Claves para entender a México en 2020

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Propongo cinco claves de lectura para comprender a México en este año que despunta. De las cinco, solamente en dos nuestro país tiene relativo rango de toma de decisiones: 1) desarrollo económico y; 2) seguridad. En las tres restantes somos observadores pasivos con muy escasa capacidad de incidencia: 3) el juicio a García Luna en la corte de Nueva York; 4) las elecciones en los Estados Unidos; 5) el cambio climático. Veamos algunas consideraciones sobre estas cinco claves de lectura para México en 2020.

  1. Economía. Las expectativas económicas para México en 2020 son moderadamente optimistas. Después de un año de estancamiento, no se pueden esperar grandes cifras en el crecimiento económico, sin embargo, hay indicios para albergar una confianza moderada: la disciplina fiscal ha permitido mantener a raya el endeudamiento y cumplir con los compromisos contraídos, lo que favorece la estabilidad cambiaria y financiera, al tiempo que genera confianza para los inversionistas.

Por otra parte, la política salarial seguramente traerá un discreto crecimiento del mercado interno, insuficiente para servir de locomotora de la economía. Este papel, el de fuerza que tire del resto de la economía, lo tiene el sector exportador, particularmente de aquellos productos con más valor agregado; sin embargo, la debilidad institucional para hacer de la ciencia y la tecnología (a través de la innovación) el principal bastión del desarrollo económico seguirá basculando negativamente.

Las remesas son otra de las principales fuentes de divisas del país: 35 mil millones de dólares en 2019. Para miles de familias mexicanas, las remesas son cruciales para su subsistencia, sin embargo, como país y en una perspectiva estratégica, México no ha podido aprovechar cabalmente estos recursos. Y hasta donde tengo entendido, la 4T carece de proyectos estratégicos para inversión productiva de las remesas.

El gobierno federal está obligado a mejorar el rendimiento de la economía nacional, so pena de repetir un año de estancamiento, lo cual sería muy negativo para la 4T de cara a las elecciones en 2021. La inversión pública (y la privada, desde luego) debe convertirse en un detonante del desarrollo económico.

  1. La gran deuda de la llamada Cuarta Transformación es la seguridad ciudadana. Es un problema sin duda complejo que socava cualquier proyecto de gobierno, por una sencilla razón: sin seguridad, no puede haber ninguna transformación. Sin embargo, y pese a los datos duros, ominosos y contundentes, no parece que vaya a haber ajustes en este rubro.

La estrategia de minar a la delincuencia organizada mediante el desarrollo económico y social seguramente dará resultados a largo plazo, pero la emergencia es hoy y la sociedad no puede esperar más. Hay problemas muy puntuales que pese a estar suficientemente diagnosticados y con ejes de trabajo trazados, no tienen visos de corregirse en lo más mínimo. Es el caso de la violencia de género y particularmente de los feminicidios. Las declaratorias de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) han carecido del suficiente respaldo político en los diferentes ámbitos de gobierno (muchos municipios de plano se han desentendido) y en el poder judicial, particularmente, parecieran refractarios a asumir la perspectiva de género en las instituciones y en los procesos judiciales.

Las reuniones de seguridad que puntualmente se llevan a cabo todas las mañanas, salvo su mejor opinión, me parecen profundamente ineficaces. Si del 2 de diciembre de 2018 al 10 de diciembre de 2019 se realizaron 263 reuniones, pero prácticamente en el mismo periodo se cometieron 36 mil homicidios, la “reunionitis” madrugadora ha sido, esencialmente, muy poco eficaz. Aun peor, se podría estar generando la percepción de que el problema de la inseguridad se está atendiendo, cuando en realidad las decisiones de peso para transformar radicalmente las instituciones se estarían soslayando. Insistir en una estrategia que no está dando resultados es eludir la responsabilidad de gobernar.

  1. El juicio a Genaro García Luna. La tercera clave de lectura para comprender a México en 2020 es el proceso al ex Secretario de Seguridad de Felipe Calderón. Solamente que, a diferencia del desarrollo económico o la seguridad ciudadana, México no tiene incidencia alguna en el juicio a García Luna por una sencilla razón: es la justicia de los Estados Unidos la que lo está procesando, no la justicia mexicana. Al declararse “no culpable”, García Luna puede ser llevado a juicio (si es que antes no llega a un acuerdo), lo que podría destapar la cloaca de los tres sexenios anteriores: el de Fox, el de Calderón y el de Peña. La magnitud y los alcances del escándalo son de pronóstico reservado, pero hay que entender que los gringos tienen que proteger a sus propios señores del narco y a su propio sistema de corrupción (en Aduanas, en la DEA, en la ATF, entre otras agencias), por lo que un acuerdo de mutua conveniencia con García Luna no es descabellado. Es mucho dinero y muchos los intereses que están en juego.

Más allá de la magnitud y la trascendencia para México del posible juicio a García Luna en la corte de Nueva York, lo que sorprende, y alarma, es la pasividad de las autoridades de nuestro país para investigar al ex Secretario y a muchos otros funcionarios, militares, marinos, empresarios y políticos implicados en la delincuencia organizada. Que los vecinos del norte hagan su tarea de acuerdo a sus leyes y sus instituciones no puede obviar que las autoridades mexicanas se apliquen a desmantelar las estructuras delincuenciales que han ocupado el poder al menos desde hace 20 años. El riesgo de no actuar, es decir la omisión, es muy alto porque a pesar del cambio en el Ejecutivo y en el Legislativo federales, las redes de poder del crimen organizado seguirían operando con más o menos la misma impunidad.

  1. Las elecciones en Estados Unidos. En noviembre Donald Trump buscará reelegirse y para lograrlo está dispuesto a todo, incluso a promover una guerra contra Irán (o contra quien sea). En este escenario, la añeja vulnerabilidad de México frente a EU es mucho más peligrosa para nuestro país, en particular, en materia migratoria. La política migratoria mexicana se traza en Washington y si Trump y los grupos de poder que representa consideran necesario apretar para obtener el voto de los sectores más duros y conservadores, México tiene muy poco margen de acción, o ninguno.

Además, hay que considerar que en la baraja de Trump para presionar a México también están las remesas (a través de las comisiones), los aranceles (los ha usado antes como método de chantaje), la seguridad (a través del flujo de armas), más todos los complejos problemas derivados de compartir una frontera de 3 mil kilómetros (agua, control migratorio, narcotráfico, etc.). En pocas palabras: en este 2020 buena parte de la vida económica, política, social, institucional, diplomática, etc., de nuestro país se va a dirimir en función de las elecciones en EU.

  1. Cambio climático. Ninguna región del mundo es ajena al cambio climático. Las graves consecuencias de esta realidad se imponen a todos los países, sin importar fronteras, ideologías o modelos económicos. En todo caso, hay países mejor preparados tanto para disminuir su huella ecológica como para hacer frente a los desastres ocasionados por el cambio climático. Y México no figura en los primeros lugares, ni en su compromiso por reducir sus emisiones contaminantes, ni para prevenir y enfrentar desastres “naturales” (que en realidad son provocados por el capitalismo). Agregue usted que los compromisos para disminuir los contaminantes se establecieron en escenarios mucho menos graves de los que actualmente vivimos y han sido, evidentemente, insuficientes.

Nuestro país es uno de los más vulnerables ante el cambio climático (https://www.gob.mx/inecc/prensa/mexico-entre-los-paises-mas-vulnerables-ante-cambio-climatico?idiom=es), lo que significa que el acelerado agravamiento de los efectos del incremento de la temperatura en el mundo se convierte en un factor de enorme riesgo para millones de mexicanas y mexicanos, sobre todo para quienes habitan en costas y en las vastas regiones desérticas y semidesérticas del país. Hay que decirlo con toda claridad: ni México, ni ningún país del mundo, está preparado para hacer frente, con atingencia y previsión, a las devastadoras consecuencias del cambio climático.

Reitero el argumento presentado al inicio de este texto: de las cinco claves de lectura para comprender a México en este 2020, tres de ellas escapan prácticamente por completo a la toma de decisiones del gobierno mexicano: el juicio a García Luna, las elecciones en EU y el cambio climático. Por supuesto que hay muchos otros factores y variables que intervienen y que marcarán al año que inicia, por lo que es de enorme relevancia que en aquellos ejes en los que haya posibilidad de incidir con cierto peso (como el desarrollo económico y la seguridad), las autoridades responsables cumplan con su obligación. No hacerlo sería imperdonable.

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