Elecciones y biografías

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Alejandro Saldaña Rosas

Es totalmente comprensible que las elecciones acaparen la atención de los medios de comunicación, las redes sociales, los analistas, los comentaristas y en general, de la población. Las expectativas tejidas en torno al proceso electoral son amplias y, no pocas veces, excesivas, desbordadas, sin asidero en la realidad, inclusive. Pareciera que el triunfo de las y los candidatos de tal o cual partido o coalición determinara en lo inmediato el destino de millones de personas, como si la derrota de los adversarios políticos diera una vuelta de 180° a las biografías de las y los electores. Por supuesto, hay elecciones que tienen un enorme peso en las trayectorias biográficas de algunas personas y sus familias, sobre todo si el triunfo los lleva a ocupar un cargo de elección y, con ello, les abre las puertas del presupuesto público, los contratos a modo, el reparto de chamba entre amigos y parentela y la bonanza asociada a la carrera política.

            El triunfo de Morena en 2018 ha significado un cambio muy importante en la vida de millones de personas, que se han visto beneficiadas con la política social de la 4T, en particular, las personas de la tercera edad. Para mucha gente las pensiones representan la posibilidad de comer o no comer, de comprar medicamentos, de tener un poco de dinero para los gastos del diario, de vivir una vejez con dignidad. Si algo explica la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador es precisamente esto: sus políticas han influido decididamente en las biografías de muchísimas personas.

            Sin embargo, hay que reconocer que, en general, los resultados electorales poco influyen en la vida de las personas; los problemas y sinsabores del día a día se reproducen sin mayores giros: el empleo precario, las largas filas para abordar el colectivo, el salario que no alcanza, el agua que no llega con regularidad, la salud que se deteriora en espera de una cita programada dentro de cuatro meses, la violencia familiar que no cesa, el despotismo en el trabajo, la ciudad cada día más congestionada, el miedo y la inseguridad en las calles (sobre todo para niñas y mujeres), la escuela y su abulia, el temor a policías, narcos y soldados.

            Por supuesto, la moneda tiene otra cara y en la tediosa reproducción del cotidiano hay momentos de alegría y esperanza: el amor y sus avatares, la chelita en fin de semana, el bailongo callejero, las infancias jugando en parques y jardines, el concierto gratuito en el zócalo, el cumpleaños de la abuela, el nuevo trabajo o la graduación de la hija. La pregunta es hasta qué punto nuestras alegrías están relacionadas, directa o indirectamente, con las elecciones.

            Los procesos electorales tienen sentido si logran un efecto positivo en el ámbito público y, como resultado, en las trayectorias biográficas de las personas. En otras palabras: el sentido de la democracia es repercutir, para bien por supuesto, en la vida cotidiana de las personas. En esta perspectiva llama la atención que los partidos políticos promueven muy poco la reflexión sobre los resultados electorales y su repercusión en la vida cotidiana de todas y de todos, más allá de las grandilocuentes declaraciones, las acusaciones al adversario o las promesas de campaña.

            Propongo a usted este sencillo ejercicio, que requiere cierta información de la historia y los contextos. Trace una línea de tiempo desde su nacimiento hasta el día de hoy, 5 de junio de 2023, digamos. Marque en la línea de tiempo las elecciones federales que han ocurrido durante su vida, y de ser posible, las locales también. En la parte inferior de la línea mencione al partido ganador de la elección y al presidente en turno, al gobernador, y si cuenta con la información a la mano, señale la composición del congreso local y federal. Entre más detallada la información el ejercicio puede ser más interesante. En la parte superior de la línea del tiempo, señale los momentos más importantes o representativos de su trayectoria biográfica: relaciones de pareja, hijos, estudios, trabajos, cambios de casa, enfermedades, viajes, negocios exitosos o fracasados… en fin, anote usted los eventos más significativos en su vida.

            Ahora viene la parte difícil: relacione la historia política del país con los eventos significativos en su vida. La intención es identificar cómo las elecciones se han traducido en modelos de desarrollo y políticas públicas específicas en materia de empleo, educación, seguridad, etcétera. Por supuesto, cada biografía es diferente, pero hay puntos históricos de inflexión que nos han afectado, para bien y para mal, a todos y todas: la crisis de la deuda externa de 1982, para los chilangos el terremoto de 1985 y el pasmo del gobierno, la crisis política y bancaria de 1994, la recesión de 2009, la violencia y la inseguridad desatadas en la administración de Felipe Calderón, la esperanza de la 4T en 2018, la pandemia de hace un par de años, por mencionar algunos momentos relevantes.

            A manera de hipótesis el punto que pongo a su consideración es el siguiente: con las respectivas diferencias y sin generalizar, es posible que muchos de los eventos macro que han sido determinantes en su biografía, poco, o nada, están relacionados con las elecciones, con los partidos vencedores, con los candidatos y candidatas triunfantes. Claro que si ganó el partido X y usted o un familiar se beneficia con jugosos contratos, las elecciones representan un sustancial cambio en su vida, pero me refiero a la mayoría de las personas que no tenemos esos lazos políticos. Para la mayoría, las elecciones representan poco porque hay condiciones estructurales y procesos socioeconómicos globales que imperan y se anteponen a las decisiones de coyuntura: el sistema es el mismo, aunque los administradores cambien cada seis años.

            Termino esta pequeña reflexión con un anuncio. Después de ocho años de escribir semanalmente en Rompeviento TV voy a darme una pausa, que espero sea de algunas cuantas semanas. Esta pausa obedece a que voy a iniciar un tratamiento médico que exige mi total dedicación.

            Agradezco a todo el equipo de Rompeviento TV, en particular a Ernesto Ledesma, el espacio de libertad y pensamiento que me han brindado durante estos años. Y por supuesto, agradezco a usted su tiempo y su atención en leer mi columna Margensur. Espero estar de regreso pronto.

            Muchas gracias.

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