Combatiente desde el aula

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Eneida Martínez Ocampo

 

15 de diciembre de 1974: natalicio de Lucio Cabañas

 

(Nota: al final del texto, la voz de Lucio Cabañas)

 

Lucio murió enfrentando al Ejército Mexicano en El Otatal municipio de Tecpan de Galeana, estado de Guerrero; 13 días faltaban para que cumpliera 37 años de edad, los cumpliría el 15 de diciembre de 1974. Allá –lejos en el tiempo– había quedado el concubinato forzado entre sus padres Rafaela Gervacio Barrientos y Cesáreo Cabañas Iturio, forzado porque éste la secuestró para obligarla a vivir junto con él. Lejos había quedado El Porvenir de su infancia, ese terruño, ubicado en la región de Atoyac; lejos quedaban la tía Marciana y la abuela Aldegunda,  que lo criaron –en El Cayaco– a él y a sus hermanos Facunda y Pablo, cuando Cesáreo Cabañas, murió asesinado   por una reyerta antigua que tuvo con un primo. Lejos sus años mozos cuando ingresó a estudiar la secundaria en la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” en Ayotzinapa; y aquel tiempo en que fue elegido como Secretario General de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (1961-1963). Gracias a este cargo pudo recorrer las normales rurales del país y conocer la realidad de dichas escuelas, fue en este ambiente que Lucio Cabañas destacó como dirigente estudiantil. Aquellos días, también lejanos, participó en contra del gobierno autoritario y nepotista del General Raúl Caballero Aburto (1957-1961); años después, ya en la sierra como guerrillero, Cabañas recordaría: “Nosotros, desde cuando Caballero Aburto, hicimos pueblo. Los de Ayotzinapa (…) nos metimos por todos los pueblitos y dondequiera anduvimos haciendo mítines…”

Cuando Lucio Cabañas Barrientos empezó impartiendo clases como profesor de educación primaria en Mexcaltpec (1963) inevitablemente –porque así se lo demandaba su espíritu de luchador social– se enfrentó, junto con los ejidatarios, contra las compañías madereras que habían incumplido los contratos firmados con los campesinos. Estas luchas tan significativas y llenas de ecos, llegaron a oídos de los maestros de una primaria ubicada en el centro de Atoyac: la Modesto Alarcón. Dichos profesores, jóvenes también ellos, llamaron a Cabañas a dar clases a la escuela que era encabezada por una directora arcaica en sus enseñanzas y en el trato con los alumnos.

La dilación no era una característica en el actuar de Lucio, así que no tardó en involucrarse en un movimiento encabezado por los padres de familia, para anular las cuotas arbitrarias y el uso de uniformes impuestos por Genara Reséndiz, la directora. Cabañas, Serafín Núñez Ramos y otros  maestros y maestras, acompañaron en su lucha a estas campesinas y campesinos que aspiraban a que sus hijos tuvieran escuela, pero una escuela democrática. Para ello este grupo de profesores politizaron a los padres de familia y a los y las alumnas. Por ejemplo, Serafín Núñez estuvo a cargo de un periódico escolar llamado Vanguardia Infantil; en él se abordaban los temas del imperialismo, la discriminación de los negros en Estados Unidos, la guerra de Vietnam, la Revolución Cubana… Todos los artículos eran escritos por alumnos de la primaria, ellos mismos –a su corta edad– lo vendían en las calles de Atoyac; incluso llegó a caer a manos del cura Isidoro Ramírez Suárez, alias Chilolo, que era un acérrimo anticomunista, así lo hacía notar en sus sermones.

Asimismo, Serafín Núñez y sus alumnos contactaron –por medio de la embajada cubana- escuelas de Cuba para establecer una relación epistolar con los niños de la isla, además de que éstos les mandaban revistas para que los mexicanos conocieran más sobre el país caribeño. Serafín nos dice en una larga entrevista: “Entonces escribieron y de allá pa’ acá contestaron y comenzaron a establecer una correspondencia con los chamacos de allá [de Cuba]. Y comenzaron a  mandarles canciones en nota, canciones de la revolución cubana y aquí buscábamos en Atoyac algún  músico que leyera nota y comenzaba a enseñarnos la música y luego cantábamos en coro en la escuela; bueno, yo con la guitarra, hice de la  música en mis aulas, aulas alegres…”

Los pasos de Lucio y Serafín parecían ir al unísono, ese andar los llevó a las filas del Partido Comunista Mexicano; además, éste último fue responsable de la organización del Club de Jóvenes Democráticos de Atoyac (1965), es decir, la Juventud Comunista del PCM.

Mientras tanto, el movimiento de la Modesto Alarcón escaló, a tal nivel, que el gobernador del estado y las autoridades de la SEP removieron a los que consideraron los cabecillas de dicho movimiento, o sea, Cabañas y Núñez. Tierras duranguenses recibieron su llegada, Tuitán fue el hogar de estos maestros durante un ciclo escolar, era diciembre de 1965. Allí también  había miseria, allí también la posibilidad de luchar contra ella. ¡Y ambos así lo hicieron! Organizaron la Unión de Madres de familia de Tuitán, este movimiento exigió y obtuvo del gobierno de Durango mejores condiciones laborales para sus maridos. Lucio se involucró en el movimiento del Cerro del Mercado, dice la investigación Geología económica de México que “forma parte de un conjunto de yacimientos de hierro terciarios que  afloran en  la región central y norte de México”; la población demandaba que las ganancias de la extracción del hierro se quedasen en el estado.

La presión de los padres de familia de Atoyac que exigían la devolución de sus maestros, más el desprecio del gobierno de Durango por estos “revoltosos”, hicieron que Lucio y Serafín regresaran a Guerrero. Ya no se hallaba la arcaica directora, la lucha de aquéllos que buscaban una mejoría en la Modesto Alarcón había dado un éxito invaluable.

Otra de las escuelas en las que se estaban movilizando madres y padres de familia y profesores, por la anulación de cuotas, uniformes y una escuela democrática, fue la primaria Juan Álvarez dominada por los caciques de la zona; Pedro Martínez Gómez nos dice en un texto inédito: “El movimiento de lucha por la democratización de la administración de la escuela Gral. Juan Álvarez (…) fue originado por el hartazgo de la población afectada por la imperante corrupción”. La fama de Cabañas y Núñez, de estar al lado de las causas justas, corrió por varios rincones de Atoyac, de tal suerte, que las y los luchadores de la Juan Álvarez fueron en busca del apoyo de estos maestros combativos. ¡Y el apoyo se obtuvo! El día 18 de mayo de 1967 en la Plaza Cívica, a lado de la primaria en conflicto se intentó hacer un mitin para protestar, entre otras cosas, por la presencia de la Policía Judicial que merodeaba, desde un día antes, los pasos de los manifestantes.

En el momento en que Lucio Cabañas se encontraba hablando por el micrófono, el Comandante de la Policía del Estado capitán Enrique Arellano Castro se acercó al profesor y de modo violento quiso quitarle el micrófono. ¡Inició el tiroteo de la judicial! Allí murieron María Isabel Gómez Romero –que estaba embarazada– Arcadio Martínez Javier, Regio Rosales de la Rosa, Feliciano Castro Gudiño y Prisciliano Téllez Castro, por otro lado, los heridos fueron Gabino Hernández Girón, Juan Reynada Victoria y Juvencio Rojas Mesino.

Lucio Cabañas logró salir indemne de esa balacera. Sus días como maestro de primaria llegaron a su fin y aunque no volvería a  pisar un aula para dar clases, continuaba diseminando sus saberes por toda la sierra. El 19 de mayo de 1967, sería el inicio de su vida como guerrillero y la formación gradual del Partido de los Pobres –y de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento– el cual cerró una etapa armada, hace 48 años.

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En el pasaje de la vida de Cabañas –como profesor– que acabo de reseñar, quise destacarla porque es allí, considero, que nos da las claves para entender las contribuciones a la vida política del país. Es desde su etapa de estudiante y luego en la de profesor, que se va construyendo como un luchador social y a su vez irá formando a otras y otros en el movimiento social.

Pero las contribuciones políticas que le podamos adjudicar a Lucio, cabe aclarar, no sólo fueron de él, sino también de un conjunto de personas que estuvieron colaborando y luchando juntos, de colectividades que de manera paulatina se formaron políticamente gracias a la intervención de otro grupo que integró Cabañas, o sea, los maestros. Una de las profesoras y luchadoras que no se le puede dejar fuera de recuento historiográfico es Hilda Flores Solís, fue hija del líder obrero socialista David Flores Reynada  y Concepción Solís Jiménez, “su padre fundó el comité agrario en los años 20 y del Partido Socialista en Atoyac” sus antecedentes familiares de lucha social los continuó hasta su último aliento. Prestó su casa cientos de veces para que allí se llevaran a cabo las reuniones del Partido Comunista y  las asambleas de los profesores de la Modesto Alarcón y la Juan Álvarez; colaboró en el movimiento cívico que ayudó a derrocar al gobernador Caballero Aburto. Apenas di unas pinceladas de su enorme activismo político; su involucramiento en la lucha social la puso en la mira del gobierno represor, el cual a manos de la Policía Judicial fue detenida y secuestrada el 1º de mayo de 1971, después de todo un rosario de torturas físicas y psicológicas, de haber pasado por las instalaciones de la 27 Zona Militar de Acapulco y también en el Campo Militar Número 1 y de allí a la Penitenciaría de Chilpancingo, de la cual salió en diciembre de 1974, días después de que Lucio Cabañas cayera en el Otatal el 2 de diciembre del mismo año.  Hilda Flores Solís murió el 12 de marzo de 2014. Otro maestro de importancia era Félix Bautista Matías, fue uno de los destacados colaboradores, sobre todo en la guerrilla; trató a muchos contactos y albergó a militantes en su casa. Acompañó a Lucio desde la sierra hasta la ciudad de México, en enero de 1973, cuando éste se encontraba muy enfermo, con el riesgo de ser detenidos y desaparecidos; a Félix lo llamaron "El Lucio de abajo".

Estos maestros en primera instancia rompieron con la educación tradicionalista y autoritaria, donde el profesor es el único que tiene la razón, no deja que sus alumnos generen un criterio propio y, por otro lado, tiene el lema “la letra con sangre entra y la labor con dolor”. Por otro lado, Lucio y Serafín, entre otros, fueron maestros y maestras que emplearon una educación  problematizadora; Paulo Freire, nos dice: “sirve a la liberación, se asienta en el acto creador y estimula la reflexión y la acción verdaderas de los hombres sobre la realidad (…) Para la educación problematizadora, en tanto quehacer humanista y liberador, la importancia radica en que los hombres sometidos a la dominación luchen por su emancipación”. Gracias a este tipo de educación y de estos maestros y maestras, los y las niñas construyeron una conciencia política, la cual les permitió la organización para emprender la lucha social. No es casualidad, por lo tanto, que varios de estas niñas y niños educados, principalmente, por Serafín Núñez y Lucio Cabañas –años después- hayan alimentado las filas del Partido de los Pobres y de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento.

Estas luchas que se dieron, aparentemente,  sólo en el ámbito de dos escuelas articularon a otras organizaciones de la población, otras demandas, otros enojos contra el abuso de caciques, de autoridades y fuerzas represivas.

Por lo tanto, la contribución política que veo en todos estos actores sociales, sobre todo de los y las maestras –básicamente a la generación que perteneció Lucio Cabañas– es la organización y politización de sus alumnos no sólo dentro de las aulas, sino también actuando y modificando su entorno social.

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