El Día Internacional más tórrido del año

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Eneida Martínez Ocampo 

En busca de calor

 

Se le dificultaba que el aire entrara a sus fosas nasales para inundar sus pulmones, sentíase morir porque la sofocación no la dejaba ni siquiera quedarse en pie, la opresión era más en el esófago; creía que iba a morir. Los “sabios” le dijeron que era por culpa de su útero peregrino, porque este viajaba por todo su cuerpo en busca de calor, debido a eso sentía todos esos síntomas que la hacían desfallecer y estar ansiosa hasta al linde del delirio.

Esta creencia de un útero “trotamundos” en el cuerpo de la gran mayoría de las mujeres en busca de un clima más ardiente, estaba afianzada en varias culturas europeas incluida la egipcia, la cual se puede constatar en el papiro de Kahun del año 1900 a. C. ¿Pero por qué el útero se movía con desesperación por todo el cuerpo, según esta creencia? Porque “se veía privado del calor obtenido mediante relaciones sexuales coitales”, da cuenta la obra de Ricardo García Jaime, Placer y orgasmo en mujeres jóvenes. Construcción de sus significados. Asimismo, nos dice este autor que otro papiro egipcio, el de Ebers (1600 a. C.), indicaba el tratamiento a estos síntomas, que consistía en “fumigaciones vaginales aromáticas” para colocar al útero en su lugar.

Desde aquella época lejanísima, otro de los mitos que recorrían el pensar de hombres y mujeres era que, si no había relaciones sexuales satisfactorias para las féminas o, en su defecto, no se proporcionaba un “alivio” (entiéndase masturbación), se corría el riesgo de que padecieran una enfermedad llamada histeria. Por otro lado, Platón creía que si las mujeres no concebían hijos después de la pubertad el útero empezaba a viajar por todo el cuerpo, nos dice García Jaime que “Las indicaciones terapéuticas para su tratamiento prescribían, entre otras, el coito…” si no funcionaba se recurría a la masturbación.

La histeria –del griego “hysteria”, que significa útero– se manifestaba con irritabilidad, desfallecimientos, insomnio, pesadez en el abdomen, ansiedad, nerviosismo, agresividad… entre otros síntomas. Nos explica García Jaime que en el siglo XIX, para evitar dicha enfermedad, se realizaron “cirugías curativas” que consistían en la extirpación o cauterización del clítoris o clitoridectomía y la histerectomía. En realidad,  dichas cirugías estuvieron destinadas para evitar que las mujeres accedieran al placer: “…las sociedades modernas inventaron mecanismos para enfrentar dicha amenaza (del libre erotismo de ellas) recurriendo a cercenar el cuerpo de las mujeres, física o simbólicamente…”

Ahora bien, tampoco se crea que el comportamiento opuesto colocaba a las mujeres en una mejor posición, pues si no estaban interesadas en las relaciones sexuales se les clasificaba (o más bien descalificaba) como frígidas. “Durante muchos años la frigidez fue el sinónimo de anormalidad, que se utilizaba para describir a un amplio grupo de mujeres…”; pero a mediados del siglo XX, la comunidad médica y científica ya no admitía dicho término, el cual fue cambiado por el “elegante” anorgasmia. La permuta de términos no significó de ninguna manera dejar de lado la clasificación de las conductas sexuales, sobre todo el de las mujeres; si ellas se hallaban bien o no en su salud sexual, lo determinarían los “expertos” que para eso estaban, según ellos.

En el año 500 a. C. la ciudad griega de Mileto se especializó en la fabricación de consoladores, nuestro autor cita el texto Historia íntima del orgasmo, de Jonathan Margolis, para dar cuenta de que “Los oliboi u olisbos, nombres dados a instrumentos para uso sexual, eran producidos por fabricantes de zapatos y exportados a todo el mundo griego. Su elaboración se hacía con madera, forrada cuidadosamente con cuero acolchado y se recomendaba el uso de aceite de olivo como lubricante”. En pocas palabras, dicha industria estuvo dedicada al goce femenino; aunque no necesariamente se buscaba el placer por el placer de ellas, se creía que si  gozaban las relaciones sexo-coitales las posibilidades de quedar embarazadas crecían. Les recomiendo el filme británico Hysteria (2011) dirigido por Tanya Wexler que aborda el tema de la utilización del vibrador como tratamiento médico a la histeria.

Todo este goce tuvo varios frenos en diversas etapas de la historia occidental, uno de esos fue la Iglesia católica, que no sólo controló el cuerpo y el placer de la mujer sino también el del hombre… pero ese es otro recorrido histórico que no desarrollaré en este artículo, porque hoy me centraré en el PLACER de nosotras ya que el 8 de agosto se celebra el Día Internacional del ORGASMO FEMENINO.

Fue en Brasil donde nació la idea de crear un día para el festejo (2006) y ocurrió porque el concejal José Arimateia Dantas Lacerda, del municipio de Esperantina, puso atención al estudio que realizó la Universidad Federal de Piauí donde arrojaba datos interesantes: “el 28% de las mujeres de esa región no eran capaces de llegar al orgasmo. El concejal consideró que dicho estudio demostraba un problema grave de salud pública y, por ello, decidió impulsar una ordenanza que abogara por el placer de las mujeres”, (Cita tomada del artículo “Día del orgasmo femenino: ¿por qué se celebra?” de Arantxa López).

Nos dice López que la creación de este día abría la discusión de la importancia del placer femenino; que este no es una mera cuestión privada, sino que es “un problema de salud pública en la que los poderes políticos deben intervenir”; cabe aclarar que no en todos los sitios se celebra el 8 de agosto, varían las fechas dependiendo del país. A pesar de este avance, no nos hemos despojado bien de los lastres del pasado, ese pretérito sigue presente en las mentes de casi todas las sociedades contemporáneas.

Uno de esos lastres es continuar creyendo que las mujeres somos inferiores física y mentalmente al sexo opuesto. Aristóteles las diferenció de los hombres de la siguiente forma: “La mujer (…) más cobarde, más falsa, más inclinada a la murmuración y al engaño; posee menos vergüenza y dignidad (…) El hombre en cambio, es más salvaje, más simple, pero superior espiritualmente a la mujer, más completo, más perfecto más dispuesto a ayudar (…)”. García Jaime nos explica que en el siglo XII el pensamiento de Galeno y Aristóteles fue el predominante con respecto a la imperfección de las mujeres; asimismo Tomás de Aquino “explicaba la creación de las mujeres debido a su no dignidad, sino a la del hombre, de cuyo cuerpo se había extraído; lo que indicaba su lugar secundario, poca integridad y carencia en propósitos de vida”.

La sexualidad de la mujer ha sido tema que pareciera que sólo los “expertos” pueden opinar sobre él; pero detrás de esas “opiniones sesudas” está el control de la sexualidad y de sus cuerpos. Continuando con la obra del psicólogo y terapeuta García Jaime, él nos refiere la construcción de mitos  que persisten, creo yo, hasta nuestros días; sólo mencionaré algunos. Por ejemplo, está el mito de la Mujer de naturaleza irrefrenable, este lo podemos ubicar en las culturas griega, romana, hebrea, cristiana, ilustrada o contemporánea; y se refiere al supuesto de mujeres, precisamente, irrefrenables hacia el placer sexual. En la cultura griega “fue asunto común amarrar y encerrar a las jóvenes advirtiendo que de no hacerlo, se corría el riesgo de su escape buscando parejas para copular hasta saciarse”; con esta descripción ya se imaginarán a estas chicas como si fueran hombres lobos destrozando cadenas y obstáculos para saciar su hambre caníbal.

En la Edad Media era común que se pensara que las mujeres no podían frenar sus deseos sexuales, de tal suerte, se controlaba la alimentación ingerida, pues el “exceso las llevaría a la lujuria”.

El siguiente mito es la Mujer peligrosa; esta es caracterizada por despertar tentación y ser proclive a la traición. Un proverbio dice a la letra: “Es la mujer descarada, que no tiene vergüenza, ni puede quedarse tranquila en su casa. Ya sea en la calle, ya sea en las plazas, por todas partes anda buscando aventuras (…) No te dejes seducir por una de esas mujeres, ni te dejes engañar por sus maniobras…” El cuerpo de estas mujeres, según este mito descrito por García Jaime, “es fuente de peligro: su mirada provocadora; su palabra intrigante, desmedida, malintencionada; su apariencia física; su poder de seducción”, es decir, si el hombre caía en los encantos de estas mujeres “pérfidas” no era culpa de él, tampoco si perdía la cabeza por ellas.

Cuando la burguesía se consolidó como la clase social hegemónica (siglos XVII y XVIII), también lo hizo su ideología y con ello la edificación de otro mito poderoso la Mujer-Madre; “Desde distintos frentes, incluido el científico, se sostenía el ejercicio de la maternidad, cuidado de los hijos y renuncia a actividades remuneradas como medio para la realización de las mujeres”.

La clasificación y mitos que antaño normaron y dominaron el cuerpo y placer de las mujeres no terminan de fenecer en nuestra época, pues la ignorancia y prejuicios aún permean.

 

“Todo el placer del mundo en un órgano”

Fragmento de un testimonio recogido en el texto de Alexandra Hubin y Caroline Michel.

 

¡No puede haber festejo sin nuestro primer invitado estelar! Que suenen las trompetas, los aplausos, las fanfarrias, las porras, los hurras… ¡TODO EL RUIDO POSIBLE! para que llegue a todos los oídos y más de aquellos que se niegan a escuchar, me refiero al CLÍTORIS.

La historiografía de la sexualidad nos indica que este órgano maravilloso se descubrió en 1559 por el italiano Mateo Realdo Colombo, profesor de anatomía y cirujano de la Universidad de Padua. Alexandra Hubin y Caroline Michel  en su libro, Entre mis labios, mi clítoris. Confidencias de un órgano misterioso, indican que “Para él [Realdo Colombo], no había duda: el clítoris era la sede del placer femenino, el órgano del goce por excelencia. Colombo reivindicó dicho descubrimiento en su obra De Re Anatomica. Con este descubrimiento, el clítoris dejaba de ser un insignificante “botón rosa, sino un órgano con un reconocido potencial erótico”. Aunque esta revelación fue fundamental, todavía no se conocía con todos sus detalles la anatomía del clítoris; transcurrirían un poco más de cuatro siglos para conocerla.

Por otro lado, la palabra clítoris proviene del griego Kleitoris que significa pequeño monte; aunque ese “pequeño monte” o como la Real Academia de la Lengua Española lo define: “Órgano pequeño, carnoso y eréctil, que sobresale en la parte anterior a la vulva”; no es tan diminuto, lo que se llega a ver a simple vista es sólo la punta de iceberg. Gracias a los descubrimientos se pudo demostrar que el tamaño es de diez centímetros aproximadamente; asimismo tiene 8 000 terminaciones nerviosas ¡el doble del pene!, es decir, nosotras somos más sensibles.

Entre las mujeres que incursionaron en las investigaciones sobre el clítoris, está la princesa Marie Bonaparte, sobrina nieta de Napoleón I. Se convertiría en paciente de Sigmund Freud y después en psicoanalista; permitió que le realizaran tres operaciones quirúrgicas para acercar su clítoris a la entrada de la vagina. La vida de esta mujer es fascinante, dejo el link de un par de artículos sobre ella:

https://www.revistavanityfair.es/realeza/articulos/marie-de-grecia-bonaparte-princesa-psicoanalista-frigidez-freud-frigidez/34962

Marie de Grecia, la princesa psicoanalista que investigó sobre la frigidez.

 

https://www.revistacentral.com.mx/fyi/marie-bonaparte-historia-estudios-biografia-sigmund-freud

La princesa que intentó mover su clítoris para tener más placer.

 

En los enormes avances en las investigaciones que se hicieron con respecto al clítoris, no se puede dejar de mencionar a la uróloga y cirujana de origen australiano Helen O’Conell, quien realizó su doctorado sobre este órgano; describió a detalle su anatomía completa en 1998. En una entrevista que le hizo El País, se le preguntó que cuál ha sido su aportación más relevante, con estos estudios que ha realizado: “En los textos profanos se conoce como clítoris al glande o la punta externa del órgano. Y eso es un integrante muy pequeño de toda la estructura, que está hundida profundamente bajo la piel, con varios componentes que encajan en un espacio entre la vulva y el monte de Venus envolviendo la entrada de la uretra y la vagina. Creo que mi principal aportación es mostrar cuál es la forma y el tamaño de cada integrante del clítoris. Definitivamente dejar claro que estás equivocado si piensas que la punta es todo el órgano”. Dejo el link de dicha entrevista:

https://elpais.com/elpais/2020/02/28/eps/1582912339_151609.html

Este prototipo del clítoris fue impreso en 3D por la investigadora Odile Fillod

 

El orgasmo femenino todavía no se desprende de algunos mitos, uno de ellos que sigue muy extendido (cuando leía varios artículos sobre el tema lo vi presente), es que existen dos tipos de orgasmos: el vaginal y el clitoriano; justo las últimas investigaciones han demostrado que los orgasmos provienen del clítoris, el único órgano diseñando exclusivamente para el placer; asimismo el punto G no existe como una estructura anatómica, como se sigue pensando ampliamente (véase la entrevista de Helen O'Connell).

Este 8 de agosto celebremos el orgasmo, asimismo festejemos el placer sexual que no sólo puede emanar del atlas epidérmico sino también de nuestro cerebro, ese otro gran órgano que nos ayuda a crear fantasías.

 

FUENTES:

Alfageme, Ana, “Helen O' Connell, uróloga y  descubridora del clítoris ‘No es sorprendente que no se conozca la anatomía del clítoris. Es nuestra herencia cultural’” en El País Semanal.

https://elpais.com/elpais/2020/02/28/eps/1582912339_151609.html

CACHO, Emmanuel, “La princesa que intentó mover su clítoris para tener más placer” en https://www.revistacentral.com.mx/fyi/marie-bonaparte-historia-estudios-biografia-sigmund-freud

CAROLINE Michel y HUBIN, Alexandra, Entre mis labios, mi clítoris. Confidencias de un órgano misterioso. México, Argentina, Colombia, España, EU, Perú, Uruguay, Editorial Urano, 2018.

GARCÍA, Jaime Ricardo, Placer y orgasmo en mujeres jóvenes. Construcción de sus significados, México, Universidad Pedagógica Nacional, 2015.

LÓPEZ, Arantxa, “Día del orgasmo femenino: ¿por qué se celebra?” en https://www.planetadelibros.com/blog/actualidad/15/dias- internacionales/13/articulo/dia-orgasmo-femenino-por-que-se-celebra/459

SILVA, D'andrea Darío, “Marie de Grecia, la princesa psicoanalista que investigó sobre la frigidez” en

https://www.revistavanityfair.es/realeza/articulos/marie-de-grecia-bonaparte-princesa-psicoanalista-frigidez-freud-frigidez/34962

 

Películas:

Dir. Benoît Jacquot, Princesse Marie, Austria, 2004.

Película completa en el siguiente link:

https://www.youtube.com/watch?v=9PUAAmBp52U&t=7891s

Dir. Tanya Wexler, Hysteria, Gran Bretaña, 2011.

Tráiler:

https://www.youtube.com/watch?v=4FWReqkTWfA

 

Cortometraje:

Dir. Lori Malépart-Traversy, Le clitoris, Canadá, 2016.

https://cortosdemetraje.com/el-clitoris/

 

Video:
Sex & the Body | El clítoris y su tamaño
https://www.youtube.com/watch?v=1vOLM02gZM0

 

Doce y media

 

Los cuernos de la luna rasgan las nubes del neblumo, coches presurosos no permiten parirle el silencio a la noche avanzada. Desde algunas ventanas de apartamentos, casas y caserones se miran luces mortecinas; una que otra luminaria apenas consigue teñir las calles sembradas de ecos. La obscuridad de rincones y esquinas es más espesa que la obscuridad del cielo, en ella se esconden los hijos mal queridos: ebrios de por vida, prostitutas devaluadas, niños de la calle convertidos en vejestorios, policías hambrientos de unos cuantos billetes, ladronzuelos violando algún mandamiento. Las ratas marcan su territorio, la basura es trinchera desde donde pelean contra cualquier enemigo, las chinches son aves de rapiña comiendo cuerpos de indigentes; invaden, laceran, muerden carnes vestidas de suciedad y miseria. El ulular de una ambulancia grita la muerte que lleva en sus entrañas. Voces, susurros, sollozos, gritos, gemidos, ruidos...

 

Pero Violeta se siente a salvo en su pequeño departamento que roza las nubes del neblumo, con cerrar la ventana los olores de la realidad no entran. Enciende tres velas aromáticas, pone música, sirve vino tinto… y aunque no le gusta el alcohol, le encanta la escena que ha visto en cientos de películas románticas. Se acomoda la bata de falsa seda, admira su diminuto calzoncito negro, el sostén de encaje –también negro– le produce una terrible comezón, “pero no importa pues luce divino”. Se sienta en el sofá mullido, sembrado en medio de una vieja alfombra gris y espera a que den las doce y media de la noche. Olvida que la obscuridad es más en su calle que en el cielo. Doce y media. Esa es la distancia que la separa de lo de afuera, de los de afuera. Las paredes de su refugio, golpeadas por el tiempo la apartan de la podredumbre, no hay más que cerrar la ventana, y cerrarla bien, para que no se cuele ningún ruido mordiente. Las doce y media de la noche, ni un minuto más ni un minuto menos, exacto. Puntual desde hace treinta dos días y veintitrés horas. Le sudan las manos por el nerviosismo, trata de amaestrar la ansiedad que le seca las palabras; bebe vino para ver si con ello puede empapar el habla. Doce y media. Se escucha ese inconfundible sonido de anunciación. Es Javier. Violeta lo espera sentada en el sofá. Él se acerca quedamente y le habla al oído.

 

La voz varonil, lubricada de sensualidad, le susurra fogosamente. Violeta baja los párpados y se va desanudando la vergüenza junto con el cordón de la bata para dejar al descubierto sus ganas; abre con lentitud los muslos y la única defensa de protección es el diminuto encaje, que no logra cubrir un jardín sin podar. Doce y media. Y a diferencia de los cuentos de princesas el hechizo no se rompe, al contrario, empieza.

 

Javier inicia besándole todo el cuello, mientras le acaricia parte del cuerpo. Con la yema de los dedos apenas roza los vellos de los brazos y aterriza el tacto en el placer que ha generado. Violeta se llena las manos de esa espalda fuerte, baja hasta las nalgas y lo atrae hacia ella. Pausadamente lo va despojando de la ropa, se deshace de cualquier estorbo que le impida acariciarle la piel.

 

Las bocas se buscan ansiosamente, se besan, se succionan… Javier le quita el sostén –“que da comezón, pero luce divino”– para bajar con calma hasta hincarle los labios en los pechos, se ancla en los grandes pezones color marrón desvaído y jala suave jugueteando con su elasticidad, baja hasta el ombligo y lo lubrica con la lengua. Las manos de él recorren los muslos de Violeta haciendo a un lado el calzoncito que oculta el monte de Venus.

 

Ella se deja hacer, pero también marca el ritmo de sus deseos. Así que abre los muslos para invitarlo a que retoce con humedades que van naciendo. Javier –con las ganas contenidas– saborea la vulva con la lengua llevándose unos cuantos vellos. Succiona esos otros labios escondidos, los mama hasta el empapamiento, al punto del desborde, sacia la sed con el licor manado y lame con más vigor. Clava la lengua lo más que puede y succiona. Clava y succiona. Él sabe perfectamente donde colocar la punta de su lengua para juguetear con ese visible monte de placer. A Violeta la conquista un calor en cada uno de sus músculos y un cosquilleo en todo su ser no la abandona desde que su hombre nocturno la ha estado lamiendo. Viene la primera ola orgásmica que él saborea con deleite. El segundo oleaje llega con más vigor, tanto que ella ancla sus dedos en la nuca de Javier para que este no separe la boca de su sexo. Todo su cuerpo tiembla. Los orgasmos continúan, unos más prolongados pero suaves, otros cortos pero intensos. Él, succiona y clava. Sorbe todo lo fluido de ese abismo cálido, mientras sus dedos aprietan los pezones color marrón desvaído. Clava y succiona. Javier le pide, le ruega que ella suplique con murmullos no alargar más ese otro placer igual de ardiente.

 

Violeta se monta sobre Javier, ella decide los tiempos y frena su ansiedad para que la penetración sea pausada. Clava. Y llega hasta lo más profundo, primero mueve con lentitud las caderas, hace movimientos precisos para provocar lubricación a raudales y después se mueve con rabia pasional. Él se recrea con los senos y pezones de Violeta. Vienen otros oleajes de orgasmos calurosos que a Javier le provocan el suyo. Respiraciones agitadas, gemidos, succiones, humedades, los te amo... Y por fin, después de despedirse con un beso... cuelgan el auricular.

 

Desde la cima...

Desde la cima se divisan mejor las cosas, toman una perspectiva singular. Todos los objetos que alcanzan mi vista se ven diferentes y hasta me atrevo a decir que hermosos. La alfombra adquiere de nuevo esa tonalidad granate profundo, la lámpara en forma de cactus da sus primeras flores anaranjadas, el escritorio es una isla para los náufragos volúmenes de Marcel Proust que no alcanzaron lugar en el librero. Otra ínsula salvadora de libros es la mesita de centro, desde donde el pequeño Quijote de la Mancha, con escudo en mano y montado en su rocín, me recrimina con la mirada el no colocarlo en un lugar más digno de su hidalguía. La cama es el único reducto libre de tomos y obras, alcanzo a ver un mar negro humeante alojado en mi gran taza verde. Todo el entorno se transforma desde la cima...

Desde la cima, muto mis piernas por alas, me convierto en ave y alzo el vuelo, no caigo como Ícaro por acercarme a la fuente de calor, al contrario, eso aumenta mis energías para remontarme en las alturas y ser más hábil que el halcón. De día domo y cabalgo cirros, de noche pesco estrellas con cabellera larga o, si se me antoja, atravieso pozos negros que me comunican a otros universos.

Desde la cima, es curioso, pero si clausuro mis párpados se aguza la visión, miro más allá del ventanal, atravieso los edificios y me escabullo por las azoteas. Hurgo en las ropas manoseadas por el viento, bronceadas por el sol, rociadas por la llovizna... o juego a ser mujer de la selva y convierto los tendederos en lianas para columpiar mis fantasías.

Desde la cima, cambio a diversos estados: del sólido al líquido y luego al gaseoso. Mi cuerpo pierde su solidez pues me evaporo de pies a cabeza, me transformo en nada y en mucho. Mojo todo lo que la epidermis acaricia y marco territorio, territorio desbordante de mis mares y ríos.

Desde la cima, voy a horcajadas sobre caballo brioso y al galope voy reventando rienda sin caer. Desbocado muchas veces va mi alazán y me dejo conducir a lugares extremos; en otras ocasiones se torna manso y pide la mesura.

Desde la cima, admiro la transformación de tu rostro, me deleita el mutar de tu actitud pasiva por gestos de placer, tus ojos con brillo de soles, tu boca albergadora… de gemir deleitoso y retórica fogosa y estimulante.

Desde la cima, es inevitable que puedas escapar de mí, te tengo bien ajustado a mis medidas, aprieto mis piernas con suavidad en tus costados, estriego mi concha carnosa con tu pubis velloso. Tu sexo arropado por mi sexo –cuna abrigadora–. Tu pecho me sirve de apoyo para impulsarme más, para que te empapes más. Tus manos son el mejor atavío que cubre mi desnudez, intentas alcanzar mis ganas con tus deseos acumulados en los dientes y tu hálito se me enreda desde mis muslos hasta las caderas.

Desde la cima... de ti, no tengo la menor duda, las cosas se ven mucho mejor.

 

Eneida Martínez Ocampo

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Comentario 1
  • Paulina

    Están muy bellos los cuentos, cada uno supera al otro. Gracias por deleitarnos con estos Podcast. Muy bien realizados, el texto por supuesto, pero además la música, la voz, la cadencia. Un gran trabajo sin duda. Muchas felicidades.

    Solo tengo una observación, en el último podcast titulado Desde la Cima, casi no se escucha el relato, el volumen es extremadamente bajo, la música si se escucha perfectamente, más no así el relato. Al final lo leí, pero sin duda escucharla también debe ser un deleite.

    Espero las próximas aportaciones.

    Responder
    10 agosto, 2023

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