8M: Un monero y dos cartones

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Esthela Treviño G.

Rompeviento TV, 15 de marzo de 2022

 

En la semana del 8M, muchas reacciones, mensajes desconcertantes, admiradores que de reprobar el tono de un comunicado dan marcha atrás y lo alientan, lo aplauden. El cartón de un monero que causa controversia, malestar, enojo, cabe decir, entre la gente de izquierda, entre algunos 4Teros y muchos de otras persuasiones porque, precisamente, se trata de quien se trata: uno de los ideólogos más importantes del partido en el poder, el director del Instituto de Formación Política de Morena.

 

El cartón del 8M de Rafael Barajas El Fisgón

En un cartón publicado el 8 de marzo —8M— de este año, en La Jornada, El Fisgón ilustra, en lo que intitula “Escenarios de violencia”, a un hombre y una mujer. La mujer representa, sin duda, para quienes conocemos el contexto, a una feminista del llamado bloque negro, un bloque que interviene en las marchas feministas y que muestra una violencia inusual, es cierto. El hombre, parece personificar a un aficionado al futbol.

La mujer del cartón

La mujer va ataviada con prendas negras, perfectamente cubierta del rostro, a la manera del niqāb de las musulmanas; lo único que la identifica como feminista es el pañuelo verde atado al cuello. ¿Por qué no el pañuelo morado Sr. Barajas? Lleva una lata de pintura en aerosol en la mano izquierda y un martillo en la derecha. Una mochila grande y abultada en la espalda. La mujer exhibe sobrepeso, se ve robusta, enseña parte del vientre y se muestra sañuda. La mujer, bien entra, bien sale por la puerta que aparece a sus espaldas.

El hombre del cartón

En contraimagen aparece un hombre embozado con un pañuelo y una camiseta a rayas que hacen juego; la camiseta tiene un escudo y una marca de una institución financiera en la manga y en el cuerpo de la playera. Pantaloncillos rosas cortos, raídos de las rodillas. El hombre, joven, lleva lentes, un corte de pelo digamos, moderno. Hasta este punto, resalto que si no llevara un palo en la mano y el puño cerrado de la otra podría representar a cualquier aficionado. No hay nada fiero en su semblante, de lo que se puede apreciar. Pero, como ya he dicho, el puño de la mano derecha lo lleva cerrado representando una amenaza. Es un aficionado de un equipo de futbol; por el contexto, protagonista de la más espantosa y horrible violencia que se haya vivido en el futbol nacional, ocurrida en el estadio Corregidora de Querétaro el 5 de marzo pasado. Tuve que enterarme de que el uniforme pertenece a uno de los equipos del infausto juego.

La puerta que los une. Desde mi lectura, no importa si una entra y el otro sale o a la inversa. Lo que parece relevante es que cruzan por la misma puerta o umbral; las violencias atraviesan por la misma puerta. En el escenario fisgonmonero, la violencia se reparte por igual: un hombre fanático de un deporte, una mujer encendida de un movimiento, el del feminismo. Entiéndase “fanático” en el sentido de fanatismo, no de aficionado, por favor. ¿Equiparando fanáticos del futbol con mujeres feministas? Mejor dicho, ¿la violencia en el futbol de hombres frente a la violencia contra las mujeres?

Volvamos a la mujer. No hay nada en la mujer que sea amable, ni quitándole el martillo y, pongamos por caso, la lata de pintura. Todo en ella refleja lo que antifeministas ven: repase usted el físico atribuido por El Fisgón, que ya comenté. Para 12 personas consultadas de las que yo sospechaba no tendrían el contexto para leer el cartón, mismo que mostré sin el título, todas vieron a una mujer violenta, “una fortachona”, “una gorda”, “una vándala”.

De las 12 personas, los 5 hombres reaccionaron con aversión: “vela, una machorra”, “una de esas alborotadoras”, “una gorda de esas que destrozan monumentos”, “una vándala maciza”, y así, por el estilo. Uno asoció a la mujer con “esas feminazis”. De las 7 mujeres, 4 se mostraron muy alteradas: “ahora resulta que las mujeres somos las violentas”, fue el comentario de una de ellas. Otras dos pensaron que era “una de esas machorras”, dijo una, “seguro lesbiana o abortista” dijo la otra, y la séptima vio a una mujer enojada con martillo.

Del otro lado, todas las mujeres vieron a un jugador que se va a pelear, “por el palo”. Ninguna de ellas sabía de lo acaecido en el estadio Corregidora. De los hombres, solo 2 no tenían conocimiento de lo de Querétaro, no son futboleros. Los hombres vieron a un “cuate”, un “güey”, que “se fueron a romper madres”.

Nadie de los encuestados entendió qué tenían que ver el uno con la otra. “No entiendo lo de la puerta” ni por qué aparecen juntos, “¿qué tienen que ver?”, fue comentario general. Y no solo de los encuestados.

La violencia es violencia. La violencia cometida, a diario, contra las mujeres, es tan horrible y estremecedora como la atestiguada por unos, vivida por otros, en el estadio Corregidora, perpetrada por fanáticos hombres y, tal vez, otros actores, no importa. ¿Quién atestigua y vive esa violencia contra las mujeres, esa misma que mostraron los medios en el estadio? ¿Quién se horroriza y se escandaliza y levanta la voz contra esa violencia hacia las mujeres? Muy pocos y muy muchas. Ya ni se diga de la misoginia, la violencia verbal, el “ella se lo buscó”, la violencia del discurso aquí y allá.

Sí, la violencia es violencia y, en el cartón, El Fisgón, Rafael Barajas, ilustra que la violencia no tiene género, se da por igual. Pero la violencia no solo no se reparte por igual, sino que en el cartón del monero está sobrerrepresentada en la mujer. Como ya dije, el hombre no es simplemente un aficionado al futbol, es un aficionado de un equipo particular: del Gallos del Querétaro. Vamos, ni siquiera es un hombre cualquiera capaz de cualquier tipo de violencia.

La mujer, en cambio, es una feminista, de la línea dura pero feminista. De quienes buscan a sus desaparecidas, desaparecidos, de quienes piden justicia por sus muertas, por sus hijas, o hermanas, o amigas abusadas, golpeadas, denigradas, sometidas, víctimas, muchas de ellas mismas, de las más atroces y abyectas vejaciones. Víctimas que jamás han logrado justicia, víctimas de la impunidad. Mujeres todas que se manifiestan, una mayoría, pacíficamente.

Así que no, señor Barajas, equiparar la violencia de unos fanáticos del futbol contra la protesta de las feministas es un dislate, una torpeza, por decir lo menos. No me voy a atrever a calificarlo de machista, pero la sensación crece a cada momento. Espere un poco a que hable del segundo cartón de su autoría.

Fue, además, una provocación publicar ese cartón el 8 de marzo. Una provocación del tamaño de las vallas y murallas que cercaron el Zócalo y buena parte del centro. Una provocación eco de la del presidente y la de Bartres augurando una protesta sumamente violenta porque tenían “informes” de varios grupos ya armados para los desmanes. Una provocación la pesada presencia militar. Todas estas acciones, por cierto, socavan lo que se había sembrado en el encuentro entre mujeres policías y mujeres civiles en vísperas de la marcha del 8M.

En cualquier caso, El Fisgón ni se cuestionó decires y sentires por demás ya comunes y corrientes: una inmensidad de actitudes y mensajes en donde los y las antifeministas, y algunas mujeres ni anti ni feministas, hablan y repudian a las feministas sin discriminar, es decir, a cualquier mujer por ser feminista; donde la línea dura de las protestantes les sirve para desacreditar y agredir no solo a las feministas sino a cualquier mujer; lo vemos en comentarios misóginos; en ese discurso que se nos lanza de “feminazis”, “feministoides”, “vándalas”. Y a El Fisgón le parecen escenarios idénticos la violencia de fanáticos futboleros y las protestas de las mujeres feministas.

Parodiando una frase del mismo Barajas, del 4 de abril del 2021: ¿Será “un honor” para El Fisgón “causar[nos] tanto ardor”? frase dicha al vanagloriarse del enojo de los prianistas por uno de sus cartones.

El cartón de la sorpresa

El Fisgón publica el 9 de marzo el cartón que califica de “Sorpresa del 8M”; hela aquí:

Este cartón me molestó por varios motivos, pero aludo a dos muy evidentes: el cuerpo de la figura ilustrada es masculino; tampoco se le ve, ni se le adivina, el rostro. Mis 12 personas encuestadas iniciales, más otras 4 sometidas al juicio e impresión de esta imagen, unánimemente juzgaron la figura como la de un policía hombre con flores. Yo me incluyo. De hecho, algunos hombres, en la cuenta de tuiter de El Fisgón, explícitamente reaccionan a esto. Uno, Andrés R. escribe: “Aquí ponen a un policía hombre recibiendo flores, se supone que no hubo presencia de ellos ayer en la manifestación de las mujeres, fueron mujeres policías”. Otro usuario que se hace llamar Youmy escribe: “Pues cuántas esposas tuvo este oficial de policía?” y A. Silva reclama “Pero era policía femenina”.

Las imágenes de las mujeres que representa El Fisgón en ambos cartones son, una penosa, la otra invisible en tanto mujer y tal vez feminista —no puede ignorar el monero lo que vio en la manifestación, ¿o no vio?—; o ¿será que en el rol de policías son para El Fisgón masculinas? ¿Machismo? ¿Misoginia?

Por otro lado, “la sorpresa” retratada no ilustra lo que sucedió: lo que debería ser una mujer policía que recibe flores de otra mujer, una de las manifestantes-feministas. En el cartón aparece un policía estático con un ramo de flores en una mano y un escudo en la otra, el tolete en el suelo. Lo único positivo de esa imagen es que cuando menos una mano ha soltado el tolete para sostener un ramo de flores —podría haber sostenido ambos en la mano—.

En su cuenta de tuiter del día 9 Barajas escribe: “Fue emocionante ver cómo el movimiento feminista le dió[sic] la vuelta a la provocación que la derecha tenía preparada para este 8M”. ¡Ah caray! ¿A qué se refiere el señor Barajas con “la derecha”? ¿Qué pruebas hay de que había una “provocación” preparada por “la derecha”? Porque el día de antes lanza ese cartón polémico donde le adjudica la violencia a las propias feministas. ¿Son estas “la derecha” de El Fisgón? Y si bien, el día previo tuitea que: “La violencia en el 8M daña al movimiento feminista y beneficia a la derecha”, el mensaje es, cuando mucho, ambiguo: primero, representa al movimiento feminista a través de una mujer feminista con ciertas características que ya comentamos líneas atrás. Segundo, equipara la violencia futbolera masculina con el movimiento de protesta feminista. Tercero, al menos un par de tuiteros le pregunta con incredulidad si considera que la mujer feminista del cartón del 8 de marzo es de derecha. ¿Considerará El Fisgón, “de la derecha”, a algunas feministas? Porque una parte de la autoproclamada izquierda, y también seguidores de la 4T no entienden el movimiento feminista (si realmente podemos hablar de UN movimiento feminista, hay que decirlo).

Juan Francisco G. le responde en tuiter: “Si mandas militares a una marcha pacífica en un país militarizado sumido en la barbarie y violencia fuera de control, no sé qué más provocación se necesita...” Hay quienes también consideraron, como yo, una provocación el cartón del monero del 8M, como el usuario kinesis h.

Una pregunta para El Fisgón: ¿las flores, que es lo que retrata, fue lo que le pareció más emocionante y relevante del 8M? Si no se cuenta toda la historia de este 8M, empezando por el “Diálogo entre mujeres policías y mujeres activistas” del 3 marzo, ese detalle se queda como el tono cursi pero “nais” que muchos y muchas le dieron: “ay, qué chido detalle”, “qué lindo lo de las flores, así sí me representan”, lean, por favor la cantidad de tuits en ese tono y de mensajes en diferentes medios digitales. ¡Qué lástima!

Asimismo, lo de las flores se tomó como un montaje. Cito a continuación algunos textos: Orión: “Emocionante el montaje que armaron con las flores y las polis”; David M.: “Pamplinas... esas #flores y las #policías de la #CDMX marchando...Fue un perfecto #montaje”. “Entonces, como no les funcionó lo de los ‘15 grupos violentos’ para desacreditar la marcha del 8M, [¿]mejor optaron por un vil montaje para después colgarse de ella? Patético”.

Pero vean, además, muchas de las respuestas que recibió en su cuenta de tuiter El Fisgón tanto de hombres como de mujeres, de quienes pensaron que había cosas más sustanciales que relatar. Y, a todo esto, ¿cómo le dio la vuelta el movimiento feminista a la tal provocación? ¿No es eso también parte y muy trascendente de lo que hay que contar?

Quiero dedicar el último párrafo a una muy honesta revelación de Fátima Chávez, una empleada de un medio periodístico tradicional, publicada el 9 de marzo del 2021, una manifestación de que hay que empezar por una misma; las preguntas, la reflexión, las acciones vienen de dentro, no de ahí afuera:

“El feminismo ha llegado a mi vida para quedarse. Para mí representa una oportunidad de cuestionar todas y cada una de mis acciones, así como de mis decisiones, porque sí, en todo hay patriarcado. Representa también una zona que me permite salir de esta burbuja de privilegios de la que sé que soy parte y, al mismo tiempo, me ayuda a ser consciente de todas aquellas veces que he sido violentada. El feminismo es un gran motor de impulso para alzar la voz”.

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