La Tribu Yaqui: un Pueblo y su lucha. Tercera Parte

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Por Jano Valenzuela

Para Rompeviento TV desde el digno Territorio Yaqui

 

En las entregas anteriores de esta serie de textos sobre la lucha de la Tribu Yaqui, he intentado construir una analogía en torno a la interpretación histórica de la 4T, que divide la historia de México en cuatro grandes transformaciones sociales: la Independencia, la Reforma, la Revolución y el proceso histórico-político en curso. Esta periodización responde a la realidad si hablamos estrictamente de la historia de la formación del Moderno Estado Mexicano. Sin embargo, estos textos pretenden mostrar una historia crítica desde un lugar distinto de enunciación: la realidad concreta y material de la vida del Pueblo Yaqui.

Interpretada así la historia, la primera gran transformación que padece el Pueblo Yaqui es la llegada a su mundo del mundo europeo. Esta etapa concluye hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX.  Este período implica una profunda transformación de la realidad del Pueblo Yaqui operada mediante el intento de dominación espiritual y la dominación económica ejercida por la Compañía de Jesús hasta 1776, cuyas consecuencias son palpables objetivamente.

Uno de los efectos materiales de este proceso en la región fue la conformación inicial de un orden social y económico orientado por las leyes del mercado e inserto estructuralmente en las lógicas de funcionamiento global del sistema-mundo moderno, vientre de un capitalismo embrionario regional, que habría de nacer y desarrollarse plenamente a partir de mediados del siglo XIX. Así, la explotación del Trabajo Vivo Yoreme es el origen del desarrollo de las primeras explotaciones mineras en el noroeste, fundando así un sistema productivo orientado por el valor mercantil. Este tipo de sociedad produjo en poco tiempo una división social del trabajo altamente estratificada, con una estructura de clases determinada racial y sexualmente, con una clase dominante conformada por unas élites político-empresariales de las burguesías comerciales, industriales y terratenientes.

La segunda gran transformación de la vida de la Tribu Yaqui comienza a gestarse en la Independencia, pero se afirma definitivamente con el triunfo del juarismo liberal eurocéntrico. Esta etapa histórica atraviesa su momento más oscuro durante el régimen porfirista, y concluye definitivamente con el decreto presidencial cardenista que le restituye al Pueblo Yaqui una parte de su territorio ancestral y el 50 % de las aguas contenidas en la presa La Angostura. Es una era de franca expansión del Capital, principalmente norteamericano, impulsada por el naciente Moderno Estado-Nación liberal mexicano.

Para comprender la compleja realidad del Pueblo de la Tribu Yaqui durante todo este proceso colonial y poscolonial, es necesario observar la forma en que esta se relaciona con la Totalidad del Sistema-Mundo Moderno. Esto obliga a hacer una lectura geopolítica. El centro neurálgico del sistema mundo no es fijo, se desplaza territorialmente. En el siglo XVI, el centro del sistema mundo era el imperio español. Hacia los siglos XVII y XVIII, el centro del sistema es disputado por Países Bajos, Francia e Inglaterra, que finalmente se consagra como el centro hegemónico a partir del siglo XIX.  La pérdida de la hegemonía por parte de España le hace incapaz de sostener de forma viable su presencia imperial en el “nuevo mundo”, donde las nuevas élites de las aristocracias criollas comienzan a disputarle a la Corona Española la sede del poder político.

En México, como sabemos, el levantamiento popular de la revolución de Independencia, encabezada por Miguel Hidalgo, es rápidamente cooptada por las élites político-empresariales criollas. Estas élites, divididas ideológicamente entre federalistas y centralistas, y posteriormente entre liberales y conservadores, se disputan la hegemonía del poder político y económico. Durante toda la primera mitad del siglo XIX, entre invasiones imperiales francesas y estadounidense, las élites criollas se disputan la administración del naciente Moderno Estado Mexicano.

La ideología capitalista del dogma liberal europeo, defendida por las burguesías comerciales, industriales y terratenientes, se consagra finalmente como la ideología dominante del Moderno Estado Mexicano a partir del triunfo del liberalismo juarista tras la Guerra de Reforma, inaugurando con esto las bases de una relación semicolonial de dependencia económica con los Estados Unidos. Las implicaciones que esto tendrá para los pueblos originarios en general, y para el Pueblo Yaqui en particular, serán inmensas, brutales, criminales, inhumanas, salvajes y genocidas.

El gobernador liberal sonorense Ignacio Pesqueira, de origen criollo, educado en Europa hasta su juventud, crea en 1858 la Junta de Colonización del Yaqui y Mayo, cuyo objetivo era la venta y privatización del Territorio Yaqui a inversionistas extranjeros, desatando un alzamiento Yaqui que se prolonga hasta 1861. En 1867 el gobernador Pesqueira, con el respaldo del presidente Benito Juárez, retoma la guerra contra los Yaquis provocando la masacre de la Iglesia de Santa Rosa de Lima, en el Pueblo de Bácum. Toda la década siguiente, el régimen liberal del General Pesqueira ejerce una violencia criminal contra el Pueblo Yaqui.

Con la llegada al poder de Porfirio Díaz, la ideología liberal permanece como núcleo del pensamiento político del Moderno Estado Mexicano y se recrudece la violencia ejercida en contra de los Pueblos originarios con el fin de imponer y expandir el moderno mercado capitalista en todos los rincones del territorio, un Moderno Estado-Nación abocado en la afirmación del Moderno Mercado Capitalista mundial.

Durante el régimen porfirista, la expansión del mercado capitalista y la colonización territorial fueron políticas de Estado. En 1883 se emitió el Decreto sobre Colonización y Compañías Deslindadoras, mientras que en 1884 fue promulgada la Ley de Ocupación y Enajenación de Terrenos Baldíos. Echando mano de estas herramientas jurídicas, el Estado mexicano justificó y legitimó el robo de las tierras yaquis, así como las de otros pueblos originarios, destinadas a su mercantilización por medio de la ampliación de la frontera agrícola prevista para la producción capitalista de cultivos-mercancía para el mercado mundial.

Durante esos años y los siguientes, eminentes militares porfiristas, como los generales Manuel Oroz, Crispín de Santiago Palomares Borbón, Lorenzo Torres, Carlos Conant, entre otros, recibieron en propiedad privada partes del ancestral Territorio Yaqui. Entre 1887 y 1897 el programa de Colonización se amplía y la apropiación capitalista avanza exponencialmente. Los militares que combatieron a Cajeme y a Tetabiate se van apropiando poco a poco del Territorio Yaqui.

En 1890, a través del Proyecto de Colonización de la Secretaría de Agricultura y Fomento, el gobierno federal le entrega a Carlos Conant Maldonado, político porfirista y empresario minero de origen mexicanoamericano, la concesión de 300 mil hectáreas del Territorio Yaqui para hacerlas productivas construyendo infraestructura hidráulica, canales de derivación y otras obras. El objetivo no fue alcanzado en ese momento histórico a pesar de que Conant se asoció con capitalistas estadounidenses para formar la empresa Sonora & Sinaloa Irrigation Company, en 1899.  Para 1904 el proyecto fracasa habiendo deslindado y comercializado 8 mil de las 300 mil hectáreas concesionadas. Al año siguiente, Conant vende la compañía a inversionistas americanos, formándose así la Compañía Constructora Richardson, que compra la concesión de las 300 mil hectáreas que habían sido originalmente otorgadas a Conant. Para el año 1909 la Richardson había ya comercializado 12 mil hectáreas. Una vez asegurada la colonización y el control de la tierra, la Compañía Constructora Richardson consiguió la concesión para explotar también los escurrimientos del Río Yaqui por medio de la construcción de obras de riego. El proyecto de la empresa consideraba la construcción de la presa La Angostura, seis mil km de canales y 22 mil compuertas de control.

El 20 de noviembre de 1910 comienza la revolución maderista. Para el 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz y su vicepresidente, el sonorense Ramón Corral, renuncian a sus cargos. En ese momento asume funciones como presidente interino Francisco León de la Barra, hasta ese momento Secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno porfirista, y antes, Cónsul en Estados Unidos, legislador federal y gobernador de Querétaro. Su interinato dura desde el 25 de mayo hasta el 6 de noviembre de 1911. En ese corto periodo de transición entre el porfirismo y el maderismo, León de la Barra nombra como Secretario de Fomento, Colonización e Industria a Rafael Lorenzo Hernández, primo de Madero. Fue este burócrata bisagra quien firmó la revalidación del contrato de la concesión de la empresa Richardson para continuar el proceso de despojo del Territorio del Pueblo Yaqui.

Con la institucionalización del nacionalismo burgués, representado por los poderosos sonorenses Álvaro Obregón Salido y Plutarco Elías Calles, comienza a gestarse la tercera gran transformación del mundo del Pueblo de la Tribu Yaqui, que verá la luz definitivamente a partir del decreto cardenista.  Sobre eso elaboraremos en las reflexiones de la próxima entrega de esta serie de textos sobre la lucha y resistencia del digno Pueblo Yaqui.

Culmino esta entrega con un llamado a la sociedad para que acompañe la exigencia del digno Pueblo Yaqui de la Loma de Bácum por la inmediata liberación de Fidencio Aldama, preso político por defender su territorio, así como por la aparición con vida de los diez compañeros desaparecidos de manera forzada el pasado 14 de Julio. Yo los nombro:

Eladio Molina Zavala, Fabián Sombra Miranda, Fabián Valencia Romero, Martín Hurtado Flores, Leocadio Galaviz Cruz, Juan Justino Galaviz Cruz, Braulio Pérez Sol, Benjamín Portela Peralta, Gustavo Acosta Hurtado y Artemio Arballo Canizales.

#PorqueVivosSeLosLlevaron

#VivosLosQueremos

#FidencioAldamaLibreYa

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