¿Águila o sol?

  • 0

Washington – Cayó el telón, se acabó la obra; una muy mala producción con mucha publicidad que deja mucho a deber: Donald Trump será exonerado, el show debe continuar.

 

El acusado en la trama, el bufón, tiene la oportunidad de volver a reírse. Ni la Divina Comedia de Dante -si el acusado se reelige- podría compararse al apocalíptico final de tan mala producción.

 

Nadie en su sano juicio esperaba la remoción de Trump de la Casa Blanca. La mayoría republicana en la Cámara de Senadores del Congreso federal estadounidense lo iba a rescatar y lo hizo.

 

Lo idílico del juicio político al presidente de los Estados Unidos fue la faramalla montada por sus correligionarios de partido cuando como jurados tomaron protesta para hacer cumplir y respetar los mandatos constitucionales en el proceso. La política y los políticos en cualquier rincón del planeta son emblema de descaro, pero lo que vimos y vivimos en el Capitolio de Washington rebasa la norma.

 

El viernes pasado, en una votación partidista, los republicanos se impusieron a los demócratas del Senado al rechazar, por 51 votos contra 49, la moción para que en el juicio se presentaran a testificar personajes con conocimiento del detalle sobre la postergación de la entrega a Ucrania del paquete militar por 391 millones de dólares, a cambio de favores con tinte electoral condicionados por el presidente Trump.

 

Finito, al resultado de la votación le sigue este miércoles declarar a Trump culpable o inocente de los dos cargos por los que fue enjuiciado: obstrucción al Congreso y abuso de poder ejecutivo.

 

La realidad político-electoral en Estados Unidos hace imposible a la misión de los demócratas conseguir 20 votos de los republicanos para expulsar a Trump de la Casa Blanca. La Constitución exige 67 votos para poder hacerlo.

 

La reglas constitucionales del juicio son complejas, como todo lo que ocurre en el Capitolio. Para garantizar la presencia de testigos se requería la mayoría mínima de los 100 sufragios que integran el Senado. Son 47 legisladores del Partido Demócrata y 53 del Partido Republicano. Los primeros sólo consiguieron dos votos republicanos para la moción, el de Mitt Romney, senador por Utah y ex candidato presidencial, y el de Susan Collins, senadora por Maine.

 

El rompimiento de filas de los dos republicanos no fue suficiente. Los demócratas se quedaron cortos y eso permitió que la mayoría representativa que impone los tiempos de los procedimientos decretara para este miércoles el voto final en el juicio de Trump.

 

Se acabaron los argumentos de la parte acusadora, de la defensa, y se agotó el tiempo para las preguntas de los 100 integrantes del jurado (los senadores). El juez John Roberts, presidente de la Suprema Corte de Justicia, no tiene alternativa más que proceder a escuchar la decisión final: inocente, exonerado, victorioso y demás adjetivos que puedan encontrarse para calificar lo que será el resultado.

 

Lo grave no es el aura de impunidad que ilumina y rodea a Trump, es la enorme posibilidad que tiene de ganar a los demócratas las elecciones del 3 de noviembre de este 2020 y reelegirse.

 

Dicen las personas que añoran la justicia divina que a los malos todo les sale bien. Parcialmente, esto es cierto con Trump. En 2016, siendo candidato presidencial, prometió a los electores que lo hicieron ganar que acabaría con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o lo reemplazaría por uno mejor. También aseguró que bajaría el flujo de inmigrantes indocumentados de Centroamérica y México a los Estados Unidos y que construiría un muro de acero o concreto en la zona limítrofe con nuestro país, entre muchas cosas más.

 

Menciono estos tres puntos porque nos competen directamente a los mexicanos. Trump ya le cumplió a sus electores: reemplazó el TLCAN con el TMEC. Gracias a la Guardia Nacional y a las decisiones tomadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, bajó dramáticamente el ingreso de migrantes centroamericanos y mexicanos a la Unión Americana, y el muro, aunque con argumentos falsos del presidente estadounidense, es una realidad que se está edificando. Ni cómo rebatirle.

 

Hay otra promesa cumplida por parte de Trump a su base electoral: aseguró que los demócratas fracasarían en su intento de sacarlo de la Casa Blanca con acusaciones falsas. Los cargos en su contra no son falsos, lo sabemos, pero sin testigos no hubo manera de mostrar la verdad, y el fallo final sobre mentiras o verdades a medias lo emitirán los estadounidenses el martes 3 de noviembre. ¿Águila o sol?

 

La agenda legislativa de "las morenas": David Peña
Atrás La agenda legislativa de "las morenas": David Peña
Las escaleras y la corrupción
Siguiente Las escaleras y la corrupción
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *