Hacer hablar al dinero

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Permítame hacerle unas preguntas: ¿el dinero habla? O, mejor dicho, ¿su dinero habla? Y si habla, ¿qué dice? Antes de que me tilde de loco por hacer unas preguntas absurdas, le invito a leer las siguientes reflexiones en torno a la economía, el dinero y las trayectorias sociales. Si después de leer este texto me señala usted como loco, asumo con total entereza el calificativo. Me parece de enorme relevancia hacer hablar al dinero, y escuchar lo que dice, por supuesto.

Pensar la economía significa debatir sobre lo público y sus implicaciones en todos los órdenes de la vida social, no solamente en el ámbito propio de esta disciplina, por lo que la discusión no puede, ni debe, ser potestad de iniciados y/o de egresados de universidades de alta alcurnia en la formación de economistas. La economía, o quizás sea mejor decir, las economías, son tan relevantes que exigen una amplia discusión tanto de legos como de doctos, en el entendido de que se trata de actividades sociales que inciden directamente en la vida de prácticamente todas las personas. Entonces, para pensar desde referentes que exceden lo que históricamente ha sido construido como su campo disciplinar, mi propuesta o sugerencia es hacerlo a partir del objeto en el que se construye el edificio de la economía y sus expertos: el dinero y su incidencia como determinante en las trayectorias sociales y biográficas de las personas. Buena parte de estas reflexiones tienen como telón de fondo los talleres que Mayra Ledesma y yo hemos realizado a lo largo de los años con estudiantes de la Universidad Veracruzana. A todos ellos, a todas ellas, nuestro agradecimiento.

Ahora bien, me refiero al dinero pero no en exclusiva al circulante, a las monedas y los billetes, sino en general a los bienes materiales en que la riqueza se materializa y la pobreza se manifiesta: propiedades, herencias, autos, terrenos, casas, departamentos, joyas, máquinas y herramientas, inversiones, capital cultural (como obras de arte, instrumentos musicales, pero también como formación académica y en otros saberes), capital simbólico (es decir, prestigio en la comunidad), capital social (las redes de relaciones), inclusive recursos provenientes de programas institucionales, como becas, pensiones y apoyos. Es decir, el dinero entendido en un sentido amplio como factor determinante en los procesos de ascenso y descenso social; en otras palabras, el dinero en tanto objeto de reflexión y análisis de las ciencias sociales en general, no solamente de la economía. En esta perspectiva, pensar el dinero es también pensar el valor, no solo ni en exclusiva de las cosas y las mercancías, sino fundamentalmente de las personas y del lazo social. Esta reflexión está ausente en la economía hegemónica de los “expertos”.

Al respecto, hace algunos años escribí: “… el mensaje de los expertos es algo así como “usted atienda sus carencias que nosotros construimos el argumento para legitimar su fracaso”. O al revés: “usted siga esquilmando, que los economistas construimos el andamiaje para que su robo sea visto como “generación de empleo”, o algo así” (https://www.rompeviento.tv/margensur-deseo-y-dinero/). Entonces, la propuesta es colocar al dinero en el centro de la discusión para reflexionar sobre su incidencia en nuestras biografías lo que significa, entre otras cosas, analizar los procesos de construcción de identidades sociales a partir de los ascensos y descensos de clase, las reconfiguraciones objetivas y simbólicas asociadas a la riqueza y la pobreza, las “neurosis de clase” como dice el profesor Vincent de Gaulejac (https://vincentdegaulejac.com/2021/04/27/la-neurosis-de-clase-2019/).

En otras palabras, la propuesta es hacer hablar al dinero, a través de nuestras trayectorias biográficas. Como lo he mencionado antes, esto es de lo que menos se ocupa la economía hegemónica, de allí que no es equivocado afirmar que el dinero históricamente ha sido un objeto socialmente impensado.

Hablar del dinero y hacer hablar al dinero a través de nuestros relatos de vida no es sencillo: lo que está en juego no son exclusivamente relaciones económicas sino complejos procesos subjetivos que inciden directamente en la producción, y en la destrucción, del lazo social. Inclusive, se puede construir la hipótesis de que el vacío en torno al dinero y su dimensión subjetiva está en el fondo de una buena parte del sufrimiento que padecen millones de personas en todo el mundo. Al respecto Axel Capriles señala que “el papel que a principios de siglo (XX) jugó la sexualidad en la psicología de Sigmund Freud ha sido usurpado, en la actualidad, por el complejo del dinero”.

La metodología que hemos utilizado para hablar del dinero, y para hacer hablar al dinero, consiste en re-construir las genealogías de las personas participantes en los grupos de implicación-investigación identificando los procesos de ascenso y descenso social, los capitales culturales, las propiedades y los bienes, la inserción y desinserción social, las actividades productivas y laborales, las crisis económicas y su incidencia en las historias de familia, entre otros registros. Este enfoque metodológico proviene de la sociología clínica, corriente impulsada por Vincent de Gaulejac, Èugene Enríquez, Nicole Aubert, Jacques Rhéaume (entre muchos otros colegas).

Este andamiaje conceptual y metodológico permite observar un conjunto de problemáticas asociadas al dinero, entre otras, cómo la adquisición de capital cultural a través de la escuela fue una vía histórica de promoción social, pero en el contexto neoliberal ha perdido su eficacia generando sentimientos de fracaso en los jóvenes; o bien, la forma en que los procesos de descenso y ascenso social pueden disparar sentimientos de vergüenza que hieren en profundidad a las personas. Asimismo, la reconstrucción de las genealogías familiares da acceso al análisis de las herencias (materiales, pero también simbólicas) y su enorme carga emocional para hijos, nietos, hijas, nietas y en general para las familias.

Otro registro que se posibilita es el de las fantasías y los imaginarios tejidos en torno al dinero. Así, brotan los relatos sobre riquezas ocultas en ranchos, ejidos, cuevas o haciendas, o bien, historias de ancestros de alcurnia (e incluso de familias con orígenes europeos), o de fabulosas riquezas dilapidadas en el juego o perdidas en el alcohol. Los fantasmas que habitan a las familias suelen hablar en susurros, de allí que sea necesario desplegar una serie de dispositivos para escuchar sus murmullos, para atender sus reclamos, para conjurar su presencia.

Específicamente, los dispositivos metodológicos abren la posibilidad de incluir la perspectiva de género al mostrar las relaciones diferenciadas que mujeres y hombres tenemos con el dinero; al respecto, revisar la obra de Clara Coria, en particular su libro El Sexo Oculto del Dinero, es de enorme relevancia (http://www.claracoria.com/cont/wp-content/uploads/docs/sexo-oculto-brief.pdf). La lectura de Coria es fundamental para comprender las dificultades asociadas a la independencia y la autonomía de las mujeres en su relación con el dinero, la identificación entre dinero, poder y masculinidad y la violencia de género expresada en el “dinero y el espacio chico” de las mujeres versus el “dinero y el espacio grande” de los hombres. Y lo que es más interesante, y relevante, para las y los participantes en los grupos es observar en sus relatos de vida y en sus biografías la forma en que el dinero ha sido un elemento clave en la construcción del género y los estereotipos sociales.

Sirvan estas líneas como una pequeña contribución a la convocatoria para diseñar programas de formación en Economía Social. La discusión en torno a la economía, sus enfoques, tendencias, perspectivas y la formación de especialistas apunta al corazón mismo del modelo neoliberal, por lo que es un debate que trasciende, y por mucho, los marcos estrictamente académicos. Pensar la posibilidad (y la necesidad) de conceptualizar la economía y a sus especialistas bajo criterios y parámetros diferentes a los hegemónicos es la intención de la convocatoria para el diseño de propuestas de Programas en Economía Social. Sobre el tema le recomiendo a usted el siguiente texto de Alejandro Espinosa Yáñez, colega de la UAM: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/alejandro-espinosa-yanez/repensando-el-perfil-profesional-del-economista.

Hacer hablar al dinero y pensarlo en su dimensión personal, social, familiar, simbólica e imaginaria es un momento necesario para construir economías otras, economías sociales y solidarias.

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