Coronavirus: no hay de otra

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Washington – La pandemia del Coronavirus o Covid-19 nos cambió la vida a todos; y sin más alternativa, tendremos que ajustarnos a sus implicaciones, que nos costarán mucho dinero.

 

La reticencia de gobernantes como Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador a actuar con premura ante al Covid-19, se entiende desde la perspectiva macroeconómica y política, pero no humana.

 

A Trump, quien hasta hace una semana desdeñaba la magnitud de la propagación del Covid-19 en Estados Unidos, lo acorraló la realidad, y tuvo que instrumentar medidas drásticas para proteger a sus conciudadanos: decretó Estado de Emergencia Nacional.

 

Por el tamaño del ego de Trump, nadie duda que el único interés inmediato del presidente estadounidense es reelegirse en los comicios del 3 de noviembre de este año. El Covid-19 superó en tamaño su narcisismo y, a costa de la economía de su país, puso en vigor medidas obligadas para salvar vidas.

 

Exigir a AMLO la solución de todos los problemas del país en los 15 meses que lleva como presidente, es un imposible. El lastre de la pobreza, la corrupción y la impunidad, de un sistema judicial y hacendario caduco y de una industria petrolera en ruinas, heredado de las presidencias anteriores (todas), nos obliga a asumir que será imposible remediarlo en un sexenio.

 

A ningún jefe de Estado o de gobierno le conviene la inestabilidad económica. Para Trump es contraproducente en términos electorales; y para AMLO, en los de popularidad e intereses políticos de Morena.

 

Los efectos económicos del Covid-19 generarán mayor pobreza. Las cuarentenas de países enteros como medida de prevención de contagio son un paro a la productividad y un fomento al desempleo.

 

Nuestro humor como mexicanos frente al Coronavirus es bueno para el optimismo, mas no es el remedio adecuado para lo que se nos viene. Del Covid-19, los mexicanos nos dejaremos de reír muy pronto.

 

Admito haber sido un ignorante que también subestimó la dimensión del contagio del virus en el mundo.

 

Por mi responsabilidad como reportero, de informar con objetividad a los lectores de mi trabajo, en días recientes entrevisté a varios expertos en materia económica y financiera. El panorama que pronostican para el futuro inmediato a causa del Covid-19 no es para reírse.

 

El Producto Interno Bruto (PIB) de México está en una tasa anualizada de 0 % y la cotización del peso va en picada frente al dólar estadounidense y otras monedas en el mercado cambiario internacional.

 

Las acciones que, aunque tarde, ya empezó a instrumentar el gobierno de AMLO para prevenir y reducir el contagio del Covid-19, nos van a desangrar el bolsillo a todos. Los expertos coinciden en que a partir del segundo trimestre de este año la economía mexicana sufrirá una contracción en el crecimiento del PIB.

 

La industria turística, que para México es una panacea, será el área macroeconómica más golpeada por la pandemia.

 

Las cuarentenas nacionales de países europeos, y parciales en Estados Unidos y distintas naciones latinoamericanas serán implacables para la productividad mexicana y viviremos la afectación con despidos.

 

El cálculo de los expertos en el área financiera es que para el primer trimestre de 2020 el desarrollo del PIB mexicano seguirá en 0%.

Los efectos secundarios del remedio que AMLO ya aplicó y seguirá aplicando por el Covid-19 se empezarán a sentir a partir del segundo trimestre del año. Si bien nos va y el Covid-19 no llega a mayores dimensiones de propagación y contagio, el PIB mexicano perderá un punto porcentual. El peor escenario, de acuerdo con los expertos, es que la economía de México cierre el año con una tasa anualizada del PIB de -2 %.

 

Agreguen a lo anterior la devaluación del peso, que para diciembre próximo podría cerrar en 22 unidades en promedio por cada dólar estadounidense. El precio del barril de la mezcla de petróleo mexicano en el mercado internacional se mantendrá en 40 dólares en promedio en 2020 y en 50 dólares para 2021, de acuerdo con los expertos.

 

No estoy siendo fatalista. Esto fue lo que me dijo uno de mis entrevistados: “un gobierno responsable debe y tiene que sacrificar la economía para salvaguardar la salud de su ciudadanía, quien no entienda esto es un ignorante y un irresponsable”.

 

La pandemia del Covid-19 implicará sacrificios. No hay de otra.

 

 

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