Historia de una lengua a muerte

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Esthela Treviño G. @etpotemkin

Rompeviento TV, 3 de marzo de 2022

 

En conmemoración por El día internacional de las lenguas maternas, en su 22º aniversario.

En homenaje al bangla

El lenguaje humano, además de ser parte de nuestra dote biológica es quizás el aspecto más importante de nuestra identidad y cultura. El lenguaje nos identifica; el lenguaje refleja nuestro pensamiento y modos de ver. El lenguaje va moldeando y se va moldeando según la realidad, percibida y construida o interpretada. Cuando una lengua muere se pierde todo eso. Cuando una lengua se extingue se pierde un pedazo del rompecabezas total del conocimiento del lenguaje humano, esa facultad mental, ese órgano del pensamiento, ese instrumento creador y de comunicación.

Poca cosa no es que se pierda una lengua, o que quede vulnerable porque el sistema va orillando a sus hablantes a abandonarla. Lenguas dominantes y dominadas, lenguas desplazadoras y desplazadas, lenguas imperialistas y subyugadas, hasta lenguas bully y oprimidas, son términos que se atestiguan en la literatura lingüística y en otros medios.

Muchos conflictos lingüísticos se han suscitado casi desde siempre. Conocemos crisis originadas por o alrededor del lenguaje incluso en este siglo que corre. Ha habido desde luchas pacíficas, hasta revueltas y pugnas prolongadas, algunas cruentas o que han derivado en batallas violentas. Entre las primeras podemos señalar la del catalán en la Península Ibérica a partir del franquismo; la de los hablantes minoritarios del okinawa vs. el japonés; o las minorías de la lengua sámi en Noruega, que ha logrado escapar de la extinción. La del aymara en Bolivia que recibe reconocimiento como una de las lenguas nacionales en la nueva constitución de 2009. En Colombia, donde la lengua oficial es el castellano, se aprueba en 2006 que las lenguas y dialectos de grupos étnicos minoritarios sean oficiales en sus territorios.

En México, nunca en sus legislaciones se ha establecido una lengua con carácter nacional u oficial, aunque el español sea la lengua nacional de facto. En 1981 el presidente José López Portillo crea la Comisión para la defensa del idioma español, comisión que desaparece en 1983, sin haber logrado objetivos de importancia. Es hasta 1992 que, al reformarse el Art 2 de la Constitución, se reconoce el carácter pluricultural de la nación mexicana; todas las lenguas, incluyendo el español, son lenguas nacionales.

De las crisis lingüísticas más violentas destacan las de Sri Lanka por los tamiles srilankenses y los innumerables sucesos en India, particularmente dese el siglo 17.

Precisamente por el 22avo aniversario de el Día Internacional de las lenguas maternas, centro mi relato en dos guerras entrelazadas donde el lenguaje fue un factor decisivo.

 

La controversia hindi-urdu

El urdu, lengua indo-aria de la India, “llega” al Subcontinente Indio con la invasión musulmana del imperio de los mughales (1526 -1707). Con la muerte del último emperador (Aurangzeb Alamgir) empieza el declive de la dinastía de los mughales hasta que se consuma con la independencia en 1857 y empieza la formación de los estados de la India.

En la India invadida por los mughales se creó el mito de que el urdu había surgido por la mezcla de lenguas como el persa, árabe, turco, y otras, con la lengua nativa local. Al urdu, según algunos cronistas, se le llamó musalmani pues se le consideró como creación musulmana.

Ahora bien, algunos eruditos sugirieron que el urdu surgió a partir del hindi, mientras que otros afirmaban exactamente lo contrario. Lo cierto es que el lenguaje se tornó en el factor principal de identidad, lo que dio lugar a pugnas intensas no solo entre los hablantes de urdu y hindi, sino entre gramáticos y otros eruditos, y entre políticos y las clases dominantes. Con la caída de los mughales inicia la batalla de los hindus por deshacerse de la lengua de los musulmanes.

La lengua oficial de las cortes mughales era el persa mientras que el urdu era la lingua franca. Los mughales denominaron a India como Hind o Hindustani, gracias al río Indus del norte de la India. La lengua, por consiguiente, se denominó hindi o hindustani y esta fue la chispa que desató el conflicto: había una lengua “hindi” (hindi) con la escritura nāgarī, ancestro de la devanagari y, otra, el “hindi” (urdu) con la escritura persa. Algunos sabían que era una única lengua, o dos dialectos de una lengua; una adoptó más términos del persa y su escritura y, la otra, términos del sánscrito y su escritura.

Después de la guerra de independencia en 1857, con la caída de los mughales y cuando la ira de los británicos cayó sobre los musulmanes, los hindus empezaron a ver al urdu como una lengua de los invasores y, a la postre, consideraron propicio el momento de destronar al urdu. Asimismo, lo que atizó aún más la disputa fue la política contradictoria en India del norte que, en 1860, alentaba, por un lado, el uso tanto del urdu como del hindi en el sistema educativo, al tiempo que excluía el uso de la escritura nāgarī para propósitos oficiales. La competencia por puestos gubernamentales entre estudiantes de las dos lenguas ponía en clara desventaja a los que aprendían en hindi.

En 1867, fecha en la que surge lo que se conoce como la controversia hindi-urdu, los hindus de Benares (hoy Varanasi) solicitaron al gobierno reemplazar el urdu por el hindi y la escritura persa por la devanagari, pero se encontraron con una tremenda resistencia por los musulmanes-urdus. Sobra decir que se formaron varios movimientos urdu y hindi a fines del siglo 19 y principios del 20. Fue un periodo de intensos ires y venires de calificaciones y descalificaciones entre los proponentes del urdu-escritura persa vs. aquellos del hindi-escritura devanagari.

La Liga Musulmana, con el conflicto en su apogeo, vio al urdu como un símbolo de la herencia musulmana y como la lengua de todos los musulmanes indios.

Para la ideología de la corona británica colonialista (que rigió en India entre 1857 y 1947) era muy útil argüir que India no era una nación sino un conglomerado de pueblos distintos, cada uno con su lengua, religión y costumbres. No sería posible, entonces, una lengua unificadora. La corona británica se vio como la cúpula bajo la cual estos pueblos podían prosperar. Eso agudizó la división entre hindis y urdus sobre todo por la animadversión de los británicos hacia los musulmanes; en efecto, algunos gobernadores británicos de distintas regiones, y regidores locales, empezaron a prohibir y a desterrar el urdu de las instancias gubernamentales, hasta entrado el siglo 20.

Gandhi mismo se adhirió a la causa hindi y se unió a un movimiento literario hindi (Hindi sahitya sammelan). No obstante, Gandhi cometió el error de acuñar el término “hindustani” para abarcar la lengua de los hindu y los musulmanes; no habría, entonces, ni urdu ni hindi. A Gandhi lo apoyaron literatos, historiadores, juristas y de otras disciplinas, pero los líderes del sammelan rechazaron dicha propuesta y Ghandi tuvo que separarse de ellos.

La batalla se resolvió, en última instancia, en el plano constitucional. De todos es conocido que imperaron quienes favorecían a Gandhi, es decir, la idea de una sola lengua hindustani. Esto llevó al fortalecimiento y adopción del hindi como lengua oficial.

 

¿La historia se repite? El bangla

Después de la independencia de India de la corona británica, los estados se reorganizan sobre la base de la diversidad lingüística. La distribución lingüística fue uno de los factores principales para restablecer los diferentes estados del país.

Como sabemos, en 1947 Pakistán se separa de la India después de una sangrientísima guerra. Los indios musulmanes se negaban a lo que suponían sería la intención de amalgamar su identidad musulmana y lingüística con la hindu. Y entonces Pakistán se constituyó en dos partes: Pakistán Occidental y Pakistán Oriental, separadas por 1,600 kilómetros entre sí.

A partir de 1947 surgen disturbios importantes en Pakistán Oriental, avivados por las intenciones de la Liga Musulmana, que gobernaba ambas partes, de hacer del urdu la lengua nacional. En noviembre de ese año, la Liga decidió unilateralmente eliminar de toda discusión la cuestión lingüística concerniente al bangla (endónimo de bengali), la lengua dominante de Pakistán Oriental. El primer Primer Ministro de Pakistán Liaquat Ali Khan declaró: “Pakistán se creó debido a la demanda de cien millones de musulmanes en el subcontinente y la lengua de cien millones de musulmanes es el urdu”.

A raíz de que el Comité de Principios Básicos de la Asamblea Constitucional de Pakistán presentara una recomendación en enero de 1952 para hacer del urdu la única lengua estatal, se forma un Comité de Acción Central del Lenguaje en Pakistán Oriental para luchar por el bangla. Dicho Comité decidió llamar a una huelga general, a realizar demostraciones y procesiones el 21 de febrero de ese año. Como era de esperarse, el gobierno prohibió toda manifestación, procesión o protesta en Dhaka (capital de Pakistán Oriental), pero los estudiantes de la Universidad de Dhaka y de otras escuelas desoyeron la prohibición y decidieron salir a las calles; fueron reprimidos brutalmente a bastonazos, con gases y con disparos. Sobra decir que a partir de ahí se agudizaron y crecieron las protestas en Pakistán Oriental.

El 21 de febreroekushe como se le dice en bangla— de 1952 anuncia el inicio de la larga batalla que culminó con la creación, en 1971, de Bangladesh. Una batalla que se dio por la identidad y por salvar una lengua materna, el bangla. Es por ello que las Naciones Unidas, en el año 2000, y a iniciativa de Bangladesh, declaró el 21 de febrero como fecha para observar el Día internacional de la lengua materna, en reconocimiento a la lucha por salvaguardar una lengua nativa.

 

Lengua oficial, nacional de India, Pakistán y Bangladesh

Hoy día la India no reconoce ninguna lengua como lengua nacional en su Constitución; en 2003, después de muchas modificaciones y de una constitución inicial que solo reconocía como lenguas oficiales al hindi y al inglés, y la escritura devanagari, decide declarar 22 lenguas bajo el rubro de oficiales.

Otro dato interesante en la historia de la India es que inmediatamente después de su independencia en 1947, se constituyó el Consejo Nacional de la Lengua al que el gran hijo de la India, nacido en una de las castas bajas por lo que sufrió discriminación en su niñez y juventud, el defensor de los oprimidos, prominente jurista, economista y escritor, B. R. Ambedkar, sugirió, en 1949, hacer del sánscrito, lengua que había estudiado, la lengua nacional de India, bajo el argumento de que era la madre de todas las lenguas de la India. También propuso que el inglés podría usarse como lengua oficial por un lapso de 15 años, al término de los cuales el sánscrito sería la lengua oficial.

Ambedkar logra que Nehru acceda a formar una Comisión del Sánscrito, la cual surge en 1956. Sin embargo, Ambedkar muere ese mismo año. No solo había, entre otros conflictos, un recelo por parte de los dravidas del sur, para quienes el sánscrito era una lengua invasora, sino que el sánscrito no es la lengua madre de todas las lenguas de la India, ciertamente no de las dravídicas; todo ello, desde luego, impidió que la propuesta prosperara.

Como ya sabemos, el urdu, la lengua de los musulmanes de la India, se convirtió en la lengua nacional y, junto con el inglés, es la lengua oficial del nuevo país Pakistán. Y en Bangladesh, el bangla —bengali— es tanto la lengua oficial como la nacional. Los tres países tienen una enorme riqueza lingüística; los tres países enfrentan lenguas en peligro de morir.

 

El peligro de muerte que afrontan muchas lenguas del mundo ha propiciado un esfuerzo más por parte de la UNESCO; este organismo proclama el decenio 2022-2032 como la Década Internacional de Lenguas Indígenas (IDIL-2022-2032, por sus siglas en inglés): “tiene como objetivo garantizar el derecho de los pueblos indígenas a preservar, revitalizar y promover sus lenguas, e incorporar la diversidad lingüística y los aspectos del multilingüismo en los esfuerzos de desarrollo sostenible”.

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