Gertz Manero y la erosión de las instituciones: carambola de tres bandas

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El nombramiento del Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, como investigador nacional nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) es una carambola de tres bandas que erosiona, al menos, a tres instituciones: i) al CONACyT, y en particular al SNI; ii) a la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) y; iii) a la propia Fiscalía General de la que Gertz Manero es titular, o al menos cobra como tal.

Primera banda: CONACyT. La comunidad científica está muy indignada, y con razón, por el nombramiento como investigador nacional de Alejandro Gertz Manero. No es para menos. Ingresar y, sobre todo, mantenerse en el SNI no es una tarea fácil, requiere dedicación, esfuerzo, compromiso con la investigación, con la formación de nuevas generaciones de investigadore(a)s, con la dirección de tesis de posgrado, con la construcción de redes de conocimiento, con la publicación en revistas de alto impacto y una adecuada “gestión de sí” para reunir, ordenar y actualizar las evidencias de las actividades académicas realizadas. Por si fuera poco, las y los integrantes del SNI deben renovar sus nombramientos cada cierto tiempo, lo que implica lidiar con la plataforma en línea del CONACyT, la cual frecuentemente acusa severas deficiencias que hacen la tarea de “subir” la documentación, una acción poco menos que imposible.

Los requisitos para ingresar y mantenerse en el SNI no los reúne cualquiera, de allí que en el país apenas contemos con alrededor de 33 mil personas que se dedican a la investigación científica de alto nivel. No es posible comparar nuestra masa crítica de personas dedicadas a la ciencia con la de países desarrollados, pero sí al menos con Brasil: en aquella nación sudarmericana hay unos 90 mil investigadores e investigadoras, es decir, tres veces más que en nuestro país. Sería ideal que se incrementara el número de científicos y, sobre todo, de científicas en México, pero no por la vía que lo ha hecho Gertz Manero, cuyos muchos artículos publicados en periódicos quizás lo reputen como columnista, pero desde luego no como investigador.

Es irrelevante la afirmación de que Gertz no recibirá los 32 mil pesos mensuales de su SNI III por no tener adscripción institucional (y aunque hubiese sido distinguido con el nivel I, da lo mismo), puesto que el nombramiento otorgado por CONACyT representa una afrenta más en la larga lista de yerros y desatinos de la administración de la 4T en materia de ciencia, tecnología e innovación.

México destina a la investigación científica apenas el .4 % del Producto Interno Bruto, muy lejos del 1 % que constitucionalmente debería canalizarse hacia este sector; como si no fuera suficiente con la muy baja inversión en ciencia y tecnología, hay que añadir la extinción de fideicomisos y fondos destinados al desarrollo científico que, bajo el pretexto del combate a la corrupción, dejaron a miles de académicos y académicas sin los recursos suficientes para continuar con sus trabajos de investigación y desarrollo tecnológico. Por si no fuera suficiente, la comunidad científica adscrita a instituciones particulares será privada de los estímulos del SNI, en una decisión que demuestra, una vez más, que a la administración federal la ciencia, la tecnología y la innovación le importan muy poco. Otro agravante contra la comunidad científica es la iniciativa de cambios a la Ley de Ciencia y Tecnología que restringe la libertad de investigación al establecer que será el Consejo de Estado (integrado por funcionarios del gobierno federal) el que determinará la agenda estratégica de investigación.

En fin, la lista de agravantes hacia la comunidad científica podría extenderse más, pero basten estos ejemplos para establecer el contexto del nombramiento de Alejandro Gertz Manero como investigador nacional del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT. En la defensa que hizo de Gertz Manero la institución dirigida por María Elena Álvarez-Buyllá  se leen joyas como esta: “es autor de obras notables y con trascendencia significativa en el ámbito nacional e internacional”... pero no precisan cuáles son.

El ingreso de Gertz Manero al SNI por la puerta trasera, es decir, a través de un juicio luego de haber sido rechazado en cuatro ocasiones, erosiona tanto al SNI, y por ende al CONACyT, como a otra institución que aparentemente se prestó al reprobable y sospechoso trapicheo: la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED).

Segunda banda: la CONAPRED. La carambola pega en la segunda banda a la CONAPRED, una institución que en gran medida fue resultado de reivindicaciones y luchas emprendidas desde la izquierda, encabezadas por Gilberto Rincón Gallardo. Ante el rechazo en cuatro ocasiones para ingesar al SNI, el hoy Fiscal General de la República acudió a la CONAPRED alegando discriminación; la institución, en una polémica resolución, concluyó que Gertz Manero fue víctima de un “trato diferenciado” y que por lo tanto debería haber “reparación del daño” por parte del CONACyT. En la resolución de la CONAPRED se lee: “queda acreditada la responsabilidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología encargado de la conducción y operación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), que a través de sus distintas instancias correspondientes a las comisiones Dictaminadora, Revisora y de Aprobación, realizó un trato diferenciado en agravio del Doctor (suprimido) consistente en una restricción subjetiva injustificada:

  1. Al emitir resoluciones que le negaron su ingreso al SNI carentes de fundamentación o motivación;
  2. Sin procesos deliberativos claros y suficientemente documentados;
  3. Aplicando excepciones arbitrarias, y
  4. Que materializaron conductas discriminatorias que afectaron su derecho a la igualdad”.

 

A pesar de que la resolución de la CONAPRED no tiene un carácter vinculante, es decir, CONACyT pudo aceptarla parcial o totalmente, o rechazarla, la institución dirigida por Álvarez-Buyllá decidió aceptarla en su totalidad, por lo que formó una comisión especial (fuera de reglamento) para evaluar por quinta ocasión a Gertz Manero, con el resultado ya conocido: lo nombró SNI III.

Desconozco si hay razones jurídicas de fondo y peso para la resolución de la CONAPRED, pero no deja de ser sospechosa su resolución, tan favorable, nada más y nada menos que para el Fiscal General de la República. ¿Uso faccioso de las instituciones? Al menos, eso parece.

En un comunicado fechado el 11 de junio, la CONAPRED se deslinda de la decisión del CONACyT de otorgar el nombramiento a Gertz Manero: “en  ningún sentido la resolución ordenó que el C. Alejandro “N” ingresara al Sistema Nacional de Investigadores (SNI); tampoco decidir si su trayectoria académica cumplía con los méritos para ser parte del SNI”.

Por su parte, la Asamblea Constitutiva del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) en un comunicado del 14 de junio señala que, si bien “no forma parte del proceso ordinario de tramitación de quejas en materia de discriminación”, cuando se trata de casos de “especial relevancia”, la Presidencia de CONAPRED ha consultado a la Asamblea para recibir orientación. En el caso de Gertz Manero no hubo consulta alguna, de allí que la Asamblea haya señalado lo siguiente (cita textual de una copia de la carta, en poder de este columnista): “Discrepamos de los argumentos que ofreció el CONAPRED para considerar que el asunto fue un caso de discriminación. Más aún: la Asamblea también es de la opinión de que el CONAPRED, en este caso, se extralimitó en sus atribuciones al haberse pronunciado sobre asuntos de legalidad que, a consideración de la Asamblea, le correspondían exclusivamente al Conacyt.

Nos preocupa que la emisión de la mencionada resolución pueda tender un velo de descrédito sobre el CONAPRED y que, ante la opinión pública, se pongan en entredicho las tareas constitucionales y legales del CONAPRED para prevenir y erradicar la discriminación en todas sus formas. Más aún: identificamos un riesgo de que este tipo de resoluciones sean percibidas como herramientas empleadas en favor de la clase política y no en favor de las personas y grupos que padecen discriminación”.

Tercera banda: la Fiscalía General de la República. La carambola por el nombramiento de Alejandro Gertz Manero como integrante del SNI pega, así sea de refilón, en la Fiscalía General de la República (FGR). Que el titular de la FGR esté más preocupado por obtener distinciones académicas que por cumplir con sus muchas y complejas obligaciones, no es una buena señal, en primer lugar, para el país, y en segundo término, para la propia institución. Salvo su mejor opinión, el trabajo de la Fiscalía General de la República dista mucho de ser ejemplar y por más que se argumente que es una institución que acarrea viejos vicios muy difíciles de erradicar, con mayor razón requiere que su titular y todo su personal se dediquen cabalmente a sanear y a sacar adelante las muchas tareas pendientes de la Fiscalía. Si a sus 81 años Alejandro Gertz Manero quiere continuar con su carrera académica, está muy en su derecho, pero entonces está obligado a dejar de cobrar como Fiscal General; si, por el contrario, decide encabezar a la Fiscalía y al menos terminar con el enorme rezago de miles de expedientes que tiene, entonces no se entiende por qué su afán de pertenecer al SNI.

En conclusión, resulta inaceptable que el “aspiracionismo clasemediero” de Alejandro Gertz Manero erosione a tres instituciones de enorme importancia para el país: el CONACyT, la CONAPRED y la Fiscalía General de la República.

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