Fuera de la mira

  • 0

Esthela Trevino G. @potemkin

Rompeviento TV, 14 de diciembre de 2021

En la mira mediática y plenamente instalada en cada hogar, en cada familia, en cada mente de cada persona, en todo el mundo: la pandemia Covid-19. En casi dos años no ha habido día en que no se hable a manos llenas del “cobicho”. En México, según La Jornada, los tópicos #Entendencia —trending topics— son “amlo”, “covid-19”, “pandemia”, “cdmx” y “coronavirus”, esto en la página digital del 5 de diciembre. Todos los días en su página digital, al abrirla, casi lo primero que vemos es un letrero grande e inesquivable: “PLANETA CORONAVIRUS”. Todos los días Milenio nos informa de cuántos han muerto en México a causa del virus; consultado ya en la tarde-noche, nos anuncia cuántos contagios ha habido: Ayer 8 de diciembre, 3,215 nuevos casos en México. Asimismo, Excélsior, en esa misma fecha, en su sección “Lo más leído”, el número 1: “México reporta 3,215 nuevos casos de covid y 292 muertes más”. En “Última hora” como “Trending”: “La OMS llama a los países a actuar ‘ahora’ ante Ómicron; las próximas semanas son claves”. Ya no se diga de medios televisivos, de radio y digitales en YouTube.

A casi dos años de la pandemia, se han registrado al 8 diciembre de este año, 5’294,752 muertes en el mundo por el coronavirus. Téngame un poco de paciencia para llegar a donde quiero. Yo, personalmente, estoy aburrida de la OMS y del covid, otra historia, claro. ¿Por qué, pero meditadamente, por qué esta obsesión? ¿Por qué no la misma obsesión, o vehemencia si se quiere, en otros asuntos que deberían ser #tendencia o más? Para allá voy. Permítame, primero, dar una probadita de lo que hemos estado digiriendo por casi dos años del aún trending topic; citas de encabezados en La Jornada:

Grandes fabricantes de armamento aumentan ventas a pesar del covid-19                     dic. 10

Inequidad en la vacunación, causa de mutaciones: activista                                    dic. 5

Suben 9% casos de Covid en una semana; llegan más vacunas

SSA emite alerta de viajes por la variante ómicron

Diputados instan a acelerar vacunación y a aplicar refuerzo

Ómicron pone en duda el regreso a las aulas en enero en Aguascalientes: familias

Ante ómicron instan a evitar el pánico y seguir con prevención

No hay motivo para alarmarse por Ómicron, aseguran expertos de UNAM                       dic. 2

Los que ya tuvieron Covid pueden volver a contagiarse por ómicron: OMS                     

Peso se aprecia ante debilidad del dólar; atento a variante ómicron                                 

Primer caso de ómicron en EU causa fuerte caída de Wall Street                           dic. 1

Frontera de Laredo con EU podría cerrar por ómicron                                                          nov 30

Detecta EU su primer caso de ómicron, en persona ya vacunada

Nueva jornada de pesadilla para el petróleo por variante ómicron (mezcla mex cae)

Variante ómicron representa riesgos para la economía: Fed

Ómicron representa “un riesgo muy elevado” para el mundo, advierte OMS

Ómicron va a detener el avance de la economía

Del impacto inicial, entendible, del nuevo coronavirus que resultó tan infeccioso (como la influenza) y potencialmente mortal, uno tiene que preguntarse por qué permitimos esa campaña tan sumaria e invasiva que nos ha devastado psicológicamente, emocionalmente, socialmente, sí, también económicamente. Una campaña de terrorismo, donde se nos infundió el miedo hasta la médula, un bombardeo despiadado, imparable de pavor y de congoja infinita ante cualquier estornudo (nunca estornudar había sido tan estresante) y, como en las guerras: a correr a refugiarse y se nos “confinó” en nuestras casas, se nos “aisló” del mundo exterior, y se nos enchufó en los zums, en los juats, en las redes. Se habló de una absurda y oximorónica “nueva normalidad”.

El 8 de diciembre se leía en Rayuela (La Jornada): “La afluencia de tantas y tantos adultos mayores al refuerzo de la vacuna lo único que prueba son las ganas de vivir”; yo, al contrario, pensé “el miedo no anda en burro”. No son las ganas de vivir, es el miedo a lo que nos pueda hacer el monstruo. Ya virólogos de incuestionable reputación (p.ej. Vincent Racaniello) dicen que el refuerzo no es necesario, a no ser que no se tenga inmunidad. El Dr. Víctor Martínez Silva, invitado frecuente del noticiario Momentum (de Rompeviento TV y Pie de Página) también lo dijo en Momentum el 9 de diciembre. Algunos de la audiencia lo desacreditaron por no ser experto, “por ser médico internista”, “por no ser virólogo”, “porque los médicos no están actualizados”. Pues este doctor sí lo está. Yo también trato de estarlo. Pero lo tachan de irresponsable por sugerir que el refuerzo es innecesario; yo creo que habla el miedo. Acatar sin cuestionar, acudir a ciegas a ponerse el refuerzo: actúa el miedo. Si bien “puede ser que no haga daño [el refuerzo] (Racaniello)” no es necesario. Es más necesario desarrollar pruebas de inmunidad y hacerlas accesibles y asequibles a toda la población, concluye el virólogo.

El discurso. El discurso es: o transformador, o demoledor; o nos invita a la acción, o a la inacción; o nos enciende, o apacigua; o nos divide o une. O nos encierra.

Se instauró el discurso del miedo: confinamiento, aislamiento, encerrados, recluidos; el ominoso “lockdown”. Lockdown fue “la palabra del año” en el 2020 para el diccionario Collins al registrar un incremento del 6,000% en la búsqueda de este vocablo. Le confinement en Francia, Der Lockdown en Alemania, Il lockdown en Italia, O confinamento, en Portugal; en India, “lockdown” se transliteró en hindi y urdu, es decir, utilizaron los caracteres más cercanos a su alfabeto para hablar y escribir lockdown (लॉकडाउन en hindi). En China Fēngsuǒ, en mandarín, tiene un sentido coercitivo. En Israel Seger, que también significa toque de queda y cierre. Y había que combatir al virus; los soldados o combatientes: el personal de salud, después nuestros héroes.

Fuera de la mira. “No todas las muertes fueron creadas iguales”, dirá David Wallace-Wells en un estremecedor y obligado artículo publicado en el London Review of Books el 2 de dic. de este año. Mientras que las muertes por Covid-19, día con día, mes con mes se han ido reportando, las muertes a causa de la polución permanecen en el silencio. Apunta Wallace-Wells que si bien en febrero del 2020 causó conmoción y enorme atención pública las 2,714 muertes en el mundo que se registraron, en ese mismo mes ocurrieron cerca de 800,000 muertes, en ese mismo mundo, a causa de la polución; pero esto no llegó a ser noticia. “La novedad cuenta mucho”, dice Wallace-Wells. La OMS estima que al año mueren cerca de 10 millones, 10’000,000, como consecuencia de la polución. En una reseña reciente (de la revista especializada Front Public Health, 2020) sobre los impactos ambientales y para la salud que conlleva la polución, se señala que un estudio sueco muestra que la diabetes puede inducirse después de una exposición prolongada a la polución, entre otras muchísimas enfermedades.

En 2017, según la OMS (así es, el referente “creíble”), hubo 2’900,000 niñas y niños que murieron de sepsis, de los 20 millones estimados de casos de niños afectados. Ya nos podemos imaginar que una enorme proporción de estos casos se da en países pobres. El 85%, en países de bajo y medio ingreso. El total de casos en ese año, 48.9 millones y 11’000,000 de muertes. ¿Acaso tenemos alguna información de esto? ¿Cuánto publican los medios de estas muertes, de los casi 50 millones de casos de sepsis en un solo año? Las causas de sepsis son infecciones de diversa índole, pulmonares, gastrointestinales (enfermedades diarréicas), por enfermedades crónicas, por contagio o contaminación en hospitales (en las unidades de cuidados intensivos e intermedios), entre otras causas. Los adultos mayores, las mujeres embarazadas, los recién nacidos, y los hospitalizados, la población con más alto riesgo de sufrir sepsis.

Recordemos, en casi dos años han muerto 5’294,752 personas en el mundo por “causas atribuibles a” covid. En casi dos años se han contabilizado 268,798,191 contagios de covid. El porcentaje de muertes a la fecha representa menos del 2%, mientras que, al año, poco más del 22% de infectados muere por sepsis. Casi el 15% de niños y niñas infectados muere por sepsis al año.

¿Por qué los medios y organizaciones de salud no nos informan con la misma vehemencia que cada año mueren casi 10’000,000 millones por causa de la polución y 11’000,000 millones por sepsis? ¿Que en 2019 se estimaron 1,500,000 de muertes por causas directas de la diabetes?

Al inicio de la pandemia, se consideró inapropiado hacer comparaciones como estas [comparar muertes por covid con muertes por otras causas]. Pero comparar el valor de vidas humanas es una cosa que la máquina de la civilización moderna hace implacablemente, casi invariablemente para priorizar y absolver a los ricos —cuando, por ejemplo, el suministro global de las vacunas Covid se reparte primordialmente a los países de más alto ingreso, o cuando el costo de desastres naturales en Bangladesh se compara contra el impacto del aumento del nivel del mar en las propiedades inmobiliarias de Miami Beach, o cuando un asesor económico de Joe Biden, Lawrence Summers, propuso que Africa, como un todo, estaba “ampliamente subcontaminada’ y sugirió que ‘la lógica económica detrás [de la idea] de arrojar una carga entera de desperdicio tóxico en el país con el más bajo ingreso es impecable—”. (Wallace-Wells, citado antes.)

En ese tenor de la cita ¿contarán otro tipo de muertes, de sufrimientos? Las que producen, por ejemplo, la trata de personas, la violencia hacia las mujeres, la esclavitud moderna de niños y niñas. Me refiero, claro, a trastornos y secuelas emocionales, síquicos, físicos también. Miles no se recuperan nunca de la violencia que han sufrido. Un documental reciente de la DW (Deutsche Welle) estima que al año se trafican 35’000,000 millones de personas, la mayor parte mujeres y bastantes menores de edad. Según la OIT hay más de 40’000,000 millones de seres humanos atrapados por el tráfico de personas; el 71% son mujeres y niñas y el 29% hombres y niños. Pero no tenemos ese bombardeo constante de números, por países, por edades, por composición étnica, (sabemos que por pobres), por razones del tráfico, etc. etc. etcétera.

Centro de la mira. ¿Qué está en el centro de la mira? ¿Por qué esos 40 millones de personas traficadas, esos 11 millones de muertos por sepsis, casi 3 millones de niños muertos en un año, también por sepsis, 10 millones de muertos por causa de la polución, por qué pasan casi inadvertidos por los medios de comunicación, los gobiernos, organizaciones sociales o de salud públicas? Tampoco están en la mira, ¿por qué no?, las secuelas sicológicas, mentales y emocionales del confinamiento, del terror imbuido a raíz del covid. Alejandro Saldaña (“Campañas y pandemia: la vida sigue”, Rompeviento TV) apuntaba el 31 de mayo de este año que “la desatención emocional de niñas, niños y adolescentes es un problema de enormes magnitudes que no ha sido debidamente valorado, o los diagnósticos hechos por las y los especialistas no han sido escuchados ni, evidentemente, atendidos”. Esto, aunado a muchos otros problemas incluyendo el de la violencia familiar y la violencia hacia las mujeres parece haber quedado relegado, ciertamente de la mira pública.

¿Será porque el primer año de la pandemia Covid-19 causó más estragos en los países más ricos? ¿Será porque se colapsó la economía de los países europeos y la de los USA en ese primer año? ¿Será porque Big Pharma, la gran e infamada industria farma se frotaba ya las manos para producir una vacuna de trillonarios beneficios? La inyección de dinero, porque eso fue, para el desarrollo de vacunas fue enorme. Para principios de diciembre del 2020 ya se había aplicado la primera vacuna en Reino Unido (el 8 de dic.) y para el 11 una de las vacunas VIP de los USA ya tenía autorización.

El tráfico (trata) de personas representa una industria billonaria: aproximadamente $150 billones de dólares al año (OIT, 2017). $99 millones de dólares por explotación sexual.

Volvamos a los encabezados mediáticos que, en esencia, venimos escuchando por ya casi dos años: el petróleo, los mercados bursátiles, el tipo de cambio, el frenón al crecimiento económico, la industria automotriz, y un sinfín de cosas materiales y económicas fueron el blanco de la pandemia, del covid, de la variante Delta y ahora de la amenazante Ómicron. Sólo la venta de armas aumentó, no hay virus que las tire; ¡ah! y los servicios de mensajería, y empresas como Amazon y Mercado Libre multiplicaron sus ganancias. Seguramente muchas otra más, las grandes fortunas.

A mí me sigue sorprendiendo que un “parásito intracelular obligado”, el SARS-CoV-2, sea el causante no solo de la pandemia Covid-19 sino, como hemos visto líneas atrás, de la debacle en nuestras vidas. Me siguen sorprendiendo encabezados como los incluidos anteriormente, más otros que ya son viejos pero persistentes: “pandemia disparó sobrepeso y obesidad en menores”; “la pandemia encarece alimentos”, “la pandemia deja sin empleo a miles”, “la pandemia aumentó las desigualdades”, “la pandemia disparó la violencia intrafamiliar sobre todo contra las mujeres”.

Llama la atención el discurso: todos los males desatados desde, digamos, marzo del 2020, han sido causados por un parásito (con doble sentido): la causa, entonces, está afuera, en el ambiente, fuera de nosotros y, por consiguiente, el efecto o la solución también. Hemos culpado y seguimos culpando a la pandemia de los desplomes económicos, de los desplomes emocionales, de las crisis de salud. Y nosotros, los sufrientes, ¿viendo pasar?

¿Qué hicimos cada quién para enfrentar los problemas de sobrepeso, alimentos, empleo, violencia, economía, salud mental, educación y un largo, larguísimo etcétera? ¿Qué hicimos para desterrar hábitos nocivos e incorporar acciones benéficas para nuestra salud? ¿Los compartimos con otros? ¿Tomamos la extraordinaria oportunidad que nos presenta y seguirá presentando la pandemia para tomar decisiones informadas y llevar a cabo acciones en beneficio propio y de nuestros semejantes? ¿O todo es cosa del gobierno, o de las empresas, o de los medios, o del sistema judicial, o de las tienditas?

¿Será que esa obsesión o vehemencia en la pandemia, en detrimento de traer a la mira otras cuestiones de vida, es porque podemos responsabilizar de todos los males, ya no a otros, sino a algo microcelular, eso sí, fuera de nosotros? Eximirnos de toda responsabilidad. El gobierno y otras instituciones quedan también eximidas, muy convenientemente. La polución sí exige y nos avienta a la cara nuestra responsabilidad. La trata de personas también. Las desigualdades también. La falta de higiene y de recursos salubres en poblaciones y entornos muy desfavorecidos, también. La pandemia no. Fue el cobicho. A lo más, la OMS, GIF (gran industria farma) y los gobiernos que no contaron con camas suficientes, hospitales suficientes, medicamentos suficientes. Nosotros, instalados en un miedo ya enquistado y una negativa, apatía, abulia, ¿indiferencia? o pongamos el rubro que mejor nos parezca, para informarnos y actuar.

Cierto, hay un problema serio de credibilidad. En parte, hay exceso de información y desinformación; de información fácil, incompleta, simplificada, distorsionada; información contradictoria, falsa y tendenciosa. Pero también información valiosa y responsable. ¿A quién creerle? ¿Qué creer? Pues a nosotros, a nuestro buen juicio, si nos damos a la tarea de informarnos para actuar. Ponga en duda todo lo que aquí se dice, inicie su propia investigación y constate o disienta de lo presentado, con datos y argumentos, como un ejercicio del poder propio.

El miedo paraliza, ciega, nos encierra. El miedo nos vuelve egoístas.

 

El PRI “anti neoliberal"; el PAN “con el pueblo”; ¿y Morena? / Diputados PRD contra López-Gatell
Atrás El PRI “anti neoliberal"; el PAN “con el pueblo”; ¿y Morena? / Diputados PRD contra López-Gatell
Javier Duarte y los crímenes de lesa humanidad
Siguiente Javier Duarte y los crímenes de lesa humanidad
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *