Gritos a quemarropa. Del lenguaje androcéntrico

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Esthela Treviño G. @etpotemkin

Rompeviento TV, 7 de octubre de 2021

 

Androcentrismo

El androcentrismo, hermano natural del patriarcado; hegemonía de la masculinidad, la óptica desde la que se mira y evalúa a los individuos, a la cultura, con el cristal de sus valores y estándares. —Ahora tú eres el hombrecito de la casa, cuando llega la hermanita o cuando se va o desaparece el padre. Esa masculinidad hegemónica donde los hombres ejercen un brutal poder, autoridad, control y dominancia sobre la mujer, sustentada y convalidada por un sistema social en el que las normas se vinculan a la virilidad.

Qué más androcéntrico que las religiones judeo-cristianas, las Iglesias y los sistemas jerárquicos judíos y musulmanes. En las religiones cristianas hay un dios masculino supremo, padre, creador, misericordioso, justiciero y condenador; en el catolicismo, el hijo de ese padre dios nace de una virgen, para ser la madre sin mancha: vara inalcanzable contra la que se nos mide y compara. Eva llegó primero, desobediente, culpable de la claudicación de Adán, el hombrecito de la casa; y la desobediencia se pagó caro, muy caro: la expulsión del paraíso, trabajo forzado para siquiera comer, las mujeres condenadas a parir con dolor, en fin, la desobediencia se castiga, la rebeldía, la curiosidad de comer del árbol del conocimiento, se castigan: hasta con la muerte.

El papado, cardenalato, arzobispado y sacerdocio no solo han estado vedados y vetados para las mujeres, se han ensañado con ellas, con nosotras, quemadas en piras, ultrajadas, despreciadas. Otras religiones, como el jainismo, budismo e hinduismo, exhiben un claro androcentrismo, si bien hay deidades femeninas. Los altos jerarcas de las distintas sectas budistas —de la India, Tíbet, China, Japón y, en general, del Sureste Asiático— han sido hombres y son hombres. En el hinduismo, las tres deidades predominantes son masculinas (con sus respectivas consortes, poderosas feminideidades).

De todos es sabido que en muy diversas culturas del mundo entero el terreno político, económico, educativo, militar, artístico, científico, tecnológico, de salud, está en manos de hombres, concebido, ostentado, impuesto, ejecutado por un patriarcado muy asentado. No es este el espacio para ampliar la discusión sobre el patriarcado —porque mi interés es otro— pero es útil advertirlo, hacer hincapié en ello para entender, aunque sea solo para eso, por qué la reacción hacia el lenguaje como un ejemplo más de androcentrismo.

 

Androcentrismo hasta en la lengua

 

Y como vamos a hablar de la lengua, del lenguaje androcéntrico, qué más androcéntrico que las instituciones de la lengua, la notabilísima Academia de la Lengua Española y subsidiarias, donde los Excmos. Sres. Dones (así aparece en el Anuario de la RAE del 2021), Académicos de Número de la RAE (España) suman 38, mientras que las Excmas. Sras. Doñas, Académicas de Número son 7. De un total de133 miembros distribuidos en España y Europa, 98 son Sres. Dones y 35 Sras. Doñas. En la correspondiente Academia Mexicana de la Lengua suman 39 miembros, de los cuales 8 son Sras. D. Y así están por el estilo las otras Academias asociadas de diversos países Centro y Sudamericanos. (En la de EE.UU., de 38, 11 son mujeres). Desde su fundación en 1713 hasta la fecha, todos los directores de la RAE han sido, sí, Excmos. Señores Dones. 28 Vicedirectores y 1 Vicedirectora. Qué más androcéntrico que la amenaza de López Reverte de retirarse de la RAE (El Mundo, 2018) de aprobarse una adecuación a la Constitución española promovida por la Vicepresidenta de España de ese entonces a un lenguaje “inclusivo, correcto y verdadero a la realidad de una democracia que transita entre hombres y mujeres”.[i] (El Universal, 2018 p. 1). El desplante del marqués de Vargas Llosa (sí, tiene título nobiliario, sí, miembro numerario de la RAE) al sentenciar con sorna que “tenemos en español, clarísimamente, un masculino inclusivo”; él no va a permitir desnaturalizar al lenguaje porque se considere machista, lo que sea que signifique “desnaturalizar”, él, así nomás.[ii] La androcéntrica RAE vuelve a rechazar en el 2018 la inclusión, antes lo hizo en el 2002, 2005, 2009 y 2012. El célebre lingüista Ignacio Bosque en 2012 —y ciertas académicas que hicieron eco con él, en México Concepción Company—considera injustificado suponer “que el léxico, la morfología y la sintaxis de nuestra lengua han de hacer explícita sistemáticamente la relación entre género y sexo, de forma que serán automáticamente sexistas las manifestaciones verbales que no sigan tal directriz, [pues] no garantizarían ‘la visibilidad de la mujer’”[iii].

A estas alturas, ya debería estar de más insistir en no “confundir la gramática con el machismo” (Darío Villanueva, exdirector de la RAE, en una presentación en noviembre de 2018), en que “El español no es una lengua machista”; no, más bien, que “se habla en una sociedad patriarcal” (ambas citas, Violeta Vázquez-Rojas “El lenguaje de la inclusión”, Rompeviento TV, 8 de marzo, 2021). No, ninguna gramática de ninguna lengua es machista o racista u homofóbica, pero el lenguaje es mucho más que la gramática; lo usamos para defender, acusar, instigar, amenazar, solidarizarnos, enjuiciar, etc. Para decir cosas como “ella se lo buscó” cuando él la mandó al hospital; “¡nada de ballet! ¡Todos esos bailarines son unos maricones!”, cuando el crío quiere, después de ver a Isaac Hernández, hacer lo mismo; cuando la gramática nos permite sutilezas como “las niñas son tan buenas en matemáticas como los niños”, donde el tope, el modelo de la comparación son los varones; “los hombres son chefs, las mujeres cocineras”, un rosario infinito, “en su li-te-ra-li-dad”, parafraseando a un muy querido periodista. Todas estas enunciaciones evidencian ese androcentrismo, ese machismo o sexismo, esa discriminación. Obviamente, la construcción gramatical comparativa, por ejemplo, es totalmente ajena a cualquier ideología. ¿Y todo el asunto de la invisibilización de la mujer a causa del predominio del género gramatical masculino? Es a esto a lo que en estricto sentido alude el rubro de lenguaje androcéntrico.

 

El género gramatical: del sexo a lo arbitrario, a lo androcéntrico

 

Las lenguas como el español, que tienen la propiedad gramatical de exhibir género basado en la distinción sexual, macho: masculino (hombre, caballo, gato) y hembra: femenino (mujer, yegua, gata) extienden tal propiedad arbitrariamente para incluir objetos inanimados: estrella [fem], meteoro [masc]. Tan arbitrario que tenemos que aprender esta arbitrariedad por una ruta distinta de la que seguimos para aprender la estructura gramatical; tan arbitrario que “En todo el cielo hay un estrello”, de García Lorca; que los cerezos son los árboles y las cerezas sus frutos y frutas, en fin. Nada de eso pasaría de ser exótico, si se quiere, si no fuera por el predominio del masculino en ciertos contextos. Y de ese predominio masculino ya hay un hartazgo por la más que evidente violencia hacia las mujeres, el machismo, las desigualdades de género, las desigualdades entre hombres y mujeres que han traspasado todos los ámbitos para abarcar el lenguaje, para “desdoblarlo” y visibilizar a las ciudadanas y los ciudadanos; para unificarnos con el todes, o todxs, o tod@s; para afirmarnos con la gobernanta, la dirigenta, las valientas —como dijo un querido periodisto—.

Lo que resalto es que este movimiento o insurrección viene de una parte de la humanidad discriminada, violentada, siempre en condiciones de desigualdad frente a su contraparte patriarcal o contrapoder social, político y económico. Aquí sí, la igualdad tirana (o el tirano de la igualdad), se “quiere imponer” y la sociedad patriarcal no la quiere; algunas mujeres tampoco. En “La tiranía de la igualdad” (Rompeviento TV, 29/09/21) advertía que el término “lenguaje incluyente” debía entenderse mucho más abarcador que el mero asunto del “género”. Tenemos, además del machismo/sexismo, un racismo y un clasismo galopantes, muchos “ismos” y muchas fobias, todo lo cual también vemos, oímos y sentimos —o no— a través de la lengua que usamos.

Aquí, como lo anuncié en ese artículo anterior, hablaremos del fenómeno del género, del androcentrismo aparente con el género gramatical. Hay varias cuestiones que conversar, y debatir si se quiere. Empiezo por un comentario personal que me hiciera Michael Chamberlin acerca de una muy apreciada amiga suya quien le externó, y cito a Michael: “sólo nos faltaba esto, que también nos quitaran la ‘a’!”.  En parte es verdad, en parte ha habido una explosión de aes: en el párrafo anterior hay tres y añado otras muy osadas: testiga, miembra, personaja, jóvena, las colectivas. En un local, un cartel casero dice: “se solicita personal femenino(a)”, no me atrevo a suponer quién experimentó la duda. Entonces, por un lado, las mujeres reclaman su lugar en el uso del género gramatical en los nombres. También, al demandar el desdoblamiento del artículo y/o los pronombres. Pero aquí entra esa otra discusión sobre eliminar toda mención al sexo y al género en la gramática, al optarse por los ya populares @, x, o por la “e”. Parece haber un estire y afloja porque de la invisibilidad de la mujer con el predominio del masculino, seguimos queriéndolas borrar, al menos hay quienes así se sienten, con una neutralizante “e”. Les dirigentes elegides; le inculpade llamade a declarar; las fortunas[fem] de les corruptes polítiques y empresaries mexicanes[neut] descubiertas[fem] en los paraísos fiscales[masc]; así habría que modificar la gramática y, por ende, hablar y escribir. Nada de dirigenta, gobernanta, miembra, genia. Siempre: es mi hermane, soy tíe de Vica, y solo habrá hijes de putes. De modo que el español tendría ahora tres géneros: fem y masc (nótese, solo para inanimados) y neutro, o ¿animado? ¿humano? Por otro lado, palabras invariables para género, como aquellas que terminan en -ista, que son adj(etivos): actitud[fem] purista, sentido[masc] realista, cuando se usan como sustantivos y se les atribuye un referente humano, se les atribuye también el sexo correspondiente; en estos casos se trata más de género semántico: mi amiga[fem] pian-ista, mi amigo[masc] pian-ista; el artículo (o algún otro elemento) es el que reflejaría el género, la[fem] pian-ista, el[masc] pian-ista. Entonces, ¿qué hacemos con analista, dentista, y todos los -istas con un referente humano: les feministas o les feministes? ¿Le actor, escritor, rector o le actore, escritore, rectore?

Bien, ya hemos descrito, en el artículo anterior, ya citado, la propiedad androcéntrica de que el género gramatical masculino es el género por defecto (default) para el plural que denota dos o más personas, independientemente de que una de ellas sea mujer, o 20 mujeres, o 50 mujeres y un hombre (La Jefa de Gobierno y el Canciller arribaron juntos”, “20 enfermeros y una doctora ya fueron informados”). El “masculino” también aparece por defecto en las expresiones genéricas: aquellas que denotan una clase, no un objeto o individuo, lo que llamamos genéricos. Cuando decimos “los tlacuaches son marsupiales”, nos referimos a una clase, la de los tlacuaches, no a un tlacuache en particular, o si es macho o hembra, sino a todos los miembros de la clase tlacuache. ¿Por qué no decimos “los tlacuaches y las tlacuachas son marsupiales”? Permítame demostrarlo con un par de ejemplos. “La sal es un mineral”, “las nutrias son mamíferos”. No estamos hablando de la sal de mar, de mesa, del Himalaya, sal rosa, etc. sino de la sal como clase. La segunda frase es muy interesante: aparece en femenino (pl) el sujeto, las nutrias, pero el predicado en masculino, mamíferos. Precisamente, la genericidad de esta clase de objetos, habla de la clase, no de un ejemplar, no de un individuo o colectividad de individuos, que pueden ser biológicamente macho, hembra o hermafrodita. En español, “nutria” es el nombre que designa a ese animal, machos y hembras, pero el nombre que los designa es gramatical y arbitrariamente femenino (supongo que podríamos decir “nutrio”, “jirafo”, “zebro” también). El hecho de que el predicado (mamíferos) aparezca en “masculino” en la segunda frase, más el hecho de que el genérico se pueda formar bien con el “masc” (el tlacuache), bien con el “fem” (las nutrias, la sal), demuestra que el género gramatical y el sexo son irrelevantes para la genericidad de una clase. Por ello, sería semánticamente raro “los tlacuaches y las tlacuachas son marsupiales”. Desde luego, uno puede construir una expresión genérica que aluda a hembras o mujeres: La elefanta es la/el líder de una manada; las mujeres (sobre)viven más que los hombres (hay un estudio maravilloso del 2018 que analiza contextos extremos de supervivencia: hambrunas, esclavitud, epidemias; incluso entre bebés, las niñas sobreviven más; si te interesa: Virginia Zarulli et al. “Women live longer than men even during severe famines and epidemics”, Proceedings of the National Academy of Sciences (2018). DOI: 10.1073/pnas.1701535115). El problema es cuando los genéricos utilizan el “masc” para designar a humanos independientemente de si son varones o mujeres: “los lingüistas hablan muchas lenguas” (falso); “los artistas son gente que produce cultura”. Haga usted el experimento de saber cómo se interpretan expresiones como esas vs. las lingüistas hablan... Las artistas son gente que... En fin, con la [e] neutralizante, esta propiedad y la anterior desaparecen.

Por cierto, si usted piensa que el inglés no es andocéntrico porque carece de la propiedad del género, pues no, no tendrá género pero tiene pronombres he/him (‘él, de él’) she/her (‘ella, de ella’) y está lleno de manpower, businessman, congressman, ombudsman, chairman, bestman, man made, caveman, middleman, handyman, doorman, ¡he-man!, fisherman, countryman, etcétera. En las guías de distintos organismos se pide sustituir businessman por businesswoman o businessperson, y otros por el estilo, y se ha hecho un esfuerzo por sustituir los pronombres de 3ª persona por uno único: they/their. Las mujeres norteamericanas siguen luchando por salarios igualitarios, oportunidades equitativas, por eliminar las violaciones, la violencia doméstica en manos de sus parejas, por ser escuchadas, en fin, algo nos dice esto, si bien indirectamente, acerca del lenguaje.

Volviendo al español, es de notar que la complejidad es enorme. Y no es claro qué tanto vaya a dar la liga, y no es claro tampoco si habrá tolerancia para las “aes” y para las “es”, pero también para las “oes”, o si se impondrá la neutralización del género, o si usamos otra(s) táctic(as). El caso es usar el lenguaje como bandera política para hacernos visibles, bien visibles. Sin embargo, el verdadero problema es otro; la lengua, el uso de la lengua, nos echa un gritote a quemarropa de una cotidiana violencia contra todo aquello que quede excluido de la hegemonía masculina, de un sistema androcéntrico y patriarcal: las mujeres, las personas LGBTQ+, niño/as, adolescentes. Hay un video de terror, reciente, sobre un médico, profesor de la Univ. Autónoma de Aguascalientes, que en una clase dice: “Yo no sé, si no saben cocinar para que se casan, llega uno con hambre y da coraje, no hay cena porque la quemó, entonces esa es la recomendación del día, aprendan a cocinar antes de casarse”; analizaban un caso clínico de una mujer que fue aparentemente apuñalada en el estómago porque quemó la cena. Una alumna le replica que si no cree que es mejor no perder la cordura para “no apuñalar a nuestras esposas”:

—A ver, no te entendí.  [¿De verdad no entendió? O ¡De verdad no entendió!]

—Sí, ¿la recomendación no sería mejor la de no apuñalar a nuestras esposas?

—Bueno, esa es la tuya, la mía es aprender a cocinar.[iv]

Corrió como cohete aullador una declaración que hiciera Guillermo Sheridan a Milenio y que Sabina Berman recogiera en un tuit: “No hay que olvidar que el primer pensador que habló en México del pensamiento feminista, de la mujer en la vida pública, fue Octavio Paz”; a lo que Berman señala: “El ‘primer pensador’ supongo que no incluye a las pensadoras feministas del siglo 20. Por eso necesitamos al lenguaje inclusivo para que no se borre la historia de las mujeres”. ¿Habrá querido decir Sheridan que el primer pensador hombre, años luz aventajado por las pensadoras feministas?

Cuando dejemos de cederle terreno a ese sistema patriarcal, cuando dejemos de alimentarlo toda la sociedad, cuando cambiemos de mentalidad, cuando sigamos visibilizando el acoso sexual, el feminicidio, la violencia doméstica, la homofobia, la discriminación, el clasismo, el racismo, las violaciones a los DDHH, cuando los niños sean niños y no los hombrecitos de la casa, cuando las niñas sean niñas y no víctimas, no madres, entonces...

[i] https://www.eluniversal.com.mx/cultura/letras/constitucion-de-espana-se-adecuara-al-lenguaje-inclusivo-con-o-sin-la-rae

[ii] (https://www.youtube.com/watch?v=5UwdaXslF6I&t=2s).

[iii] I. Bosque, Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. Informe aprobado por la RAE el 1 de marzo de 2012, p.4.

[iv] (Sept. 2021, https://www.youtube.com/watch?v=deyJmVSDiQI&t=76s).

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