Claudia Soriano Segoviano. Psicoterapeuta Gestalt y Psicocorporal.
Facebook: Psicoterapeuta Claudia Soriano Segoviano
Email: [email protected]
Las consecuencias de exigirse demasiado
“Camina lento, no te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo”.
José Ortega y Gasset
Es difícil y muy pesado querer cumplir con las demandas de tu vida haciéndolo todo perfectamente bien. Desde la infancia hay una tendencia de los adultos cercanos, a reconocernos, valorarnos y amarnos por las cosas que hacemos bien, lo cual nos va haciendo creer de que sólo así seremos queridos y aceptados.
En muchos casos esto va haciéndonos crecer con la sensación de que debemos hacer todo perfectamente bien y cumplir con todas las expectativas que los demás tienen sobre nosotros, con lo que podemos caer en una exigencia constante y convertirla en nuestra forma de vida, la mayoría de las veces a costa de nuestro propio bienestar. El exigirnos demasiado se puede fácilmente convertir en una forma de auto maltrato.
Las personas que se exigen demasiado quieren controlarlo todo, y les cuesta mucho delegar, cargando así con un enorme peso. Quieren hacer todo de manera perfecta en todos los ámbitos de su vida, viviendo así con mucho miedo de fallar o cometer errores, en un estado de tensión permanente.
La autoestima de quienes viven queriendo cumplir con todas las demandas y actividades de la vida de esta manera, está determinada por la creencia de que sólo así seguirán siendo valiosos. Aunque sientan que están siendo rebasados por la situación, se resisten a reconocerlo y a pedir ayuda a los demás, pues eso supondría un signo de debilidad.
La excesiva auto exigencia trae consigo un constante estado de ansiedad y preocupación, el cual no se quiere mostrar o reconocer ante los demás, por lo que lo ocultan fingiendo que todo está perfectamente bien en sus vidas, para no ser criticados o rechazados. Este fingir constante es una carga y una exigencia más.
El exigirnos cumplir con todas las responsabilidades que nos imponen y que nosotros mismos nos imponemos, nos va llevando a un agotamiento físico, mental y emocional del cual a veces no somos conscientes hasta que nos desplomamos, porque literalmente ya no aguantamos más.
Este desplome puede resultar verdaderamente aterrador ya que perdemos el sentido de ser quienes éramos, sentimos que ya no valemos y que los demás dejarán de querernos y aceptarnos, y muy probablemente enfermamos y caemos en una depresión profunda, de la cual puede ser difícil salir.
Algunas de las señales que nos indican que estamos a punto de ser rebasados por vivir de esta manera son principalmente: extremo cansancio físico, mental y emocional, insomnio, irritabilidad, dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes, falta de claridad y un actuar de manera mecánica sin sentir una verdadera motivación de hacer lo que hacemos, entre otras.
Si te identificas con lo que has leído, es importante que reconsideres tus prioridades, que te tomes tiempo para ti mismo, que aprendas a relajarte, que aprendas a pedir ayuda sabiendo que eso no te hace débil, al contrario, esa es una verdadera fortaleza. Cada una y cada uno de nosotros es perfecto en su imperfección y vulnerabilidad. El reconocer esto y mostrarlo nos permite ser apoyados y les permite a los demás acercarse.
No es fácil dejar la auto exigencia excesiva, sin embargo es posible, y es en beneficio tuyo, y aunque no lo creas de quienes te rodean.
Somos seres humanos, con fortalezas y debilidades, con virtudes y defectos, reconocerlo y aceptarlo trae una enorme sensación de tranquilidad. Es muy diferente dar lo mejor que uno tiene y hacer las cosas lo mejor posible sin obsesionarnos con los resultados. Y si las cosas no salen como hubiéramos deseado, aprender, seguir adelante y crecer con ello.
Si te reconoces con un alto grado de exigencia que está afectando tu salud y quisieras aprender a irte desapegando de esta situación, con mucho gusto puedo acompañarte. Sólo mándame un mensaje de whatsapp al 5522558651 para platicar y hacer una cita.
