De falsedades y otros engaños. Quién es quién

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El fenómeno de las noticias falsas, desinformaciones, o fake news, ha disparado la  investigación en campos tan diversos como las ciencias de inteligencia artificial, la lingüística y la lingüística computacional, la psicología social, las ciencias de la comunicación, las ciencias políticas, la medicina, en el campo del periodismo y hasta en las ciencias económicas. Sí, el mundo de las noticias, del fenómeno de las fake news y hasta el término mismo noticia se ha instalado con mucha más fuerza desde principios del 2000 no solo en la discusión pública, incluyendo a los propios medios, a instituciones y organismos de los campos social y político y a organizaciones de derechos humanos, sino en la académica, y es un debate ineludible y una preocupación global. Una búsqueda en internet arroja una cantidad enorme ya de fuentes de distinta índole que cubren el fenómeno de las noticias mentirosas o maliciosas o falaces. Fuentes como medios periodísticos o noticiosos impresos/televisivos y digitales; reportes, conferencias, recomendaciones; y multitud de artículos en revistas especializadas o en capítulos de libros de corte académico y publicación de libros cuyo tema es el de las fake news. Significativa y reveladora también la dilución del significado de ciertos vocablos como el de noticia; la necesidad sentida de salvaguardar o reservar otros como verdad(era) y sacarlos del campo de la información para sustituirlos —p.ej., por fiabilidad—; la proliferación de conceptos en aras de una mejor descripción del manejo de los hechos, de las intenciones que se atribuyen a los divulgadores o de la percepción y respuesta que se genera en los consumidores de información: noticias/información falsas/verdaderas; fake news; desinformación; noticias engañosas; noticias tendenciosas; malinformaciones y misinformaciones (UNESCO); posverdad. En la discusión entran también otros fenómenos como la propaganda, la publicidad (engañosa), la parodia, la sátira (como en el caso de El Deforma (México), La gallina ilustrada (España) y The Onion (Estados Unidos), por ejemplo). Es más que evidente que los lindes entre algunos conceptos quedan desdibujados. El impacto de la información falsa ha sido grande en distintos ámbitos de la vida social, política y económica. Ha jugado un papel importante en las elecciones de diversos países y en las decisiones políticas de actores diversos incluyendo presidentes de naciones; en el portal de la BBC en el 2018 (https://www.bbc.com/mundo/noticias-43725918) aparecen “3 noticias falsas que propiciaron guerras y conflictos alrededor del mundo”. En la economía, las noticias falsas han provocado alteraciones en la Bolsa, han favorecido o arruinado contratos o a empresas de diverso tipo. En el campo de la salud, quizás las más llamativas ahora tienen que ver con la pandemia, con la naturaleza misma del virus SARS-Cov-2 y con las ideas encontradas respecto a la vacunación (o vacunas, mejor dicho) por el COVID-19; algunos científicos y médicos han sufrido ataques a su persona y se ha mermado su credibilidad y a otros se les ha acallado (justa o injustamente).

Tan grave y ubicuo es el fenómeno de las noticias falsas que ahora, el 3 de agosto de este año, Twitter anuncia una alianza con AP y REUTERS, dos de las más grandes agencias de noticias, para identificar e incrementar la información creíble en esa red (según la BBC). Por otra parte, el 2 de abril del 2020 la Fundación Gabo publica en su página web “Más de 100 sitios para verificar desinformación sobre el Covid 19” (https://fundaciongabo.org/es/noticias/mas-de-100-sitios-para-verificar-desinformacion-sobre-el-covid-19. Además de esos sitios de distintos países de habla española, existen otros renombrados por su fiabilidad, orientados hacia los aconteceres que afectan a los EE.UU., llamadas fact-check organizations (organizaciones de cotejo/chequeo de hechos), como factcheck.org y snopes.com. Pero quizás el mayor daño que pueda crear toda esa suerte de información maliciosa, falsa, engañosa, tendenciosa, mendaz, sesgada, mentirosa, falaz, ficticia, es dejar a las personas, a la sociedad entera, a ciegas; no saber qué creer, a quién creerle o peor: hacer creer, dejar creer al grueso de la gente en la supuesta veracidad de la información y en la fiabilidad de la fuente que la transmite. Y lo más perverso es que la creación y propagación de noticias de dudosa veracidad se ha vuelto una producción masiva para alimentar y aumentar consumidores compulsivos de novedades, de emociones, de autocomplacencia. La gran mayoría de usuarios de medios y redes sociales no verifican una noticia; algunas ni les despiertan sospechas, otras, las que se conforman a sus patrones de opinión, juicios, y estados mentales, las propagan sin más; otras más les atraen seguidores y muchos “likes”, o manitas aprobatorias. La vorágine de noticias o informaciones sobre una multitud de temas, personajes, sucesos, gobiernos, instituciones, productos y demás no tiene visos de ceder; al contrario.

A mí me llamó la atención y hasta me entusiasmó el anuncio del presidente López Obrador del 23 de junio de este año en el sentido de que habría una sección nueva en la conferencia de prensa matutina (coloquialmente, la “Mañanera”) “sobre las mentiras de la semana, así como ‘quién es quién en los precios’, de los lunes, vamos a sacar aquí un ‘quién es quién en las mentiras’ de la semana para combatir las falsas noticias”. Me pareció sorprendente y hasta osada la propuesta, aunque, debo confesar, temí que fuera a ser un escenario para exhibir a los ya conocidos antagonistas de los medios a su gobierno. De cualquier forma, al igual que muchas otras personas, me propuse ver la Mañanera en el día inaugural de dicha sección. Me voy a permitir, antes de hacer unas observaciones críticas sobre el “Quién es quién en las noticias de la semana”, presentar, si bien brevemente, un estudio fascinante a la vez que de contenido inquietante que explica, en buena medida, mi entusiasmo inicial por la sección a inaugurarse en la Mañanera.

Se trata de un estudio realizado por investigadores del M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachussetts) y publicado en la revista Science en el 2018; el estudio más grande que hasta esa fecha se hubiera realizado sobre las noticias falsas: “The spread of true and false news online” (‘La diseminación de noticias verdaderas y falsas en línea’). Investigan “la propagación diferencial de todas las historias noticiosas verdaderas y falsas verificadas en Twitter” en el lapso comprendido entre el 2006 y el 2017: “aproximadamente 126,000 narraciones tuiteadas por aprox. 3 millones de personas, repetidas 4.5 millones de veces”. La conclusión más llamativa a la que llegan es que las falsedades se difundieron más ampliamente, más rápida y profundamente y con mayor alcance que las noticias verdaderas en todas las categorías de información. A la verdad le toma 6 veces más que a la falsedad llegar a 1500 personas; las noticias falsas sobre política son, por mucho, las que más se difunden, las que llegan a muchas más personas y más rápido también; una noticia falsa es 70 % más probable de retuitearse que una verdadera. Por cierto, los investigadores hicieron uso de seis organizaciones fact-checked independientes. Demuestran y concluyen que los bots no son un factor en la difusión de las noticias falsas; son los humanos los más susceptibles a diseminar noticias falsas. El periódico The Atlantic (un medio independiente de EE.UU.) cubre la noticia de esa publicación e inicia con una cita de Jonathan Swift: “Falsehood flies, and the Truth comes limping after it” (‘La Falsedad vuela y la Verdad viene cojeando detrás de ella’), y establece que, si bien hiperbólica hace tres siglos, hoy esa cita es una descripción fáctica de los medios sociales (https://www.theatlantic.com/technology/archive/2018/03/largest-study-ever-fake-news-mit-twitter/555104/). Para quien se interese en el artículo, puede consultarlo en https://science.sciencemag.org/content/359/6380/1146.

El panorama presentado en Science, y replicado por otros estudios, da una muy precisa idea de la gravedad, magnitud e impacto de las llamadas noticias falsas, y de los múltiples esfuerzos para detectarlas. Este panorama, contrasta, muy a mi pesar, con la ligereza y, en ocasiones, banalidad con la que se ha tratado el problema de las noticias falsas en la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana” (Q&Q-mentiras, en adelante) —inaugurada el 30 de junio de este año— en la Mañanera. Sobra externar mi consternación, tenía expectativas más altas. Para empezar, lo primero que debe señalarse es la falta total de definiciones; ¿son equivalentes noticias falsas y noticias engañosas? ¿Y las parcialmente falsas? ¿Qué es una noticia tendenciosa? Segundo, los criterios para la selección de las noticias falsas y de los medios que las contienen siguen sin darse a conocer. El único día en que hay un atisbo al respecto, es el día inaugural cuando se dice que se eligieron las “publicaciones” que más rápido se movieron y las de contenido más grave. Retomo más adelante esta especificación. Tercero, nula mención de procedimientos o metodologías para la detección de noticias falsas y verdaderas, con una salvedad que trato más adelante; aquello con lo que se desmiente una noticia falsa ha sido muy disparejo en el Q&Q-mentiras. Lo que me llevó a querer publicar este texto fue el caso de Julio Hernández López, periodista mejor conocido como Julio Astillero. De hecho, empecé a escribir sobre ese suceso y a medida que iba progresando se me iba haciendo necesario investigar más sobre el tema; parece que nos vamos a una segunda entrega. Quiero centrarme en ese caso pues ha sido muy distinto de los demás. Me mueven también otros afectos: se trata de un caso de enormes ramificaciones para el problema del Medio Ambiente, así, con mayúsculas; están involucrados un periodista de alto perfil y honorabilidad, la ya polémica Sria. y Sría. de la SEMARNAT, y el propio presidente de la República. No es mi intención hacer un análisis de sesión por sesión; mi intención es contribuir de alguna manera al conocimiento, a la reflexión, al enriquecimiento de la discusión. Por desgracia, desde su inicio hasta el 11 de agosto, la sección de Q&Q-mentiras ha consistido en sesiones improvisadas, algunas un ejercicio trivial y otras hasta penoso.

Bien, aclaro, antes que nada, que he visto los videos donde se cubre dicha sección, y he complementado con las versiones estenográficas. Esta es una práctica valiosa pues la versión estenográfica no capta correctamente ciertas palabras o expresiones o, de plano, elimina, como lo muestro más adelante, material verbalizado. También corrige algunos tropiezos de quien habla. Quizás valga la pena también saber un poco más de Ana Elizabeth García Vilchis, pues, cuando fue presentada por el presidente como la encargada de la sección, no se hizo alusión a sus credenciales, ni al puesto o función que desempeña y dónde. Una búsqueda en internet revela que García Vilchis se ha desempeñado por 10 años como Coordinadora de Contenidos Web en La Jornada de Oriente. Es antropóloga social por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; y, según El Universal, también es directora de Redes de la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de Presidencia. En voz de la propia García Vilchis se define como periodista cuando afirma: “Nosotros como periodistas sabemos que hay que pedir también la versión para saber qué hay del otro lado; no se pidió ninguna” (al referirse a la nota sobre Laguna Verde, tratada ese mismo 30 de junio).

30 de junio de 2021. En esta fecha se crea la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana” (Q&Q-mentiras) por el propio presidente “como un derecho de réplica” por el que “nadie debe sentirse ofendido” y etcétera. Esta era la sesión en la que se esperaban las definiciones, las especificaciones de los procedimientos y metodologías, en fin, lo que no se dio. Lo único que apuntó García Vilchis (GV, en adelante) en torno al carácter de la sección Q&Q-mentiras fue lo siguiente:

Los criterios para presentar este día las noticias que a continuación veremos son las publicaciones que más rápido se movieron a través de las redes sociales y mensajería instantánea y las más graves en cuanto a su contenido falso o engañoso.

Subrayo los “criterios...[de]este día”, ¿debemos pensar que van a variar día con día? Después, sin mayor aclaración de cómo se determinó la rapidez de cuáles publicaciones, ni de qué criterios permitieron caracterizar “las [publicaciones] más graves” en cuanto al contenido, GV se lanza a señalar y caricaturizar a los elegidos para desmentirlos: que si el pinocho de la semana; que si a este le dan mención honorífica por la mentira; que si a los otros del “nado sincronizado” los mandan a las olimpiadas para que de seguro ganen la medalla de oro. Como temíamos, los elegidos fueron Televisa, en la persona de Tejado Dondé, “colaborador de Nexos, Reforma y ahora de El Universal”, todos estos medios en la mira permanente del presidente. Le siguen Raymundo Riva Palacios (sic), Héctor de Mauleón, Forbes y Carlos Loret de Mola, “todos que se beneficiaban del régimen anterior neoliberalista”. La noticia, el supuesto espionaje a periodistas. No se discute la noticia original, cómo se enuncia, qué características tiene, ni se muestra que haya sido de las que se movió más rápido en redes y medios, o de por qué es de las más graves por su contenido. Tampoco se demuestra la falsedad. La demostración, a los ojos de GV, es que “el 24 de junio el presidente de la República afirmó que es falso que se investigue y espíe a los reporteros y columnistas, ya que no hay necesidad, porque, sabemos quiénes son”. Estará de acuerdo conmigo en que no bastan las afirmaciones. Para colmo de males, el primer desmentido de un acusado llega al día siguiente: la noticia sobre el espionaje de Forbes se había publicado en el 2017 en el periodo de Enrique Peña Nieto. ¿Constituye esto una fake news por parte de Presidencia-GV? Ninguna disculpa llega en la sesión del 7 de julio, sino en un tuit; se acusa en el foro con más audiencia, pero no se disculpan en ese mismo foro. De los otros medios señalados y noticias ventiladas, solo la de Riva Palacio, concerniente a la supuesta intervención de la GN en la UDLA de Cholula, Puebla, recibe una demostración aceptable en cuanto a su falsedad. Riva Palacio publica tres tuits donde afirma que la GN y la policía poblana “toman las instalaciones” de la UDLA. Nadie más reportó ese supuesto hecho. La GN explícitamente desmiente tal suceso y más tarde Riva Palacio reconoce la falsedad de su afirmación concediendo la veracidad a la GN. Pero GV hace más que eso, hace política: “Bueno... le vamos a dar su mención honorífica al columnista Raymundo Riva Palacio y vamos a recordarle al pueblo de México quién es. Él fue asesor de noticias con Salinas de Gortari, que no se nos olvide esto y de cuánto laceró a nuestro país el expresidente […]”. ¿Inferencia?

El 7 de julio, GV anuncia que tomará un curso “para la verificación de datos de noticias falsas y engañosas” a sugerencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Un claro indicio de la falta de conocimiento para el ejercicio de detectar y verificar “noticias falsas y engañosas”. La mitad del espacio lo dedica GV a mostrar, no una noticia de la semana, tampoco una noticia presuntamente falsa, sino los resultados del monitoreo por el INE sobre la cobertura de medios de la Ciudad de México, del 4 de abril al 2 de junio, a propósito de las elecciones del 6 de junio de este año. La intención, infiero, exhibir los sesgos de los medios hacia tal o cual partido y en contra de Morena. Esto sale del objetivo de detectar y desmentir noticias falsas. ¿Cuál es el punto? El 14 de julio, GV inicia con “En este espacio se exponen las mentiras o información engañosa. Para hacerlo, recurrimos a la metodología recomendada por el relator de libertad de expresión [Relator Especial para la Libertad de Expresión] de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ésta consiste en ubicar las mentiras, analizar su alcance y precisar la información verdadera”. En el video, GV menciona la metodología “Pointer” recomendada por el Relator. Pero en la versión estenográfica se omite este dato, [https://www.youtube.com/watch?v=tJbUImyG64A]. Después de dedicar unas 12 horas o más de búsqueda en internet y con un par de amistades, nada, no hallé nada que se llame metodología “Pointer”; y créame, creatividad y humor no me faltaron para buscar. Tres días más tarde, mi golpe de suerte. Resulta que existe en Florida el Instituto Poynter, dueño de PolitiFact, un portal de fact-checking que entré a consultar; ahí, abajito del título, en letras diminutas, The Poynter Institute. ¡Alás! “Poynter es la capital global del fact-checking, casa de la red internacional fact-checking de PolitiFact y MediaWise...”. Ahí se dan cursos en línea sobre fact-checking entre otros. (https://www.poynter.org/product-category/fact-checking/.) Supongo que a esto se refería GV. De no ser así, seguimos en blanco.

 

 

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