La estrategia del avestruz

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Ricardo González Bernal

Coordinador del Programa Global de Protección de Article 19

@R1card0G0nzalez

La estrategia del avestruz

Aunque no existe prueba empírica de que las avestruces esconden la cabeza en agujeros para evadir una amenaza, la imagen se encuentra en el imaginario colectivo para describir la actitud errante de quien no quiere enfrentar lo que está pasando. La estrategia de la evasión, seguida de la táctica de la negación difamatoria, ésta parece ser la guía de acción del Estado mexicano en cuanto al escrutinio internacional en materia de derechos humanos.

El andamiaje internacional de los derechos humanos, tiene como piedra de toque la colaboración entre Estados y organismos internacionales, para garantizar el avance progresivo de los derechos humanos. Aunque las repercusiones de la cerrazón de un Estado a cooperar son evidentes, la idea parte de un hipótesis bastante simple: en todos los Estados existen situaciones y prácticas que requieren ser perfeccionadas; lo cual requiere una aproximación del apoyo y solidaridad de la comunidad internacional.

Si bien este tipo de cooperación tiende a ser compleja, la realidad es que la regla en general es que los gobiernos tienden a mantener los canales de comunicación abiertos y así garantizar la cooperación. Sin embargo, la cerrazón gradual del Estado mexicano ha sido una característica evidente de la administración del presidente Enrique Peña Nieto. Como en muchos otros casos, esta estrategia de evasión de las responsabilidades en materia de derechos humanos ha sido implementada de manera indirecta, echando mano de críticas sin sustento y los cuestionamientos de las voces aliadas al gobierno para sembrar la duda respecto a las verdaderas intenciones de los mecanismos internacionales y regionales encargados de impulsar el respeto progresivo de los derechos humanos.

Cuestionar la independencia, profesionalismo y capacidad de representantes temáticos de los mecanismos de protección de derechos humanos. Promover la sospecha de que existe un complot internacional en contra del gobierno. Estigmatizar y difamar a las organizaciones que colaboran con la comunidad internacional aportando información. Son algunas de las tácticas recurrentes de países cuyo historial de derechos humanos es vergonzante como Sudán, Zimbabwe, Egipto, Venezuela, Myanmar, Camboya, Bielorrusia y ahora también México.

La situación es grave, más allá de la vergüenza que implica para mexicanos y mexicanas pertenecer a este grupo de países con gobiernos autoritarios y retrógradas. Como es de esperarse, estos países que utilizan la estrategia del avestruz se encuentran sumidos respectivamente en diversas formas de crisis de derechos humanos.

En el caso específico de México, la estrategia del avestruz deja entrever cuál es la verdadera opinión que tiene el gobierno del presidente Peña Nieto respecto a la situación por la que atraviesa el país. Pareciera que lo que para muchos es una crisis de derechos humanos, para la administración peñista es un asunto de percepciones, es decir, un asunto sujeto exclusivamente a una estrategia proactiva de relaciones públicas y propaganda.

A nadie conviene que el gobierno mexicano siga el camino hacia el aislamiento. La magnitud de la crisis por la que atraviesa México requiere de todo el apoyo posible para atender de manera efectiva la situación. Percibir la presión internacional sobre el tema como extensión de la política partidista u opositora, resulta sumamente peligroso. Además que regresaría el país a los años más oscuros del régimen priista.

Abrirse al escrutinio y cooperación internacional en materia de derechos humanos, no es muestra de debilidad, al contrario, es un signo inequívoco de un gobierno capaz de enfrentar grandes retos en beneficio del país que gobierna. Negar la realidad es señal de un régimen decrépito y anacrónico. Ninguna sociedad o persona merece esto.

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