Facebook: Psicoterapeuta Claudia Soriano Segoviano
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Rompiendo patrones de conducta
“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.
Honoré de Balzac
Prácticamente todas las personas tenemos la idea de que hay características mentales y emocionales que nos definen y nos determinan. Decir que soy una persona tímida o enojona, alegre, miedosa, etcétera, es la forma en la que muchas veces nos presentamos a los demás. Efectivamente, tenemos rasgos de carácter que predominan más que otros, sin embargo, no sólo somos eso, somos eso y toda la amplia gama de características que hay y que no vemos que están ahí.
Creemos que somos eso porque es lo que aprendimos en la infancia y es lo que nos hemos repetido a lo largo de nuestra vida, y así vamos, de manera muchas veces inconsciente, buscando personas, relaciones, trabajos y circunstancias que nos lo afirmen.
Solemos tener una idea preconcebida de quiénes somos en función de las experiencias que hemos tenido a lo largo de la vida, sobre todo de las más primarias (las de la infancia). Lo que vivimos en la niñez (violencia, amor, rechazo, protección, abandono…) fue la materia prima con la que construimos nuestras primeras redes neuronales, las cuales nos sirvieron para desenvolvernos y adaptarnos al medio que nos tocó vivir. Las cosas que aprendimos en aquel momento quedaron profundamente instaladas en nuestro subconsciente.
Sin embargo, hay esperanza. Gracias a los más recientes avances y descubrimientos de la neurociencia sabemos de la plasticidad cerebral, que significa que las redes neuronales que hemos construido a lo largo de nuestra vida pueden deshacerse y reconstruirse de una manera distinta y en consecuencia modificar nuestra forma de ser, ver y vivir la vida. Con esto no quiero decir que cambiar patrones de conducta sea una tarea sencilla de realizar, sino que saber que es posible nos abre a muchos panoramas distintos del que tenemos preestablecido.
Repetimos las cosas, o se nos presentan siempre las mismas situaciones, debido a que tenemos la capacidad inconsciente de detectar cuáles son aquellas relaciones y situaciones que nos devuelven esa realidad que hemos creado en nuestra mente. Si nos consideramos víctimas, con toda seguridad encontraremos verdugos; si nos consideramos generosos, encontraremos personas dependientes y carentes que se quedarán con nuestra energía y recursos, sin ofrecer nada a cambio. Lo que quiero decir es que con toda seguridad vamos a encontrar aquello que nos confirme lo que ya “sabíamos”.
El problema es que no nos damos cuenta de esto y, más aún, aunque nos demos cuenta, esos comportamientos automáticos están arraigados en un lugar del inconsciente al que resulta muy difícil acceder.
Por ejemplo, ahora que somos adultos, sabemos que nada de lo que ocurrió en nuestra infancia fue nuestra responsabilidad, y que merecemos dar y recibir amor como cualquier ser humano; sin embargo, las cosas que hacemos cada día no van en esa dirección, sino en la contraria. Decimos que merecemos amor y respeto pero no nos cuidamos, no ponemos límites, comemos mal, no hacemos ejercicio, tenemos trabajos estresantes, mantenemos una relación aunque ya no sintamos amor por nuestra pareja. ¿Por qué?, porque todo eso está en el inconsciente, en esas redes neuronales poderosamente establecidas que, sin embargo, como mencioné arriba, podemos modificar.
Basándome en mi experiencia, hay varias cosas que podemos hacer para cambiar esos patrones que ya no nos satisfacen, sólo conductas cambian conductas. Podría parecer muy simple, sin embargo, no lo es, requeriremos constancia y atención.
Para darnos cuenta de nuestros patrones de conducta negativos, y así poder cambiarlos, es importantísimo prestar mucha atención a esas circunstancias que en el momento actual, o sea en el famoso aquí y ahora, estamos repitiendo y nos hacen sentir insatisfechos, enojados, molestos, infelices. En cada circunstancia, en cada conversación, en soledad, ponernos atención. A las personas que asisten a terapia conmigo, generalmente les hago la sugerencia de llevar un registro escrito, en el que anoten cada cosa que vayan descubriendo y les resulte reveladora, ¿cómo se sienten?, ¿cómo actúan?, sus reacciones. Todo aquello que nos resulta importante y de lo que ahora ya somos conscientes.
Una vez hecho esto, habremos de preguntarnos: ¿cómo podría hacer las cosas de manera diferente?, y cuando tengamos las respuestas avocarnos a realizarlas con constancia y disciplina. Esto irá modelando esas nuevas formas de ser y estar que tanto anhelamos, se crearán nuevas redes neuronales, se irán insertando esas nuevas conductas en nuestro cerebro, y con el tiempo se volverán habituales.
Muchos de los patrones negativos de conducta se repiten porque vamos muy rápido y no vemos las cosas tal y como realmente son. El acelerado ritmo de nuestra vida nos dificulta detenernos y observarnos. Tendemos además a evadir el silencio y el vacío porque nos asustan demasiado. Detener nuestra adicción a los estímulos nos puede generar una gran ansiedad porque no estamos acostumbrados a hacerlo. Sólo en el silencio podremos ser capaces de escucharnos, por lo tanto, te sugiero que pares y te escuches. Seguramente al principio sentirás miedo, ansiedad e incomodidad, sin embargo, atravesando ese velo podrás ver tu vida con mayor claridad y serenidad.
La paciencia que nos tengamos y el amor con el que nos tratemos en esta transformación son virtudes muy importantes y necesarias. Habiéndonos dado cuenta de lo que queremos transformar en nuestra forma de ser, lo siguiente es poner manos a la obra cada día. Llevamos toda una vida reforzando los mismos patrones, por lo tanto, es muy natural y lógico que al principio será todo un trabajo empezar a movernos de una manera distinta. Se requiere paciencia y amor para darnos chance de no hacer las cosas de manera distinta a la primera o a la centésima. Poner nuestra atención en lo que sí estamos haciendo distinto nos alentará para saber que la transformación es posible y que llevará el tiempo que tenga que llevar.
Y por último, cuando te descubras repitiendo nuevamente esos patrones de conducta negativos, haz un alto y pregúntate ¿para qué sigo haciendo esto? ¿Cómo podría hacerlo distinto?, y verás que las respuestas llegan solas.
Te invito a que vivas un proceso terapéutico para que identifiques tus patrones de conducta negativos, y me permitas acompañarte en su transformación. Si te animas, puedes llamarme o mandarme un whatsapp al 5522558651.