Voces para la Paz

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Esthela Treviño @etpotemkin

Rompeviento TV, 28 de febrero de 2023

 

 

Con las madres-padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y las

madres-padres de los Desaparecidos en mente, escribo estas líneas

México lindo y herido

María Herrera

 

Esto no va a ser una crónica, ni un análisis de corte académico, o lo quieran; será más bien un modo de compartir emociones, reflexiones, ideas, en chispazos surgidos de lo oído y conversado aquí y allá, en la reciente Cumbre por la Paz de Global Exchange, el 23 y 24 de este mes, una Cumbre binacional llevada a cabo en la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX.

Sin el dominio de preconcepciones, y de un trasfondo de partisanismos o adhesiones a un partido o facción política en los discursos de los participantes, es como percibí lo que escuché de las voces por la paz o, mejor dicho, de una humanística por la paz.

De igual modo, asistir sin expectativas ni imposiciones del propio pensamiento crea el espacio para escuchar mejor.

Hablaron todas, todos quienes quisieron decir algo y ninguna, ninguno de quienes hablaron fueron increpados, corregidas, calificados o descalificadas, fueron todas escuchadas, todos atendidos, esto es, toda la atención puesta en sus voces y discursos.

En voz de Marco Castillo, Codirector Ejecutivo, de Global Exchange, cito:

«Para alcanzar un mejor futuro, en el centro de la agenda deben estar las víctimas de la violencia, los familiares de las víctimas de la violencia; y la agenda de paz que no pone a ellas y a ellos al centro no será una paz duradera».

Es más que evidente que en las voces de la Cumbre, la paz que se busca no es la de la pacificación a la manera de las “guerras justas”, esto es, la de la no-guerra.

Tampoco se trata de la paz que se logra con el sometimiento, como el de la esclavitud o las dictaduras. Ni la paz de las treguas, es decir, una paz armada o una paz militarizada.

Cito algunas de esas voces, sin autor, de participantes que iban hablando:

«Hay que desterrar la narrativa del gobierno sobre el papel salvador de los militares.»

«Los militares no traen la paz; tú crees que no te van a hacer nada, pero te hacen.»

«Hay que cambiar la percepción de que los militares van a solucionar problemas de violencia.»

Si bien entendemos que hay que perseguir el bien común, hay un principio de moralidad en el fondo, o de ética, que apunta a la dignidad y la dignidad se centra en el ser humano, el punto de partida de un verdadero humanismo. La guerra, la violencia, se voltean contra la dignidad humana, y la sepultan.

Robert Holmes, filósofo erudito en cuestiones de paz y no violencia, acuña en un valioso libro del 2013 (La ética de la no violencia. Ensayos) el término noviolentismo para abarcar una postura de: noviolencia en contra de cualquier tipo de violencia.

Para Holmes esa visión tradicional de la guerra justa pasa por alto la inmoralidad de «la matanza masiva, sistemática y deliberada de seres humanos» que se ejecuta en la guerra. La moralidad vista como una cometida interactiva donde el fin es la persona.

La paz para Gandhi es una práctica virtuosa del principio de ahimsa, la noviolencia contra una misma y el Otro. La palabra «práctica» no es casual, está ahí porque implica que la paz requiere disciplina y práctica, también bajo la filosofía de vida del budismo.

Escuché, de entre las voces, que la paz y la justicia no se otorgan o confieren, sino que la paz y la justicia se conquistan con la lucha, con la práctica.

En el budismo, el reconocido monje y filósofo zen Thich Nhat Hanh, habla de «ser paz».

El Dalai Lama, del budismo tibetano, en su libro Ética para un nuevo milenio, liga la paz con un proceso de transformación de cada quien; la paz es un estado del ser, lo cito: «la paz es un estado de tranquilidad basado en un profundo sentir de seguridad, que surge del entendimiento mutuo, de la tolerancia hacia los puntos de vista de otros y del respeto a sus derechos».

Esa es la paz que se busca, la paz de la dignidad, la paz de la tolerancia, la paz de la justicia también.

En una conversación con unas participantes, una de ellas, negra, nos cuenta lo que le responde a quien se plantó, si bien inconscientemente, desde una postura superior. La cito: «Una mujer negra es una mujer; una mujer trans es una mujer; no soy un derecho humano, soy una mujer con derechos.»

Me resulta claro que, así como hay que desterrar la violencia y los odios, hay que desterrar conceptualizaciones como la de minoría so pena del riesgo de que por ser “minorías” tienen que aguantar la imposición, por un lado, y la victimización, por el otro, de las mayorías.

No existen minorías; existen personas y grupos vulnerados y vulnerables a la violencia en todas sus formas; personas y grupos marginados —¿porque son una “minoría”?—. Y bien vistas las cosas, los Pobres en este país son la mayoría sufriendo las consecuencias de ciertas acciones llevadas a cabo por una minoría. Las mujeres somos mayoría. Los no-blancos somos la mayoría: morenos, prietos y negros.

Esas mayorías han sido, en voz de doña María Herrera, víctimas, no del crimen organizado, sino «de un crimen institucionalizado», «víctimas del Estado».

Interesante, a propósito de esto, toparme con la idea de Raúl Romero, profesor universitario, activista y escritor, en un tuit del 25 de este mes:

«México no vivió un Narco Estado. México vive los estragos de un capitalismo criminal», a quien otro internauta, Iván Uranga, le da la razón cito: «Los narcos solo son el #Capitalismolnformal es decir, no es un #NarcoEstado es un EstadoCapitalista Criminal, en el que uno de sus subproductos es el #Narco».

Educación, en el sentido de tener acceso al conocimiento e información es otro eje de la mayor importancia en las voces por la paz.

Además de desterrar ciertas narrativas, ideas y discursos, como se ha planteado, hace falta recuperar espacios de comunicación. Unos reporteros del estado de Guerrero dicen que prácticamente no hay mecanismos de comunicación en la mayoría de las regiones guerrerenses.

Proponen, en boca de Eduardo Santos, cito:

«[...]que hubiera una forma de trabajar en conjunto [...] que nos agrupáramos para rescatar algunas zonas de silencio en Guerrero, proponer algún mecanismo [...] para acudir a esas zonas y seguir reporteando [...], poder generar que la misma gente se hagan dueños de esos espacios [comunicativos] para que la gente tenga confianza de denunciar todo lo que está pasando en sus zonas» —zonas donde no hay medios de comunicación, mucho menos acceso a información—.

Guerrero, dice otro de los reporteros guerrerense «es una tierra de caciques y el cacique necesita el silencio y desafortunadamente el cacicazgo está ganando. Guerrero se está volviendo cada vez [más] una tierra silenciada».

En pro de dar una idea más amplia sobre estas voces por la paz, comparto las siguientes e imperiosas ideas transfronteras, de «acciones transversales», como se enfatizó, y que tomé en una cascada de notas el primer día de la Cumbre:

A. (Re)humanizarnos, así, sin definiciones, pero con un entendimiento intuitivo.

B. Desterrar discursos de odios, violencias, discriminaciones y fobias.

C. Memoria y justicia efectiva, y quiénes mejor que las madres-padres de Ayotzinapa en la voz de doña Cristina Bautista, y que doña María Herrera, madre de cuatro hijos desaparecidos, dos en 2008, dos en 2010, a manos de la mal llamada guerra contra el narcotráfico del infausto matrimonio García Luna-Calderón Hinojosa.

D. Fin de la corrupción; y, en voz de Jon, estadounidense, no hay que engañarse, hay tanta corrupción en EUA como en nuestro país, sobre todo en el tema de armas y narcotráfico.

E. Lograr una participación ciudadana; ahí se estaba haciendo, viviendo, porque parte de la meta es la de sugerir acciones y llevarlas a cabo, en un claro y estricto sentido de activismo.

F. Seguir luchando por la procuración de los derechos humanos y de la salud; pensemos en los migrantes, en los discriminados, en los discapacitados, en los indocumentados de ya larga vida en los EUA, y en los que llegan a México.

G. Desmilitarizar y ciudadanizar. Esta meta fue unánime y voceada constantemente.

H. Visibilizar y solidarizarse con los invisibles.

I. Mirar por el medio ambiente, donde también hay una violencia persistente, y respetar la determinación de los pueblos originarios. Para los megaproyectos no se hicieron consultas y, como dijo una participante de ReverdeSer Colectivo, «información no es consulta».

J. Concientizar, avivar el poder del conocimiento, y crear y compartir información.

K. Prevenir esa violencia con armas.

 

Violencia por las Armas

Las madres-padres de Desaparecidos, en voz de doña María Herrera, los migrantes en voz de Odilia Romero, migrante zapoteca en California, los indígenas, activistas, estudiantes de escuelas rurales, en voz de doña Cristina Bautista, madre de un estudiante de Ayotzinapa, las víctimas de tiroteos escolares en voz de Manuel Oliver, un padre estadounidense que pierde a un hijo en uno de esos tiroteos en una escuela, y de Bella D’Allacio, una activista, sobreviviente de otro tiroteo escolar, todas esas voces reclaman parar el tráfico de armas desde Estados Unidos, Canadá y países de Europa.

Todas esas voces pugnan por la prohibición de venta de armas a cualquier persona; porque al menos se tengan controles fuertes y registros cuidadosos de quienes poseen un arma. Yo añadiría: porque nuestros niños y jóvenes no puedan tener acceso a un arma y se impida así, que el crimen organizado los coopte para que trabajen como sicarios.

Asimismo, como dijo Odilia Romero, las armas terminan con los pueblos indígenas, las armas «también reciben a los migrantes.»

Con total azoro, nos enteramos el 21 de este mes que Barry Moore, representante del Partido Republicano estadunidense por Alabama, acérrimo partidario del derecho a portar armas, propone que el rifle AR-15 sea el «arma nacional de Estados Unidos».

Traduzco el tuit que publicó: ‘La #SegundaEnmienda es un derecho tan estadounidense como la libertad de expresión, religión y prensa. Hoy presenté mi proyecto de ley para hacer del AR-15 el arma nacional de Estados Unidos. Debemos enviar un mensaje de que enfrentaremos cada ataque a cualquiera de nuestros derechos constitucionales’. Incluyo el tuit en la siguiente imagen:

Nosotros, los mexicanos y otros latinoamericanos no le llamamos América a los EUA, porque América es todo este lado que abarca desde Canadá, y Caribe hasta la Patagonia. En ese sentido, no queremos «un arma, emblema nacional de América»; no queremos armas. Punto.

 

«¡Si la cosa se pone negra, la cosa se pone buena!»

Gritaron en la Cumbre afromexicanas y afrodescendientes.

 

Como la canción de Victoria Santa Cruz, Me gritaron negra, los y las negras se apropian de su negritud, su cultura:

 

¡Negra!
Negra soy

De hoy en adelante no quiero
laciar mi cabello
No quiero
Y voy a reírme de aquellos,
que por evitar –según ellos–
que por evitarnos algún sinsabor
Llaman a los negros gente de color
¡¿Y de qué color?!

NEGRO
¡Y qué lindo suena!

NEGRO
¡Y qué ritmo tiene!

NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
...

Al fin
Al fin comprendí
AL FIN
Ya no retrocedo
AL FIN

Y avanzo segura
AL FIN

Avanzo y espero
AL FIN

Y bendigo al cielo porque quiso Dios
que negro azabache fuera mi color

Y ya comprendí
AL FIN

¡Ya tengo la llave!

NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
....

¡Negra soy!

 

https://www.youtube.com/watch?v=cHr8DTNRZdg

 

Y como se hizo en la Plenaria, terminamos honrando y agradeciendo a nuestros ancestros, a nuestra Tierra, a la madre naturaleza que nos alimenta, a esta Tierra que tenemos el deber de cuidar. Esta visión y práctica nos pone más en contacto con nuestra verdadera naturaleza humana, de generosidad, bondad y agradecimiento; más cerca de la paz, de «ser paz» como dice Nhat Hanh.

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