Motivos para el optimismo

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Los próximos dos años son electorales, por lo que es de esperar que sean tiempos difíciles, complejos, de encono, descalificaciones, agudización de las luchas políticas y promesas de campaña lanzadas a mansalva y con poca, o nula, responsabilidad. Por otra parte, el escenario nacional sigue marcado por los efectos de la pandemia, la violencia, la militarización no solo de la seguridad pública, el déficit en materia educativa, un insuficiente y deficiente sistema público de salud, los asesinatos de ambientalistas y defensores de los derechos humanos, la depredación ambiental (Tren Maya incluido), las crecientes importaciones de maíz y otros productos de la canasta básica, problemas ambientales derivados del cambio climático (como el estrés hídrico en vastas regiones del país), una profunda crisis en materia de derechos humanos expresada en la violencia de género, los femicidios, los asesinatos y agresiones contra periodistas, la impunidad indeclinable y el creciente número de personas desaparecidas que se suman a las más de 108 mil que hay en el país. Añada usted el fenómeno global de la inflación y el magro crecimiento económico proyectado y, por si fuera poco, prácticamente queda solamente el año 2023 para que los proyectos de gobierno cristalicen y los compromisos se cumplan. Es decir, los próximos dos años no auguran escenarios favorables para la gran mayoría de la población.

Sin embargo, incluso en estas difíciles circunstancias, hay motivos para el optimismo, no muchos, tal vez, pero sí creo que al menos son sólidos. Para citar a Gramsci (a quien se le atribuye la frase, pero al parecer es del escritor francés Romain Rolland) si el “pesimismo del intelecto” es inevitable, el “optimismo de la voluntad” es poderoso. En esta última colaboración de 2022 comparto con usted algunos de mis motivos para el optimismo en el año que despunta. De ser el caso, invito a usted a compartir los motivos de su optimismo; quizás coincidamos, quizás no, pero, en cualquier caso, poner en común nuestras razones, causas y motivos, puede ser un ejercicio que sostenga la esperanza.

En primer lugar y aunque parezca obvio decirlo, los procesos electorales en puerta son, al final del día y pese a las pasiones y arrebatos que despiertan, coyunturales, pasajeros; independientemente de los resultados, la actividad política no se reduce a las elecciones ni el país se va a ir al caos si gana, o pierde, tal o cual candidato o partido. México es mucho más grande y fuerte que las elecciones, por lo que un motivo de optimismo es saber que el país va a resistir los resultados electorales, cualesquiera que sean, y que la democracia profunda es una tarea para construir cotidianamente desde las escuelas, los centros laborales, los ejidos, los barrios, las comunidades, etc. Reducir la democracia a las elecciones y éstas a la competencia entre partidos, que suelen hacer fétidas alianzas y presentar candidatos de pésima reputación, es un error muy grave con altos costos para el país. Ni la democracia se limita a las elecciones, ni las elecciones deben quedar en manos exclusivamente de los partidos.

Relacionado con el punto anterior, un segundo motivo de optimismo es constatar que, pese a todas las adversidades, la pobreza y la violencia, en una gran parte del país el tejido social resiste y aún más, construye nuevas formas de organización, de lucha y participación en los asuntos públicos. Desde las organizaciones en defensa de los territorios, contra los megaproyectos y el extractivismo, las organizaciones sindicales y populares y su lucha por preservar su autonomía, hasta los proyectos de economía solidaria, en los que, por cierto, destaca la moneda comunitaria del norte de Veracruz, el Túmin, es innegable que la capacidad de resiliencia en nuestro país es de raíz profunda y con proyección de futuro.  Sin olvidar, desde luego, a las comunidades autónomas y rebeldes del zapatismo de Chiapas que son la mejor expresión del México profundo y su enorme poder para construir utopías posibles.

Un tercer motivo de optimismo es la creación artística, cultural y científica que hay en nuestro país. A pesar de no contar con los apoyos suficientes e inclusive, con miles de trabas y problemas, la actividad artística, cultural y científica persiste, resiste, construye, propone, de allí la importancia de girar la vista hacia las y los creadores para constatar que su trabajo es una fuente prácticamente inagotable de creatividad y, por lo tanto, de posibilidades futuras. Más que a los artistas, creadores y científicos consagrados, hay que mirar a los jóvenes, a los marginales marginados, a las mujeres y sus propuestas desde la perspectiva de género, a la creación en los barrios y las colonias pobres, al arte popular y sus múltiples expresiones. La enorme capacidad creadora es la mejor expresión de la potencia imaginaria que late y vibra en nuestro país.

La salud del periodismo crítico, independiente y comprometido, como esta mi casa Rompeviento TV, es un cuarto motivo de optimismo. Frente al enorme poder de los medios de comunicación y el periodismo hegemónico e institucional, poco a poco se han ido abriendo brecha proyectos independientes de comunicación que han logrado, no sin grandes complicaciones y muchos esfuerzos, constituirse como alternativas ciudadanas de enorme valía. Por supuesto, estos proyectos alternativos no serían posibles sin el invaluable apoyo de miles de personas que, como usted, siguen las publicaciones, los programas, las investigaciones, los noticieros y en general, la producción generada en el periodismo independiente. Una de las manifestaciones más claras de la salud del periodismo independiente es el noticiero Momentum, producto de la alianza entre Pie de Página y Rompeviento TV. Gracias a las audiencias, a su presencia cotidiana y a sus contribuciones, los medios independientes han logrado sobrevivir en un escenario muy difícil, e inclusive han logrado crecer y alcanzar a más personas. Estas audiencias han derivado en comunidades que exigen un periodismo crítico y comprometido y representan, sin duda alguna, el mayor soporte de los medios autónomos y alternativos.

Finalmente, a pesar de las adversidades y los turbios escenarios que se avistan en el próximo año, encuentro un quinto motivo para mantener un moderado optimismo: la alegría. Frente a la necropolítica del poder, la violencia, los feminicidios, la militarización, en pocas palabras, frente a la muerte y sus secuelas, las clases y sectores dominados oponen resistencias múltiples signadas por la alegría, el humor, la chacota, la burla, la imaginación, el desmadre, para decirlo en mexicano puro. Frente a la presencia brutal y contundente de Tánatos, la fuerza vital e imaginativa de Eros. Frente a la delincuencia organizada, sus amenazas, sus extorsiones, sus asesinatos y desapariciones, la lucha constante y vital de los familiares de desaparecidos y desaparecidas, la organización popular y desde abajo y la resistencia que baila, canta, escribe proclamas y poemas. Frente a los militares, sus reglas, sus uniformes, sus jerarquías y su poder de muerte, los colectivos (y colectivas), su alegría, su desmadre, su alteridad y su poder de vida.

No me queda más que desear a usted y su familia unas felices fiestas y que el optimismo y su alegría nos acompañe en el año por venir.

Nos encontramos nuevamente el 9 de enero.

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