Misoginia crece en las redes I

  • 0

Esthela Treviño G.

Rompeviento TV, 26 de octubre de 2021

Una voz-violenta que nos alerta y alarma

 

La violencia verbal en redes es ya imparable: sigue creciendo un discurso de odio generalizado; palabras denigrantes, amenazas, desprecio, desvaloración, esconden un odio profundo. Ese discurso de odio que otros llaman “tóxico” se expresa en comentarios e imágenes misóginos, racistas, clasistas, homofóbos, xenófobos, etc. No son enojos o arrebatos pasajeros, momentáneos, son como la punta del iceberg de resentimientos, rencores, enconos de larga vida. Hay, incluso, “manufactureros” y algoritmos para inflar la percepción y aumentar las filas de las fobias.

 

Hace un año, en un programa de Perspectivas (20/11/20) de Rompeviento TV con Buscaglia, Armando Arcibar escribió el siguiente comentario:

Ernesto, es muy importante la pacificación del Lenguaje para empezar a pacificar

al país también. Lo que decimos y cómo lo decimos nos define. Saludos.

La petición de Arcibar venía a cuento por los comentarios de Buscaglia que encendieron a una parte de la audiencia al comparar a México con otros países —y México siempre es la infamia—. Sus detractores aluden a su arrogancia, sus seguidores justifican sus modos a cambio de su análisis: “sí, bueno, sus modos pueden no gustar...” En cualquier caso, debería de ser evidente que la forma, “los modos”, no pueden separarse del mensaje: revelan intenciones, afectos, emociones. La forma es una actitud.

Los textos de odio hacia las mujeres, es decir, la misoginia, inundan los espacios digitales en México y el mundo. El CentroGeo (integrado al Conacyt) y el Ciesas trabajan en un proyecto para detectar la misoginia en Twitter, y han elaborado un mapa, gracias a un algoritmo, que refleja la misoginia distribuida en los distintos estados de la república. Aquellos con más alto porcentaje de violencia verbal misógina son CDMX, Jalisco, Nuevo León y Edo. De México. Los tres con más feminicidios son Veracruz, Edo. De México y Nuevo León. Según este estudio, las palabras misóginas más recurrentes son: puta, culera, loca, pendeja, zorra, perra, vieja, callejera, cualquiera, caliente, cerda. Las palabras con connotaciones sexuales tienden a ser las más numerosas y usuales según varios estudios que he consultado de otros países y culturas. Esto no es casualidad.

El diario The Guardian del Reino Unido encargó una investigación que cubrió de enero de 1999 a marzo del 2016, 70 millones de comentarios. Les interesaba investigar sobre el lenguaje abusivo en ese medio; su intención, determinar si era cierto que las mujeres sufrían más violencia verbal que los hombres. En efecto, el estudio confirma que los columnistas, comentaristas, articulistas que reciben más mensajes violentos son, por mucho, mujeres. Los temas en los que se reciben más comentarios de odio son el feminismo y las violaciones sexuales. Lo mismo observamos en nuestro medio.

Misoginia son Pandora y Eva. El regalo malévolo para deleite del hombre es Pandora, la primera mujer, creada por Zeus en venganza por haberse robado Prometeo el fuego para los hombres. Pandora fue generada para engañar, seducir con palabras persuasivas y modos arteros. Zeus le da una tinaja que no debía abrir, pero la curiosidad de Pandora, como la de Eva, la orilla a abrirla y se desatan todos los males: enfermedades, miseria, vejez, muerte. Eva, primera mujer de otro mito, corrompe a Adán, también creada para el goce de este. En suma, el hombre descubre que es débil, proclive a ceder su poder y determinación por fuerza de la mujer. Los hombres o semidioses o dioses crean a la mujer y al verse descubiertos en su debilidad, crean a Misoginia, el odio hacia su propia creación.

La visión grecoromana sobre la mujer, de ser inferior, fuente de calamidades, de raciocinio limitado, lleva a suprimirla, a deshumanizarla, y es lo seguimos viviendo. Pero, también es cierto, tan ubicuo como es ese odio se ha absorbido (como se absorbe un tumor) en la mente y cultura de hombres y mujeres.

A Misoginia la reconocemos en muchos de sus disfraces patriarcales: en el acoso sexual; en la cosificación sexual de la mujer; en el menosprecio, en la humillación del cuerpo si no satisface un cierto estándar; en el ciber-bullying, en todas las desigualdades (económicas, culturales, educativas, laborales); en la discriminación sexual y de género; en la violencia física, sicológica y verbal hacia la mujer. A veces la misoginia parece asintomática, pero ahí está: una forma inequívoca, preocupante y creciente de violencia contra las mujeres. Si bien el odio hacia las mujeres es el prejuicio más antiguo del mundo por los hombres, como dice Holland (Jack Holland, Brief history of misogyny. The world’s oldest prejudice; v. también, Historia de la misoginia, 1999. Anthropos) hay, asimismo, mujeres misóginas.

Mensajes misóginos. Las palabras, formas y expresiones misóginas vertidas en las distintas plataformas digitales y las tácticas de propagación son de amplio espectro. Si se relata o presenta un acto de violación o de difusión de contenido sexual sin consentimiento, los comentarios misóginos incluyen culpar, burlarse, avergonzar, maljuzgar, castigar, maldecir, humillar a la víctima. En el caso de mujeres feministas no parece hacer falta ningún pretexto, son insultadas, increpadas, desacreditadas, atacadas, amenazadas, adjetivadas como feminazis, feikministas, feminacas. Si la mujer es una figura pública, corre una suerte igual de horrible: se le ordena (“mejor cállate”), se le disciplina (“ora te aguantas por metiche”), se le reprueba y avergüenza (“tú qué sabes”), se le insulta, minimiza, desprecia, y amenaza.

Están ampliamente estudiados fenómenos como la explosión de identidades falsas para incitar al odio; la proliferación de “influencers” en YouTube racistas, blancos y de derecha (Murthy y Sharma 2019, en la revista especializada New Media and Society). En Twitter ya es su sello la orquestación de todo tipo de acosos e intimidaciones, baste ver las cuentas, sobre todo, de mujeres con cierto perfil (ideología y simpatías aparte) como Frida Guerrera, Claudia Sheinbaum, Denise Dresser. En los chats o comentarios de diversos noticiarios en YouTube también se evidencia la coordinación de ataques a cierto personaje, hombre o mujer, o grupo, o movimiento. Como bien señalan Ariadna Matamoros-Fernández y Johan Farkas en un artículo del 2021 (en la revista especializada Television and New Media): “las tecnologías digitales ‘no solo dotan de opresión digital’ sino que le dan nueva forma a la opresión estructural basada en la raza, el género y la sexualidad”. La tecnología acondiciona los espacios para seguir manteniendo esa opresión estructural y, así, se suma como otro flanco para aumentar sus ataques. Es una voz de alerta que tenemos que atender.

 

Dos casos paradigmáticos. El 11 de octubre, en el noticiario de Momentum durante la entrevista que Ernesto Ledesma le hiciera a Claudia Sheinbaum, encontramos este comentario de Leonardo Peña:

A veces el chat debería tener el sello Exceso de Odio.

Podrán imaginarse la miríada de comentarios en torno a una mujer, una mujer pública, una científica doctorada, Jefa de Gobierno de la capital de este país. Este caso lo quiero analizar con detalle y tendré que hacerlo en la parte II de esta entrega. El otro caso es el de, también una mujer pública, doctorada, pero de más bajo perfil de exposición que Claudia Sheinbaum, Beatriz Gutiérrez Müller. Si bien no hay diferencia en los mensajes de odio al elegir a estas u otras mujeres, estos casos permiten mostrar algunas observaciones o afirmaciones que hago.

​Hablar de nuestra violencia no es fácil dice Irma Luz M. Martínez (Chat, Momentum).

Ver, reconocer la violencia no es fácil tampoco, está tan normalizada. Ver la violencia hacia la mujer, la misoginia, menos. Hay una peligrosa ceguera selectiva. La violencia verbal no es de “perro que ladra no muerde”; si así fuera, las amenazas no tendrían sentido. Una amenaza te hace vivir con miedo. ¡Cuántas mujeres amenazadas están muertas, golpeadas, mutiladas, profundamente afectadas sicológica y emocionalmente!

El caso de Gutiérrez Müller. En la “Mañanera” del 24 de septiembre de este año López Obrador exhibe un tuit extremadamente agresivo, con una carga inusitada de odio, en contra de quien él y todo mundo interpretó era su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller. Las expresiones difundidas en ese tuit: “puta”, “pseudoinvestigadora”, “pseudoescritora”, “idiota”, “que no sabe escribir ni una frase sin faltas de ortografía”. El agresor, quien se dice científico miembro del SNI-Conacyt, “responde” con ese tuit al Conacyt y a otros usuarios. Deduzco, entonces, que se siente agraviado en su calidad de científico-SNI y, siendo acérrimo opositor a la política de la 4T, (se transparenta en su cuenta) descarga su saña, ojo: en una cierta mujer, escritora e investigadora, miembro del SNI. Uno: no la nombra, borrándole así su identidad propia; dos, no solo no la nombra, la llama puta, una cualquiera, objeto sexual. Tres: sabe que es miembro del SNI, por tanto, su par, pero la descalifica y demerita llamándola pseudo-investigadora, así que no es su par, bueno, ni siquiera puede escribir una frase sin faltas de ortografía, o sea, no tiene ni los conocimientos más elementales. Este mensaje verbal muestra dolorosamente una actitud misógina con una carga de encono inaudita. Eso es violencia misógina.

Ofende a Beatriz y me ofende a mí, pero de manera vulgar, o sea...qué tenemos que ver nosotros...”, es la reacción del presidente que, confieso, me deja perpleja. Alude a la “calidad moral” del nefando personaje desde su casquete de presunto científico porque, “siempre lo he dicho, no es lo mismo educación que cultura”, un viejo adagio que contrapone civilidad-moral-buena.educación (mal llamada “cultura”) a educación escolar. El presidente no se indigna, ni hace mención alguna a la indignante violencia contra su esposa (u otra mujer). López Obrador dice, equivocadamente, que el agresor es “uno de los científicos supuestamente perseguido” en el escándalo del Foro Consultivo del CONACYT, quien “se aventó un tuit”. No se aventó un tuit, externó una actitud violenta, fue un acto humillante, vejatorio y violento. Pero el presidente quiso capitalizar con eso el escándalo “de los científicos”, “neoliberales” y demás. Y esa generalización consiguió su objetivo, pero ese es otro tema. Entre paréntesis, Animal Político investigó y el pseudocientífico no aparece en el SNI entre 2007 y 2020; tampoco forma parte de los 31 miembros del ahora infame Foro.

Ese ofende a Beatriz y me ofende a mí no se refirió a encontrar ofensivo, a sentirse agraviados, sino a lanzar una ofensa. Ofender tiene esa ambigüedad, lanzar un insulto u ofensa, o considerar, sentirse ofendido, agraviado: “Su impudicia nos ofende”. La frase “pero de manera vulgar” confirma que la lectura de lanzar el insulto es la que le da López Obrador pues uno no se siente ofendido de manera vulgar: se lanza un insulto vulgar, y todavía remata: y “nosotros qué tenemos que ver”. A mí ese mensaje, sin ir dirigido a mi persona, no solo me ofendió e indignó profundamente como persona y mujer, sino que hasta me atemorizó.

Reacciones en las redes. En el chat de la Mañanera, con muchos seguidores de la 4T, aparece una cascada de mensajes a favor del presidente, apenas unas cuantas expresiones solidarias con Beatriz, Beatriz mujer, no la esposa de.

Me atrevo a decir que ese cariz y énfasis que le dio el presidente no al insulto mismo sino al agresor, al ubicarlo como uno de los infamados científicos del Conacyt es lo que orienta el foco de atención en los comentarios. Ese es el poder del discurso. Así, una gran cantidad de reacciones van en contra de los científicos: “¿y esos son nuestros científicos?”, “investigadores corruptos”, “qué majadero ese tal Aldo” “¡qué nivel de investigadores!”, “¡cobran por ofender!”.

Como es de esperarse, el presidente recibe muchos aplausos y simpatías, textos de muchas mujeres y hombres también: “¡qué falta de respeto a nuestro/mi presidente!”, una mujer añadió “pero a usted se le resbala. ¡Bendiciones!”, ¿se le resbala o no ve? “apoyo a nuestro amado presidente”, ¿y Beatriz?; “¡Bravo presidente!”, “a tuitear en contra de ese malnacido”, “Qué valiente presidente leyendo en voz alta el insulto a usted y su esposa”, ¡uf! y por el estilo.

Para Beatriz, no para la esposa, los siguientes comentarios: (Mujer) “Atacan a una mujer”, (H) “¿Atacando a una mujer?????” El tono ¿cómo se atreven a atacar a una mujer?, no supone reconocer la misoginia; (H) “Beatriz, hermosa y culta”; (M) “pues usted se ve mal no defendiendo a su esposa la ofenden a ella y ofenden al pueblo”. Compare usted los comentarios de los H(ombres) vs. las M(ujeres).

En cambio, en otros foros, videos en YouTube de la Jornada de Oriente, del Reforma y de El Heraldo aparecen comentarios muy distintos. Muchísimos mensajes en el tenor del siguiente: “El amo y señor de los apodos ahora chilla por ellos.... Recordemos el: comandante borolas, el ya cállate chachalaca, fifis...”. Bastantes lastimosos como “yo no vi el tweet pero ¿qué bonito siento cuando él mismo lo lee!”, o “El científico es mi ídolo”, “muy vulgar el tweet pero muy cierto y divertido!!”, y algunos del tipo “¿no hay asuntos más urgentes que un tweet en el país?” Estos son de opositores a la 4T, pero igual de ciegos a la misoginia que los seguidores; no que estos no emitan expresiones semejantes, cheque usted los textos al final de la Mañanera en contra de Frida Guerrera.

La violencia hacia la mujer, la misoginia, no es un asunto urgente, no es un tema relevante, muy vulgar el tuit pero qué “divertido”, “qué bonito siento”, “mi ídolo”, por violentar a una mujer por el hecho de serlo. Esto es altamente perturbador, es el sello, precisamente, de la misoginia.

La detención de Emilio Lozoya / Pantelhó: saldos de guerra… y abandono / Felipe Calderón en la COP26
Atrás La detención de Emilio Lozoya / Pantelhó: saldos de guerra… y abandono / Felipe Calderón en la COP26
Prensa nacional | Primeras planas 03.11.2021
Siguiente Prensa nacional | Primeras planas 03.11.2021
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *