Votando con el Pueblo

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Federico Anaya Gallardo

 

Una de las mayores críticas a las democracias occidentales ha sido el abstencionismo. (Sus defensores, maliciosamente, recuerdan que el fascismo siempre “aseguraba” una altísima participación en sus elecciones a modo.) Lo cierto es que las sociedades humanas no suelen ser apáticas. En todo el mundo, los cambios de régimen tienen que ver con la ampliación de la participación –que en el mundo angloamericano se llama enfranchisement. La palabreja es interesante. En Castellano se traduce automáticamente como emancipación porque viene de “dar” franchise (franquicia, derecho político, libertad) a quienes eran siervos o esclavos. Traducciones más complejas serían ciudadanizar o empoderar.

 

La franquicia ciudadana ha sido siempre una cuestión caliente en los EUA. En los primeros debates acerca de cómo se repartiría el poder representativo en las cámaras federales, hace dos siglos, los Estados esclavistas insistieron en que la población esclava contara para definir el número de diputados en la cámara baja al tiempo que denegaban a esa población el derecho a votar. (Valían para hacer montón, pero no valían para decidir las cosas del bien común.) En medio de la guerra civil de los 1860s los norteños abolicionistas seguían discutiendo si los negros libertos debían o no debían tener derecho al voto. Durante la Reconstrucción Radical (1863-1877) del Sur derrotado el congreso federal amplió la ciudadanía plena a todos, pero más tarde Washington empezó a aceptar componendas con las élites blancas estaduales. De allí nacieron las leyes “Jim Crow” que, aparte de segregar a la población afroamericana, hacían muy difícil o imposible que esas personas se inscribiesen en los registros electorales.

 

La lucha por los derechos civiles de los 1960’s puso punto final a los regímenes Jim Crow, pero el conservadurismo sureño ha encontrado mecanismos más modernos de restricción del voto. Las élites blancas y el 1 % opulento del capitalismo neoliberal asumen –correctamente– que una mayor participación pondría en peligro su control del aparato gubernamental.

 

La semana pasada, mi amigo Pancho Argüelles y yo te contamos, lectora, cómo la inmigrante Lina Hidalgo llegó a ser presidenta municipal de Houston (Harris County). Su biografía es interesante porque demuestra que una de las trampas de la élite dominante puede ser distraer a las élites alternativas con las mieles de Academia. El calling (llamado) de hacer el bien implica arriesgarse y comprometerse en la siempre incierta lucha por el poder. Pero una vez logrado el paso adelante de tener personas decentes en el Commissioners’ Court (Ayuntamiento) de Harris, ¿qué sigue?

 

For starters, asegurar que siempre haya nueva política. Que Lina Hidalgo no sea una excepción. Y esto significa asegurar que toda la ciudadanía pueda ejercer su derecho al voto. En la elección de 2020, cuando Trump buscaba tramposamente la reelección presidencial, Lina Hidalgo y su ayuntamiento implementaron medidas como mail-in voting (voto por correo), 24-hour voting (casillas 24hrs) y drive-thru voting (vote desde su auto).

 

La historia no es ni simple ni perfecta. Desde hace años, en los cincuenta estados de la Unión Americana, las organizaciones populares de base (progressive grassroots) han denunciado la pretensión republicana de poner obstáculos al voto de la ciudadanía más pobre. Pero, de acuerdo con un reportaje de Michael Hardy para el Texas Monthly, del 24 de septiembre de 2020, “en el Harris County gobernado por los Demócratas, la primaria del 3 de marzo pasado resultó una debacle de azules contra azules.” (Liga 1, en EUA, los símbolos del Partido Demócrata son un burro y el color azul; los del Partido Republicano son un elefante y el color rojo.)

 

Como la tendencia del sistema político estadounidense es al bipartidismo, sólo los dos partidos más grandes suelen realizar elección primaria. Las primarias se consideran de interés público, y por lo mismo, los servicios electorales públicos apoyan a ambos partidos para realizarlas –pero siguen siendo procesos internos de los partidos. Ahora bien, esos servicios electorales están descentralizados. En EUA no hay un INE que controle todos los procesos electorales. Así las cosas, la organización de las elecciones primarias le corresponde a los partidos, pero los municipios tienen la obligación de apoyarlos.

 

Para la elección presidencial de 2020, en Harris County, la encargada de organizar las primarias era la county clerck Diane Trautman –una funcionaria demócrata. Su oficina propuso, desde finales de 2019, que se llevase a cabo una primaria conjunta. Es decir, que las votaciones internas de demócratas y republicanos se realizasen simultáneamente, en las mismas casillas. De esta manera, la infraestructura pública se utilizaría de un modo más eficiente. El Partido Republicano no aceptó la propuesta, alegando que realizar la primaria juntos causaría confusión. (Liga 2.)

 

Lo cierto es que los republicanos no tenían tanto interés en la primaria porque la candidatura presidencial de Trump (reelección) no estaba en disputa. En cambio, en marzo de 2020, los demócratas aún tenían cinco precandidatos presidenciales. Ante esta situación, lo lógico habría sido que Trautman proporcionase la mayor cantidad de urnas mecánicas al Partido Demócrata. Al final del día, acudieron a la primaria demócrata 328 mil personas, y a la republicana sólo 196 mil. Como Trautman repartió a mitades las urnas mecánicas, en las casillas demócratas se amontonaron votantes y las colas duraron varias horas. En distritos adonde la mayoría de los votantes son demócratas, las casillas de la elección republicana estaban vacías. Un desastre.

 

El municipio de Harris reaccionó adecuadamente. En mayo de 2020 la Commissioners’ Court (Ayuntamiento) de Harris nombró como nuevo county clerck a un abogado de sólo 34 años, de origen afroamericano, llamado Chris Hollins. Este no tenía experiencia en el servicio público, pero implementó una serie de medidas que facilitaron el voto de la ciudadanía en la elección general de noviembre de 2020.

 

Por ejemplo, Hollins envió boletas para votar por correo a todos los votantes registrados en el municipio de Harris –sin importar su edad. En Texas, una ley estadual determinó hace tiempo que el voto por correo es un derecho para todas las personas mayores de 65 años. El Fiscal General de Texas, Ken Paxton, un conservador Tea Party, impugnó en tribunales esta medida. El Tribunal Supremo de Texas apoyó al Fiscal y prohibió a Hollins abrir el voto por correo a todos los electores.

 

Con todo, el resto de las medidas de Hollins se mantuvieron. (Liga 3.) A través de casillas de 24 horas y del drive-thru voting se logró facilitar la participación ciudadana en Harris County. Tanto que, a principios de este año, el gobernador republicano (Greg Abbot) se unió al coro trumpista que denuncia el peligro de fraudes electorales, apoyando legislación que prohibiría que los ayuntamientos facilitasen el voto por correo. (Liga 4.)

 

Ciertamente, en 2020 Texas y sus 38 electores federales fueron ganados por Trump y por los republicanos. El fiscal general texano del Tea Party sigue allí. Pero los avances en participación popular de Harris County alcanzaron a preocupar –y mucho– al establishment republicano. La lucha sigue.

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

https://www.texasmonthly.com/news-politics/voting-harris-county-chris-hollins/

 

Liga2:

https://www.click2houston.com/decision-2020/2020/03/04/harris-county-clerk-blames-gop-for-refusing-to-allow-joint-primary-causing-long-wait-times-for-voters-on-super-tuesday/

 

Liga 3:

https://apnews.com/article/election-2020-politics-houston-voting-texas-351f6e1c4820d8f2b2eb7468a725cce0

 

Liga 4:

https://www.dallasnews.com/news/politics/2021/02/03/texas-gov-greg-abbott-says-tighter-restrictions-on-mail-in-ballot-procedures-will-deter-voter-fraud/

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