La opción del voto nulo

  • 0

Las preferencias electorales que se dejan ver a través de las encuestas no dejan lugar a dudas: el ganador de la contienda del próximo junio será el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Inclusive, aunque sucediera algún evento catastrófico en términos electorales, el voto duro de MORENA hace que su triunfo sea prácticamente irreversible. Tres factores son decisivos en esta victoria cantada: en primer lugar, la estructura misma del partido que le permite desplegar con amplitud una red de operadores políticos, promotores del voto y representantes de casilla que quizás ningún otro partido tiene; en segundo lugar, el voto duro tanto de su militancia como de muchas personas que están convencidas del proyecto de la 4T, y que no necesariamente son o han sido beneficiadas por los programas sociales de esta administración; en tercer lugar, porque la oferta política de la oposición es miserable, añeja, inverosímil y con candidaturas que no representan una alternativa. Así que quienes afirman que las urnas hablarán en junio a favor de MORENA tienen toda la razón, la pregunta es ¿qué tan fuerte será esa voz?

Es bien sabido que en las elecciones intermedias el abstencionismo suele ser elevado, mucho más que en elecciones presidenciales, por lo que no sería nada extraño que la voz de los votos de MORENA sea menos potente a la de los votos sumados de la oposición y del abstencionismo. Este escenario es predecible, sin embargo, hay otro actor colectivo que en este momento es poco claro y, por lo mismo, su peso electoral es difícil de estimar. Me refiero al voto nulo, que, al menos por algunos comentarios leídos en las redes sociales, estaría ganando terreno en las últimas semanas, y en la jornada del 6 de junio posiblemente se exprese con mucha fuerza en las urnas.

Como bien sabemos, el voto nulo tiene peso en el porcentaje global de la participación electoral, aunque no sea definitivo en la distribución de votos que obtiene cada partido o coalición. A diferencia del abstencionismo, que puede ser por convicción de la inutilidad de las elecciones, por abulia política, por desconfianza de las autoridades electorales, por imposibilidad de emitir el voto o por las razones que sean, el voto nulo, cuando la anulación es consciente y no producto de un error, es un mensaje claro que se envía a partidos, coaliciones y candidatos(as): ninguna opción nos satisface, ninguna de las alternativas está a la altura de nuestras expectativas y exigencias.

De acuerdo con comentarios publicados en redes sociales, hay suficientes motivos para acudir a la cita del 6 de junio y anular el voto. Destacan, entre otros, que muchas personas que en 2018 votaron por MORENA hoy no se sienten bien representadas, si no es que francamente decepcionadas: por las candidaturas de mujeres y hombres con muy reciente pasado en otros partidos (chapulines); por los pleitos internos del partido, ventilados a los cuatro vientos; por las políticas en materia de ciencia, tecnología, arte y cultura (eliminación de fondos y fideicomisos, iniciativas de ley, parlamentos “abiertos” que hacen oídos sordos a las críticas y las propuestas); por la gestión de la pandemia y la vacunación; y de manera particular, por la cerrazón mostrada por el presidente López Obrador ante movimientos sociales que no están en su agenda de gobierno, o que al menos y por las evidencias, no son fundamentales: colectivas feministas y mujeres en general que no han sentido empatía del presidente hacia sus demandas y reivindicaciones, pueblos y comunidades en defensa de sus  territorios contra los megaproyectos (Tren Maya, Proyecto Integral Morelos, Corredor Transístmico), agrupaciones de defensoras y defensores de derechos humanos y de búsqueda de desaparecidos y desaparecidas, entre otros. Quizás la gota que ha derramado el vaso de la decepción morenista ha sido la obcecación en mantener a toda costa la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero.

La (esperada) ratificación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio ha caído como balde de agua helada en muchas personas (mujeres, sobre todo, pero hombres también), que tenían la expectativa de que MORENA rectificaría y postularía a otro candidato o candidata. No fue así, se privilegió el formalismo depositado en la encuesta, antes que los reclamos de cientos, de miles de mujeres que hicieron suyas las voces de las víctimas de agresión sexual del autonombrado “Toro sin Cerca”. Si bien es cierto que Salgado Macedonio no ha sido juzgado por los supuestos delitos de los que se le acusa y, por ende, la presunción de inocencia del hoy candidato está intacta, el mensaje que MORENA envía a todo el país (no solo a los electores de Guerrero, ni a las mujeres en particular) es ominoso: antes que dar crédito a las mujeres denunciantes, se apuesta por un hombre con un perfil estridente (por decir lo menos) acusado de violación. El mensaje es claro: se recompensa la lealtad política de un hombre, desdeñando las denuncias y las voces de las mujeres que han cuestionado la candidatura de Félix Salgado Macedonio.

Es difícil establecer cuántos votos le costará a MORENA la candidatura del presunto violador, pero al menos como hipótesis es factible suponer que no serán pocos. Muchas personas, reacias a dar nuevamente su voto a MORENA o a alguno de sus partidos satélites, tampoco están dispuestas a cambiar de opción política por alguno de los partidos tradicionales, hoy en la oposición: PRI, PAN, PRD, por separado o en coalición. Al descartar a MORENA y a cualquiera de las alternativas ofrecidas por la oposición, solamente quedan dos posibilidades: la abstención o la anulación del voto. Creo que muchos electores irán a las urnas para anular su voto.

Por otra parte, están los electores que en 2018 optaron por las candidaturas del PRI, el PAN o el PRD, y que ahora no se sienten representados por esas organizaciones, pero que tampoco están dispuestos a dar su voto a las y los candidatos de MORENA o de alguno de los partidos que orbitan en torno al partido en el poder. No se trata del voto duro de estos partidos (ese es fiel, por convicción ideológica o por conveniencia personal, o por alguna otra razón), sino de gente que decididamente no votaría nunca por MORENA y que, ante la pobreza de las propuestas y la ausencia de liderazgo de la oposición, tal vez prefiera anular su voto.

Será interesante observar si los votos nulos de esta elección representan un porcentaje superior al de la elección de 2018 (2.7%). Por supuesto, no pueden ser comparables porque la del 18 fue elección presidencial, sin embargo, sí puede ser un parámetro para tomar el pulso de las opciones políticas y el comportamiento del electorado. El triunfo de MORENA es inminente y aunque la oposición logre algunos triunfos municipales, en elección de gobernador (Querétaro, quizás Sinaloa) y poco más de un tercio de las 500 curules para la cámara baja, lo más interesante será observar hacia donde se decanta el voto de los electores indecisos que, de acuerdo con las encuestas, actualmente es de aproximadamente un tercio del electorado. Es posible que muchos se inclinen por la anulación, lo que enviaría un contundente mensaje a todos los partidos políticos. ¿Serán capaces de escuchar el mensaje?

Las izquierdas y los pactos patriarcales
Atrás Las izquierdas y los pactos patriarcales
Ley Minera: la legalización del despojo
Siguiente Ley Minera: la legalización del despojo
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *