Remanentes de 15 años de Narcoguerra: Campos de Exterminio de El Fabuloso en Nuevo León

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Juan Alberto Cedillo

 

Pasadas las 18:30 horas, el general retirado Hermelindo Lara Cruz abandonó en su pulcra camioneta blanca el cuartel de la Secretaría de Seguridad Pública de Escobedo, municipio que forma parte de la zona metropolitana de Monterrey.

 

Esa tarde del 28 de mayo del año 2010, el general se dirigía a reunirse con su esposa. Menos de 20 minutos después, la camioneta regresó a toda velocidad a las instalaciones policiacas, con más de mil impactos de bala calibre 7.62 milímetros, punto 223, e incluso con algunos de granadas calibre 40 mm. La perseguían al menos cinco camionetas atestadas de hombres armados, que eran encabezados por el líder zeta Hernando Rodríguez Hernández, alias “El Fabuloso”, un jovenzuelo de escasos 25 años, que ya tenía en su currículum haber matado a otro experimentado general Diplomado del Estado Mayor.

 

Cuando regresó a su cuartel, la mayoría de los policías no salieron a defenderlo pues estaban en la nómina de Los Zetas. Únicamente un guardia, Luis Enrique Castillo Millán, y un policía, Jesús García Martínez, subieron al techo para responder al ataque de unos 20 pistoleros que continuaban disparando sus rifles de asalto contra la camioneta del general.

 

Luego del atentado, las familias de Jesús García y Luis Enrique Castillo contaron que el general cometió el grave error de presumir ante todos sus compañeros que los disparos que ambos hicieron lograron herir a algunos sicarios.

 

“En el pase de lista los puso al frente de todos los policías y dijo: debemos reconocer a estos elementos por ser los únicos que repelieron el ataque”, señaló la esposa de García.

 

Días después, esos dos policías fueron “levantados” en sus domicilios por un comando de pistoleros.  Durante varios años no se volvió a saber nada de ellos. Seis años después, la Procuraduría de Justicia de Nuevo León logró ubicar un apartado rancho que fue utilizado como “campo de exterminio”, donde “El Fabuloso” incineró a sus víctimas. En ese campo, ubicado en las faldas del Cerro del Fraile, fueron localizados los restos de los dos policías que defendieron al general Lara Cruz.

 

La organización Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (FUNDENL) confirmó que peritos forenses de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) trabajaron en ese predio, ubicado en el municipio de García, donde fueron localizados miles de fragmentos de huesos humanos.

 

Según la dependencia federal, más de 50 personas fueron incineradas en ese “campo de exterminio”, entre ellas los dos policías que se convirtieron en “héroes” tras repeler el ataque contra el general retirado Hermelindo Lara Cruz, titular de la Secretaría de Seguridad Pública del municipio de Escobedo.

 

Unos meses antes “El Fabuloso” y sus pandilleros asesinaron a otro destacado General Diplomado del Estado Mayor Presidencial: Juan Arturo Esparza García, quien había participado en operaciones contra el narcotráfico en Sinaloa.

 

El 4 de noviembre de 2009, el general Esparza fue acribillado junto con tres de sus escoltas por pistoleros de “El Fabuloso” en calles de García, ya que días atrás había sido designado Secretario de Seguridad de ese municipio.

 

En la estructura zeta, “El Fabuloso” fungía como responsable de varios municipios de la zona metropolitana de Monterrey, donde habita el 90 % de la población de Nuevo León, entre ellos, García, poblado semirural donde recién había ganado la alcaldía el político del PRI Jaime Rodríguez Calderón.

 

Tras la elección, el capo llamó al nuevo alcalde para advertirle que ellos controlaban el pueblo y que tenía que acatar sus reglas. La voz del mozalbete no amedrentó a Jaime Rodríguez. A tres días de su toma de posesión, Los Zetas lo amenazaron diciéndole que estarían en su casa para secuestrar a su hija. En ese momento, Rodríguez Calderón llamó a su Secretario de Seguridad para que fuera a vigilar su domicilio. No alcanzó a llegar, a pocas cuadras de la presidencia fue emboscado por los pistoleros de “El Fabuloso”, quienes lo acribillaron en su vehículo junto con sus escoltas.

 

El General Brigadier, acostumbrado a someter a delincuentes comunes, pagó caro menospreciar al nuevo grupo paramilitar dirigido por ex compañeros que desertaron de la Sedena, quienes habían reclutado a cientos de policías, delincuentes comunes y pandilleros que fueron entrenados en armas de grueso calibre por ex guerrilleros colombianos, ex kaibiles guatemaltecos y ex militares mexicanos en diversos “narcocampamentos”, uno de ellos ubicado en Bustamante, Nuevo León.

 

En esa época, Los Zetas comenzaron a imponer su cruento reinado eliminando a rivales del Cártel de Sinaloa, a policías al servicio de “contras”, narcomenudistas y a todo aquel que se resistiera a su dominio. Ya habían acumulado la fuerza y el control de territorios para romper con el Cártel del Golfo (CDG), su creador.

 

Jaime Rodríguez seguía sin someterse, así que “El Fabuloso” organizó el primer atentado en su contra. La mañana del 25 de febrero de 2011, al menos tres camionetas con unos 15 pistoleros persiguieron el vehículo donde se desplazaba el alcalde, que era seguido por otra camioneta con sus escoltas. Se desplazaban por la transitada avenida Abraham Lincoln que conecta Monterrey con García y que durante la mañana está atestada de autobuses urbanos, camiones y tráileres.

 

La emboscada de los pistoleros de “El Fabuloso” ocurrió a la entrada de la colonia Lomas. Los primeros disparos de los fusiles de asalto AK47 y AR15, que impactaron en la camioneta donde viajaba el alcalde, rebotaron como granizo, ya que tenía un blindaje nivel 5, el más poderoso. Los impactos provocaron que el chofer acelerara dejando atrás la camioneta de los escoltas que se enfrentaban a un número superior de pistoleros. En ese momento, Rodríguez Calderón ordenó a su chofer que regresara y protegiera con su vehículo blindado a sus jóvenes escoltas, ex miembros del ejército. Gracias a esa protección los certeros disparos de los ex militares lograron matar a tres atacantes y posteriormente otros dos sicarios fueron detenidos. El resto logró escapar debido a que a los pocos minutos arribamos una parvada de reporteros, decenas de efectivos del ejército, policías federales, estatales y dos helicópteros que sobrevolaron la zona.

 

Años después, la PGJ ubicó al menos cinco extensos y apartados terrenos que fueron utilizados como “campos de exterminio”, donde Los Zetas incineraron a sus víctimas. Uno de los terrenos es el rancho Las Abejas, que se ubica en el municipio de Salinas Victoria, a unos 30 kilómetros al norponiente de la zona metropolitana, donde los peritos forenses recogieron más de 31 mil huesos calcinados y algunas piezas de molares, convirtiéndose quizá en el campo de exterminio más grande de Nuevo León.

 

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