Nacionalización ó no-nacionalización

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Federico Anaya Gallardo

La República de Twitter es un lugar difícil. En el corto de publicidad de la serie yanqui Mr. Iglesias, el profesor Gabriel Iglesias decomisa los celulares de sus estudiantes adolescentes y para cortar sus ansiedades les resume qué ha pasado, en los últimos cinco minutos, en cada una de sus redes sociales. Al llegar a Twitter les dice: “—No: ¡Te equivocas!” El formato de ese foro electrónico presiona a los usuarios a confrontarse. Se requiere mucha paciencia (y mucha prudencia) para contenerse y procurar un debate mínimamente civilizado. El 6 de Abril de 2023, Esthela Treviño G. (@etpotemkin) tuiteó: “Muchas gracias por la aclaración, tan necesaria @ricardomraphael.  Mira @alesal3 / La falsa nacionalización eléctrica…” (Liga 1) y recomendó leer el artículo de opinión de Ricardo Raphael de ese mismo día en Milenio (Liga 2). Yo intervine con una declaración dura y seca (el formato…): “Lo mejor al final:  ‘teatro, lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro’... /...porque cada cosa dicha por Ricardo puede contradecirse con la misma ‘claridad’.” Todos estamos hilando tuits a partir del anuncio-vídeo que en esa misma red social publicó el presidente López Obrador el 4 de Abril de 2023 (Liga 3), y que incluyó declaraciones del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O y del presidente global de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán.

Un tuitero cuyo avatar es Felipe Calderón fue narcopresidente (@audiogalaxy) me pidió que desmintiera el artículo de Ricardo en la mesa de abogados de Momentum. Poco después, el mismo Ricardo (@ricardomraphael) tuiteó: “Feliz de debatir públicamente contigo  @ANAYAFederico”. Quién me manda, como diría mi Nana Mary. Por andar retando, luego hay quien levanta el guante. Es un honor que haya sido Ricardo.

No sé si el tema entrará a la mesa de abogados que conducen Ernesto Ledesma y Violeta Núñez (quienes están muy contentos con la supuesta nacionalización y estudiándola con lupa); pero en por mientras, me atengo a lo que tuiteé y repaso críticamente el texto de Raphael para RompevientoTV. Acaso esto es la perfección posible en la República de Twitter… que en esa plaza pública nos convoquemos y luego prosigamos el debate por todos lo medios posibles –tratando de alejarnos del modelo confrontativo de aquélla plataforma.

Sobre la compra de 13 plantas generadoras a Iberdrola, anunciada por el presidente López Obrador, apenas en los primeros tres renglones, Ricardo afirmó cuatro cosas: “[1] No es una nacionalización, [2] ni sirve para rescatar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), [3] tampoco convierte activos privados en bienes del gobierno y [4] no es cierto que con esta operación vaya a bajar el costo de la energía”.

Primero, si no es una nacionalización, tampoco lo fue la adquisición de activos privados realizada por Adolfo López Mateos en 1960. En ninguno de los dos casos hay expropiación (como la petrolera de 1938) y tampoco se recuperó un servicio público concesionado (que es lo que debió hacerse en 1982 cuando se Estatizó la banca). Así que en este punto yo podría estar de acuerdo con Raphael –pero entonces ambos deberemos pelear para cambiar los libros de Historia Patria y bajar de su altar a Adolfo el Joven. En 1960 tampoco hubo nacionalización en el sentido en que nos lo “vendió” López Mateos –como análoga a la Expropiación Petrolera. (¡Nadie como Cárdenas!)

Antes de pasar al segundo punto, hay otra razón por la que la operación obradorista no es igual a la lópezmateista. En 1960 el gobierno compró acciones y adquirió instalaciones para tener el control completo de la industria. En 2023 la compra a Iberdrola (6 mil millones de dólares) apenas aumenta la participación pública en la industria de 39% a 55%; aunque para la región Noreste el incremento es de 7% a 45%. El sector eléctrico no es (no será) exclusivo de la empresa del Estado mexicano (CFE) y, aunque la reciente compra aumenta el papel de la empresa pública, no se elimina a los privados. Para Iberdrola, la transacción significa una reducción del 80% de su participación en México –pero la empresa española seguirá operando en el país. Estos detalles –que no son menores– se omiten si reducimos el debate como hizo Ricardo en su primer párrafo. Así que no, no es nacionalización pero sí aumenta el interés nacional en una industria esencial. Es un acto soberanista. Por eso Sánchez Galán aclaró que Iberdrola reconoce en cada país adonde opera la política del gobierno nacional.

Segundo. Dice Ricardo que la operación no rescata a la CFE. Cierto, pero esta afirmación omite decir que sí le otorga mayor participación en el mercado –específicamente en una región estratégica. El Noreste incluye Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí y el oriente de Coahuila –cuyas industrias urbanas y agropecuarias requieren energía y adonde el 93% del suministro estaba en manos de los privados. Recordemos que el viejo Adam Smith recomendaba que las grandes obras públicas, aquéllas de las que dependen todos los habitantes y todas las ramas del comercio, no se debían dejar a los empresarios, cuya codicia privada empuja el mercado (cosa buena) pero tiende al monopolio y a la indebida explotación de sus competidores (cosa mala). La llegada de Tesla y los proyectos de los actuales gobernadores tamaulipeco y neoleonés hacían más grave la situación energética de aquélla región.

Tercero. Dice Ricardo que la compra no convierte los activos privados (de Iberdrola) en bienes del gobierno. En apariencia, esto parece cierto. Pero encierra una trampa argumental que sólo los abogados –como el ciudadano Raphael y su servidor– percibimos. La compra se realizó a través del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) –un fideicomiso público del gobierno federal creado en 2008 por la Administración Calderón. El Artículo 1 de su decreto de creación (Liga 4) señala que “no [será] considerado entidad paraestatal” –lo que en apariencia lo “saca” de la Administración Pública. Probablemente por esto es que Ricardo nos dice que las 13 plantas compradas –aunque las opere la CFE, no serán bienes del gobierno.

Repasemos algunos conceptos básicos del contrato de fideicomiso. Hay tres partes. Un fideicomitente (que compromete bienes ó dinero y que en FONADIN es el Gobierno de la República). Un fideicomisario (que es quien se beneficia de las acciones del fideicomiso y que en FONADIN es la sociedad mexicana que recibirá infraestructura de interés público). Un fiduciario (que siempre es un banco y que para FONADIN es Banobras –es decir banca pública). El Artículo 11 del decreto señala que el fideicomiso, pese a no ser parte de la Administración Pública, será vigilado por las secretarías de Hacienda y de la Función Pública. Así que, pese al extraño carácter “no-público” de FONADIN, el dinero conque se compra es público, el beneficio de la compra es aportar infraestructura a un servicio público y el operador fiduciario de todo es un banco público. Ronronea como gato, rasguña como gato, maúlla como gato… pero no se llama gato. (Cosas de abogados.)

Pero allí, Ricardo agrega que “el verdadero comprador de las 13 plantas de generación eléctrica es otro particular: un fondo de inversión administrado por una fibra denominada Mexico Infrastructure Partners” (MIP). Es decir, FONADIN no realizará la operación de modo directo. Raphael afirma que MIP podría, en cualquier momento, decidir que no sea la CFE quien opere las 13 plantas recién compradas. Esto es falso, porque una de las condiciones de la compra es que el Gobierno Federal tenga control mayoritario.

MIP es un administrador de proyectos de inversión, un agente contratado por el gobierno. Para realizar la compra MIP ha creado una “subsidaria” llamada “MIP-FF” que recibe dinero público vía FONADIN y debe buscar otros inversionistas colocando “vehículos” de deuda en el mercado financiero. MIP-FF no podría ir en contra de los deseos de quien aportará la mitad más uno de los dineros necesarios para la operación (el Gobierno de México).

Involucrar a FONADIN y a MIP permite que esta operación no se cargue en nuestras cuentas nacionales (eso lo explicó detalladamente el secretario de Hacienda en el tuit en el que se avisó al Pueblo de la operación) pero hacer la operación a dos grados de separación de la Administración Pública Federal (un escalón a FONADIN y otro a MIP) es algo que debe explicitarse. Por eso es que este debate importa (y por eso es que Twitter no es el espacio más adecuado para darlo).

Cuarto. ¿Bajará el costo de la energía eléctrica? No lo sé. Pero el mayor control del Estado en la industria le dará mejores instrumentos y peso al Gobierno de la República para definir cuánto deben pagar los usuarios del servicio eléctrico –algo que, de nueva cuenta, es urgente lograr en el Noreste si queremos favorecer el desarrollo industrial (San Luis Potosí, Nuevo León, Coahuila) y el agro-industrial (Tamaulipas). Aquí Ricardo nos engatusa un poco con la promesa perpetua de todos lo políticos de reducir el pago del recibo de luz en nuestra casa; cuando lo que deberíamos estar discutiendo es qué tanto puede la CFE implementar tareas eficaces de fomento industrial.

Dice Ricardo que el anuncio del presidente sobre la compra es tan impreciso que equivale a una mentira. A excepción de lo que son los fondos/agentes de inversión, todos los datos que he manejado hasta aquí provienen del tuit original de @lopezobrador_ del 4 de Abril de 2023. Así que no. No hay engaño.

Dice Ricardo que la única verdad es que la “empresa española recibió tal nivel de presión por parte del gobierno mexicano que decidió vender una parte de [sus] activos”. Ochenta por ciento, al parecer. En esto coincido con el ciudadano Raphael –pero aparte, lo aplaudo. Iberdrola no es la empresa más simpática para quienes tenemos convicciones de Izquierdas (de este lado ó de aquél del Mar Océano). Lo relevante se le quedó en el tintero a Ricardo: ¿qué opina él de la presión ejercida? ¿La aplaude también? ¿Ó se duele de ella?

Coincido con Ricardo en que el silencio de Manuel Bartlett en el tuit-vídeo es relevante. Al viejo abogado de Bucareli nunca le han gustado los barrocos esquemas de los encargados de las finanzas públicas. Pero la política es el reino de lo posible. Y tampoco es que CFE sea un florero es este asunto: más allá de FONADIN y MIP la operación queda a cargo de esa paraestatal.

Cuando dije que lo mejor de la pieza de Ricardo fue el final, fue porque en estos temas peliagudos no hay de otra más que hablar, escribir y tuitear “teatralmente”. Hace siglos, Moro, Shakespeare y Calderón de la Barca identificaron el teatro con la política. Ambos son falsedad bien ensayada y estudiado simulacro. Nada de esto es malo. Estas dos artes, la teatral y la política, ayudan a la ciudadanía a entender la complejidad del mundo.

La cosa es que el Pueblo se suba al escenario y discuta todo por sí mismo. En esto andamos.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

Liga 2:

https://www.milenio.com/opinion/ricardo-raphael/politica-zoom/la-falsa-nacionalizacion-electrica

Liga 3:

Liga 4:

http://www.fonadin.gob.mx/wp-content/uploads/2016/07/DecretocreacionFNI.pdf

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