¿Esclavos del Lenguaje? ¡Escuchemos, pues!

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Esthela Treviño @etpotemkin

Rompeviento TV, 19 de mayo de 2022

 

Una de las discusiones más ricas, controversiales y emocionantes concierne al tema del Lenguaje y Pensamiento. Encerrado en el rubro “pensamiento” incluyo lo que compete a desarrollo cognitivo, y a lo que se conoce como teorías de la mente. Bajo el término de Lenguaje se considera no solo la semántica, es decir, cómo interpretamos, le damos significado a las cosas y el mundo, sino que intervienen los aspectos de la estructura gramatical como la sintaxis, y el léxico, por supuesto.

El tema es enorme y complejo, pero uno de los aspectos quizás más populares y llamativos de la conexión entre Lenguaje y Pensamiento es si existe una relación causal: si el Lenguaje influye, o determina el Pensamiento, la forma como vemos, categorizamos y conceptualizamos la realidad. ¿Y por qué no podría ser así? Después de todo, en diversas tradiciones culturales y religiosas o espirituales el mundo fue creado a través de la Palabra.

El llamado relativismo lingüístico aduce que las personas que hablan lenguas distintas, conceptualizan, moldean y categorizan el mundo que perciben de acuerdo a la lengua que poseen y usan. En el ámbito de la filosofía del lenguaje, la antropología lingüística y la lingüística misma se intensifica el relativismo lingüístico que ya venía desde el siglo 19; en los inicios del siglo 20, a Edward Sapir, y un poco más tarde, a su pupilo Benjamin Lee Whorf se les reconoce como los exponentes emblemáticos del relativismo lingüístico. La hipótesis adopta dos versiones, una fuerte y otra débil.

La versión fuerte o extrema se denomina determinismo lingüístico; encierra la suposición de que el Lenguaje determina y controla o limita cómo pensamos y construimos la realidad. Por ejemplo, supone que si una lengua carece de una cierta palabra para referir a un concepto, como TRASLACIÓN, el hablante de esa lengua será incapaz de comprender el concepto. A esta versión extrema le subyace la implicación de que no puede haber pensamiento sin lenguaje.

El determinismo lingüístico ha sido refutado con argumentos sólidos. Así, sabemos que no todo el pensamiento es traducible al Lenguaje humano. Los bebés de pocos meses que carecen de lenguaje son capaces de desarrollar conceptos como el de causa-efecto, y muchos otros animales también. Los sordos que adquieren tarde el lenguaje, digamos en la adolescencia, sí tienen pensamiento abstracto antes de adquirir una lengua de señas, aunque, también sabemos, el Lenguaje posibilita un desarrollo del pensamiento abstracto más complejo.

La versión débil arguye que el lenguaje influye en la conceptualización del mundo. La idea es que el Lenguaje puede moldear y constreñir el pensamiento de acuerdo a las categorías gramaticales de una lengua dada. En otras palabras, el lenguaje orienta al hablante a prestar atención en los distintos aspectos del mundo que tiene codificados en su lengua. De modo que los hablantes de distintas lenguas tienen distintas maneras de ver la realidad condicionados o influidos por sus lenguas respectivas.

Hoy día se asume un relativismo lingüístico en la discusión sobre el llamado lenguaje incluyente (o inclusivo). La presunción es que la lengua influye para conformar o reforzar una mente-creencia machista y sexista. ¿Cómo lo hace? A través de los recursos gramaticales propios de las lenguas. Cito ejemplos del español:

“A ver, a lo macho, a cuántas viejas les has puesto en su maus”; las irrupciones de machos a través de la ventana abierta. La reacción de asomarme por la ventana interrumpió la conversación.

The Sarah Connor Chronicles es la historia de la madre del futuro líder de los hombres. [...] Linda Hamilton [...] es sustituida [...]por Lena Headey, actriz de apariencia delicada pero probada solvencia como mujer de acción [...]La identificación Hamilton-Connor es de las más potentes del cine reciente (la cara caballuna y el cuerpo hipermusculado de la Hamilton, que nunca consiguió deshacerse del personaje, son ya parte de la historia del cine), pero Headey consigue rápidamente que veamos una nueva Sarah Connor, menos machorra pero igualmente resolutiva.”

https://www.elmundo.es/elmundo/hemeroteca/blogs/asesinoenserie/2008/06.html

“«Para mí, la aceptación fue difícil. Me daba miedo porque, cuando me trajeron aquí, (los custodios) me decían: ‘Te van a violar porque vas a estar con pura machorra como tú’», recuerda”. “Sin embargo, en Santa Martha Acatitla se sintió aceptado. Ahí confirmó su orientación sexual y descubrió su identidad: era un hombre en cuerpo de mujer”.

(https://corrientealterna.unam.mx/derechos-humanos/juzgar-con-perspectiva-de-genero-la-lucha-de-leo-contra-el-sistema-penal/.)

A lo macho. Solo me detengo en el primer ejemplo. Hay tres expresiones que destaco: “a lo macho”, que significa tener la bravura, el arrojo propio de un macho para decir la verdad; claro, no es cualquier pregunta. O sea, hay que tener tanates para decir la verdad, para responder una pregunta como esa u otra que involucre la virilidad o machismo. “Viejas” es, como sabemos, despectivo para referirse a las mujeres. “Ponerle en su maus”, una expresión coloquial y eufemística: ¿por qué no preguntar, a lo macho: a cuántas mujeres has golpeado? Yo presupongo que quien pregunta asume que su amigo le ha puesto a alguna mujer algún o algunos golpes porque conozco la expresión y porque se usa en ese contexto. La familiaridad y desparpajo para hacer la pregunta demuestra lo imbuido que está ese tipo de machismo, casi alarde de machismo. Siéntase en la libertad de decirme que me quedé corta con mi análisis. ¿Qué es mujer machorra para usted?

El género. Por otra parte, se piensa que lenguas como el español crean más personas androcéntricas y machistas que lenguas como el chino porque el español marca, según lo requiere su gramática, el género: masculino y femenino. El problema no es ese, sino que la gramática prescriptiva exige el uso del masculino siempre y en toda situación así intervenga un solo hombre y 20 mil mujeres: Usted asiste a una reunión con 20 madres buscadoras y un padre miembro del grupo; pues tendría que decir “Los involucrados en la búsqueda...”; también si se trata de un nombre masculino y los demás femeninos: “El reportero y las gobernadoras reunidos aquí” (el infame masculino genérico). Pero, como se sabe, aunque el chino mandarín no tenga distinción de género, es una cultura patriarcal altamente sexista.

HOMBRE. En un tercer contexto, si HOMBRE significa o engloba a la raza humana en los códigos lingüísticos y culturales, HOMBRE se impone como un estándar contra el cual se mide a la Mujer tanto en el ámbito social como en el cognitivo: “Desde la edad de hielo, el hombre ha evolucionado...”, “el origen del hombre”, “el hombre está condenado a ser libre” (frase de Sartre); “El hombre, como hombre, sobrepasa la suma de sus partes. El hombre lleva a cabo su existencia en un contexto humano. El hombre es consciente. El hombre tiene capacidad de elección. El hombre es intencional en sus propósitos”. Estas y otras frases o ideas son facilísimas de encontrar en internet y en toda clase de textos. La sugerencia es la de sustituir ese genérico por ser humano, las personas, por ejemplo, en un intento de modificar, a través del Lenguaje, una creencia, actitud mental y cultural. Ya he hablado de este tema en otro artículo publicado en Rompeviento TV (“Gritos a quemarropa. Del lenguaje androcéntrico”, https://www.rompeviento.tv/gritos-a-quemarropa-del-lenguaje-androcentrico/).

Más relativismo lingüístico

Si la lengua influye en cómo categorizamos la realidad, tal como se propone y como hemos querido mostrar con el problema del machismo y del sexismo, pongamos las barbas a remojar porque el discurso diario está lleno de, infiltrado por la violencia. Tenemos de trasfondo una exhuberancia léxica que empezó a florecer en este siglo en torno al narco, a tal grado que narco se convirtió en un prefijo muy productivo: narcotúnel, narcodinero, narcogobierno, narcoescusados (cuando descubrieron un cargamento de droga en escusados), narcosubmarinos, narcoperiodismo, narcofiestas, narcomantas, naracoestado, narcocorridos, narcoempresarios, narcopolítica, narcofosas... añada usted lo que falta. ¿Estamos viendo todo a través del narcocristal del narco? Es como dice Víctor Castillo, músico y activista, creador de Wamazo, “todo eso que oímos es el soundtrack de nuestras vidas”. ¿Lo es?

Feminicidios, mujeres violadas, golpeadas, quemadas con ácido; desaparecidos, levantados; periodistas y activistas asesinados; autores materiales e intelectuales, familias masacradas; delincuentes acribillados; detenidos, reos, sospechosos torturados; ejecuciones extrajudiciales. Racismo, sexismo, clasismo, xenofobia.

A propósito de desaparecidos, esta palabra ya ha adquirido un significado nuevo. A raíz de un tuit de Jenaro Villamil donde pregunta “¿Quién es Ricardo Anaya?” (16 de mayo) yo respondo “un fugitivo”. Y en un intercambio interesante, Edurne Uriarte le responde “Le dicen el desaparecido”, a lo que yo le respondo: “Creo que escondido sería mejor término. A él, nadie se lo llevó... ¿Te fijas cómo el lenguaje nos ha reconfigurado algunos conceptos?”. Ya antes Michael Chamberlin, en uno de sus textos publicado en Rompeviento TV cuestionaba el uso de ese concepto “desaparecidos”. Hay que llamar por su nombre, decía. Y yo recuerdo haber respondido que sí, pues nadie desaparece o se esfuma como si fuera una propiedad natural. Son sustraídos, extraídos, levantados, secuestrados, para no volver a ser vistos.

Sigamos con ecocidio, deforestación, contaminación del aire, los ríos, el mar; calentamiento global, emisión de contaminantes, energías sucias, energías limpias, toneladas de basura, toneladas de comida que se tira a la basura; hambrunas, guerras, invasiones, disturbios, represiones violentas, actos vandálicos.

Injusticia, impunidad rampante, crímenes y juicios con perspectiva de género; fiscalías corruptas, jueces corruptos; corrupción, colusión, connivencia; desfalcos; enriquecimiento ilícito (hay uno lícito, claro), ya no he oído “enriquecimiento inexplicable” ¿será que todo enriquecimiento es inexplicable? desigualdad, crecimiento de la pobreza; polarización.

En fin, si usted ya no da más como yo y muchas otras, muchos otros, ¿qué propone, proponemos? Es tan abrumadora la violencia como lo refleja todo este vocabulario. No sé usted, pero, por poner un ejemplo, CORRUPCIÓN dejará de estar en boca de todos cuando acabemos con ella; cuando no paguemos a los corruptos que venden citas para el SAT; cuando no callemos una injusticia; cuando no usemos mañas para no pagar o pagar menos impuestos (con engaños o “estrategias financieras”). IMPUNIDAD dejará de estar en cada informe, reporte, noticia, comentario, opinión, conversación cuando haya JUSTICIA, cuando como individuos y sociedad pugnemos y luchemos por conseguir JUSTICIA; informar y denunciar es ya hacer algo.

No es que vayan a dejar de usarse o desaparecer esas palabras al sustituirlas por otras como en el caso del lenguaje incluyente. ¿Con qué vamos a sustituir corrupción, con “actos indebidos”, o peor, “actos dudosos”? No se trata de enmascarar la realidad a través del Lenguaje, que se puede, ciertamente. Si el lenguaje refleja la realidad, e influye en ella según el relativismo lingüístico, modifiquemos la realidad. Yo digo que podemos cambiar ese soundtrack de nuestra vida de hoy.

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