Tren Maya: etnocidio y (etno)desarrollo

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“El etnocidio puede tener un giro positivo, el “etnodesarrollo”...” La frase se encuentra en la página 1329 del extenso documento que “sustenta” (concedamos que lo haga) la Manifestación de Impacto Ambiental del Proyecto Tren Maya Fase 1. En la siguiente liga puede usted consultar el documento: https://apps1.semarnat.gob.mx:8443/dgiraDocs/documentos/camp/estudios/2020/04CA2020V0009.pdf.

FONATUR, responsable del documento, de inmediato aclaró que se trataba de un error: “sobre la circulación de un extracto fuera de contexto de la MIA del Tren Maya, reconocemos que es una oración desafortunada y aclaramos que es un error de redacción. La frase debe decir ‘el etnocidio tiene un opuesto positivo, el etnodesarrollo’”. Sobre la aclaración señalo dos puntos que llaman la atención: en primer lugar, es imposible hacer una cita o extracto sin excluir el resto del documento, en este caso de cerca de 2 mil páginas, por lo que sí, en efecto, la frase está fuera de contexto (que más adelante recupero); en segundo lugar, resulta sorprendente que FONATUR adjudique a la fortuna lo que es a todas luces un error de redacción y, peor aún, conceptual. Ahora bien, ¿cuántas personas leyeron, o debieron leer, la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del Proyecto Tren Maya Fase 1 y nadie se percató del error? No lo sé, pero sería sumamente extraño que la “oración desafortunada” fuera responsabilidad de una sola persona, o de algunas pocas, cuando el documento debió ser revisado por expertos de diferentes áreas, por autoridades de distintos niveles jerárquicos, inclusive por el área o departamento jurídico, habida cuenta las implicaciones legales de la MIA. Y nadie, absolutamente nadie, cayó en cuenta de la “oración desafortunada”, lo que revela una enorme indolencia, cuando menos, en la elaboración de la MIA del Proyecto Tren Maya Fase 1.

El “giro positivo” del etnocidio no es la única perla (Nikito Nipongo dixit) que se lee en la MIA. Además de varios errores ortográficos, hay otra joyita que expresa la incuria con que fue elaborado el documento. En la página 1618 se menciona al “Estado de Mérida”, en lo que a todas luces es un yerro imposible de minimizar apelando a la redacción, o a la fortuna. No, es evidente el desaliño en la elaboración de la MIA del Proyecto Tren Maya Fase 1. El responsable de la MIA es FONATUR a quién debemos preguntar ¿quién hizo la MIA del Proyecto Tren Maya Fase 1? ¿ONU-Hábitat elaboró la MIA del Proyecto Tren Maya Fase 1? Y si no, ¿Cuál fue la responsabilidad de ONU-Hábitat en este documento? En algún sentido habrá intervenido ONU-Hábitat, luego del convenio firmado en el que se compromete a dar “apoyo sustantivo y técnico al FONATUR en la definición de los parámetros y estrategias necesarios para construir una propuesta de desarrollo integral del sureste mexicano” (https://www.gob.mx/fonatur/prensa/fonatur-y-onu-habitat-firman-convenio-para-el-desarrollo-integral-territorial-y-urbano-de-la-region-sureste-corredor-regional-tren-maya?idiom=es). De acuerdo con la información disponible, FONATUR pagó a ONU-Hábitat 5.5 millones de dólares para “ejecutar el proyecto denominado ‘Desarrollo integral territorial y urbano de la región sureste de México-corredor regional Tren Maya’” (https://piedepagina.mx/fonatur-paga-5-5-millones-de-dolares-a-onu-habitat-por-consultoria-para-tren-maya/). Por 5.5 millones de dólares que pagó el gobierno mexicano a través de FONATUR a ONU-Hábitat es difícil entender que no se contrataran los servicios de corrección de estilo que modificaran la “oración desafortunada” y que dieran a Mérida su condición de municipio y no de estado. ¿Por qué pagar 5.5 millones de dólares a un organismo internacional por hacer un trabajo que, supongo, pudo hacer la comunidad científica mexicana? No lo sé, simplemente pregunto.

El desaseado documento de la MIA del Proyecto Tren Maya Fase 1 ya no puede ser modificado. Explícitamente la SEMARNAT señala que “EL CONTENIDO DE ESTE ARCHIVO NO PODRÁ SER ALTERADO O MODIFICADO TOTAL O PARCIALMENTE, TODA VEZ QUE PUEDE CONSTITUIR EL DELITO DE FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS DE CONFORMIDAD CON EL ARTÍCULO 244, FRACCIÓN III DEL CÓDIGO PENAL FEDERAL, QUE PUEDE DAR LUGAR A UNA SANCIÓN DE PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD DE SEIS MESES A CINCO AÑOS Y DE CIENTO OCHENTA A TRESCIENTOS SESENTA DÍAS MULTA”. Toda vez que no hay posibilidades de modificación de la MIA, supongo que más de un abogado o abogada se está frotando las manos por las implicaciones jurídicas derivadas de concebir un proyecto en el que “el etnocidio puede tener un giro positivo”.

El error reconocido por FONATUR como “oración desafortunada” tiene contexto. El documento dice: “El etnocidio puede tener un giro positivo, el “etnodesarrollo”, este puede ser posible si se involucra en el proceso de desarrollo y en la administración de beneficios a las poblaciones indígenas que estarían siendo afectadas por el desarrollo, en este caso podríamos entenderlo como un proceso participativo para las comunidades indígenas para involucrarlas no sólo como lo establece el Convenio OIT 169 , si no desde la propia planeación y apropiación del proyecto de desarrollo para sus comunidades, en las que el beneficio para estas sea observable.” Por etnodesarrollo entiende, citando a Bonfil, “la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, utilizando para ello las enseñanzas de su experiencia histórica, y los recursos reales y potenciales de su cultura, de acuerdo a un proyecto que se adapte a sus propios valores y aspiraciones futuras”.

Bien, encomiable la voluntad de impulsar el etnodesarrollo, que no el etnocidio, el problema es que por ninguna parte de la MIA, ni de ningún otro documento, hasta donde he podido observar, se encuentra la información de los procesos a través de los cuales los pueblos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas han echado mano de las enseñanzas de su experiencia histórica, de los recursos naturales y potenciales de su cultura, para sustentar que su futuro se construye sobre las vías del Tren Maya y del modelo de desarrollo implicado en el proyecto, en particular, de los polos de desarrollo. Si usted, amable lectora, gentil lector, conoce las metodologías de participación comunitaria y sus resultados, que evidencien que pueblos y comunidades concluyeron que lo mejor para ellos es el Tren Maya y los polos de desarrollo (o comunidades sustentables) contemplados en el proyecto, le agradeceré comparta la información. Dudo mucho que exista tal información, sobre todo porque la misma “consulta” a las comunidades ha sido cuestionada por la ONU toda vez que “la Oficina observó que la convocatoria, el protocolo y la información presentada sólo hacían referencia a los posibles beneficios del proyecto y no a los impactos negativos que pudiera ocasionar” (http://www.onu.org.mx/el-proceso-de-consulta-indigena-sobre-el-tren-maya-no-ha-cumplido-con-todos-los-estandares-internacionales-de-derechos-humanos-en-la-materia-onu-dh/).

Si algo ha caracterizado al Tren Maya, es la opacidad. El proyecto integral, con el detalle y las características de cada polo de desarrollo, o comunidad sustentable, hasta donde he podido indagar (un reclamo hecho también por Ernesto Ledesma, director de Rompeviento TV) no se conoce, o al menos no es accesible al público de a pie. Pregunto: ¿conoce usted el proyecto integral en el que se precise en qué consisten los polos de desarrollo -o comunidades sustentables, como ahora les llaman- y sus implicaciones sociales, económicas y ambientales? Hasta donde he podido indagar, solo hay líneas abstractas sobre el tema. En tanto no exista información basada en estudios científicos sólidamente fundamentados sobre las “comunidades sustentables” o polos de desarrollo (por 5.5 mdd, es justo reclamar resultados), es imposible analizar seriamente el pretendido etnodesarrollo del Tren Maya. Así, ante la carencia de información sustentada y confiable sobre el etnodesarrollo del Tren Maya, lo único legalmente establecido en la inmodificable MIA es que “el etnocidio puede tener un giro positivo, el “etnodesarrollo”.

La discusión rebasa, y por mucho, la dualidad simplona: sí o no al tren. Ese no es el punto central, sino el modelo de desarrollo implícito en el proyecto. De inicio, el cambio de “polos de desarrollo” al de “comunidades sustentables” no está fundamentado, ni hay referencias que permitan comprender el giro conceptual. Por favor, no me haga caso ni suponga que estoy instalado en las fake news. En esta liga se habla de polos de desarrollo, sin fundamentarlos ni especificar en qué consiste cada uno de ellos: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/530235/TM_Cuadernillo_GO_DIGITAL.pdf. En esta otra, los polos de desarrollo han sido sustituidos por las counidades sustentables, pero sin especificar cuántas serán, su ubicación, características particulares ni, sobre todo, cómo expresan la voluntad comunitaria por el etnodesarrollo: https://www.trenmaya.gob.mx/comunidades-sustentables/. Es decir, estamos ante un champurrado conceptual que no ha sido en lo absoluto esclarecido.

Es indudable que el sureste mexicano requiere inversión; asimismo, es encomiable que la 4T se haya fijado como objetivo contribuir a superar los añejos problemas de pobreza y marginación de la región: la voluntad, la vocación y el empeño por poner en primer lugar a los pobres, es la gran fuerza de la 4T. Por otra parte, aferrarse a posiciones conservacionistas a ultranza, sin considerar a las poblaciones que habitan los territorios, es una postura respetable, pero poco realista frente a la incontenible depredación ambiental y la pobreza de miles de personas. La intervención del territorio tiene sólidos asideros, pero cabe preguntar si el Tren Maya y sus “comunidades sustentables ” son la única, y la mejor estrategia, de contribuir a superar los problemas de pobreza y de degradación ambiental. Si usted afirma que no hay de otra, que el Tren Maya y el modelo de desarrollo implicado es la única opción, bien, quizás la 4T le reconozca su fervor. Pero si usted admite la posibilidad de una sombra de duda sobre las virtudes de un proyecto francamente opaco, con una MIA (parcial) pésimamente redactada y con afirmaciones preocupantes (el etnocidio con giro positivo) y que debe muchas explicaciones aún (las metodologías del etnodesarrollo o el uso de 5.5 millones de dólares), en fin, si usted admite que la 4T y su halo benefactor -por antonomasia- están mínimamente equivocados, entonces quizás esté de acuerdo en formular algunas preguntas, pertinentes en una democracia: ¿Cuál es el impacto ambiental EN CONJUNTO del Tren Maya? ¿La subordinación del trabajo al capital es la única posibilidad? ¿Qué son y que habrá en las (18 o 19) comunidades sustentables o polos de desarrollo? ¿Serán 18 o 19 cancuncitos con hoteles, restaurantes, centros comerciales, estacionamientos, bares, unidades habitacionales, centros nocturnos, gasolineras, escuelas, etc.? O bien, ¿serán polos que impulsen centros de investigación y capacitación en turismo sustentable? ¿En etnomusicología? ¿En desarrollo de software para la sustentabilidad? ¿En diseño textil? ¿En cocina tradicional mexicana? ¿En tecnologías energéticas limpias? En fin, no lo sabemos porque no hay información suficiente.

Por desgracia, las preguntas que cuestionan los axiomas en torno al Tren Maya están destinadas al olvido, o peor aún, a la sospecha, toda vez que en las coordenadas dicotómicas que alimentan a la 4T, las dudas e inquietudes caen en el terreno de los “conservadores”. Y así, sin diálogo ni debate, la democracia no es posible: el camino al etnocidio es franco, abierto y sin reticencias.

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