Camaleones políticos y partidistas

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Camaleones políticos y partidistas

Washington – Pasan los años, las crisis, las devaluaciones, los fraudes, y ni así aprendemos de nuestros errores. Con Enrique Peña Nieto la corrupción y la impunidad llegaron para quedarse y, pese a ello, ya estamos candidateando a varios de los miembros de su gabinete para reemplazarlo en 2018.

¿Qué han hecho Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, Aurelio Nuño y José Antonio Meade, al frente de las secretarías de Gobernación, Hacienda, Educación y Desarrollo Social, como para considerarlos dignos aspirantes a la presidencia de México? ¿Que no vemos el desastre de país en el que nos tiene Peña Nieto? Como en los tiempos del más vil e impositivo presidencialismo priista, se empieza a considerar al Secretario de Gobernación como ungido natural para llegar a Los Pinos.

Entiendo que los ilustres “presidenciables” se aprovechen del entreguismo de algunos medios nacionales de comunicación y de los famosos “columnistas” influyentes, para hacerse propaganda.

Es como un insulto enterarse de que “según las encuestas”, Osorio Chong, Videgaray, Nuño, Meade y hasta Rosario Robles, la secretaria de Desarrollo Agrario, sean en este orden los que encabezan las encuestas de preferencia rumbo al 2018.

Los encuestadores y los columnistas a modo piensan que ya olvidamos el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, la casa de superlujo y que sin ganarle un solo peso vendió Grupo Higa a Videgaray, en Malinalco. La educación pública en México está por suelos, todos los sabemos. La pobreza en el país es cada vez más notoria y profunda. De Rosario Robles mejor ni hablar, su pasado reciente de escándalos de corrupción la anulan en automático como aspirante presidencial.

No veo un solo mérito en estos secretarios de Estado para siquiera imaginarlos como presidentes de México. En una democracia pujante, con un sistema de rendición de cuentas, funcionarios públicos de esta calada no solo no aspirarían a ser presidentes, ya hubieran tenido que renunciar a sus puestos.

Falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales, pero pareciera que tenemos prisa por darle continuidad a las crisis económicas y sociales, a los escándalos de corrupción y a la impunidad institucional. No, la corrupción no es cultura.

Somos un país con una clase política reciclable. Andrés Manuel López Obrador insiste en ser candidato a la presidencia, por tercera ocasión consecutiva. AMLO no tolera la posibilidad de verse fuera de la contienda en 2018.

A Margarita Zavala la conocemos por su marido, Felipe Calderón, quien con su desastrosa guerra contra el narcotráfico nos acostumbro tanto a los muertos que ya somos inmunes al asombro por los decapitados, los encobijados, los colgados y demás atrocidades del crimen organizado. La señora Zavala dicen que es una mujer inteligente. De ser este el caso, debería entonces asumir que la sombra del sexenio de la muerte de su marido la acompañara por siempre. Es su flanco débil electoralmente hablando y la herida abierta en los familiares de los más de 100 mil muertos del ultimo sexenio con un presidente panista.

No comparo a AMLO ni a Zavala con los “presidenciables” del PRI. De López Obrador, su oposición y rechazo a las presidencias de Calderón y de Peña Nieto, lo hacen digno de admiración y respeto. Su tiempo ya pasó. Las nuevas generaciones de mexicanos quieren cambios, cambios que funcionen, que rindan cuentas. Ya no hay cabida para camaleones políticos y partidistas. Los partidos políticos tradicionales no ofrecen alternativas viables ni adecuadas.

Tal vez sea tiempo de un político independiente, uno que de verdad sea independiente, genuino. No de aquellos que por despecho renuncian a sus partidos para asumir el color de piel que sea necesario para llegar a un puesto de elección popular. A estas especies políticas les cambia el color del partido, pero no las mañas que le imputaron en las bases políticas donde se forjó.

Un cambio no es juventud en un candidato. ¿Se acuerdan de Pena Nieto como gobernador del Estado de México? La televisión y el PRI nos saturaron de la imagen de un político joven que prometía cambio. El resultado de nuestra frivolidad electoral todos lo conocemos y sufrimos. Es inútil lamentarnos, fue nuestro error.

Inconcebible sería en cualquier democracia sana y pensante que el encargado de la seguridad nacional quiera ser presidente con un saldo de decenas de miles de muertos por la inseguridad y la violencia relacionada al narcotráfico. Mucho menos que el encargado de las finanzas públicas pretenda ocupar Los Pinos con una economía en caída libre, un peso cada vez más devaluado y con unos niveles de pobreza que duelen. De la educación pública se puede decir todo. La administran los sindicatos y por ende la corrupción en asociación y contubernio con el gobierno federal.

Es mejor retirarse a tiempo y ser recordado con dignidad en el momento adecuado, a todos nos tiene que llegar. AMLO y Zavala deberían reflexionar muy bien en lo que en realidad queremos los mexicanos. Ambos parecen estar obsesionados con el poder. Zavala amenaza incluso con hacerse independiente si el PAN no la escoge a ella como candidata. Señora, no queremos más muertos; la terquedad de su marido nos inundó de sangre.

En el tabulador de opciones no se ofrecen cambios. Falta mucho para el 2018 y, para entonces, es posible que los mexicanos estemos todavía más hartos de políticos tradicionales y tan descarados.

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