El torrente migratorio que se viene

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Washington – Estados Unidos, epicentro mundial de contagios por la pandemia del Covid-19, se encuentra al borde de otra recesión histórica.

 

No existen economistas o especialistas financieros que hablen de que la economía estadounidense será inmune a los efectos macroeconómicos negativos que implicará el Coronavirus.

 

El cierre obligado de empresas y negocios de todo tamaño como medida de precaución o cuarentena para prevenir la expansión y contagio del virus mortal en casi toda la Unión Americana, ha dejado sin empleo a millones de estadounidenses, y entre estos, a un número desconocido de mexicanos que se puede calcular en la misma magnitud.

 

Va una pizca de los estragos colaterales del Covid-19 en Estados Unidos: en la semana del 13 al 20 de marzo de este año, el gobierno de Donald Trump recibió 3.28 millones de solicitudes por parte de personas que piden ayuda económica por desempleo. La semana previa, la cifra había sido de 200 mil peticiones.

 

Los departamentos de Comercio y de Trabajo de los Estados Unidos vaticinan que en la semana del 20 al 27 de marzo, por lo menos se duplicarán las solicitudes de apoyo económico por desempleo.

 

La tasa nacional anualizada de desempleo fue de 3.5 % en febrero, la cifra más baja en la historia, lo que motivó que Donald Trump presumiera que todo era gracias a sus políticas económicas.

 

Entre los pronósticos más conservadores sobre los efectos del Covid-19 en el mercado laboral estadounidense, se establece que la tasa anualizada de marzo subirá a 5.7 %, y para julio o agosto llegará al 10 %.

La parálisis económica y de productividad por el Coronavirus en Estados Unidos es un síntoma de crisis para la economía de México.

 

De acuerdo con los reportes de los gobiernos de las entidades más afectadas por el Covid-19, el 70 % de los empleos no fijos y que se pagan por hora han desaparecido en estas ciudades: Nueva York, Boston, Las Vegas, Pittsburgh, San Francisco, Chicago y Los Ángeles.

 

En otras palabras, el Covid-19 obligó al cierre de pequeños negocios, como restaurantes, tiendas de autoservicio y empresas medianas con una planta laboral de 20 a 50 personas en promedio. Nadie con precisión conoce (por ejemplo) el número de mexicanos indocumentados que laboran en la industria restaurantera de los Estados Unidos, pero, sin temor a equivocarse, se cuentan en millones.

 

¿Cuántos mexicanos indocumentados se han quedado sin trabajo en Estados Unidos por el Covid-19? ¿Y cuántos residentes permanentes? Nadie lo sabe en estos momentos.

 

Según las cifras que dio a conocer el Banco de México (Banxico) en febrero pasado, en 2019 el país recibió 36,480 millones de dólares en remesas que mandaron los mexicanos que viven en Estados Unidos.

 

En 2017, de acuerdo con el Banco Mundial, las remesas de los mexicanos en Estados Unidos fueron de 28,771 millones de dólares y representaron el 2.7 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

 

En 2019, el PIB en México fue de 108.506,693 millones de pesos. Por los efectos directos de la pandemia en el país, y los indirectos de la recesión en la que está a punto de caer Estados Unidos, los cálculos menos escandalosos de expertos en la materia auguran una contracción macroeconómica de por lo menos 5 % del PIB.

 

Durante la crisis económica de 2008, se registró en Estados Unidos lo que fue la cifra histórica de pedidos de asistencia económica por desempleo: 68,500 en una semana.

 

La recesión de hace 12 años implicó el regreso a México de varios millones de mexicanos que vivían como inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Escaseaban los empleos y más para ellos.

 

El entonces presidente Barack Obama, pese a ser acusado de “socialista”, inyectó un paquete de incentivos económicos por 700 mil millones de dólares para revivir la productividad y la fuerza laboral. Ni un sólo dólar de esa bolsa millonaria fue para los inmigrantes indocumentados.

 

El viernes pasado, Trump promulgó en ley el paquete de alivio económico por 2.3 billones de dólares aprobado por el Capitolio para apaciguar la tormenta económica del Covid-19.

 

Al igual que en 2008, ni un solo centavo de los 2.3 billones de dólares que impusieron otro récord histórico está pensado para ayudar a los inmigrantes indocumentados a salvaguardarse del desempleo.

 

No soy ave de mal agüero, pero pronto el flujo de mexicanos indocumentados que huirán al país por el desempleo en Estados Unidos rebasará, y por mucho, el torrente que se registró entre 2008 y 2009.

 

 

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