Minerales: ¿de la Nación mexicana?

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Violeta R. Núñez Rodríguez[1]

 

“No es necesaria la nacionalización [del litio] porque de acuerdo a la Constitución, en el Artículo 27 se establece el dominio de la Nación sobre los recursos naturales que están en el suelo y en el subsuelo” (López Obrador, 2020). Estas fueron las palabras del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para asegurar que los minerales son “de la nación mexicana” y “de todos los mexicanos”. Pero, ¿realmente es así? Podemos contestar esta pregunta analizando brevemente cuál es el destino de los minerales y qué dicen la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley Minera.

 

  • El destino de los minerales

 

He indicado que en sólo 28 años se ha extraído del territorio mexicano siete veces más de oro y casi el doble de plata que lo que se extrajo durante los trescientos años que duró la Colonia (https://www.rompeviento.tv/el-oro-blanco-de-quien-es-el-litio-en-mexico-2/). No olvidemos que el proceso colonial constituyó por siglos parte del proceso de acumulación originaria, origen y fundamento del capital. Junto con esta intensa extracción, las exportaciones también han aumentado de una manera impresionante, llegando a crecer en 900 % (véase Gráfica 1). Solamente se da un descenso en el marco de la caída internacional del precio de los minerales, pero la tendencia es que las exportaciones vuelvan a crecer.

 

Así, al crecimiento de la extracción, correspondió el aumento de las exportaciones, lo que hace posible afirmar que estamos extrayendo los recursos naturales, los minerales, para abastecer la demanda del mercado mundial. Es decir, con los datos de las exportaciones, queda claro que la actividad minera no sólo es para el mercado interno.

 

Ahora, dado que la extracción minera se concentra en el oro, plata y cobre (véase Cuadro 1), un dato contundente es que del total de oro producido en México durante 2018 (no retomo la cifra de 2019, porque todavía es preliminar), el 80 % se exporta. Por su parte, del total de la plata, cerca del 70 % también tiene como destino otra nación; y un dato extremo, es lo que ocurre con el cobre, de cuya producción total prácticamente casi nada se queda en México (véase Gráfica 2). Esto quiere decir que la “Nación” es vista y concebida como un gran contenedor de materias primas para satisfacer las necesidades de otras naciones, a donde se dirigen los llamados “minerales de la nación”. Al respecto, no olvidemos que México es el principal productor de plata en el mundo, y si nuestra nación exporta una parte fundamental de lo que extrae, quiere decir que somos el principal “contenedor” y abastecedor mundial de esta materia prima. Pero, ¿a dónde se dirigen estos minerales?

 

 

El principal destino de los minerales mexicanos es Estados Unidos, con más del 55 %; le sigue China, con el 18 %, lo que implica que una parte fundamental de estos recursos, el 73 %, se dirige tan sólo a dos naciones (véase Gráfica 3); dos naciones que, no está demás decirlo, son las principales potencias económicas mundiales. Es a ellas a las que abastecemos. Podríamos decir, en un análisis centro-periferia, que México, siendo parte de las periferias del mundo, transfiere la riqueza minera a los países centrales, o dicho de otro modo, a las metrópolis o a los imperios. Esto no corresponde a la concepción de nación, en el sentido que expresó el presidente. Por el contrario, muestra que nos seguimos engarzando a la lógica capitalista mundial, como parte de los países exportadores de materias primas.

 

 

Aunado a esto, una proporción significativa del origen del capital que se invierte en el sector minero mexicano no es nacional. El 40 % corresponde a otros países, principalmente Canadá y Estados Unidos (véase Gráfica 4). En concordancia con esto, más del 40 % de la producción minera (participación porcentual en valor) corresponde a capital extranjero (véase Gráfica 5). Así, esto también implica que una fracción relevante de la producción no pertenece a México, ya que el origen del capital no es nacional. Esto no significa que las empresas mexicanas dejen su producción en la nación, y aunque así ocurriera, las ganancias que de ellas se derivan son privadas. Pero esto ha sido posible porque se permitió el arribo masivo de las empresas extranjeras a la industria minera, lo cual tampoco corresponde al concepto de nación. Por el contrario, se evidencia que el capital “no tiene fronteras”, y que irá a donde sea necesario, con tal de seguir su lógica de acumulación y de ganancia.

 

 

 

Un dato adicional, que es sumamente importante, para discutir qué papel juega la nación mexicana en función de los requerimientos, en específico, de los Estados Unidos, es la dependencia de los minerales que tiene que importar, algunos en su totalidad y otros en fuertes proporciones. De acuerdo con el U. S. Department of the Interior y U. S. Geological Survey, esta nación del norte importa de México 15 minerales, de los cuales es dependiente. Esto significa que hay varios minerales de la nación mexicana que para Estados Unidos son estratégicos, entre ellos, flourita, grafito, estroncio, bismuto, zinc, plata, barita, cromo, oro, magnesio, selenio, cobre, perlita, sal y plomo (véase Gráfica 6), porque no los tiene en su territorio o los tiene en forma insuficiente, o por la idea de dejar de producir a nivel nacional, a partir de la concepción de las ventajas comparativas. En este sentido, la extracción de estos minerales en México tiene como objetivo satisfacer las necesidades de este país del norte. Pero si esto no fuera suficiente, veamos qué dice la reglamentación.

 

 

 

  • Qué dicen la Constitución y la Ley Minera

 

El artículo 27 constitucional estipula que

 

Corresponde a la Nación el dominio directo… de todos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la industria. (Cámara de Diputados, 2021)

 

Así, este histórico artículo constitucional deja en claro que el domino de todos los minerales corresponde a la Nación, como lo resalto en negritas. Sin embargo, desde el año 1992, la Ley Minera, ley reglamentaria del artículo 27 constitucional, establece que la exploración y explotación de los minerales se realizará mediante concesiones mineras. Estas concesiones, que actualmente comprenden más de 24 mil títulos, amparando 16 millones de hectáreas (SE, 2020), le dan todo el poder a las empresas, no sólo sobre el terreno concesionado, sino sobre los minerales extraídos.

 

Al respecto, en varios de sus artículos, la propia Ley Minera le da ese poder a las empresas que detentan esas concesiones, entre ellos, el famoso artículo 6, que establece que “la exploración, explotación y beneficio de los minerales o sustancias a que se refiere esta Ley son de utilidad pública, serán preferentes sobre cualquier otro uso o aprovechamiento del terreno” (Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, 2014). Es decir, la actividad minera será preferente sobre cualquier otra en el terreno concesionado. Esto implica que si hay una actividad agrícola, ganadera, forestal, u otra, la minería estará por encima de ella. Pero, de manera más contundente, el artículo 19 indica que las concesiones mineras confieren derecho a (ver lo que se resalta en negritas):

 

  1. Realizar obras y trabajos de exploración y de explotación dentro de los lotes mineros que amparen;

II.- Disponer de los productos minerales que se obtengan en dichos lotes con motivo de las obras y trabajos que se desarrollen durante su vigencia;

III.- Disponer de los terreros que se encuentren dentro de la superficie que amparen…

  1. Obtener la expropiación, ocupación temporal o constitución de servidumbre de los terrenos indispensables para llevar a cabo las obras y trabajos de exploración, explotación y beneficio, así como para el depósito de terreros, jales, escorias y graseros, al igual que constituir servidumbres subterráneas de paso a través de lotes mineros;
  2. Aprovechar las aguas provenientes del laboreo de las minas para la exploración o explotación y beneficio de los minerales…;

… VI.- Obtener preferentemente concesión sobre las aguas de las minas para cualquier uso diferente a los señalados en la fracción anterior… (Cámara de Diputados, 2014).

 

Es decir, la concesión les da el derecho a las empresas de disponer de los productos minerales, del agua, y de la totalidad de los terrenos; y si hubiera algún impedimento, también tienen el derecho de la expropiación, ocupación temporal o de la constitución de la servidumbre de los terrenos que les sean indispensables. Aquí, nuevamente valdría la pena preguntarnos si esto significa que los minerales sean del “dominio de la nación”. Lo que leemos en el artículo, y en general en la Ley Minera, es que quienes detentan los títulos de concesión disponen de los minerales, lo que implica que no son de la nación.

 

Pero, esto no es algo nuevo. Lo vivimos en el porfiriato y desde antes de que naciera la nación mexicana, durante la Conquista y la Colonización. Al respecto, Miguel León-Portilla (1959), en la Visión de los vencidos, donde rescata algunas narraciones de pueblos indígenas durante la Conquista, evidencia el inicio de este acontecimiento. El texto indica: “Al entregar a los españoles numerosos objetos de oro, los mexicas se complacen en pintarnos cuál fue la reacción de los forasteros: ‘se les puso risueña la cara... como si fueran monos levantaban el oro... como unos puercos hambrientos ansiaban el oro...’". Pero ese era sólo el inicio, los relatos expresan que “después de haber saqueado la ciudad, tomaron los españoles para sí el oro y plata, y los señores la pedrería y plumas y los soldados las mantas y demás cosas”. Para lograrlo, expresaron, “Cortés requirió por todas partes y aún sometió a tormento a los señores mexicas para obtener de ellos el oro y los demás tesoros que poseían ellos desde tiempos antiguos” (León-Portilla, 1959). Esto duraría tres siglos. Sin embargo, para muchos, este saqueo, que inició hace 529 años, continúa, y en el escenario se vislumbra que persistirá, porque México sigue siendo un “paraíso minero”.

 

 

[1] Profesora-investigadora de la UAM-X.

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