La 4T y el 4P: un verdadero poder

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Esthela Treviño

@etpotemkin

Rompeviento TV, 26 de julio de 2022

 

Dos cosas imperan en el discurso y en la práctica de los simpatizantes de la 4T. La primera es una actitud acrítica, casi suplantada por una reacción de contraataque, por el propio presidente López Obrador y sus muchos incondicionales, incluyendo intelectuales, académicos, profesionales; no son pocos: siguiendo la lógica de AMLO, como mostraré más adelante, son como 58 millones de seguidores y apoyadores de la 4T. Por eso destaco a la mayoría, los de la 4T.

La segunda, derivada, quizás, de lo anterior, es ese vicio —o ceguera si se prefiere— de ver o pensar que todo es anti o pro: obradorista-antiobradorista; lovers o haters; conmigo-o-contra-mí. No parece caber la posibilidad de que alguien no sea antiobradorista por no ser obradorista; de que alguien sea crítico y no ser un odiador, o de derechas, o conservador fifí. «Los que critican al presidente son de derechas», comentario cotidiano en los distintos chats de las redes sociales. Repiten el discurso del propio presidente. Y sí, opinólogos, periodistas, comentaristas de medios independientes, también se suman a esta ceguera.

«Si no eres obradorista entonces ¿qué eres?». Me retó un interlocutor. «Ningún ísta», le respondí. Lo dejé pensando con un ejemplo fuera de la escena política. De entre las enseñanzas del Buda dio una muy importante: no creer en lo que dice solo porque él lo dice. El Buda instó a quienes lo buscaban a no seguirlo a él sino las enseñanzas; insistió en que cada quien tiene que determinar si las enseñanzas son verdaderas o no con el estudio, el conocimiento y la experiencia. «Ser budista es una chamba» le dije. Les dejo la anécdota.

 

Los Medios y la Mañanera

Ciertamente, hay medios tradicionales como El Universal y Reforma que exhiben una línea tendenciosa hostil al presidente. Asimismo, podría decirse que una mayoría de sus colaboradores tomaron el estandarte de lanceros, no de opositores; ven con un solo ojo y lo enfocan maliciosamente para construir una historia donde el justo medio no existe, bueno, ni el justo ni el medio. Medios como Televisa y Milenio, medio escrito y televisivo, tienen gente adversa al presidente, no la totalidad. La Jornada, en cambio, es clara simpatizante de la 4T, o de López Obrador. La Octava digital tampoco es un medio antagónico al presidente.

Por otro lado, hay medios y/o programas cuasi periodísticos o informativos independientes como Sin Censura y Sin Máscaras, algunos marcadamente obradoristas o amlovistas —hay quienes se autodenominan amlovers—; otros, si bien simpatizantes de Obrador, son Críticos, con mayúsculas, como Rompeviento TV, Astillero Informa. La Crítica no los hace antiobradoristas. Sin embargo, cuando hacen algún señalamiento crítico una buena parte de la audiencia tacha a sus respectivos conductores o colaboradores de derechas, o que ya se derechizaron, y todo ese tipo de florituras.

Una nota, casi al margen: de expresidentes, de cómicos y otros personajes racistas y clasistas, que hay muchos, y que por ello solo repiten leperadas y propagan ponzoña porque son ampliamente superados por un macuspano que llegó a la presidencia de la República, no desperdiciaré tinta, ya dije bastante.

Del otro lado, por su fuerza y popularidad hay que hablar de la fuente de donde emana otra historia construida o que se va construyendo, la de López Obrador. Y más que justificable porque se ha confeccionado como ejemplo a seguir de lo que debe ser un político o líder de las causas del pueblo. Por ello, y porque con un poder enorme, el político de la 4T en la Presidencia y el mediático a través de las Mañaneras, no es poco poder para influir; por supuesto, para manipular también.

 

El 4º Poder y la 4ª Transformación

Hoy más que nunca atestiguamos que los medios de información o comunicación, a los que se suman las redes sociales, son el cuarto poder, el 4P. Y si alguien ha sabido capitalizar ese 4P es el presidente, muy en particular a través de las Mañaneras, que no son solo informativas. Audiencias forzosas unas, gustosas otras, pero audiencias cautivas ambas. Los medios tradicionales no pueden ignorar lo que se dice y presenta en las Mañaneras, sea el presidente de sus simpatías o no, a diferencia de quienes sí pueden simplemente no verlas o escucharlas.

Es desalentador, por decir lo menos, ver no solo que no se ha contribuido o propiciado tener una sociedad más Crítica, con mayúscula —en el sentido abordado en un artículo mío anterior publicado en este mismo espacio— sino que ante cualquier comentario, pregunta u opinión que se antoje desfavorable o potencialmente dañina o incómoda, se propicia un escenario que se convierte en un lanzallamas de denuncias por «conservadores», «son ataques a nuestro proyecto», diría López Obrador, «odiadores», «solo ven lo malo» dirán sus fieles incondicionales. Me hago eco de la propuesta de Fernando Buen Abad vertida en un tuit:

«La actividad inteligente llamada “crítica” ha sido reducida a torneo de chapuzas, burlas o ironías. Se confunde el debate con el pleito. Es urgente diferenciar y re-politizar a la crítica para que sea instrumento de construcción y superación de errores y faltantes».

López Obrador ha sido, en buena medida, una voz que ha alentado a través de su propio ejemplo esas actitudes acríticas y polarizantes. Ejemplos, hay muchos. Uno de los más recientes, el de la Mañanera del viernes 22 de este mes donde, sobre el tema de la inflación afirma que se está controlando y que, aunque aumenta, los aumentos son pequeños y menores a los de otros países. Pero luego añade: “Desde luego, no queremos que haya incrementos de precios, y estamos trabajando en eso, pero ahí vamos. ¿Qué ventajas tenemos?» e intempestivamente dice: «eh...Porque también tengo que defenderme, eh...defender a nuestro proyecto» ¡si nadie lo atacaba!; pero entonces, la defensa: «Antes… o sea, porque hay algunos que piensan que, por ejemplo, la delincuencia, como ayer, que planteaban de que los desaparecidos, 100 mil en nuestro gobierno, como si la violencia hubiese surgido con nosotros por la manera en que manejan la información».

El mensaje es fuerte porque según él lo atacan con los desaparecidos, los ya más de 100 mil, pero no son sus muertos ni desaparecidos, la violencia no surgió con él. Y decir eso en Jalisco, el estado con más presencia de la GN, con un gobernador omiso que puede reclamar exactamente lo mismo. Y desestimar esa violencia, a los desaparecidos en su gobierno, porque no inició en su periodo es un acto deplorable, violencia, por cierto, que juró erradicar como una de sus promesas de campaña: “Desde el primer día de mi gobierno, no al mes, desde el primer día, los narcos cambiarán las armas por tractores y se convertirán en gente de bien, se los juro”. AMLO sabía el país, la situación que recibía. Pobre y lamentable escusa. Hay que enfocarse en las bondades de su gobierno, esos otros datos que no dan, según dijo en la misma Mañanera; los muertos y desaparecidos no son suyos. Y con la misma brusquedad regresa, o quiero pensar que regresa, al tema de la inflación, donde se aplaude por ese aumento al salario “como no se veía en más de 30 años”.

Recordemos también las durísimas palabras contra los jesuitas a quienes llamó injustamente hipócritas, al asumir equivocadamente que a Calderón nunca le reclamaron la violencia. También se le olvidó al presidente la relación que forjó con los jesuitas en Tabasco, cuando en 1988 conoció al padre Paco Goitia. En 1995 coinciden en la resistencia civil contra Pemex y coincidieron en otras luchas también (narra Carlos Heredia Zubieta, El Universal, 15/07/22). «A AMLO le hace falta reflexionar sobre esta situación, y humildad para escuchar a otros. Hoy no le gusta que nadie lo cuestione. AMLO se olvida de agradecer lo que otros le fueron aportando y ahora condena a los organismos civiles» le dice un líder campesino tabasqueño a Heredia Zubieta.

Como tercer caso, y representativo porque refleja su intolerancia al cuestionamiento y a la crítica, así como la polarización que fomenta, traigo a la memoria la intervención del director del INAH, Diego Prieto, en la Mañanera del 21 de junio de este año. Al final de su intervención, a Prieto le preguntan que si, por los hallazgos arqueológicos, habrá de cambiar o cancelar la ruta sobre el tramo 5 del llamado Tren Maya, el presidente literalmente le quita la palabra para decir “es muy sencillo de explicar”. Yendo a revisar la Mañanera encontramos que López Obrador emite un discurso de 26 minutos para apalear «la hipocresía del Reforma» y a quienes como este medio orquestan mentiras y amparos para que su proyecto del tren, o cualquier otro, no pueda realizarse. El Reforma y otros se han opuesto a todos los proyectos de AMLO, en el sentir del propio presidente.

Descalifica por anticipado a los expertos que, según su decir, no faltarán para seguir obstaculizando la construcción del Tren Maya y pregunta: “¿Cuántos expertos profesionales se formaron y vivieron al amparo del poder neoliberal en estos últimos tiempos?” y sorprende su respuesta porque ni Aguilar Camín ni Krauze son expertos arqueólogos o ambientalistas, los expertos en discusión detrás de los cuestionamientos en torno al ya infamado tren. Cito: “Miles, con Aguilar Camín, con Krauze. No capillas, sino catedrales de intelectuales, de científicos que eran los que recibían los premios, condecoraciones y muchos privilegios”.

Ya antes ha demeritado a los científicos, y la audiencia se ha volcado contra estos aduciendo las mismas opiniones que el presidente.

Entonces, los «miles de expertos» que se formaron en el periodo neoliberal, son descalificados por... ¿haberse formado en ese periodo? Dos, esos miles de expertos, ¿vivieron todos «al amparo del poder neoliberal»? Eso es lo que se lee en su discurso.

¿En qué periodo se formó López Obrador? ¿Dónde, en qué periodo se formaron todos los expertos, incluyendo los militares, de los que él ha echado mano para sus megaproyectos, y de los que utilizará para contrarrestar las protestas y amparos contra tramos o todo el Tren Maya? ¿No ha beneficiado él mismo a los propios neoliberales como Slim y Nestlé y otras compañías extranjeras? Temerario el presidente. Si lo cuestionan, «neoliberales, gozaron de privilegios, conservadores». Esta actitud la replican sus fieles seguidores, y es justamente lo que debería de desterrarse. Después de darle el espaldarazo a Nestlé pero la espalda a los caficultores que serán explotados o aniquilados por dicha compañía, no se entiende ya su distinción entre “conservadores” y “progresistas”.

En esos 26 minutos trae a colación a políticos de viejo como Salinas y Hank González. Desentierra a Maximiliano, a Porfirio Díaz, Hitler, Franco y Mussolini. De ese tamaño es la ira del presidente. Cito: “[...]el pensamiento conservador ahí está, es como el pensamiento fascista”. No es casualidad que mencione a dichos nefandos personajes, ¿verdad? Y deja una ambigüedad, deliberada o no, muy fuerte: el conservadurismo, al igual que el pensamiento fascista, persiste, o el conservadurismo se asemeja al pensamiento fascista, las dos lecturas posibles de la antedicha cita. Esta segunda lectura no es descabellada. En su primer discurso como presidente calificó a los conservadores de oligarquía neofascista.

López Obrador remata su intervención con la popularidad que goza del 68% según la encuesta que pide mostrar para «presumir», sus palabras. ¿Cuál es la relevancia y pertinencia de dicha popularidad para la discusión en mano? En seguida lo veremos. En cualquier caso, la respuesta que dijo ser muy sencilla nunca llegó. Este es un patrón en el presidente cuando quiere esquivar un tema; se va por las ramas de la historia o la autoalabanza.

En esa misma Mañanera da un argumento que confirma esa actitud polarizante. Esa intolerancia a que se le cuestione, o Critique con mayúscula. López Obrador razona que como tiene el 68% de aprobación, del 32% restante, el 26% están “en contra”, sus palabras, y hay un 6% de indecisos. Abro cita: “Si el padrón de ciudadanos es de 80, 85 millones, esos son 20 millones o un poco más, no es poca cosa. ¿De dónde van a salir los expertos que opinen en contra de nosotros? Pues hay muchísimos. Entonces, ese truco de ir a buscar expertos para que declaren y supuestamente con eso están haciendo un periodismo objetivo y profesional, pues es una patraña. Que se vayan a engañar más lejos”.

Para López Obrador todo es personal, en contra de él. Para él no cabe que se pueda oponer uno con argumentos, que bien pueden ser debatidos, a un proyecto, no a una persona. Para el presidente uno está con él o contra él. Y si buscar expertos de entre esos 20 millones es un truco, el presidente tiene uno mejor: buscar sus expertos de entre ¡casi 58 millones! de quienes son sus fieles apoyadores, según lo que se infiere de sus dichos. Pero ese argumento no lo ve AMLO.

En la mañanera de una semana después, del 28 de junio, a propósito del deplorable sistema de salud y en donde alaba y agradece a Teletón su buen corazón, vuelve a la cargada y dice: “hay como 20 millones de conservadores en el país que se sienten fifís”. Los 20 millones, ese 26% en su contra son conservadores fifís, sea lo que quiera decir «fifís». Bajo el mismo razonamiento, hay 58 millones a su favor, ¿pensará que de progresistas? La descalificación y la polarización, y la falta de una Crítica inteligente, transformadora son evidentes. Ese discurso no ha sido sano y cada vez genera más encono.

 

«En tanto método de transformación la crítica requi[e]re base científica. Eso implica precisión de problemas y temas, eludir chapuzas. Disponer [de] datos concretos, probados y consensuados. Requi[e]re didáctica, respeto y debate dignificante. Requi[e]re objetivamente, resultados y soluciones». Fernando Buen Abad

 

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